El Hombre en Busca de Sentido Resumen PDF

Title El Hombre en Busca de Sentido Resumen
Author Anonymous User
Course Historia y Cultura de España
Institution Universidad Rey Juan Carlos
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Resumen del libro...


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El Hombre en Busca de Sentido: RESUMEN del Libro El hombre en busca de sentido es un libro escrito por Viktor E. Frakl, un neurólogo y psiquiatra que sobrevivió a los campos de concentración nazi. Frankl, en un principio quería publicar el libro en el anonimato impregnando solamente su código de prisionero en la portada creyendo que no tendría éxito. Pero se equivocaba. De este libro donde relata su historia, se han vendido millones de copias por todo el mundo siendo traducido a 24 idiomas siendo de inspiración a muchas personas.

Primera Fase: Internamiento en el Campo En esta primera fase, Viktor Frankl relata como fue el internamiento de las personas en el campo de concentración. Mil quinientas personas fueron trasportadas en un tren durante varios días. Los vagones estaban tan repletos de gente que solo quedaba despejada la parte superior de las ventanillas, por donde entraba la claridad gris del amanecer. Todos creían que los llevaban a una fábrica de munición como empleados para trabajos forzados. Hasta que llegaron realmente a “Auschwitz”. ese nombre evocaba las mayores atrocidades: cámaras de gas, hornos crematorios, el exterminio… Al abrir las puertas del vagón fueron recibidos relativamente bien por otros reclusos con trajes a rayas, cabezas rapadas y parecían bien alimentados. Lo que hacia que mantuvieran la esperanza de ser liberados en algún momento. Metieron a unas mil quinientas personas en un barracón para un máximo de doscientas, a la espera de trasladarlos a campos más pequeños. Hambrientos, tiritando de frío, no disponían de espacio ni para estar en cuclillas, y menos para tumbarse. En cuatro días, el único alimento que ingirieron fue un trozo de pan de unos 150 gramos. Posteriormente se hizo una primera selección donde enviaban a unos prisioneros a la izquierda y otros a la derecha. El 90% de las personas fueron enviaron a la izquierda que más se dieron cuenta que ese grupo iba directamente al crematorio. Después llegó el momento de la desinfección, donde les quitaron todas sus pertenencias, Viktor Frankl perdió su manuscrito donde tenía muchas de las investigaciones de su vida. Les afeitaron todo el cuerpo y les dieron una pastilla de jabón. Después de eso lo único que mantuvieron fue su existencia desnuda. No tenían ningún enlace material con su vida anterior. Algunas de las primeras reaccionen posteriores fueron un cierto humor, ya no tenían nada qué perder y hasta bromeaban. Aunque la otra reacción que tuvieron fue de curiosidad del qué sucedería posteriormente. Había una amenaza de muerte donde en cualquier momento alguno de los reclusos decidiría irse hacia la cerca eléctrica y lanzarse para suicidarse. Un colega de Frankl le dijo que mantuviera siempre una apariencia joven y fuerte porque los que no, eran candidatos perfectos para ser llevados a las cámaras de gas. En la primera fase del shock, el prisionero de Auschwitz no temía la muerte. Pasados los primeros días, incluso las cámaras de gas perdían para él todo su horror; al fin y al cabo, le ahorraban el acto de suicidarse.

Segunda Fase: Conceptos Básicos de Logoterapia Viktor Frankl, describe en el segundo capítulo como los prisioneros pasan de un “shock”, a una habituación, que se convierte en “una especie de muerte emocional”, y la apatía (que se podía tomar como autodefensa). Ahí es donde aparecía la nostalgia extrema, al comparar los niveles tan deprimentes de calidad de vida que podían tener en ese momento. Ya los momentos en donde ciertos detalles se podían ver como aberraciones, ya se volvían “parte del paisaje”. En otras palabras: todos los esfuerzos se reducían a lograr sobrevivir. Ciertas necesidades normales que el ser humano necesita satisfacer se veían literalmente truncadas, como era la parte sexual; ya casi no tenía importancia. Los sentimientos, ya habían desaparecido por la monotonía diaria. El sueño, era de las cosas que se le tomaba gran importancia, pues este era el único que podía aislarlos de la cruda realidad. Los golpes y maltratos físicos se esperaban por el mínimo detalle o sin motivo alguno. Por ejemplo, el no simpatizarle a un kapo (presos que gozaban de ciertos privilegios y hacían funciones de vigilar), significaba tener, además de una serie de insultos que venían ya incluidos, trabajo extra y golpes de más. Sin embargo, no todos eran despiadados, podían incluso tener cierta afinidad con los demás presos, como le sucedió a Viktor Frankl, y eso hacía que pudieran tener ciertas “ventajas”. Una de esas ventajas para Frankl fue el poder estar muy adelante en la fila para la hora de la comida, lo cual permitía poder tener los guisantes del fondo. Con esto último se puede decir que el hambre era un aspecto importante, pues todos sufrían de desnutrición. Lo interesante era observar cómo pese a ello hablaban sobre banquetes y comidas como las que podían tener antes, al menos, algo más que una sopa aguada y un pedazo pequeño de pan. Era entonces cuando los temas que trascienden a la realidad se les buscan dar importancia, y se intentaba por cualquier manera encontrar sentido a la vida. A pesar de las órdenes rutinarias y del desgano de todos, ellos se aferraron al amor; Viktor Frankl se concentró en el recuerdo de su esposa, aún sin saber de ella, si estuviera viva o muerta, su esencia permanecía con él: “El amor trasciende la persona física del ser amado y encuentra su sentido más profundo en el ser espiritual del otro, en su yo íntimo”. Viktor Frankl también comenta sobre el buen humor, el cual es un arte, pues borra, aunque sea por un momento todo lo malo, y sobre todo, se convierte en un arma para la supervivencia. Aun si la causa de la risa o la gracia tuviera un origen algo inusual y a veces macabro. Con todo esto, se puede afirmar varias cosas: Lo que antes era normal, ahora lo envidiaban de presos; personas que el mundo “normal” no desearía estar en esa posición. Ellos deseaban el más mínimo alivio, la cosa más insignificante que les diera un poco de placer. La soledad se volvió parte del anhelo de los prisioneros. Tan solo cinco minutos de soledad para pasar consigo mismo, era lo que este psicólogo deseaba, y fue a la par de un pozo del campo donde los obtuvo. En cuanto a los planes de fuga, Frankl menciona que por momentos lo pensaban, y los breves minutos que contemplaban la situación podía ser casi que agonizante.

Él tuvo una vez la oportunidad de poder fugarse, sin embargo, algo en su interior se movió a que debía quedarse con los enfermos (en el momento que muchos enfermaron de tifus) y demás presos. Quiso tomar autoridad sobre su destino, aun si este fuese seguir permaneciendo ahí. Parte de las emociones que se podían dar, de las pocas, era la irritabilidad, causada por el hambre y el mal dormir, además de la falta de higiene, y la falta de cafeína o nicotina. Esto sumado por la parte psicológica, se consideraban como ·un don nadie, como si casi no existiésemos. Esta misma irritabilidad se podía reflejar en los prisioneros de mayor rango, pero se le agregaba los “delirios de grandeza”, lo cual hacía que fueran peores. Frankl, cuando va cerrando esta fase, menciona y se refiere mucho a la libertad interior. La cual trasciende cualquier condición, porque es cada persona la que decide que quiere ser, y mantiene su dignidad al seguir sintiendo como un ser humano. Y por supuesto la función que cumplimos todos, aun cuando el papel que toque desarrollar sea el del sufrimiento; su destino, un regalo. Esta experiencia, Viktor Frankl la define (según otros autores), como una experiencia incierta, una “existencia provisional, cuya duración se desconoce”, lo cual trastornada la verdadera duración del tiempo: Un día podía ser eterno, pero la semana podía ser muy rápida. Así como la gran duda de si algún día saldrían de allí vs la desesperanza, como marchar hacia su propio funeral. Dicha desesperanza, en el campo psicológico, debía combatirse mediante alguna meta futura, algún objetivo al cual aspirar. Ya que, por su propia experiencia, asuntos mínimos se convirtieron triviales, y su mente no salía de ese círculo diario. Esto lo obligó a pensar en otras cosas, algo que quisiere alcanzar fuera del campo. Era de gran importancia mirar por encima de la situación actual, para que “el sentimiento que se convierte en sufrimiento, deje de serlo en cuanto nos formamos una idea clara y precisa del mismo. Y por supuesto se toma el tema o pregunta por el sentido de vida. Y se resumen en lo siguiente: "Lo que importa es lo que la vida espere de nosotros." Asumir la responsabilidad y cumplir con las obligaciones de cada uno en particular. Se podría decir, que él cumplió con su función en ciertas ocasiones como lo fue el día que tuvo que dar un discurso de aliento, a pesar de que él hubiese pasado un mal día. Otro tema que se toca es la “Psicología de los guardias del campamento”. Viktor Frankl menciona tres puntos: En primer lugar, la precisión del término “sadismo” entre los guardas. Segundo, se utilizaba esta característica entre los guardas y kapos para que ejecutaran labores de vigilancia estricta. Y allí se podía observar su “placer macabro”. Tercero, su sensibilidad estaba por el piso, ya nada los conmovía. Cuarto, algunos guardias si se podían excluir de las características anteriores, algunos, sí tenían compasión por los presos.

Tercera Fase: Después de la Liberación Viktor Frankl describe como son las reacciones de los presos luego de su liberación. Lo interesante de todo es analizar lo que realmente sintieron al caminar y observar que eran libres: nada. Lo que normalmente las personas piensan es que brincaron de la alegría y salieron corriendo a recuperar su vida. En realidad, caminaron lentamente a la salida, aun sin creer lo que realmente estaba pasando, y atónitos, pues durante su estadía en el lager sus emociones fueron reducidas a meros impulsos. Otra de las cosas comunes que ocurrieron, relacionado con lo anterior, fue el recuperar las emociones perdidas. Muchos, desarrollaron un desprecio contra el mundo que los rodeaba, incluso con seres vivos que no tuvieron la culpa de su tragedia. Pasaron de ser oprimidos y ser opresores. Además, se presentaron dos experiencias debido a la tensión psicológica: la amargura, al no poder oír palabras de verdadera empatía, ni tampoco reintegrarse a la vida anterior. Y el desencanto, en donde se daban cuenta que el sufrimiento que tuvo el campo no fue el máximo, sino que se puede sufrir más, a ver que todo ha cambiado. Y que nunca nada será igual. La meta y objetivo en el cual muchos se aferraron durante su vida en el campo (un hijo, una esposa), quizás fue solo una ilusión, ya que todo desapareció. Frankl cierra su historia diciendo: “Después de soportar aquellos increíbles sufrimientos, uno ya no tenía nada que temer, salvo a su Dios”. Frankl, Viktor. (2004). El hombre en busca del sentido. Herder, S.L, Barcelona.

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El hombre en busca de sentido (Viktor E. Frankl) El hombre en busca del sentido, es una obra que logra que el lector reflexione sobre sus valores, sus propósitos y sus planes: ¿Puedes ver hacia el futuro y responderte a ti mismo qué quieres ser, y cómo hacer para lograrlo? Porque, el hombre, en verdad, es el ser que siempre decide lo que es. En esta obra, en modo autobiográfico, el Dr. Frankl explica la experiencia que le llevó al descubrimiento de la logoterapia. Es la historia íntima de un campo de concentración contada por uno de sus supervivientes. No se ocupa de los grandes horrores suficientemente descritos por otros personajes, el autor cuenta esa otra multitud de pequeños tormentos para pretender dar respuesta a la siguiente pregunta: ¿Cómo incidía la vida diaria de un campo de concentración en la mente del prisionero medio?

Resumen de la obra Prisionero, durante mucho tiempo, en los bestiales campos de concentración, él mismo sintió en su propio ser lo que significaba una existencia desnuda. Sus padres, su hermano, incluso su esposa, murieron en los campos de concentración o fueron enviados a las cámaras de gas, de tal suerte que, salvo una hermana, todos perecieron. ¿Cómo pudo él —que todo lo había perdido, que había visto destruir todo lo que valía la pena, que padeció hambre, frío, brutalidades sin fin, que tantas veces estuvo a punto del exterminio—, cómo pudo aceptar que la vida fuera digna de vivirla ? En los campos de concentración habían dos tipos de prisioneros diferentes, a saber: el prisionero corriente, que sufría los trabajos más duros y recibía la crueldad de los soldados y los denominados "capos", prisioneros que actuaban como especie de administradores y tenían privilegios especiales, los cuales menudo trataban a los otros prisioneros peor que los mismos soldados¸ para este trabajo se elegía únicamente a los más brutales. Los "capos" se elegían de entre aquellos prisioneros cuyo carácter hacía suponer que serían los indicados para tales procedimientos, y si no cumplían con lo que se esperaba de ellos, inmediatamente se les degradaba. Pronto se fueron pareciendo tanto a los miembros de las SS y a los guardianes de los campos que se les podría juzgar desde una perspectiva psicológica similar. Selección Activa y Pasiva Nada más llegar al campo de concentración, que en este caso era el de Auschwitz, a los prisioneros se le despojaban de toda identidad y objetos personales, resumiendo su vida a no más que a un simple número de lista. Un solo pensamiento animaba a los prisioneros: mantenerse con vida para volver con la familia que los esperaba en casa y salvar a sus amigos. El proceso de selección era la señal para una abierta lucha entre los compañeros o entre un grupo contra otro. Los prisioneros eran divididos de acuerdo a las capacidades que tuvieran para trabajar; se hacía una selección que para algunos tendría un destino fatal: agrupaban a los enfermos, deformes, débiles o que tenían algún defecto para trabajar y los enviaban a algunos de los campos centrales, donde se encontraban los crematorios y cámaras de gas. A los prisioneros que realizaban trabajo forzoso, en algunas ocasiones les otorgaban una recompensa en forma de cupón, equivalente a una docena de cigarrillos, los cuales podían intercambiar por una ración de sopa. Normalmente los cupones se guardaban para la sopa, pero, gracias a ellos se podía distinguir cuando un prisionero perdía las ganas de vivir, ya que se fumaba sus cigarros para "disfrutar" de sus últimos días de existencia "De modo que cuando veíamos a un camarada fumar sus propios cigarrillos en vez de cambiarlos por alimentos, ya sabíamos que había renunciado a confiar en su fuerza para seguir adelante y que, una vez perdida la voluntad de vivir, rara vez se recobraba". El informe del prisionero n.° 119.104: ensayo psicológico Este relato trata sobre las experiencias del autor como prisionero común, pues es importante que diga, no sin orgullo, que yo no estuvo trabajando en el campo como psiquiatra, ni siquiera como médico, excepto en las últimas semanas. era un prisionero más, el número 119.104 y la mayor parte del tiempo estuve cavando y tendiendo traviesas para el ferrocarril. Únicamente el que ha estado dentro sabe lo que pasó, aunque sus juicios tal vez no sean del todo objetivos y sus estimaciones sean quizá desproporcionadas al faltarle ese distanciamiento. Es preciso hacer lo imposible para no caer en la parcialidad personal, y ésta es la gran dificultad que encierra este tipo de obras: a veces se hará necesario tener valor para contar experiencias muy íntimas… Decidí expresar mis convicciones con franqueza, y por esta razón me abstuve de suprimir algunos de los pasajes, venciendo incluso mi desagrado hacia el exhibicionismo.

El autor divide la vida en el campo en tres fases, con las que intenta describir las reacciones psicológicas de los prisioneros, durante su estadía, en los campos de concentración: la fase que sigue a su internamiento, la fase de la auténtica vida en el campo y la fase siguiente a su liberación.

Fase uno, "El internamiento en el campo" Caracterizada por el síntoma de shock, donde lo incierto los hacía digerir cada momento en el instante, con la constante pregunta ¿y ahora qué sigue? En esta fase los prisioneros son trasladados en tren a Auschwitz, en donde un grupo de prisioneros, que parecían bien alimentados y hablaban todos los idiomas de Europa, les da la bienvenida, de manera de crear empatía con los recién llegados, lo que les daba la ilusión de que sus días no estaban contados y de que podían depositar confianza en ellos para contarles su situación; ya que la sola vista de las mejillas sonrosadas y rostros redondos de aquellos prisioneros resultaban de gran estímulo. Luego se sabría que era un grupo especial de prisioneros que hacían las funciones de comité de bienvenida. En psicología, existe un estado de ánimo llamado "La ilusión del indulto" en la que el condenado a muerte a punto de morir, concibe la ilusión en la que sería indultado. Lo mismo les pasaba a éstos prisioneros, se agarraban a los últimos jirones de esperanza que les quedaba. La primera selección Si nos enviaban a la derecha ("desde el punto de vista del espectador") significaba trabajos forzados, mientras que la dirección a la izquierda era para los enfermos e incapaces de trabajar, a quienes enviaban a otro campo. Ese juego del dedo se trataba de la primera selección, el primer veredicto sobre nuestra existencia o no existencia . La desinfección Llegó el momento de la desinfección, donde les quitaron todos sus objetos personales, Frankl perdió un manuscrito de alto valor, les afeitaron todo el cuerpo y les dieron una pastilla de jabón. La única posesión: la existencia desnuda A partir de ese momento lo único que tendrían aquellos prisioneros seria su existencia desnuda, incluso sin un pelo, no había ningún enlace material hacia su vida anterior. Las primeras reacciones Después en la ducha a todos los prisioneros los embargó un humor macabro; Supimos que nada teníamos que perder como no fueran nuestras vidas tan ridículamente desnudas. Cuando las duchas empezaron a correr, hicimos de tripas corazón e intentamos bromear sobre nosotros mismos y entre nosotros. ¡Después de todo sobre nuestras espaldas caía agua de verdad!.... Aparte del humor, otra sensación se apodero de ellos: la curiosidad, que suele aparecer ante ciertas circunstancias extrañas. Se tenía ese ánimo como medida de protección, todos deseaban saber que pasaría a continuación. "Lanzarse contra la alambrada"? La amenaza de muerte continua (día tras día, hora tras hora,minuto tras minuto), lo desesperado de la situación y el preguntarse quién sería el siguiente abrigaba en ellos el pensamiento de suicidarse o "lanzarse contra la alambrada", como decían ellos. Seguidamente un colega de Frankl salió de su barracón a pesar de la prohibición y les dio unos consejos alentadores, como el de tener una apariencia joven y lozana. Puesto que a los que parecían enfermos y demacrados por fuera y por dentro eran los que más probablemente fueran derechos a la cámara de gas, se les llamaba musulmanes.

En la primera fase del shock, el prisionero de Auschwitz no temía la muerte. Pasados los primeros días, incluso las cámaras de gas perdían para él todo su horror; al fin y al cabo, le ahorraban el acto de suicidarse.

Fase dos, "La vida en el campo" La apatía, el adormecimiento de las emociones y el sentimiento de que a uno no le importaría ya nunca nada eran los síntomas que se manifestaban en la segunda etapa de las reacciones psicológicas del prisionero y lo que, eventualmente, le hacían insensible a los golpes diarios, casi continuos. Las reacciones de la fase anterior empezaron a desaparecer a los pocos días; a los prisioneros los invadió un síntoma de apatía, en la que se llegaba a una especie de muerte emocional, desaparecen sus sentimientos ante la visión de cosas tétricas que ocurren todos los días (como el niño al que se le hielan los pies y se medio arranca los dedos con unas tenazas), hasta que al final esas escenas se hacen habituales y se acostumbraban a ellas. Esta apatía era un mecanismo necesario de autodefensa, ya que el prisionero olvidaba todo dolor y sufrimiento y se centraba en un único objetivo, el...


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