Ensayo etica para nicomaco maritza PDF

Title Ensayo etica para nicomaco maritza
Author Maritza Soto
Course Oftalmología
Institution Universidad Autónoma del Estado de México
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ENSAYO MODULO DE LA SOBRE DE DEL LIBRO: A Autor: Maritza Yuvani Soto. Residente de Segundo Medicina Familiar. valiente al que conquista sus deseos que al que conquista a sus enemigos, ya que la victoria dura es la victoria sobre uno (384 a. En el presente ensayo describo una breve del gran legado cu...


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ENSAYO MODULO DE ÉTICA

LA FILOSOFÍA SOBRE ÉTICA DE ARISTÓTELES, RECAPITULACIÓN DEL LIBRO: ÉTICA A NICÓMACO. Autor: Maritza Yuvani García Soto. Residente de Segundo año Medicina Familiar.

“Considero más valiente al que conquista sus deseos que al que conquista a sus enemigos, ya que la victoria más dura es la victoria sobre uno miso.” – Aristóteles (384 a.C. -322 a.C)-. En el presente ensayo describo una breve reseña del gran legado cultural, social, político y humanista de uno de los pensadores más destacados de la antigua filosofía griega, Aristóteles (384-322 a.C.), filósofo y científico considerado el padre de la lógica. Aristóteles escribió una serie de libros dedicados a la ética en la vida del ser humano, en total son 10 libros de los cuales el presente ensayo es sobre el primero de esta seria y cuyo nombre es Ética a Nicómaco. Es una obra escrita por Aristóteles en el siglo IV a.C. Está dedicada a su hijo, Nicómaco, el contenido del libro está referido a la felicidad. El objetivo de este ensayo es poder desarrollar la teoría de la felicidad de Aristóteles definiéndola con la mayor exactitud y profundidad posible. Aristóteles nació en Estagira, en Tracia, el año 384-3 a. C., según Diógenes Laercio, quien nos dice que era hijo de Nicómaco y Efestiada, y que su padre ejercía la medicina en la corte del rey Amintas de Macedonia, "por causa de la medicina y por amistad", lo que se ha tratado de asociar con el posterior interés naturalista de Aristóteles. Diógenes Laercio nos describe a Aristóteles como "el discípulo más legítimo de Platón, y de voz balbuciente que tenía las piernas delgadas y los ojos pequeños, que usaba vestidos preciosos y anillos, y que se cortaba la barba y el pelo" (Vidas de filósofos ilustres, libro V, 1). Todas nuestras acciones cotidianas necesariamente deben tener un objetivo desde el cual se puede determinar por qué se decide u obra de una forma determinada. En este sentido, Aristóteles en su libro de la ética indagará sobre este objeto propuesto por el ser humano y concluirá afirmando que es la felicidad lo que buscamos, como actividad subordinada a la vida humana en su completitud, que es validada en la medida en que ejercitamos lo propio del ser humano, la razón. Más detalladamente, se dice que toda acción humana se realiza en vistas a un fin, y el fin de la acción es el bien que se busca. Pero muchas de esas acciones iniciadas por el hombre son un instrumento para conseguir, a su vez, otro fin u otro bien, el Bien supremo que es la felicidad. Aristóteles empieza su obra definiendo lo esencial de la ética: es el bien. Con su habitual método inductivo, que lo relacionan con la felicidad, pues es lo que todos buscan. Basándose en las tres disposiciones del alma aristotélica, establece que dicha función tendrá que estar relacionada con el alma racional, en tanto que es lo que caracteriza al hombre. Para ello adquirió el concepto de virtud, que será identificado con la costumbre del buen obrar.

Libro I- II: La Eudaimonía. Elementos de la virtud En este segundo libro la pregunta a responder es: ¿En qué consiste la virtud? La virtud es un estado de elección racional que consiste en un medio relativo a nosotros y determinado por la razón. Aristóteles explica que está hablando de la virtud moral (ethos), o de carácter, y no de la virtud intelectual, pues busca un medio entre vicios, un tipo de estado para hacer las mejores acciones que mantenga la relación con el placer y el dolor. La virtud moral hace bueno al ser humano y le hace cumplir bien su actividad característica. Aristóteles establece que las virtudes han de ser de dos clases: las virtudes llamadas éticas, morales o de carácter; especialmente la justicia, que vienen del alma desiderativa en tanto que esta obedece a la razón; y las virtudes denominadas dianoéticas , que son intelectuales o racionales, que son las que permiten alcanzar la felicidad y vienen del alma racional misma. Después muestra cómo el placer tiene que ver también con la felicidad, y por lo mismo con la ética. Como el hombre es social, necesita amigos para alcanzar la felicidad completa. Esto le lleva a una descripción final de la felicidad que será la que se alcance por una actividad acorde con una gran virtud. Del libro Ética a Nicómaco, Aristóteles. Clásicos de Grecia. Traducido por José Luis Calvo Martínez (1ª Edición 2001)-. Dicho lo anterior me parece necesario iniciar el desarrollo señalando las diferencias entre esta rama de la filosofía con la metafísica por ejemplo. Esta última se encarga de la physis , que quiere decir naturaleza; todo lo que hay o todo lo que es. En cambio, la ética se pronunciará respecto al “ethos”, es decir en relación a las costumbres y al ser humano como acreedor y constructor de ellas, edificador de cultura o morada; el suelo que fundamente su praxis, la raíz desde donde brotan los actos de él mismo. Son el conjunto de repetidas decisiones libres que hacemos, las que van construyendo nuestro carácter, a diferencia de la naturaleza que se podría calificar como: “lo ya dado” y por tanto, carente de libertad. Es finalmente el distanciamiento de la definición de “Bien” como teórico-universal de Platón, frente a una definición de bien, buscada desde la actividad. Para el Estagirita, la ética se desarrolla gracias a la naturaleza, es decir, que la naturaleza misma del ser es necesaria para el desarrollo de las decisiones, el ser humano es feliz realizando la actividad que le es natural. Es decir, el hombre es feliz siendo hombre y llevando a cabo actividades propias del hombre, la razón; la physis base del –para el- ethos. Pero no quiere decir que tenga que asumir sus características de ser algo dado y objetivado. El carácter no es estrictamente natural. Como ya señalaba anteriormente, el campo de estudio de la ética son las repetidas decisiones del ser humano que lo determinan dentro de una cultura y lo hacen constructor de ella. Para un correcto desarrollo, es decir, para que haya ética, existen una serie de supuestos o condiciones necesarias para ello. La primera de ellas, y la más importante, es la necesidad de la libertad –o voluntariedad como señala Aristóteles-. Quiere decir que el ser humano esté posibilitado a optar y actuar de alguna forma u otra. Un segundo requisito sería el ejercer nuestra responsabilidad frente a la libertad. Esto quiere decir, asumir un compromiso con lo optado, recurriendo a sistemas o métodos evaluativos, caracterizando a algo como mejor que otro. Y por último, un tercer requerimiento es el de profesar sobre la existencia de criterios normativos.

Del párrafo anterior nace la necesidad de calificar qué es lo que entendemos por bien. Para Aristóteles el bien se definirá como aquello hacia lo cual tienden todas las cosas, la finalidad de las cosas. Podemos constatar en nuestra vida cotidiana la gran variedad de fines que existen, propios de las distintas disciplinas y acciones del ser humano, habiendo más aún, relaciones mediáticas y del orden jerárquicas entre ellos. Se podría preguntar uno sobre la existencia de un fin último, que se busque por sí mismo y no como medio para otro bien. Como ya se comentaba al inicio, Aristóteles señalará que la felicidad o Eudaimonía es el Bien supremo al que aspiran todos los hombres por naturaleza. Que significa la más elevada y excelente clase de vida, alude a la división entre clases de vida que suelen seguir los hombres, fin que se identifica con la buena vida; vida buena. En este sentido no todos los hombres gozamos del mismo significado respecto a la vida buena; para unos la felicidad consiste en las riquezas, para otros en el placer, y para otros en los honores. En este sentido Aristóteles identificará tres tipos de vida, la voluptuosa, la política y la contemplativa, siendo esta última la mejor para el Estagirita. Finalmente, se puede decir que nuestros estilos de vida reflejan qué concepción tenemos de felicidad. En conclusión, el bien para el ser humano está relacionado con la felicidad, la cual se consigue desplegando nuestra facultad racional, y haciéndolo con excelencia, de la mejor manera posible; con virtud. Libro III: La responsabilidad moral. La voluntad Aristóteles divide los actos del hombre en voluntarios e involuntarios. El acto involuntario se debe a un primer principio extrínseco al hombre, como la fuerza o la ignorancia. El acto no voluntario es un acto involuntario que no se lamenta. El acto voluntario se hace por el deseo La fortaleza: Es el medio entre el temor y la confianza respecto a la muerte. La persona valiente actúa a pesar del temor pero no sin temor. El exceso de temor se llama cobardía, Y actúa con confianza pero sin exceso de confianza, que se llama precipitación La templanza: Es el medio respecto a los placeres, especialmente los del tacto, la comida y el sexo, que tenemos en común con los animales no racionales. Hay placeres naturales y placeres del individuo: por ello, errar en los placeres naturales es siempre un exceso, mientras que errar en los placeres individuales no siempre es excesivo. Del libro Ética a Nicómaco, Aristóteles. Clásicos de Grecia. Traducido por José Luis Calvo Martínez (1ª Edición 2001)-. Las virtudes se dividirán conforme a la diferencia que hemos recién explicitado. Estarán por tanto las virtudes del intelecto y las virtudes éticas (morales). Las virtudes morales, están relacionadas con nuestro modo de ser o carácter. A diferencia de las intelectuales, que son fruto de la enseñanza y la experiencia. Las de tipo intelectual son de excelencia, hacen de nuestro conocimiento algo excelente. El carácter puede aglutinar en sí tres características: de pensamiento, sentimiento y acción. Es decir, si decimos que alguien posee un carácter justo cuando piensa, siente y actúa justamente. La virtud será un carácter correcto; carácter adecuado. Para que haya virtud, necesariamente tienen que existir estos tres elementos, pensar, sentir y actuar virtuosamente. Diremos también que las virtudes no son ni potencias ni pasiones, sino hábitos conducentes a la felicidad. Las virtudes éticas se obtendrán trabajando en ellas; ejercitándolas. Estas virtudes no

las adquirimos de forma natural, la naturaleza nos da potencialidades o capacidades que se manifiestan en sentidos y estos nos permiten adquirir virtudes que tenemos que ejercitarlas, por ejemplo una persona solidaria no nace solidaria, se hace realizando actos solidarios. Las elecciones que hagamos, a su vez, estarán determinadas por las virtudes intelectuales, es decir las virtudes del alma racional, por lo tanto determinadas por la razón. Nuestros apetitos por sí solos nos llevarían a tener que optar, y para optar tiene que existir un diálogo entre nuestro carácter y nuestro entendimiento; el entendimiento por sí solo no mueve. Diremos por tanto que la elección se mueve dentro del diálogo de la razón y el carácter, mediado por la virtud. Libro IV: Algunas virtudes de riquezas, de espíritu y de vida El tema que afronta en este libro es el de las demás virtudes menos universales que la fortaleza y la templanza y muestra diversas situaciones en las que se puede encontrar un hombre. Entre estas virtudes están la generosidad y la magnificencia (que es la generosidad en niveles superiores por parte de quien la actúa, de las circunstancias y del objeto), la magnanimidad y la virtud que aplica la magnanimidad para con los inferiores, la ecuanimidad. Del libro Ética a Nicómaco, Aristóteles. Clásicos de Grecia. Traducido por José Luis Calvo Martínez (1ª Edición 2001)-. Para el ejercicio de la virtud, la justa medida como mantenedora de la acción virtuosa. Para Aristóteles será de suma importancia que el ser humano pueda aceptar e incorporar dentro de su lenguaje, los términos de placer y dolor. Sería errado de nuestra parte creer que virtud y placer son incompatibles; se dirá incluso, que para el virtuoso es un placer dar. En realidad, se nos invita a ser reales y sinceros respecto a lo que sentimos y al momento en que lo experimentamos; lograr una armonía correspondiente a los momentos de placer y de dolor. Las virtudes en este sentido, serán las encargadas del ordenamiento de las pasiones. Nos ayudarán a controlar la tendencia propia del ser humano a sobrepasar sus límites pasionales. Para Aristóteles, la moderación será el término medio entre el desenfreno y la excesiva represión. Los extremos van a ser los vicios, la virtud gracias a la razón, se situará mediadora de los extremos; en la mitad, no aritmética, sino de la persona. Esto quiere decir que siempre se situará más cerca de uno de los dos extremos. Aristóteles entregará dos características al alma racional, que serán trascendentales a la hora de la toma de decisiones y su explicación de las virtudes. El alma será de carácter científico y de carácter calculador. Es decir, una parte de nuestros ser que no puede no ser sino de esa manera y, una parte en donde es posible el cambio. Nuestro entendimiento tiene que relacionarse con cosas o situaciones que pueden ser de muchas maneras. De este ordenamiento del alma racional nacen las virtudes propias de un saber teórico, las propias de un saber calculador práctico. Dentro de las virtudes propias de un saber teórico, nos encontramos con la ciencia, la intuición y la sabiduría. La ciencia será el hábito demostrativo de los fenómenos. Y la virtud de la intuición, el ejercicio de la sensibilidad frente a los principios. La sabiduría, se definirá como un diálogo entre estas dos últimas, como el hábito demostrativo de los principios universales.

Libro V: La justicia y las virtudes de carácter Aristóteles dedica este libro a analizar la virtud de la justicia. Empieza induciendo la definición justicia a partir de la definición nominal y de cuanto se piensa cuando se oye la expresión "justicia". Afirma que la justicia es la virtud completa por cuanto refiere a otras personas, pues es más difícil ejercer la virtud con los demás que solamente consigo mismo. Así la virtud en general es justicia vista en relación con los demás. Del libro Ética a Nicómaco, Aristóteles. Clásicos de Grecia. Traducido por José Luis Calvo Martínez (1ª Edición 2001)-. Esta justicia es la justicia general. Existe también la justicia particular, que se divide asimismo en distributiva y transaccional, la distributiva que aplica una proporción geométrica entre varias cosas o personas; la transaccional que aplica una proporción aritmética. Libro VI: Las virtudes intelectuales. La prudencia (phrónesis) o inteligencia práctica. El libro sexto es quizás el más importante para entender la ética de Aristóteles, porque, como él mismo dijo al inicio de la obra, la verdad es el bien superior, y este capítulo trata de la facultad del hombre que consigue este bien, el entendimiento. Además, es el intelecto el que nos dice dónde está el medio. Por otro lado, el alma racional calculadora, nos otorgarán la capacidad de producir y de descubrir; capacidad productiva de la razón. La virtud que acompaña a la parte productiva del alma es el arte. Y la que sustenta el descubrimiento de qué hacer es la virtud de la prudencia, otra virtud de tipo racional calculador, vinculada eso sí a la acción no a la producción. Esta última tendrá una labor especial respecto a las otras virtudes. Del libro Ética a Nicómaco, Aristóteles. Clásicos de Grecia. Traducido por José Luis Calvo Martínez (1ª Edición 2001)-. La prudencia como virtud del alma racional calculadora, como hemos dicho, es un hábito práctico, que aspira a una verdad práctica. Es una virtud del intelecto que logra percibir entre lo que es bueno y lo que es malo para el hombre. Aristóteles la caracteriza como el ojo del alma. Intenta discernir o descubrir la acción indicada en los casos específicos; encontrar lo bueno en un momento indicado, no dejándose corromper (extremo) por los motores del placer y el dolor. En este sentido se podría analizar la prudencia con la habilidad de proposición de medios para llevar a cabo alguna acción. Concluimos por tanto que la prudencia es una virtud del intelecto deliberativo que descubre la acción indicada para la consecución del bien. Muchas veces se ha relacionada, hasta nuestros tiempos, al hombre prudente con el hombre cauto que sabe tomar decisiones. La prudencia, como decíamos anteriormente, cumplirá un rol particular dentro del conjunto de las virtudes; auxiliar para la obtención de los bienes humanos. Esta virtud gesta una relación recíproca entre ella y las virtudes éticas, siendo estas últimas impensables sin prudencia y la prudencia sin ellas también carece de sentido. Libro VII: Razón y pasión. El placer; la continencia y la incontinencia En este libro Aristóteles va un paso más adelante de Sócrates al distinguir entre el saber qué sería bueno hacer y estar dispuesto a hacerlo. La persona prudente no solamente sabe qué sería

bueno hacer, sino que también está dispuesto, mientras que la persona incontinente sabe qué sería bueno hacer, pero no lo logra por indisposición. Así la incontinencia no es un vicio (ni tampoco la continencia una virtud), pues se da cuenta de su incontinencia y quiere cambiar. En cambio, quien padece un vicio no se da cuenta de él. Del libro Ética a Nicómaco, Aristóteles. Clásicos de Grecia. Traducido por José Luis Calvo Martínez (1ª Edición 2001)-. Libro VIII: La amistad en general: El libro VIII está dedicado al tema de la amistad que define como un fenómeno universal y necesario a todo humano. Es más excelsa que la justicia porque puede existir sin ella. Pero no todos están de acuerdo sobre su naturaleza. Libro IX: La amistad relativa a sus causas y a la felicidad Tras analizar la definición de la amistad, Aristóteles quiere mostrar sus características y el modo en que se relaciona con la ética. La amistad es recíproca, y lo que uno da el otro lo debe de pagar de alguna manera. La desigualdad y la decepción rompen las amistades y este efecto sirve para mostrar la raíz de la amistad. Libro X: El placer. Ética y la felicidad Aristóteles retoma el tema del placer del libro siete, debido a la importancia que esta tiene en relación con la felicidad y su correcta definición, uniendo el concepto de placer a l de Eudaimonía, si ésta es la actividad que ejerce la virtud más alta, porque es la parte más elevada del alma, la más continua y autosuficiente. Para obrar éticamente, para llegar a la verdadera felicidad, el placer tiene que regirse por la actividad característica del ser humano. Así, el hombre perverso encontrará placer en lo que no es un bien, mientras que el hombre bueno lo encontrará en el bien. Al final de su libro de Ética, Aristóteles se referirá a la amistad, las clasificará de tres tipos, las por interés, utilidad y por la virtud. Las dos primeras las catalogará como accidentes, porque no se quiere al amigo por él ser quien es, sino por mera satisfacción de placeres y utilidades personales. En cambio, la amistad en la virtud, que es la de los hombres iguales y buenos en la virtud; porque procuran el bien recíprocamente en honor a la bondad.

CONCLUSIONES

Finalmente, y para concluir este ensayo, considero que para el autor, como habíamos señalado anteriormente, el ideal de la vida feliz consistirá, en tener cubiertos los problemas materiales inmediatos y dedicar el análisis a la ciencia teórica, a la contemplación de lo que de universal y necesario hay en la realidad; la sabiduría como vida feliz. Con lo anterior puedo concluir que el estudio de la ética según el pensamiento aristotélico, ha surgido por la creciente necesidad de analizar el comportamiento humano y las relaciones con sus semejantes, esto nos puede aproximar hacia un entendimiento más racional del actuar y del ser de otras personas y de nosotros mismos. Sin duda alguna el leer este libro y

el gran legado de Aristóteles me deja grandes lecciones como médico familiar y asi mismo para el inicio de una nueva forma de percibir y entender las virtudes de cada ser humano, que está determinada por dimensiones socio-culturales, ambientales y racionales; que influyen en la manera de ser y actuar del cada persona, es decir somos el resultado de una sociedad y de las experiencias vividas dentro de ella, asi como del acercamiento con los demás. Finalmente, una última consideración, es que las personas, desde la perspectiva de cultivar la sabiduría, tienen la opción de seguir cambiando y adop...


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