Entrevista a Melman - psicologia PDF

Title Entrevista a Melman - psicologia
Author Andresfelipe Francorestrepo
Course FILOSOFÍA DE LA EDUCACIÓN
Institution Universidad Tecnológica de Pereira
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psicologia...


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Prólogo

Un joven de unos veinte años, que vive en pareja desde hace poco y que recientemente llegó a ser padre, se quejaba ante mí: “En mi juventud tuve un montón de chicas; les hacía el amor en los automóviles, en los garajes, en cualquier parte... mientras que hoy ‘una’ mujer y en la cama... ¡es desabrido!” Esta charla casi podría no parecer algo nuevo en la clínica cotidiana. Pero lo inédito, sin embargo, era el renunciamiento, el “duelo” que así se imponía en este paciente pareciéndole incongruente, como no evidente. Lo que le sucedía le era insoportable y de ante mano suscitaba su protesta. ¿De dónde viene, se decía él, en resumen, que haya que renunciar al goce permanente? ¿De dónde viene que haya que pagar el precio de una elección? ¿Por qué es necesario que a uno se le inflija tal injusticia? Ayer, incluso los proverbios y otras máximas recordaban al sujeto que no todo era posible: “¡No se puede tener todo!”, que hay que asumir las consecuencias de sus propios actos: “¡Quien siembra vientos, cosecha tempestades!”, que hay que tomar en cuenta lo que uno hace: “¡De nada sirve correr, hay que salir a tiempo!”. Hoy día el adagio evocado más comúnmente, con justa razón, es: “¡Querer el oro y el moro!”. Cuando ayer, para la mayoría de los pacientes que se dirigían al psicoanalista, se trataba de encontrar otra salida diferente a la neurosis en la conflictividad inherente al deseo, hoy, quienes encuentran el camino hacia el consultorio vienen, con mucha frecuencia a hablarnos de sus atascamientos en un goce en exceso. ¿Qué ha sucedido, pues, qué sucede entonces para que así, regularmente, el goce haya predominado, -predomine- sobre el deseo? Nadie pondrá en duda que estamos hoy frente a una crisis de referentes. Sea cual fuere la pertinencia de esta expresión, la tarea de pensar el mundo en el que vivimos se impone más que nunca. Las transformaciones de nuestras sociedades, resultante de la conjunción del desarrollo de las tecnociencias, de la evolución de la democracia y del auge del liberalismo económico, nos obligan a volver a interrogarnos sobre la mayoría de nuestras certezas de ayer, al menos si no queremos contentarnos, simplemente, con levantar acta de las considerables modificaciones que provocan en nuestros comportamientos. Constatamos las dificultades de los sujetos de hoy día para disponer de balizas, tanto para esclarecer la toma de decisiones como para analizar las situaciones con las cuales se confrontan. Será esto sorprendente en un mundo caracterizado por la violencia, tanto en la escuela como en la Ciudad, una nueva actitud frente a la muerte, (eutanasia, relajamiento de los ritos...), la demanda del transexual, los gajes de los derechos del niño, los apremios e incluso las imposiciones de lo económico, las adicciones de todo orden, la aparición de síntomas inéditos

( anorexia masculina, niños hiperactivos...), la tiranía del consenso, la creencia en las soluciones autoritarias, la transparencia a todo precio, el peso de los medios de comunicación, la inflación de la imagen, el recurso permanente al derecho y a la justicia como “buenos para todo” de la vida en sociedad, las reivindicaciones de las víctimas de todo tipo, la alienación en lo virtual (juegos de video, Internet...), la exigencia del cero riesgo, etc. Confrontando todas estas cuestiones se pudiera pensar que, bastará con producir conocimientos nuevos para guiarnos y permitirnos navegar fácilmente en este nuevo mundo. Pero deberíamos rápidamente cambiar de tono: el saber más exhaustivo no evita tener que dar una opinión propia para poder decidir qué hacer ante evoluciones mayores. Incluso hay que decir más: es precisamente en este momento, cuando el saber llega a faltar, que no se puede escapar a la necesidad del juicio. Por este hecho, al contar mucho más en los conocimientos, no haríamos sino posponer para mañana la confrontación con esa falta ineludible en el saber, y nuestro compromiso subjetivo sólo se hará más difícil. ¿Puede el psicoanálisis aportar algún socorro al respecto? Sabemos que Freud no veía ninguna antinomia entre la psicología individual y la psicología social. Recordemos las primeras líneas de Psicología de las masas y análisis del yo : “La oposición entre la psicología individual y la psicología social o de las masas que puede parecernos, a primera vista muy importante, pierde mucho su agudeza si la examinamos a fondo. Ciertamente la psicología individual tiene por objeto al hombre aislado y busca saber por qué vías éste intenta obtener la satisfacción de sus mociones pulsionales, pero al hacerlo está rara vez -bajo ciertas condiciones excepcionales- en condiciones de hacer abstracción de las relaciones de ese individuo con los otros. En la vida psíquica del individuo tomado aisladamente, el otro interviene muy regularmente en tanto modelo, sostén y adversario, y por este hecho, la psicología individual es también, primero y simultáneamente, una psicología social, en este sentido ampliado, pero perfectamente justificada”1. Así, frente a los grandes fenómenos de la sociedad, Freud nunca dejó de aportar con su contribución y sus esclarecimientos. Incluso escribió varias obras 2 sobre estas cuestiones, entre las cuales está su célebre Malestar en la cultura . Pero más de cien años nos separan hoy del momento de la aparición del psicoanálisis, y nuestro principio de siglo no es en absoluto comparable con lo que fue la Viena de 1900. No debemos entonces sorprendernos de vernos obligados a retomar ese 1 S. Freud, “Psychologie des foules et analyse du moi”, in Essais de psychanalyse, Payot, 1981, p. 123. N.d.T. Hemos traducido directamente del francés esta cita del autor para guardar la fuente de su referencia. Referencia en español: Obras Completas, tomo XVIII, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1993, p. 67. 2 Una reciente monografía de la Revuefrançaisedepsychanalyse está dedicada a los textos de Freud sobre lo social y se presenta en estos términos: “Al considerar el conjunto de la obra freudiana aparece que los textos, a veces designados como sociales, ocupan una buena tercera parte, o la mitad, según la lectura y la interpretación que se haga de ellos. He aquí lo que merece, por lo menos, algo más de reflexión de la acostumbrada generalmente; esto podría quizás conducir a interrogarse más adelante sobre el psicoanálisis mismo, su práctica, su razón de ser y su esencia”. Freud, el sujeto social, monografía de la Revue française de psychanalyse,PUF, 2002.

trabajo. Sobre todo en un período de cambio como el que vivimos. Nos hemos, por nuestro lado, aplicado ya a ese trabajo desde hace años, especialmente en nuestras obras “Un monde sans limites3y Les Désarrois nouveaux du sujet4. Ahora bien, en marzo de 2001, en ocasión de encuentros psiquiátricos alrededor del tema “El hombre a prueba de la sociedad contemporánea” 5, tuvimos la oportunidad de escuchar a Charles Melman aportando con su contribución al debate sobre el actual “malestar en la civilización”, al anunciar la aparición de lo que él llamaba ya: “la nueva economía psíquica”. La novedad, la fuerza y la pertinencia de su análisis se nos presentaron de golpe. No se trataba ya de evocar simples modificaciones de lo social y sus incidencias en la subjetividad de cada uno, sino de examinar una mutación inédita en vía de producir sus efectos. Efectos que podrían ser mayores y abarcar tanto al individuo como a la vida colectiva. Nos parece que allí nos proponía elementos esenciales para aprehender y analizar esta crisis de referentes a la que nos enfrentamos. Su lectura radical de la situación actual nos llevaba a tener que pensar en un cambio de gran amplitud en las incalculables consecuencias antropológicas6, que instala la congruencia entre una economía liberal desenfrenada y una subjetividad que se cree liberada de toda deuda hacia las generaciones precedentes, dicho de otra manera, “produciendo” un sujeto que cree poder hacer tabula rasa de su pasado. Todo esto nos pareció justificar una propuesta dirigida a Charles Melman para decir más, a lo largo de una serie de entrevistas, sobre esta “nueva economía psíquica” que él decía identificar. Su acogida fue franca e inmediata. Y el trabajo se empezó. Las declaraciones que van a leer aquí, son el fruto de nuestros intercambios transcurridos entre julio de 2001 y julio de 2002 7. El método de la entrevista tiene ciertamente sus límites. Nos pareció particularmente adaptada para aprehender un pensamiento en elaboración, con el apremio de franquearse un camino en vías poco exploradas y obligado a dar cuenta de hechos, cuya comprensión, está lejos de asegurarse. La entrevista permitía también dirigirse, con mayor posibilidad, a un lector no especializado, incitándonos a abandonar nuestra jerga psicoanalítica para intentar hacer oír al hombre honesto lo que este nuevo siglo le propone, y 3 J-P. Lebrun, Un monde sans limites , Erès, 1997. 4 J-P. Lebrun, Les Désarrois nouveaux du sujet, Prolongements théorico-cliniques au Monde sans limites, Erès, 2001. Varios autores han hecho contribuciones a esta obra, en gran parte colectiva. 5 Se trataba de los 4tos. Encuentros de la psiquiatría desarrollados en París en Marzo de 2001, organizados por Jean-Claude Penochet, alrededor del tema “El hombre a prueba de la sociedad contemporánea”. 6 Para retomar la formulación de Marcel Gauchet en La Religion dans la démocratie: “Lo que presenciamos es una verdadera interiorización del modelo del mercado -un evento en incalculables consecuencias antropológicas, que apenas empezamos a entrever”, París, Gallimard, 1998, p. 87. 7 La reproducción -por supuesto retrabajada y enriquecida- de estos intercambios, es lo que el lector encontrará a continuación a modo de diez capítulos.

cómo el psicoanálisis puede procurarle referentes diferentes, o sea desconocidos, para ayudarlo a orientarse en él. Sin duda algunos se asombrarán, otros se irritarán y otros, todavía más, quedarán estupefactos con ciertas declaraciones sobre el malestar actual que, conviene calificar de prospectivas. Pero esperamos que cada uno encuentre con qué alimentar su reflexión, sin ceder en lo que la tarea de pensar implica, interrogándose sobre las invariantes de la condición humana que conviene siempre transmitir. Estas entrevistas, en efecto, abren un debate crucial de saber -tratándose de la condición humana- sobre lo que es susceptible de una evolución radical y sobre lo que permanece inquebrantable. Evidentemente no sólo el psicoanalista tiene algo que decir. El antropólogo, el jurista, el filósofo, el sociólogo y aún muchos otros representantes de las diversas disciplinas, están igualmente convidados a la tarea. Pero lo que el psicoanalista actualmente oye detrás del diván, durante las sesiones con sus pacientes, no puede sino llevarlo a no quedarse en el recinto de su consultorio. Tan es así que las declaraciones enunciadas hoy, lo autorizan a oír su resonancia con los ruidos de la Ciudad. Con estas entrevistas hemos continuado lo que ya habíamos emprendido: intentar resaltar el “desafío” que dirige al psicoanalista nuestra sociedad cada vez más privada de referentes tradicionales y, por eso mismo, apremiada por la búsqueda de nuevos referentes que los sustituyan. Estaríamos prodigiosamente recompensados si estos intercambios contribuyen a que otras buenas voluntades se pongan a trabajar para interrogarse sobre la subjetividad y sobre el devenir psíquico del hombre contemporáneo. Pues si las conjeturas debatidas en las siguientes páginas se comprueban como fundamentadas, si el homo faber cede efectivamente el lugar al “hombre fabricado”, si es entonces de “hombres nuevos” -de esos “hombres sin gravedad”, casi mutantes- de los que vamos a ocuparnos en adelante, debemos precisar que las apuestas serán inmensas y que aquí no haremos sino apenas vislumbrarlas. No quedaría más entonces, a modo de viático, que recordar la célebre fórmula de Hölderlin: “Pero donde crece el peligro, ahí crece también lo que salva”.

Jean-Pierre Lebrun

Capítulo I

I

J.-P. LEBRUN: Recientemente usted intervino ante una asamblea de psiquiatras y psicoanalistas anticipando este argumento: “Pasamos de una cultura fundada en la represión de los deseos y, en consecuencia de la neurosis, a otra que ordena la libre expresión de los deseos y promueve la perversión. La ‘salud mental’ depende así hoy día de una armonía ya no con el Ideal sino con un objeto de satisfacción. Con esto la tarea psíquica se ve ampliamente aliviada, y la responsabilidad del sujeto borrada por una regulación puramente orgánica”. Usted escogió como título de su charla: “Introducción a la nueva economía psíquica”. ¿Por qué de pronto el artículo definido? ¿Por qué no contentarse con evocar -siguiendo la mutación cultural que usted identifica- “una” nueva economía psíquica? Ch. MELMAN: Porque existe no obstante un notable consenso a nivel de los comportamientos, conductas y elecciones en favor de la adopción espontánea de una nueva moral. Otro tanto de manifestaciones que dejan poca duda sobre la novedad de esta economía psíquica que estamos inaugurando. Existe una nueva forma de pensar, de juzgar, comer, de hacer el amor, casarse o no, de vivir en familia, la patria, los ideales, de vivirse a sí mismo. La aparición de una nueva economía psíquica es evidente; y decir la me parece fundado, puesto que disponemos de referentes suficientes, sin tener necesidad de recurrir a nuevos conceptos para describir lo que se está estableciendo. J.-P. LEBRUN: ¿Quiere usted decir que esta economía psíquica no existía antes? ¿O bien, piensa usted que existía de manera quizás marginal, pero que a partir de ahora ocupa el primer plano de la escena? Ch. MELMAN: Creo que no existía antes. Podía parecer existir en forma de rebeliones, de marginalidad, de fenómenos de franja, como en ese movimiento muy interesante que fue el situacionismo 8 por ejemplo. Pero en esto se trata, sobre todo, de actitudes de oposición: se situaba en relación a lo que constituía referentes firmes, establecidos y aparentemente inquebrantables. Ese ya no es el caso. Hoy, se viaja, uno se autoriza por la existencia propia, uno se constituye su propia era. Ya no es un movimiento por oposición, es un movimiento que marcha con impulso propio.

8 Movimiento contestatario fundado en 1957 por Guy Debord y Asger Jorn, el que primero emprendió una crítica del arte y un llamado a superarlo. En su obra La société du spectacle (La sociedad del espectáculo), publicada en 1967, Guy Debord muestra cómo las mediaciones de la mercancía y de la imagen han invadido el campo de la experiencia humana, haciendo del “espectáculo” el nuevo lazo social en el planeta. Este movimiento se barrenará en 1972, luego de haber lanzado algunos puntos de orden premonitorios como el famoso: “¡Gocen sin trabas!”.

J.-P. LEBRUN: Entonces ¿en qué consiste esta nueva economía psíquica? CH. MELMAN: Tenemos que vérnosla con una mutación que nos hace pasar de una economía organizada por la represión a una economía organizada por la exhibición del goce. Hoy día ya no es posible abrir una revista, admirar los personajes o los héroes de nuestra sociedad, sin que estén marcados por el estado específico de una exhibición del goce. Eso implica deberes radicalmente nuevos y sufrimientos diferentes. Un progreso considerable

J.-P. LEBRUN: ¿Por qué de pronto se ha hecho posible la existencia de tal economía? ¿A qué atribuye usted esta mutación? CH. Melman: A un progreso considerable, pero al mismo tiempo, como es frecuente, portador sin duda de grandes amenazas. Efectivamente, el progreso considerable es el de haber tomado consideración el hecho de que el cielo está vaciado, tanto de Dios como de ideologías, de promesas, de referencias, de prescripciones y, que los individuos tienen que determinarse por sí mismos, singular y colectivamente. Los dos últimos siglos han sido los de las grandes invenciones y de la demarcación de los límites: en matemáticas, Hilbert, en lógica, Gödel, en política, Marx, en psicología Freud y su complejo de Edipo. El siglo que se anuncia será el del levantamiento de esos límites: no más imposible. Como de costumbre, los moralistas fueron los iniciadores, nombrémoslos: Foucault, Althusser, Barthes, Deleuze, quienes proclamaron el derecho ya no a la felicidad sino al goce*9. La ciencia los siguió en el terreno -la biología- donde menos se esperaba. La intervención decisiva fue sin duda alguna, el control de la fecundidad y luego la reproducción de la vida. Haber hurtado a Dios el poder de creación permite en adelante, sacar a la luz organismos nuevos. De cierta forma, presenciamos al final de una época, una liquidación -en términos analíticos diríamos una liquidación colectiva de la transferencia *- que constituye la fuente de una libertad bastante relevante. J.-P. LEBRUN: ¿Una liquidación colectiva de la transferencia? ¡Es una linda fórmula! ¿Quiere usted decir de toda transferencia, de la noción misma de la transferencia*, dicho de otra manera, de ese lazo afectivo particular señalado por Freud? CH. MELMAN: Sí, de la transferencia en cuanto es susceptible de apoyarse tanto en las personas como en bloques de saber. Ya no hay ni autoridad, ni referencia, ni tampoco saber que se sostenga -justamente gracias a la transferencia. No estamos ya sino en la gestión, ya sólo hay prácticas. 9 Cuando un término, aquí “goce”, va seguido de un asterisco, aparece definido en el glosario explicativo al final del volumen ( Cf. p. ....).

J.-P. LEBRUN: Para ilustrar esta nueva economía psíquica, usted evoca fácilmente, una exposición sobre el arte anatómico que, después de haber sido presentado en diferentes ciudades de Europa y que además, recientemente se presentó en Bruselas10. ¿Por qué tiene este valor emblemático? CH. MELMAN: En efecto es una exposición interesante 11, es obra de uno de nuestros colegas anatomistas de la facultad de medicina de Heidelberg, el Dr. Gunther von Hagens. Afinó una técnica sorprendente: haciendo pasar tejidos o cadáveres todavía frescos en un baño de acetona, extrae el agua de las células y la sustituye con resinas (époxy) ***, de tal manera que el cadáver resulte tanto protegido de la putrefacción, como plastificado en sus formas originales. Se hace posible el imponerles posturas próximas a las de la vida. Se puede así admirar al corredor, al pensador, al gimnasta, al lanzador, a los jugadores de ajedrez, todos ellos dejan pasmado de autenticidad. Estos cadáveres que prometen la eternidad están en general, aunque no siempre, desollados. Presentan su musculatura, desnuda, soberbia. A menudo una trepanación permite descubrir una parte del cerebro. La mejilla, parcialmente disecada, revela las inserciones musculares. El sexo, fláccido pero en plena forma, se exhibe. El conjunto de esta estatuaria constituye la exposición. Hay también un muy bello cuerpo de mujer, este sin desollar, con un pecho absolutamente soberbio. De su vientre abierto sale negligentemente un pequeño trozo de útero fecundado. Una luz suave ilumina esta exposición, propicia para la contemplación. Está filtrada por paneles cuyas dos láminas ciñen finas secciones del cuerpo humano troceado y coloreado, lo que les da el aspecto original de vitrales. Esta exposición fue presentada por primera vez en 1997 en Mannheim, una ciudad de provincia en Alemania. Fue necesario dejar las puertas abiertas las 24 horas del día para satisfacer a la muchedumbre que se impacientaba. Luego pasó por Tokio, con dos millones y medio de visitantes, y Viena, en donde tuvo un gran éxito. Hay razón para pensar que un día próximo la admiremos en París. Sus justificaciones están largamente desarrolladas en un catálogo de casi dos kilos. Reúne las firmas de honorables profesores alemanes, que insisten evidentemente en la necesidad de difundir el saber anatómico y, también en el placer estético que se puede obtener al mirar esta exposición. El franqueamiento de los límites 10 La exposición se presentó en Bruselas, con el título: “Körper-welten, la fascination de l’authentique” [ del nerlandés : y del francés: la fascinación de lo auténtico], en un lugar que pudiéramos creer predestinado: ¡los Mataderos! El catálogo de la exposición de Bruselas indicaba que, después de su primera presentación en Alemania en 1997-98, había acogido más de 7.5 millones de visitantes. En un pr...


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