Experimento de la prisión de Stanford PDF

Title Experimento de la prisión de Stanford
Author Lucía Vega
Course Psicología de la Personalidad
Institution Universidad de Málaga
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ANÁLISIS Y DEBATE DE LOS EXPERIMENTOS DE MILGRAM SOBRE OBEDIENCIA Y EL EXPERIMENTO DE LA PRISIÓN DE STANFORD...


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ANÁLISIS Y DEBATE DE LOS EXPERIMENTOS DE MILGRAM SOBRE OBEDIENCIA Y EL EXPERIMENTO DE LA PRISIÓN DE STANFORD La obediencia a la autoridad es un campo muy estudiado en psicología tanto por cómo afecta a la persona como por ser una de las bases de la sociedad, según la cual, es importante que los individuos obedezcan a una autoridad para que podamos convivir unos con otros. Sin embargo, la obediencia presenta una moneda de dos caras; por un lado, el pilar para una sociedad organizada, pero, por otro lado, ha servido de justificación para algunos de los actos más sádicos de la humanidad (“yo solo seguía órdenes”). La situación en la que una persona ordena a otra hacer daño a una tercera ha sido siempre un tema de interés humano (Milgram, 1965). Uno de los experimentos más famosos dentro del ámbito de la psicología social sobre la obediencia fue realizado por el psicólogo de la universidad de Yale, Stanley Milgram. Se publicó en la revista Journal of Abnormal and Social Psychology denominándose Behavioral Study of Obedience y también lo encontramos en su libro Obedience to authority. An experimental view. Este experimento estuvo motivado por la sentencia a muerte de Adolf Eichmann debido a sus crímenes contra la humanidad en Jerusalén. Este teniente había sido el responsable de la “solución final”, nombre que le dio al Holocausto, y también del transporte hacia los campos de exterminio. Milgram se preguntaba si era verdaderamente responsable o habría estado siguiendo órdenes, él y los demás miembros del holocausto. Para Hannah Arendt, Eichmann no era el «monstruo» que era considerado por la mayor parte de la prensa. Los actos de Eichmann no eran disculpables, ni él inocente, pero estos actos no fueron realizados porque Eichmann estuviese dotado de una inmensa capacidad para la crueldad. Así, Arendt acuñó la expresión «banalidad del mal» para expresar que algunos individuos actúan dentro de las reglas del sistema al que pertenecen sin reflexionar sobre sus actos. No se preocupan por las consecuencias de sus actos, sólo por el cumplimiento de las órdenes. Milgram desarrolló la teoría de que cuando el sujeto obedece las órdenes de la autoridad, se encuentra en un estado agéntico en el que no es consciente de sus actos, pues le atribuye toda responsabilidad al experimentador. Es decir, se sienten parte de una estructura jerárquica en la que las ordenes de la autoridad guían la conducta más adecuada, mientras que la desobediencia se relaciona con el estado de autonomía, en el que el sujeto acepta la plena responsabilidad de la conducta. En su experimento se reclutaron 40 sujetos (hombres) por correo y por un anuncio en el periódico. Creían que iban a participar de un experimento sobre la "memoria y el aprendizaje". El sujeto fue instruido para enseñar pares de palabras al aprendiz. Cuando el alumno cometía un error, el sujeto fue instruido para castigar al aprendiz por medio de una descarga, con 15 voltios más por cada error. Si el sujeto preguntaba quién era responsable si algo le pasaba al aprendiz, el experimentador respondía: "Yo soy responsable". Esto brindaba alivio al sujeto y así muchos continuaban. Por otra parte, a raíz del experimento de Milgram, Philip Zimbardo realizó el experimento de la prisión de Standford, en el cual explicó algo que la psicología llevaba años estudiando: la influencia de los roles en el comportamiento de los individuos. En este experimento se pudo observar que un rol puede cambiar la

personalidad de la persona, haciendo que pierda su identidad, pero también hay una parte de este que trata sobre la obediencia a la autoridad. El experimento de la prisión de Stanford trataba de simular el funcionamiento de una prisión, para ello contó con 24 hombres adultos y sanos, quienes mantendrían ciertos roles, guardias y prisioneros. El experimento duró 6 días, ya que este tuvo que ser finalizado antes de tiempo debido a los comportamientos de los guardias con respecto a los prisioneros, ya que hubo vejaciones, maltratos y abusos. La conclusión de Zimbardo fue clara: la situación influye en la conducta humana y poner a personas buenas en un lugar malo las hace actuar mal o resignarse a ser maltratadas. Por tanto, ambos experimentos tienen como similitud principal la obediencia de sus participantes: ante una autoridad una persona es capaz de dejar de lado sus valores morales y acatar órdenes, considerando que las consecuencias de sus actos son de dicha autoridad y no suyos. Por un lado, en el experimento de Milgram encontramos una autoridad identificada en los investigadores, mientras que en el de Zimbardo la autoridad a la que se someten los participantes toma una doble vertiente, pues los guardas actúan según las órdenes de los investigadores, y a la vez los prisioneros se someten a la autoridad de los guardias. En el experimento de Milgram se observó que los participantes, a pesar de saber que estaban haciendo mucho daño, lo seguían haciendo mientras fuese a petición del investigador, mientras que, en el experimento de Zimbardo, a pesar de que al principio los guardas se sentían incómodos con su comportamiento seguían actuando así porque era el papel o rol que se les había asignado, al igual que los prisioneros que se humillaban los unos a los otros a petición de los guardas. Los voluntarios no se cuestionaron lo que estaba bien o mal: los guardas se volvieron obedientes y los presos sumisos. La obediencia se convirtió en un determinante para la conducta de todos. Tras la rebelión de los presos, los guardas respondieron a la violencia con violencia. El abuso de poder de los guardas aumentaba cuanto más se identificaban con su rol; se volvieron imaginativos en el uso de los castigos y algunos llegaron a ser sádicos. En su mayoría, no sentían remordimientos o culpa; cumplían con su trabajo, con las órdenes de mantener bajo control a los presos. Los reclusos se volvieron sumisos y aceptaron un tratamiento denigrante. Discriminaron a los alborotadores del grupo y acataron las órdenes de los guardas, aunque esto implicara humillar a sus compañeros. Las diversas estrategias que los guardias utilizaron para enfrentar a los presos fueron efectivas: los reclusos dejaron de solidarizarse con sus compañeros y la desconfianza se apoderó del grupo. Los guardas, en general, apoyaron el abuso de poder sin sentirse juzgados. Hacían lo necesario para no ser discriminados por el resto. Sustituyeron la moralidad y los principios por el sentido de pertenencia al grupo. Hubo muy pocos que manifestasen su disconformidad con la ideología del grupo, y aunque la declarasen, terminaban cumpliendo con las exigencias establecidas para no ser discriminados o castigados por sus compañeros. Se creó un efecto de pertenencia al grupo y la responsabilidad personal se perdió con ello. Un claro ejemplo de presión grupal. Por el contrario, los presos discriminaron a los alborotadores, abuchearon a los héroes e incluso delataron a quienes no seguían las indicaciones de la mayoría. Se volvieron pasivos y depresivos.

Al final del estudio, los reclusos quedaron denigrados como grupo y como individuos. Los guardas lograron el control e impusieron la obediencia ciega.

En el experimento de Milgram, un 60% de los voluntarios estudiados llego a administrar os 450 voltios a sus alumnos, aunque les colocase en una posición incómoda. Y sorprendentemente ningún maestro se detuvo cuando se alcanzaban los 300 voltios, límite por encima del cual el alumno fingía dejar de dar señales de vida. Para Milgram y su equipo esto quedaba muy lejos de la realidad que ellos habían estimado a través de estudios y encuestas realizadas antes del experimento, donde pensaban que el promedio de descarga donde el maestro alcanzaría una desobediencia al 100%, sería de unos 130 voltios. Los resultados del experimento llevaron a el profesor Milgram a desarrollar nuevas teorías psicológicas como “La Teoría del Conformismo”, en la que se habla de que un sujeto no tiene la habilidad ni el conocimiento para tomar decisiones en un momento de crisis, tratará de alcanzar una decisión en grupo u obedecerá una jerarquía. Puesto que el experimento de Milgram tuvo grandes repercusiones y fue y continúa siendo un hecho muy destacado en el desarrollo de la psicología social, diferentes autores comenzaron a investigar acerca del tema en cuestión, dando críticas acerca del experimento. -Miller (1986), la “tesis de la normalidad” para explicar la obediencia de carácter destructivo no justificaría los crímenes producidos por este tipo de obediencia, sino que negaría la suposición de que las personas que cometen tales acciones destructivas y violentas fuesen a priori diferentes del resto de los individuos en términos de funcionamiento psicológico básico -Milgram ejerció una notable influencia en la psicología de la personalidad (Benjamin y Simpson, 2009). -Constituyó una mera dramatización de la capacidad de las personas para ejercer la violencia. (Brannigan, 2004; Parker, 2000). -El trabajo de Milgram tuvo una clara influencia en el estudio del experimento de la prisión de Stanford (Haney et al., 1973). -Ni los resultados de Milgram (1974) ni el análisis histórico proporcionado por Arendt (1963), pueden ser utilizados para apoyar el concepto de la banalidad del mal ni la hipótesis del estado agéntico. -La perspectiva que se derivó de Milgram y Arendt ha servido para impedir comprender adecuadamente el Holocausto y, por extensión, la maldad humana en general, estrangulando la investigación durante décadas (Cesarani, 2004). -Blass (2004) afirma que Milgram identificó uno de los universales de la conducta social: los seres humanos tendrían una tendencia a obedecer a la autoridad

-Milgram proporcionó una situación experimental diseñada con todo detalle para provocar obediencia (Russell, 2011), pero no proporcionó igualmente una explicación teórica satisfactoria. -Para determinar la aceptación de los protocolos de investigación se tuvo especialmente en cuenta el consentimiento por parte de los participantes, la valoración de los riesgos y beneficios que conlleva la participación y el tipo de “engaño” que se puede utilizar para camuflar u ocultar los verdaderos objetivos de la investigación (Benjamín y Simpson, 2009). -La influencia que ejerció sobre él Solomon Asch y, en menor medida su profesor Gordon Allport, hizo que se interesara por el estudio de la conformidad y, posteriormente por la obediencia (Blass, 2004). Como podemos ver las críticas hacen énfasis en el procedimiento de la experimentación, puesto que lo consideran poco ético, ya que la existir el engaño y no haber explicado de forma cristalina todo el procedimiento, el experimento puede dejar daños psicológicos en los sujetos experimentales, también se crítica el hecho de que se afirme que las personas no hacen daño por cuestiones psicológicas propias, si no por razones externas, quitando quizás importancia al hecho que ha sucedido, ya que en teoría no es responsabilidad del sujeto, por último según que autor argumenta si con esto puede explicarse lo sucedido durante la Segunda Guerra Mundial o si hay aún casos que matizar.

En cuanto al experimento de Zimbardo, se ha cuestionado también mucho su ética y, desde luego, sin controles más estrictos este experimento no sería autorizado en la actualidad. Podría ocasionar un verdadero riesgo para las personas propensas a desequilibrios mentales y emocionales. Para ser justos con Zimbardo, la mayoría de estas discusiones tienen lugar en retrospectiva y él no podría haber adivinado la internalización e institucionalización que se produciría durante el estudio. Otras críticas incluyen la validez de los resultados. Fue lo que se llama un experimento de campo en lugar de un experimento científico, por lo que solamente hubo resultados de observación y ninguna evaluación científica. Se ha cuestionado ampliamente la selección de los sujetos, ya que el texto del anuncio que indicaba "se buscan para experimentos carcelarios" podría haber llamado la atención de personas con más predisposición hacia la violencia. Luego del estudio, muchos de los guardias y presos indicaron que sólo estaban actuando los roles que creían que se esperaban de ellos, así que no hay consenso sobre si el estudio realmente retrató la naturaleza humana o no. Si el Experimento de la Cárcel de Stanford se puede relacionar con verdaderas cárceles es otra cosa. Si bien el maltrato a los presos ocurre en todo el mundo, en

la mayoría de las instituciones los guardias son cuidadosamente seleccionados y sometidos a un proceso de entrenamiento largo y extenso. Zimbardo protegió tanto a los presos como a los guardias de tendencias no sociales en su experimento. También tienen protocolos estrictos que se supone que deben cumplir. Asimismo, el estudio utilizó únicamente hombres, mientras que la mayoría de las cárceles occidentales tienen personal de guardia de ambos sexos. Zimbardo también pasó por alto el hecho de que no todos los guardias mostraron tendencias sádicas. Algunos trataron activamente de ayudar a los prisioneros y mostrar simpatía hacia ellos. Estudios posteriores han llegado a la conclusión de que el abuso en las cárceles a menudo viene de arriba hacia abajo y que cuando se dan órdenes, éstas pueden afectar los resultados. Si los guardias hubieran recibido pautas estrictas de parte de Zimbardo al comienzo, entonces podrían haberse dado menos tendencias sádicas por parte de los guardias seleccionados para el Experimento de la Cárcel de Stanford.

En conclusión, no creo que el experimento sea objetivo, ya que Zimbardo es parte del experimento. Aun así, muestra algunos patrones que no podemos negar. La obediencia puede estar por encima de los vínculos afectivos, de la ética y de la moral. Las circunstancias, el contexto o el poder de la obediencia-sumisión puede influir en la conducta de un sujeto hasta llevarlo a la desindividualización y deshumanizarlo. Nuestra conducta es modelada por la influencia cultural, la situación y las circunstancias. Desde pequeños nos enseñan a obedecer a la autoridad, pero una autoridad corrupta puede ser un arma de destrucción masiva. Obedecer órdenes no nos exime de responsabilidad. Es nuestro deber cuestionar nuestro comportamiento antes de ejecutarlas y ser conscientes de cómo el poder puede manipular nuestras creencias y nuestra conducta en un contexto adecuado. Pero no sólo influye la obediencia. Todos queremos gustar, pertenecer a un grupo, no sentirnos marginados. El precio a pagar por ello en muchas ocasiones supone renunciar a la propia opinión, al sentido de la justicia o a los principios en los que creemos. No somos conscientes de la tremenda responsabilidad que conlleva volvernos amorales para no ser rechazados. Todos somos responsables de las situaciones de injusticia que los titulares de los periódicos denuncian. No “mojarse” hoy significa injusticias aceptadas mañana....


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