Factores del crecimiento financiero de Holanda en el siglo XVII PDF

Title Factores del crecimiento financiero de Holanda en el siglo XVII
Author Paula Díaz
Course Historia Social de la Edad Moderna
Institution UNED
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Apuntes de uno de los temas más preguntados en el examen. Sobre el libro coordinado por Luis Ribot. ...


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FACTORES DEL CRECIMIENTO FINANCIERO DE HOLANDA EN EL SIGLO XVII La primera fase de expansión de la economía – mundo europea había comenzado a alcanzar sus límites a finales del s. XVI. La detención del crecimiento demográfico y la agudización de las dificultades repercutió negativamente sobre el tráfico comercial, mientras que la explotación de los imperios ultramarinos creados por las potencias ibéricas era aún muy superficial y se centraba en actividades que tenían un alto nivel especulativo. Los portugueses se habían limitado en Asia a crear factorías en lugares estratégicos con el fin de controlar las estructuras mercantiles previamente existentes. De ahí que no lograsen interrumpir el comercio terrestre con el Mediterráneo Oriental, lo que permitió a Venecia mantener el importante tráfico de redistribución de los productos asiáticos hacia Alemania a través de los pasos alpinos. A principios del XVII, la irrupción de los holandeses en Asia supuso el definitivo triunfo de las rutas marítimas sobre las terrestres. Al experimentarse al mismo tiempo la decadencia de la industria urbana del norte de Italia, y desestabilizarse el tráfico con Alemania como consecuencia de la guerra de los Treinta Años, Venecia sufrió una considerable reducción de su actividad comercial, lo que la relegó a una posición muy secundaria en el escenario internacional. Por su parte, el sistema colonial español se había basado en la explotación minera mediante la utilización de mano de obra forzosa indígena. Pero la catástrofe demográfica experimentada por ésta y el agotamiento de los filones más ricos y accesibles incrementó los costes de explotación. La economía americana se hizo, a su vez, más autosuficiente, disminuyendo su dependencia del abastecimiento de productos europeos. Todo ello provocó una reducción del tráfico hispanoamericano, Por tanto, la crisis de los sistemas coloniales ibéricos se produjo paralelamente a la decadencia de los centros mercantiles tradicionales del Mediterráneo. Todo ello consagró el desplazamiento del centro de gravedad del comercio internacional hacia el Atlántico, que había comenzado a operarse en el s. XVI al confluir en Amberes las principales corrientes del tráfico. Su hegemonía había sido muy débil, ya que carecía de una flota comercial propia. Por el contrario, la potencia naval de los holandeses fue lo que permitió a Ámsterdam convertirse en el verdadero centro del sistema económico europeo durante el s. XVII, desarrollando un nuevo sistema comercial que superaba los límites que habían dificultado la expansión de la economía – mundo. Dicho basado en la intensificación de las rutas comerciales ya existentes y el aprovechamiento de su posición hegemónica para la creación de nuevas oportunidades de comercio. A diferencia de Amberes, Ámsterdam poseían la flota más poderosa de Europa. Pero, además de su magnitud, sus embarcaciones eran también mejores que las de sus competidores, ya que desde finales del s. XVI los astilleros holandeses habían creado un nuevo tipo de buque mercante: el fluitschip. Sus costes de producción y explotación eran muy bajos, y su capacidad de carga se incrementó al especializarse en el transporte de mercancías. Su financiación era también muy innovadora, fragmentándose el capital en participaciones muy reducidas que estaban en manos de numerosas pequeñas empresas, lo que permitía la intervención de todos los sectores sociales y la diversificación de los riesgos (sistema Rederijen). De esta forma, pudieron ofrecer fletes a precios muy reducidos, acaparando la mayor parte del tráfico comercial. Y, al manejar mercancías de las más diversas procedencias, pudieron introducirlas en otros ámbitos geográficos para dinamizar los intercambios y superar las limitaciones de un intercambio bilateral. La base del sistema comercial holandés fue su especialización en el comercio de productos voluminosos que se derivó de su intenso control del tráfico báltico. Tenía, además, un carácter estratégico para la república, puesto que contribuía al abastecimiento cerealístico de la sociedad holandesa y proporcionaba los pertrechos navales imprescindibles para la actividad de los astilleros. El control holandés del principal producto suministrado por esta zona, los cereales, resultó crucial, ya que les permitió introducirse en el Mediterráneo cuando su incapacidad productiva agudizó la crisis de subsistencias a finales del s. XVI. Tras lograr la hegemonía del comercio europeo, los holandeses hicieron lo propio con el comercio mundial. A partir de 1590 comenzaron a introducirse pacíficamente en el tráfico asiático, si bien sus métodos cambiaron radicalmente cuando, bajo el impulso de los Estados Generales, se creó en 1602 la Compañía de las Indias Orientales, que reunía en un solo cuerpo las diversas compañías existentes hasta entonces. Frente al carácter personal y efímero de éstas, aquélla se constituía como una corporación impersonal con un stock permanente de capital reunido a través de la emisión de acciones que eran totalmente negociables en bolsa. La Compañía acabó con los viajes desorganizados y, actuando como una especie de estado dentro del estado,

organizó expediciones y la política de expansión en Asia, pudiendo ejercer, de esta forma, un papel de intermediación en el propio tráfico intraasiático, logrando reducir con sus beneficios el déficit crónico del comercio que Europa mantenía con Asia. En el continente americano, el éxito logrado por los holandeses fue mucho menor. Su expansión estuvo impulsada por la Compañía de las Indias Occidentales, fundada en 1621 en base al modelo anterior. Sin embargo, su naturaleza tuvo un carácter más político, ya que se consideró como un arma de guerra en contra del tráfico atlántico español. La disponibilidad de una flota tan poderosa y el manejo de mercancías de la más diversa procedencia permitió a los holandeses intensificar las relaciones comerciales, rompiendo los límites que dificultaban su desarrollo […]. Y su hegemonía mercantil convirtió también a Ámsterdam en el principal centro financiero de Europa. La creación de su bolsa en 1609 independizó definitivamente la negociación de mercancías y valores de la celebración de las ferias. Su complemento fue el Banco de Cambios creado el mismo año, que desplazó a las ferias genovesas como el centro internacional más importante de compensación de letras de cambio, pues allí también se aceptaban, se abonaban y se negociaban, hallándose excluida únicamente de sus actividades la concesión de créditos a los particulares....


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