Educación Siglo XVII - Realismo Pedagógico PDF

Title Educación Siglo XVII - Realismo Pedagógico
Author Virginia SUÁREZ
Course Historia de la Educación
Institution Universidad del Salvador
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Summary

En la siguiente lección, el doctor Daniel Casado Rigalt (UDIMA) trata el tema de la corriente de la educación del siglo XVII, bautizada como realismo o disciplinarismo pedagógico, y que se desdobló en dos versiones: la protestante, propia de la Reforma, y la católica, enmarcada en la Contrarreforma....


Description

REALISMO PEDAGÓGICO (siglo XVII) Toda etapa histórica es el reflejo de su contexto, lleva en su esencia los condicionantes de la época. En el caso del siglo XVII cuatro son los rasgos que lo definen: tensiones religiosas, eclosión científica, cultura barroca (es decir desmesura, excesos ornamentales) pero también herencia humanista. Estamos ante una centuria que, para muchos, representa el estancamiento. Representa una época conflictiva frente a la innovación traída por el Humanismo del siglo XVI, cuando el estamento eclesiástico dejó de tener la exclusividad en asuntos sociales, culturales y educativos. EL SIGLO XVII EN EUROPA - Tensiones religiosas: surgimiento de iglesias nacionales (Reforma) - Arte Barroco: exceso ornamental, desmesura, efectismo - Crisis social y económica - Continúa la ruptura con el Medievo del siglo anterior - Eclosión científica: Galileo, Newton, Descartes… - Órdenes religiosas Compañía de Santa Úrsula (1535) Compañía de Jesús (1536) Escuelas Pías (1597) Compañía de María (1606) Orden de la Visitación – “Salesas” (1610) Los cien años que transcurren entre 1600 y 1700 prolongaron la ruptura con el Medievo en un mar de fondo de depresión económica, crisis social y pesimismo generalizado. En el marco europeo luteranos, calvinistas y anglicanos desafiaron al catolicismo oficial que había incurrido en cierta relajación de las jerarquías eclesiásticas además de agravios cometidos en el seno de la Iglesia. La reforma protestante sumió a Europa en un desasosiego de dimensiones continentales que resquebrajó Europa y que encontró en la Contrarreforma la respuesta de los católicos, integrada por España, Francia, Portugal, los príncipes italianos, el emperador alemán y sus aliados centroeuropeos. Resultado: no tardaron en surgir iglesias de carácter nacional. Luteranos en Alemania, anglicanos en Inglaterra o calvinistas en un buen número de países europeos. Una época, insisto, de luces y sombras caracterizada también por el dinamismo científico gracias a personajes de la talla de Newton, Galileo o Descartes. Y en el plano religioso, y por extensión el educativo, llama la atención el desarrollo de la tarea pastoral por parte de la iglesia, tras la celebración del Concilio de Trento entre 1545 y 1563. A partir de ese momento nacieron numerosas congregaciones y órdenes religiosas con sesgo docente. Este fue, a grandes rasgos, el contexto en el que se desarrolló la educación del siglo XVII, cuya corriente educativa ha sido bautizada como realismo o disciplinarismo pedagógico y que se desdobló en dos versiones: la protestante, propia de la Reforma, y la católica, enmarcada en la contrarreforma. CONCEPTO DE EDUCACIÓN - Dos modelos de realismo pedagógico Protestante (Reforma) Católico (Contrarreforma) - Valoración positiva de las posibilidades educativas de la infancia - Aceptación del pecado original como condicionante educativo

¿Cómo combatirlo? Disciplina + fe + instrucción + espíritu Fe intelectual + fe moral (católicos)

(protestantes)

Acerquémonos ahora a cuestiones doctrinales que tienen que ver con el capítulo educativo. Tanto luteranos como católicos asumían que el pecado original condicionaba la infancia y el desarrollo educativo. La aceptación del pecado original significaba, para los protestantes, la supresión de la libertad y de la educación moral, que quedaba reducida a pura directriz religiosa. Pero Lutero aspiraba a conducir al ser humano hacia la luz y la fe. Dicho de otra forma, el espíritu no era suficiente para moldear al individuo, sino que se necesitaba disciplina, ley e instrucción. La educación católica, por su parte, partía del fomento de la fe.

Una fe en la que se distinguen dos vertientes complementarias: la intelectual y la moral. Por tanto, la educación era concebida como una tarea básica para que los niños recobraran la inocencia y alcanzaran la piedad, venciendo así la ignorancia y la soberbia del pecado original. Los propios luteranos enfatizaron la necesidad de aplicar una educación infantil férrea, especialmente los siete primeros años, para alejar al niño de la perversión y el vicio. CONCEPTO DE EDUCACIÓN - El educador ideal debía evitar los extremos: amor + temor mansedumbre + firmeza (castigos habituales en órdenes religiosas) - Desconfianza respecto a la educación familiar

“La mayoría de los padres son, por desgracia, ineptos para esto, no sabiendo cómo educar y enseñar a los hijos porque ellos mismos no han aprendido otra cosa que a llenar el estómago. Es preciso que haya personas especiales para enseñar y educar a los niños de una manera recta y educada” (cita de Martín Lutero 1483-1546) “Debéis considerar a los niños como huérfanos pobres y desvalidos, pues, si la mayor parte cuentan con padres terrenos, es, en realidad, como si no los tuvieran” (cita de Charles Démia 1637-1689) Se contemplaba la educación como un proceso disciplinario en el que la iniciativa debía recaer en los educadores y en el ambiente, pero no en los discípulos. El paradigma educativo mostró una gran desconfianza respecto de la educación familiar. Y como muestra las citas de Lutero y Démia. Frases como las anteriores ponen en evidencia que la educación se entendía casi como una urgencia, una alerta, una actividad de tutela, una actividad dominada por la inquietud. Y en el desempeño de sus funciones el educador debía evitar los extremos recurriendo al amor, pero también al temor con mansedumbre y firmeza al mismo tiempo. No deben extrañar entonces el castigo, habitual en las principales órdenes religiosas docentes y la corrección como recursos educativos. Pero se trataba de un castigo misericorde, aplicado con piedad y prudencia. REALISMO PEDAGÓGICO: AUTORES Jan Amos Komensky (Comenius) 1592-1670 Aspiró a la escuela universal (pampedia) Didáctica Magna (1633-1638): enseñanza de la naturaleza como método Wolfgang Ratke 1571-1635 Fomentó el cultivo del espíritu, la tolerancia y la fraternidad Impulsó las lenguas maternas y propuso la inducción frente a la memoria John Locke 1632-1704 Empirista británico. Concedió importancia a educación física y doméstica Pensamientos acerca de la educación (1693). Tolerancia religiosa Defensa de la figura del preceptor, la libertad individual, la prudencia Abordemos ahora los objetivos pedagógicos y a los educadores más notables del siglo XVII. Por ejemplo, Jan Amos Komensky, cuyo nombre latinizado es Comenius. A pesar de que ha sido tachado de utópico, teocrático y arcaizante, fue él quien lideró una auténtica revolución educativa. Comenius aspiró a una escuela universal en un contexto de tolerancia y armonía, anticipando el concepto de lo que sería la escuela obligatoria. Las escuelas precedentes a su juicio aplicaban métodos didácticos desde el castigo y el temor lo que, según él, impedía el arraigo de la piedad en las almas y la instauración de las buenas costumbres. Además, pensaba que esa desviación distanciaba al hombre de su verdadera sabiduría. En su Didáctica Magna Comenius proponía la enseñanza de la naturaleza como método a seguir. De hecho, a esta evolución, desde las humanidades a la observación de la naturaleza abrazada por Comenius, se le conoce como realismo pedagógico. Ya no era prioritario el conocimiento de los clásicos, sino la realidad de las cosas. Por eso, la educación cobró protagonismo porque era considerada como el proceso que estructuraba y capacitaba la mente para lograr comprender al mundo real. También el alemán Wolfgang Ratke llevó a cabo una profunda revisión de las coordenadas educativas de su época.

Ratke trajo aire fresco a la pedagogía de su tiempo, apuntando a la individualidad del educando desde el cultivo del espíritu, la tolerancia y la fraternidad. La nueva didáctica promovida por él se basaba en el seguimiento de las leyes de la naturaleza. Una vez más, realismo pedagógico. Realismo desde el conocimiento de la lengua materna y las palabras. Proponía, además, el aprendizaje por medio de la experiencia y la inducción en detrimento del ejercicio memorístico. Otro influyente pedagogo de la época fue John Locke, representante de la escuela empirista inglesa y firme defensor de la libertad individual y la tolerancia religiosa. Los ideales pedagógicos de Locke sintonizaban con el concepto del ser humano que debía ser útil a sí mismo y a la sociedad. Además, concedió mucha importancia a la educación física y a la educación doméstica guiada por un preceptor. REALISMO PEDAGÓGICO - Dos tipos de educación: civil y religiosa - Propuesta educativa luterana: orden espiritual sobre el temporal - Negación de la cultura filosófica. No al valor ascético, sí a la moralidad social - Los reformadores aspiraban a educación pública universal - Educación católica: piedad docta + ciencia cristiana. Prioridad moral - Objetivo del realismo pedagógico: formar personas comedidas, no impasibles - Melanchton Aminoró el rigorismo de Lutero Promovió cultivo de las artes liberales Potenció estudios de gramática y filosofía Promovió estudios de física, retórica y dialéctica Rescató el latín y el griego En tiempos del realismo pedagógico se estiló una educación de sesgo civil y otra de carácter religioso o cristiano. Entre los luteranos prevalecía el orden espiritual sobre el temporal. Y tanto es así que el ministerio de la predicación, según ellos, proporcionaba justicia, vida eterna y paz. Y el gobierno secular, el que intentaba implantar la civilización por medio de la razón, conservaba la paz, el Derecho y la vida temporal pasajera. Es decir, la formación humana quedaba bendecida desde un punto de vista religioso pero despojada de valor ascético y confinada al marco de la moralidad social. Implicaba, además, la negación de la cultura filosófica por su supuesta incapacidad de transformar al hombre. La premisa era que, ante una naturaleza humana corrompida, representada por el pecado original, la razón y la filosofía se contagiaban de esta impureza. Por eso Lutero reconocía la utilidad de algunas artes liberales a las que a su vez negaba cualidades formativas. En resumen, los postulados del luteranismo significaron una profunda transformación educativa cimentada en la proyección del espíritu y los fines del humanismo cristiano. Pero cabe reconocer también que con el paso del tiempo la educación luterana incorporó rasgos que la hicieron más moldeable. Sobre todo, tras la contribución del más estrecho colaborador de Lutero, Melanchthon. Este erudito y reformador alemán puso en marcha una modalidad de enseñanza media, el gimnasium, que todavía hoy sigue vigente en Alemania. Melanchthon promovió el cultivo de todas las artes liberales y en cierto modo mitigó la visión rigorista de Lutero al sostener la necesidad que tenía la iglesia de forjar una educación liberal que incluyera conocimientos de gramática, filosofía, física, dialéctica o retórica. Defendía, además, el estudio del latín y el griego por su profundo sentido educativo que era consustancial a las dos lenguas. En términos globales, los reformadores perseguían una educación pública y universal, algo que no habían logrado las escuelas parroquiales de siglos previos. En lo que concierne al catolicismo, se adoptó una postura similar a la del cristianismo primitivo, la educación medieval y el humanismo cristiano. Es decir, una síntesis entre la formación religiosa y la humana o intelectual, a medio camino entre la piedad docta y la ciencia cristiana. Y que los escolapios convirtieron en lema: piedad y letras. Pero el catolicismo consideraba la piedad en un plano superior respecto a las letras, porque formaba al ser humano en el ámbito decisivo, el más importante, el moral. Por eso nos sorprende el recelo jesuítico hacia los estudios cuando desde esta orden monástica se conminaba a que el fervor por el estudio no enturbiase el amor a las virtudes sólidas y a la vida religiosa. El objetivo del realismo pedagógico era formar personas comedidas, pero no impasibles. Eso suponía ahormar las pasiones, las emociones y sentimientos. Una aspiración atendida por los autores barrocos que concedieron especial importancia a la educación de la afectividad y la voluntad. Ilustres, como Baltazar Gracián incidieron en que el objetivo primero de la educación no solo era mover sino conmover al discípulo apelando a valores que iban más allá de lo racional.

En ese contexto y con esas premisas es entendible el impulso que recibió la retórica entre los educadores barrocos. Cabe reconocer también las dificultades que encontraron muchos pedagogos del siglo XVII, incluso XVIII, para deslindar los ámbitos moral y religioso. Por eso los valores morales de entonces tenían un claro trasfondo religioso. MODELOS DE FORMACIÓN BÁSICA Materias Gramática Lectura Latín Primeras letras Caligrafía Aritmética Formación universitaria formar funcionarios para Estado e Iglesia - Urbanidad para combatir el pecado original y los vicios Ya en términos de formación intelectual, fueron esencialmente dos los modelos de instrucción básica: primeras letras y formación universitaria. Las primeras letras se encargaban de transmitir conocimientos de lectura, incluido el latín, lo que implicaba también un seguimiento más decidido de la doctrina cristiana. Y en esa fase educativa se abordaba el aprendizaje de otras disciplinas. En cuanto a la etapa universitaria, esta se configuró como un centro de carácter profesional que habría de proporcionar funcionarios al servicio de la iglesia y del Estado. Una de las facetas más peculiares del realismo pedagógico, por cierto, era la urbanidad que aspiraba a regular la conducta del alumno con el fin de contrarrestar los efectos perniciosos del pecado original. Incluía un programa diario de actividades que afectaba al alumno, no solo en el entorno escolar sino también en su casa y en las relaciones sociales. CONTENIDOS EDUCATIVOS - contenidos con evidente trasfondo religioso Educación luterana plan de estudios con tintes renacentistas paralelos con Ratio Studiorum, de la Compañía de Jesús materias prioritarias: sagradas escrituras, exégetas y lenguas otros conocimientos: artes liberales, derecho, historia, medicina reforma de Melanchton: Teología en lugar de Escolástica sintonía con sistema educativo católico - cambios más novedosos afectaron a la enseñanza elemental - predisposición alfabetizadora: lectura y escritura – Escuelas Pías + La Salle Tras lo dicho, no sorprende que los contenidos educativos del realismo pedagógico tuvieran un profundo marchamo religioso. En el caso del luteranismo, similar al sistema de enseñanza ideado por la Compañía de Jesús, que ideó el Ratio Studiorum, prevaleció un plan de estudios de inspiración renacentista. El propio Martín Lutero dio prioridad a la Sagrada Escritura como materia esencial, tanto en latín como en griego, hebreo o alemán. Tras ella, los alumnos debían conocer a los mejores exégetas y los libros orientados al aprendizaje de lenguas. Y por último se abordaban los libros de artes liberales, heredadas del Quadrivium medieval, y otras disciplinas científicas, artísticas y técnicas domo Derecho, historia y medicina. Dicho de otra forma, la tesis luterana partía de la proyección de las artes filológicas difundidas por el Humanismo a las que sumaba el auxilio de la gracia, necesaria por cierto para restaurar la primitiva pureza de la fe y con la que se lograría una educación cristiana distinta a la escolástica medieval. Pero también en el seno del luteranismo se produjo una evolución de los contenidos educativos. De hecho, Melanchthon, discípulo de Lutero, acabaría retocando el plan de estudios concebido por su maestro previamente. Despojó de niveles el plan anterior y propició que las disciplinas del humanismo ganaran protagonismo en la enseñanza secundaria. Ante todo, Melanchthon colocó la teología en la cúspide del currículo en detrimento de la escolástica. De esta forma acabó estableciéndose un importante concenso entre el luteranismo y el catolicismo y ambas confesiones acabaron implantando sistemas educativos similares, evitando así una ruptura abrupta con la tradición cultural previa. Respecto a las disciplinas y profesiones seculares de la enseñanza superior apenas sufrieron cambios de estructura respecto a la etapa precedente.

Los cambios más novedosos del realismo pedagógico afectaron a la enseñanza elemental que no había gozado de un protagonismo excesivo y se limitaba al aprendizaje de la lengua latina. Ya en el siglo XVI había recibido un primer impulso por parte de pedagogos humanistas y durante el XVII, con el disciplinarismo pedagógico, comenzó a imponerse un modelo acorde con el nuevo orden religioso y político. Esta predisposición alfabetizadora, donde primaba la enseñanza de la lectura y la escritura, surgió al calor del estado primitivo, la creciente economía capitalista y el interés de las iglesias por instruir a sus fieles en temas doctrinales. Buen ejemplo fue la propuesta de San José de Calasanz, fundador de las escuelas pías. Tengamos en cuenta que, en España, a excepción de las escuelas pías, el aprendizaje de la lectura solía abordarse en lengua vernácula. Pero en el resto de Europa era habitual iniciarse en la lectura con la lengua latina. El primero de los sistemas de enseñanza que logró imponerse fue el de San Juan Bautista de La Salle, que enseño a sus alumnos a escribir, a leer (francés, latín y manuscritos) y nociones tanto de ortografía como de aritmética. Se trataba de una enseñanza de tintes religiosos a la que se sumaba la urbanidad, disciplina a la que Lasalle dedicó un manual titulado Las reglas del decoro y de la urbanidad cristiana. Y en la que se evidencia la intención de fundir moral religiosa con moral secular. A modo de balance, la educación del siglo XVII transcurrió por los derroteros del realismo pedagógico con la enseñanza de la naturaleza como alternativa a los clásicos y con la educación universal como propósito....


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