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Course Historia Contemporánea II: 1914-1989
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Glosario Contemporanea II...


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La NEP (1921-1929) La Nueva Política Económica trató de revertir la crisis en la que se encontraba sumida Rusia a causa de la guerra civil y la agresión extranjera. La revolución había logrado sobrevivir, pero a costa de un enorme coste: la producción agrícola había descendido respecto a 1914 en un 60%, la producción industrial había quedado reducida a un 15%, la emigración al campo y el despoblamiento de las ciudades era galopante y el nivel de vida de la población estaba bajo mínimos. El invierno de 1920 y 1921 se caracterizó por su extremada dureza y junto al hambre causó más de dos millones de muertos. La guarnición de la fortaleza de Kronstadt (Báltico), una de las más leales al gobierno revolucionario, se amotinó en marzo de 1921, descontenta con la situación económica y política imperante. La rebelión, aunque abortada, supuso un serio aviso para los bolcheviques, cuyos líderes vieron necesario un cambio de tendencia. En palabras de Lenin, la NEP constituía un sistema transitorio y mixto, un “obligado paso atrás” en el que la economía permanecería bajo la dirección y planificación del Estado, aunque secundada por la iniciativa privada. Era el restablecimiento de un capitalismo limitado y controlado cuyo objetivo era reconstruir la maltrecha producción. Cesaron las incautaciones de granos a los agricultores y les fue concedida la libertad de cultivar y vender a su conveniencia, una vez hubiesen satisfecho una cuota obligatoria (10% de la cosecha) al Estado. También se flexibilizaron las relaciones laborales mediante la diversificación de los salarios y diversos incentivos a la producción. Se autorizó el libre comercio interior, se contrataron técnicos extranjeros y se permitió la propiedad privada de pequeñas y medianas empresas. El Estado mantuvo bajo su control los transportes, el comercio exterior, la banca y las grandes empresas. También se accedió a la inversión de capitales extranjeros, si bien estos no afluyeron de la forma esperada, por la inseguridad que el régimen despertaba a nivel internacional y por la negativa de los nuevos dirigentes a hacerse cargo de la deuda externa del estado zarista. La NEP consiguió una revitalización económica fulgurante, fundamentalmente en el campo agrícola, donde el significativo incremento de la producción permitió eliminar el hambre. Asimismo incrementó el nivel de vida de la población y permitió implementar un ambicioso plan de mejora de las infraestructuras y la industria. En 1927 se habían logrado recuperar las cotas de 1914. Contrariamente a estos beneficiosos efectos económicos, la NEP acarreó tensiones de carácter político y social: resurgimiento de la burguesía, enriquecimiento de los propietarios industriales y comerciales, así como de los viejos campesinos acaudalados de la época zarista (los kulaks). La NEP sobrevivió a Lenin (que falleció en 1924) y continuó su andadura durante el mandato de Stalin, hasta que éste decidió ponerle fin en 1928-1929, sustituyéndola por la estatalización de la economía, inaugurando con ello una nueva etapa en la construcción del Estado soviético, caracterizada en lo económico por la vuelta al dirigismo estatal que había sido puesto en práctica en los primeros tiempos de la revolución.

Salazar (1889-1970) Tras la I Guerra Mundial se inició en el mundo occidental la Revolución Socialdemócrata gracias a la generalización del sufragio universal que trajo consigo la creciente participación en el poder de los partidos de izquierda. Esta revolución consistió, esencialmente, en introducir el Estado del Bienestar tal como lo conocemos hoy. Ante los programas de cambio que el triunfo de los grupos socialdemócratas planteó en Europa occidental y ante el papel revolucionario que estos grupos parecían llamados a desempeñar con la inspiración más o menos directa de la Unión Soviética y la Internacional Comunista, las clases europeas que tradicionalmente habían ostentado el poder tuvieron dos tipos de reacción 1. Un tipo de reacción ante la amenaza revolucionaria fue la transacción. La clase media era fuerte y existía la conciencia de que “había sitio para todos. 2. Otro tipo de reacción fue la oposición cerrada cuyo caso típico fue el fascismo, que consiste, en esencia, en la idea de luchar contra la amenaza comunista (para muchos de estos grupos, socialismo y comunismo era lo mismo) con sus mismas armas, es decir, dictadura, partido único, encuadramiento de las masas, ideología mesiánica, etc. Por supuesto el fascismo tuvo en Europa muchas variantes, tantas como dictadores (o tantas como partidos, porque en algunos países hubo más de un partido fascista): Mussolini, Hitler, Primo de Rivera, Horthy, Salazar, Antonescu… Esta reacción se dio típicamente en sociedades relativamente atrasadas en que la democracia tenia poco arraigo y las clases medias poca confianza en si mismas, con la excepción de Alemania que en esto, es un caso especial. El fascismo se desvaneció como fuerza política de primera magnitud en el momento en que la Revolución Comunista dejó de constituir una amenaza interna en cada país. A partir de la derrota en la II Guerra Mundial, del fascismo sólo quedaron regímenes residuales como el de Franco o el de Salazar que fueron extinguiéndose con la vida física de los dictadores. En Portugal el régimen demoliberal de la I República, implantada en octubre de 1910 por el activismo revolucionario popular de Lisboa ante la clamorosa pasividad del ejército, conoció desde su nacimiento una vida atormentada. Los nuevos gobernantes se dispusieron a modernizar al viejo Portugal con una política de radicalismo anticlerical. La tensión derivada de la decisión de meter al país en la guerra, por razones que combinaban la defensa de la independencia nacional y de la soberanía colonial con el designio de apuntalar la República, añadió fuego a la disputa interna. El ejército, nada conforme con la intervención en la contienda europea y cada vez más distanciado del régimen, ensayó la vía de la dictadura. El éxito del golpe de Primo de Rivera en España estimuló las tendencias intervencionistas de las fuerzas armadas, que fueron superando sus divergencias partidarias. El 28 de mayo de 1926 un movimiento militar amplio, puso término al demoliberalismo republicano, estableciendo una dictadura militar. La desastrosa gestión de los militares ahondó aún más la alarmante crisis financiera del Estado. En abril de 1928 la llegada al gobierno, como poderoso ministro de Finanzas, del Dr. Oliveira Salazar, un prestigioso catedrático de la Universidad de Coimbra y miembro destacado del Partido Católico, cambió el rumbo de la historia portuguesa. Salazar, tan inteligente y pragmático como firme en sus convicciones y determinado en la voluntad de ejercer con autoridad el poder, restauró la situación financiera y acometió con éxito entre 1930 y 1933 la instauración de un “Estado Nuevo”, sólidamente constitucionalizado.

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Salazar en Portugal: “un Estado tan fuerte que no precise ser violento”. En Portugal, la crisis permanente de la República parlamentaria establecida en octubre de 1910, acabó desembocando en un amplio movimiento militar que estableció una dictadura. Sin embargo, los militares demostraron ser unos gestores desastrosos. En abril de 1928 fue invitado a hacerse cargo de la cartera de Finanzas el Dr. Antonio de Oliveira Salazar que exigió poderes excepcionales en materia financiera y logró de inmediato enderezar las cuentas del Estado. El éxito agrandó su figura y su poder, pasando a ocupar la Presidencia del Consejo de Ministros en julio de 1932 que no abandonaría hasta su retirada, por grave enfermedad, en septiembre de 1968. La clave del ascenso y consolidación del poderoso ministro fue el haber sabido aportar a la dictadura ideas e instituciones que transformaron una desorientada situación política de naturaleza militar, en un régimen de estirpe civilista y fundamentación jurídica, estable y autoritaria. La estructura del llamado Estado Novo quedó configurada en los primeros años treinta con la publicación del Acta Colonial, la formación de la Unión Nacional, la Constitución política y los decretos de organización corporativa. La política económica salazarista contribuyó de forma importante a amortiguar los efectos, en sí mismo débiles, de la crisis mundial sobre el país. Las tensiones internacionales y la guerra de España acentuaron los perfiles “fascistas” de la dictadura, pero el régimen nunca llegó a alcanzar los niveles de crispación de otros países. Como el franquismo, y aún de forma menos problemática y más confortable, su neutralidad en la Segunda Guerra Mundial, permitió al salazarismo sobrevivir a la caída de los fascismos en 1945 y prolongar la dictadura del Estado Novo hasta su derrumbe en abril de 1974

Win st on C hu rchill 18 74 -1 96 5 Sin lugar a dudas, una de las figuras clave del siglo XX. Su larga trayectoria política abarca desde su primera elección como diputado en 1904 hasta su último periodo como primer ministro en 1951. Gran figura del partido conservador británico, aunque también pasó por las filas del partido liberal. Su trascendencia histórica se debe indudablemente a su papel en la Segunda Guerra Mundial, cuando dirigió al Reino Unido en su lucha contra Hitler. Durante el periodo de entreguerras Churchill fue poco comprendido. Furibundo conservador, sus medidas contra la huelga general de 1926, su apoyo a Eduardo VIII o su no disimulada simpatía por Franco le hicieron muy impopular entre la clase obrera británica. Sus advertencias ante la amenaza hitleriana y su posición favorable al rearme chocaron con una opinión pública mayoritariamente pacifista en los años treinta. Comentando su actitud ante un eventual ascenso al poder de Hitler, afirmó: "Si un perro se abalanza contra mí, le pego un tiro antes de que me muerda". Apartado de la política activa y aislado en su partido fue un crítico inmisericorde de la política de Chamberlain. Su comentario ante el Pacto de Munich fue el siguiente: "¿Cómo han podido hombres tan honorables y experimentados (...) avenirse a una política tan cobarde?". Churchill alentó a la búsqueda de una gran alianza con Rusia y Francia que frenara el expansionismo nazi. El pacto de no agresión germano-soviético puso fin a esta esperanza. Tras la anexión de Checoslovaquia, la postura largamente defendida por Churchill de firmeza ante Alemania se reveló como la correcta. Al estallar la guerra, fue nombrado Primer Lord del Almirantazgo y tras la invasión de Francia fue nombrado Primer Ministro. Churchill formó un gobierno de unión nacional en el que él desempeñó también el papel de ministro de Defensa. En su primer discurso ante la Cámara de los Comunes, el 13 de mayo de 1940, pronunció su célebre discurso en el que, tras afirmar que no tenía nada que ofrecer al pueblo británico "excepto sangre, sudor y lágrimas", consiguió unir al pueblo británico en su esfuerzo de guerra contra Hitler. Buscó desde un principio la alianza con Estados Unidos y su relación personal con Roosevelt facilitaron la progresiva implicación norteamericana. En agosto de 1941, en su primer encuentro con el presidente de EE.UU., firmaron Placentia Bay, Terranova, la Carta del Atlántico, declaración común de principios. Pese a su postura anticomunista, no dudó en buscar la alianza con Stalin. Churchill, fue, en definitiva, el gran forjador de la "Gran Alianza", EEUU, URSS y el Imperio Británico, que llevó a la victoria de los Aliados en la segunda guerra mundial. Como líder británico, participó en las distintas cumbres de los Aliados a lo largo de la guerra. Sin embargo, en 1945 fuera derrotado en las elecciones por el laborista Atlee, quién le sustituyó en la Conferencia de Potsdam que se estaba celebrando en aquellos momentos. Fuera del poder tuvo un papel destacado como abanderado de la unidad europea y partidario de una política de firmeza ante la Unión Soviética. En 1951 desempeñó por última vez el puesto de primer ministro.

El Plan Schlieffen: Planificación y Desarollo Planificación Tras la firma de la Entente Cordiale en 1905, el Káiser Guillermo II ordenó a su jefe del Estado Mayor, el conde Alfred von Schlieffen, que elaborase un plan para combatir en dos frentes. El conde creía que la movilización rusa sería lenta debido a sus deficientes infraestructuras, por lo que Prusia Oriental quedaría guarnecida por diez divisiones y tropas locales mientras el grueso del ejército se concentraría contra Francia. Tras la victoria en el Oeste, el ejército alemán se desplegaría en el frente Oriental gracias a su excelente red ferroviaria. Según Schlieffen, el ala izquierda alemana en Alsacia y Lorena sería débil y mantendría una postura defensiva. Los franceses atacarían Alsacia y Lorena porque habían sido perdidas en la Guerra Franco-Prusiana y ansiaban recuperarlas. Las tropas alemanas se replegarían hacia el interior de Alemania, pero esto sólo era un cebo para distraerles de su golpe maestro. Mientras tanto, el ala derecha alemana, reforzada a costa de la izquierda, avanzaría a través de Luxemburgo, Bélgica y Holanda, con el último hombre de la derecha rozando el Canal de la Mancha con su manga. Después girarían hacia el sudoeste, rodearían París por el Sur y caerían sobre la retaguardia francesa. El mariscal era un estudioso de la batalla de Cannas, y

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pretendía repetir la táctica de Aníbal a escala gigantesca, cercando y destruyendo al ejército francés. Schlieffen calculaba que se necesitarían 42 días para cumplir el plan, tiempo que tardarían los rusos en completar su movilización. Sin embargo, en 1906 Helmuth von Moltke el Joven, sobrino del célebre mariscal prusiano, sustituyó a Schlieffen en la jefatura del Estado Mayor. Éste introdujo varias modificaciones al plan, ya que era demasiado tarde para abandonarlo. Aumentó las tropas del frente Oriental y presionado por Rupprecht, el príncipe heredero de Baviera, duplicó el número de soldados del ala izquierda, convirtiendo el plan original de Schlieffen en un doble envolvimiento. Además, Von Moltke decidió no invadir Holanda. Desarrollo El 28 de junio de 1914 fue asesinado el heredero al trono austrohúngaro en Sarajevo por un grupo terrorista paneslavista apoyado por Serbia, y un mes más tarde el imperio declaró la guerra a Serbia. Dado el sistema de alianzas establecido, las declaraciones de guerra no tardaron en sucederse y Europa se sumió en un conflicto. Alemania invadió Bélgica siguiendo el plan Schlieffen, lo cual obligó a los británicos a intervenir. El flanco más exterior alemán, que lo componían los 320000 hombres del Primer Ejército de von Kluck, tenía un considerable obstáculo: las modernas fortalezas de Lieja. Hubo que traer enormes piezas de artillería, las famosas “Gran Berta” para acabar con su resistencia. El ataque empezó el 5 de agosto y once días después, con la movilización completada, las tropas pudieron avanzar hacia Bruselas sin gran resistencia. Los restos del ejército belga se retiraron hacia el sur y se unieron a los franceses y al BEF, el cuerpo expedicionario que habían enviado los británicos. Los desmanes cometidos por los alemanes en Bélgica sirvieron a la propaganda aliada para poner a la opinión pública de los países neutrales en contra de los alemanes. Mientras tanto Joffre, el comandante en jefe francés, puso en marcha su Plan XVII. Este consistía en atacar Lorena, tal como Schlieffen había previsto, ya que se creía que cualquier postura defensiva parecida a la usada en la guerra de 1870 resultaría en un desastre similar. El 14 de agosto comenzó la ofensiva que fue un sonoro fracaso, ya que los franceses carecían de artillería pesada móvil y la zona, boscosa y accidentada, era perfecta para una guerra defensiva. Parecía que el plan se estaba realizando, pero el ejército francés, aunque había sido contenido en Lorena, no se había desplegado en la frontera franco-alemana sino que se extendía hacia el borde belga, conservando cierta capacidad de maniobra en el centro. Los alemanes vencieron en Charleroi y Mons y la gran retirada que comenzaron los franceses y británicos dejaba amenazada a la capital. Joffre sacó tropas del frente de Lorena para desplazarlas hacia el norte. Pero llegaron noticias alarmantes: el 17 de agosto, mucho antes de lo previsto por Schilieffen, los rusos invadieron la Prusia Oriental y el Primer Ejército de Paul von Rennemkampf se dirigía hacia Konigsberg tras vencer en Gumbinnen. Los alemanes lograron revertir la situación en las batallas de Tannenberg y los lagos Masurianos, sin embargo Von Moltke se vió obligado a sacar tropas del Oeste para enviarlas contra los rusos. Al mismo tiempo, el flanco derecho alemán, retrasado por la destrucción de los túneles ferroviarios belgas y escaso de refuerzos, decidió virar hacia el sur antes de tiempo para no alargar sus líneas de comunicaciones. Por ello, los alemanes se acercaban a París por el noreste en vez del suroeste como estaba previsto, dejando a la capital francesa sin cercar. Su objetivo ahora era cercar al Quinto Ejército francés. El gobierno francés se trasladó a Burdeos. Joseph Gallieni, gobernador militar de París, vio que tenía ante él una oportunidad única. Ordenó al recién organizado Sexto Ejército que atacase al expuesto flanco del Primer Ejército alemán, para lo cual transportó a las tropas en taxis requisados. Von Kluck logró rechazar a los franceses, pero se produjo una brecha entre el Primer y el Segundo ejército. Mientras tanto, el Quinto Ejército no lograba capturar Verdún y la ofensiva que lanzó el príncipe Rupprecht fue un completo fracaso. Joffre ordenó a todas sus unidades que contraatacasen. Lord Kitchener, Secretario de Estado de Guerra británico, ordenó lo mismo a Sir John French, comandante del BEF, ya que este no era subordinado de Foch. Los aliados penetraron por la brecha y atacaron los flancos de los Primer y Segundo ejércitos alemanes, por lo que Von Moltke ordenó la retirada hasta el Aisne. El plan Schliefflen había fracasado y la victoria en el Oeste no sería rápida. Conclusiones El plan fracasó por un cúmulo de errores. El ala izquierda alemana no se replegó y atrajo a los franceses hacia el interior de Alemania, lo hubiera permitido que el avance del ala derecha fuese más profundo como había planeado Schliefflen, sino que pasó a la ofensiva tras rechazar a los franceses. El terreno favorecía al defensor y los alemanes no lograron avanzar mucho. Pero Moltke, al equilibrar ambas alas, redujo el poderío del ala derecha, cosa vital para el cumplimiento del plan. Los alemanes también sufrieron unos graves contratiempos en la campaña. El ejército belga se replegó en el Oeste del país, desde donde fueron una constante amenaza para las líneas de comunicaciones germanas. Los británicos, haciendo un uso inteligente del terreno, causaron grandes bajas en las compactas líneas alemanas, lo que le dio a Joffre un tiempo precioso para volver a desplegar sus tropas en el Norte. Además, casi todos los soldados del Primer Ejército eran reservistas, hombres que no estaban acostumbrados a marchar grandes distancias cada día con un calor imsoportable (fue uno de los veranos más calidos del siglo). Los hombres estaban hambrientos ya que los alimentos que confiscaban en las granjas no eran suficientes. También tuvo su importancia que los rusos comenzarán la ofensiva mucho antes de lo previsto. Von Prittzwitz había hecho planes de abandonar Prusia Oriental, lo que el Estado Mayor juzgó inaceptable y fue destituido. Von Moltke mandó refuerzos al Frente Oriental en la mitad de la batalla, aunque todavía se hallaban en camino cuando los alemanes vencieron en Tannenberg. No era ningún adivino, pero pudo haber esperado a terminar el trabajo en el Oeste y luego concentrarse contra los rusos. Pero creo que la razón más importante, aparte de que von Kluck no mantuvo el contacto con el Segundo Ejército, fue que la tecnología de la época limitaba las grandes ofensivas como ésta. Los alemanes se vieron perjudicados por el sabotaje de los ferrocarriles belgas, ya que dificultó el envío de refuerzos, mientras que los franceses lo tenían más fácil al combatir en suelo propio, lo que demostraron trasladando las tropas de Lorena hacia el Norte. A pesar de estas dificultades, Alemania estuvo a punto de ganar la guerra; pues si Francia era derrotada, el ejército ruso no sería capaz de enfrentarse en solitario a las Potencias Centrales, como se vio más adelante. Pu...


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