III-Autoritarismo y Totalitarismo PDF

Title III-Autoritarismo y Totalitarismo
Author FerNiBu 10
Course Historia de las Instituciones Argentinas
Institution Universidad Nacional del Litoral
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Profesor Fernandez J....


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III. Autoritarismo y totalitarismo: ¿existe alguna diferencia? Según Morlino (2004), los estudios sobre sistemas políticos (y también sobre regímenes políticos) típicamente parten de una conceptualización dicotómica que distingue entre sistemas políticos democráticos y no democráticos. Sin embargo, dentro del genus no democrático existe una multiplicidad de sistemas políticos muy diferentes entre sí. El autor reconoce (al menos) tres tipos de sistemas no democráticos: 1. los sistemas autoritarios (que incluyen una variedad de subtipos, entre ellos el régimen burocrático-autoritario que describe O’Donnell); 2. los sistemas totalitarios; y 3. los sistemas tradicionales. Centrando la atención en los dos primeros, las preguntas que se nos plantean son las siguientes: a) ¿qué características definen a un sistema político como autoritario?; y b) ¿qué variables son las que permiten distinguirlo de aquellos sistemas de naturaleza totalitaria? Para responder estos interrogantes retomamos aquí las definiciones formuladas por el politólogo español Juan Linz, quien define al autoritarismo como “un sistema político con pluralismo político limitado y no responsable, sin una elaborada ideología rectora, pero con mentalidades características, sin movilización política extensa o intensa, excepto en algunos momentos de su desarrollo, y con un líder, o a veces un pequeño grupo, que ejercita el poder dentro de límites formalmente mal definidos, pero en realidad bastante previsibles” (Linz 1964: 255). Tal definición permite individualizar (al menos) cinco dimensiones relevantes (a juicio de Linz) para estudiar y diferenciar los distintos sistemas políticos que están comprendidos dentro del genus no democrático: 1. 2. 3. 4.

5.

el el el la la el

grado de pluralismo político; tipo de justificación ideológica; grado de participación y movilización política; composición del grupo que ejercita el poder; y presencia (o ausencia) de límites formales o informales sobre quienes ejercitan poder.

De estas dimensiones reconocidas por Linz, Morlino (2004) sólo utiliza para el análisis y clasificación de los sistemas políticos no democráticos las primeras tres dimensiones (esto es, el grado de pluralismo político, el tipo de justificación ideológica, y el grado de participación y movilización política que caracteriza al régimen. Sin embargo, incorpora al análisis una nueva (cuarta) dimensión: el tipo de estructuración institucional que presenta el régimen. La primea dimensión, el grado de pluralismo político, se refiere a la sociedad y a sus sectores políticamente activos, quienes son determinantes para entender la dinámica del régimen y sus políticas. Nos preguntamos aquí, ¿quiénes son esos actores políticamente relevantes? Pero también nos interrogamos ¿quiénes componen la coalición que sostiene al régimen? Nos interesa, por tanto, reconocer quiénes son los actores importantes dentro del nivel de la comunidad política y del régimen político (que son dos de los componentes del sistema político). Así, en cada uno de los casos analizados será pertinente observar cuáles son los actores relevantes (tanto institucionales –por ejemplo, el ejército, la burocracia o el partido único- como sociales –por ejemplo, la Iglesia, los grupos industriales y financieros o los sindicatos- políticamente activos). En el autoritarismo, el grado de pluralismo es limitado y no responsable porque dichos actores no son responsables políticamente frente a la ciudadanía según el mecanismo típico de democracia liberal de masas (i.e. elecciones libres y competitivas). Si existe alguna responsabilidad, ésta es solamente informal. Por otra parte, si bien algunos grupos dentro de la sociedad están políticamente activos (por ello, hablamos de pluralismo), no cualquiera puede constituirse en tal (por eso el pluralismo es limitado). Por lo que respecta a la coalición dominante, es decir, el conjunto de grupos políticamente activos que sostienen al régimen en su fase de instauración y consolidación (es decir, la base social del régimen) y, en sentido estricto, las elites que son expresión directa o indirecta de esos grupos, no pueden hacerse a priori demasiadas precisiones sobre su composición. De hecho, es en torno a este punto (que retomaremos luego) donde reside una de las diferencias importantes entre los distintos tipos de autoritarismos. El totalitarismo, por su parte, se caracteriza por la ausencia de todo tipo de pluralismo (poder monista aunque no

monolítico), y por el papel preeminente desempeñado por el partido único. Este último constituye “una estructura burocrática y jerárquica articulada a través de una serie de organizaciones que sirve, por un lado, para politizar, controlar y empujar a la participación a toda la sociedad civil y, por otro lado, para subordinar completamente al resto de los actores (militares, burocracia, Iglesia) al partido” (Morlino, 2004: 174). La segunda dimensión se refiere al grado de elaboración de la justificación ideológica del régimen. En este caso, el autoritarismo se distingue por el hecho de que su legitimación se funda en “mentalidades”, es decir, sobre la base de valores más bien ambiguos y poco articulados, sobre los cuales es más fácil llegar a un acuerdo entre actores que poseen diferentes características e intereses. Se trata de valores tales como patria, nación, orden, jerarquía y autoridad. De este modo, no existen elaboraciones ideológicas articuladas y complejas que contribuyan a la legitimación del régimen. En cambio, el totalitarismo se caracteriza por la presencia de una ideología articulada y definida con precisión, comprometida con un proyecto radical de cambio social, político y económico, y que está destinada a cumplir un rol fundamental en la legitimación y mantenimiento del régimen. Es esta misma ideología (su contenido) lo que otorga cierta nivel de previsibilidad a las políticas de movilización y las políticas públicas del régimen. La tercera dimensión refiere al nivel (y tipo) de participación y movilización política que se promueve “desde arriba”, lo que nos sitúa de nuevo a nivel de la comunidad política. En relación con esta dimensión, el autoritarismo se caracteriza por la ausencia de movilización política, lo que supone que a la comunidad política no se le reconoce ni autonomía ni independencia. En este sentido, la política de la coalición dominante (autoritaria) será la de mantener a la sociedad civil fuera de la arena política (con un nivel muy bajo de participación), lo que implica que el régimen debe contar con un aparato represivo (instituciones) capaz de desmovilizar a la sociedad. El totalitarismo,

en cambio, se caracteriza por la presencia de una movilización política muy alta y continua, que es sostenida, encauzada y controlada por la ideología y las estructuras que el régimen crea con esta finalidad.

Pintado un año antes de que los nazis le quitaran su empleo en la Academia de Dusseldorf, Klee parece anunciar en este hermético cuadro los tiempos de incertidumbre que tan directamente le tocarían durante los años siguientes.

Paul Klee (1879-1940) Máscara de horror (1932)

Finalmente, la cuarta dimensión (es decir, el grado o tipo de estructuración institucional) refiere a las estructuras políticas creadas e institucionalizadas en el régimen. La pregunta aquí es: ¿cuál es el grado de innovación institucional que caracteriza al autoritarismo y totalitarismo? ¿En qué medida el régimen crea e institucionaliza nuevas y diferentes estructuras políticas (e.g, partido único, sindicatos verticales, corporaciones, u otros órganos inexistentes en el régimen precedente)? Según Morlino (2004), el autoritarismo se caracteriza por su muy bajo grado de innovación institucional. Se trata de un tipo de régimen que no presenta importantes (a veces ninguna) novedades institucionales. En cambio, uno de los rasgos distintivos del totalitarismo es su alto grado de innovación institucional, puesto que son regímenes que se caracterizan por la creación de “nuevas”

instituciones ligadas, especialmente, a la inducción y control de la participación y movilización política. Enunciadas las variables que permiten diferenciar al autoritarismo del totalitarismo (así como los valores que ellas adquieren en cada caso), resultan por tanto dos tipos ideales: el autoritarismo perfecto y el totalitarismo. Entre ambos tipos ideales, sin embargo, existe una realidad compleja que no siempre (en realidad nunca) se ajusta al tipo ideal. De este modo, los tipos ideales sólo son útiles en la medida que nos permiten, por un lado, comprender en qué medida un determinado sistema político, dependiendo del valor que tomen las variables mencionadas, se acerca más a uno u otro polo. Asimismo, nos ayudan a reconocer las diferencias que pueden existir entre las distintas experiencias autoritarias, punto que abordaremos a continuación. Modelos no democráticos polares: autoritarismo perfecto y totalitarismo Dimensiones

Autoritarismo Perfecto

Totalitarismo

Grado de pluralismo político

Limitado

Nulo

Grado de justificación ideológica Grado de movilización política

Bajo Bajo

Alto Alto

Grado de innovación institucional

Bajo

Alto

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