La Revolución Industrial-Características de la evolución PDF

Title La Revolución Industrial-Características de la evolución
Course Historia Económica Internacional
Institution Universidad Argentina de la Empresa
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La Revolución Industrial El crecimiento económico es el aumento de la producción de bienes y servicios por trabajador y se mide mediante la renta per cápita. Así pues, el crecimiento no es otra cosa que el aumento de la productividad y se convierte en sostenido cuando, pese a crisis coyunturales, el ingreso por persona no deja de incrementarse. Entre mediados del siglo XVIII y las décadas de 1860-70, Gran Bretaña primero y luego Bélgica, Francia y Alemania experimentaron un crecimiento económico con dos características hasta entonces desconocidas: el crecimiento alcanzo una magnitud muy superior a cualquier otro anterior y, por primera vez en la Historia, se convirtió en sostenido. Aunque el término Revolución Industrial no es el más idóneo para definir ese proceso largo y de cambios en toda la economía, y no solo en la industria, lo cierto es que ha calado tan profundo que todavía seguimos utilizándolo. Los países arriba citados elevaron entonces su productividad como consecuencia de un conjunto de causas que pueden sistematizarse del siguiente modo: 1) Nuevas tecnologías fueron incorporadas a la producción agraria, industrial y a los transportes. El documento 1 contiene la relación de las principales innovaciones aparecidas entre 1700 y 1850. En casi todos los casos, se trató de sencillos descubrimientos realizados por campesinos y artesanos mediante el método de prueba- error, de manera que la ciencia contribuyo poco al progreso tecnológico durante esta fase de la Revolución Industrial. La rotación cuatrienal, por ejemplo, fue un descubrimiento empírico de los agricultores holandeses que Inglaterra emulo desde fines del siglo XVII. La mayoría de las innovaciones en la industria y los transportes nacieron en Gran Bretaña, probablemente porque este país presentaba las condiciones más favorables para convertirse en pionero: una cultura proclive a transformar la naturaleza poniéndola al servicio del hombre; un artesanado altamente cualificado y también un sistema de patentes que incentivo el ingenio porque aseguraba el enriquecimiento del inventor. Durante varias décadas esa tecnología se extendió por otros países europeos mediante la emigración clandestina de artesanos, el espionaje industrial y el contrabando de máquinas ya que, hasta 1825, Inglaterra no permitió la libre salida de técnicos y maquinaria La ciencia y la ingeniería pasaron a determinar el progreso tecnológico entre 1850 y fines de siglo. El documento 2 muestra las principales innovaciones aparecidas entonces en la energía, siderometalurgia, química, alimentación, transportes y comunicación. Contra determinados tópicos que han identificado la Revolución Industrial con una o dos innovaciones -la máquina herramienta o la de vapor-, los documentos 1 y 2 evidencian que se produjo una eclosión de nuevas tecnologías. Sin embargo, el cambio puede sintetizarse así: nuevas máquinas, movidas primero con energía hidráulica y luego con vapor, sustituyeron a otras accionadas por el hombre, los animales, el agua y el viento y se emplearon materias primas inorgánicas muy abundantes (carbón, hierro, ladrillos, tintes artificiales, fertilizantes químicos...) que reemplazaron a otras orgánicas cuya escasez relativa imponía límites al crecimiento económico (madera, tintes vegetales, abono animal...). 2) Al aumento de la productividad también contribuyo la aparición de nuevas formas de organización del trabajo. En lo esencial, se trató de la sustitución de pequeñas unidades de producción (minifundios y talleres artesanales) por grandes haciendas y fabricas propiedad de empresarios que empleaban mano de obra asalariada. Ello supuso una organización más eficiente de la producción por tres razones:

La primera: Una mayor división del trabajo. Al contrario de lo que ocurría en minifundios y talleres donde campesinos y artesanos realizaban la práctica totalidad de las operaciones necesarias para obtener los productos finales, esas operaciones fueron divididas y encadenadas en las nuevas unidades de producción, especializando a grupos de trabajadores en cada una de ellas. Empezó la especialización. Aumentó la destreza y, por consiguiente, la velocidad de producción. Merece la pena en este sentido recordar el célebre texto de Adam Smith sobre la fabricación de alfileres (documento 3). Debe asimismo resaltarse que, aunque la especialización del trabajo fue mayor en las fábricas, también se dio en las haciendas y más tarde en grandes empresas de servicios como las de ferrocarriles. La segunda razón fije la imposición de una metódica férrea disciplina laboral inexistente en minifundios y talleres. Frente a un trabajo autocontrolado y, por consiguiente, de ritmos irregulares, surgió otro reglamentado por la empresa con horarios estrictos vigilancia del rendimiento de cada trabajador. La tercera razón, finalmente, la división de las funciones de dirección de las grandes empresas agrarias, industriales y luego de servicios, también aumento su productividad porque ya no fueron gestionadas por un propietario que realizaba múltiples actividades, sino por directivos especializados por departamentos (compras, producción, ventas, personal, contabilidad...).

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y

3) Otra causa que elevo la productividad fije la especialización económica territorial. Los economistas Adam Smith y David Ricardo prestaron especial atención a las razones por las que el comercio favorece el crecimiento. Cuando dos regiones o naciones producen los mismos bienes y no existe comercio entre ellas, la riqueza es menor que cuando cada una se especializa en la producción de aquello en lo que posee ventaja -mayor productividad- comerciando entre ambas. 4) La productividad también creció como consecuencia del cambio estructural. En Economía, se llama de este modo al trasvase de factores productivos desde el sector primario al secundario y desde ambos al terciario. Huelga decir que las economías preindustriales experimentaron este fenómeno, pero nunca con la magnitud de las que se industrializaron durante la pasada centuria. Las razones del cambio fueron de demanda y de oferta. Hace ya siglo y medio que un estadístico alemán llamado Ernst Engel descubrió la conocida como Ley de Engel. “Cuando aumenta la renta por persona, su gasto también lo hace, pero en proporción decreciente el dedicado a bienes de primera necesidad y en proporción creciente el dedicado a los que no lo son -ello deriva de la utilidad marginal decreciente porque la demanda de un producto aumenta hasta el límite en el que una nueva unidad ya no rinde satisfacción, con lo que la renta disponible se dedica a consumir otros”. Así pues, el crecimiento de la renta per cápita durante la Revolución Industrial incrementó la demanda de alimentos, productos industriales y servicios, pero, en términos relativos, la segunda (productos industriales) sobre todo, y la tercera (servicios) aumentaron más que la primera.

La mayor demanda de bienes industriales creó incentivos para producirlos, cosa que resultó posible porque el incremento de la productividad agraria permitió liberar factores del sector primario (materias primas, mano de obra y capital para invertir en las fábricas). Ahora bien, la industria aumentó su productividad por encima de la agricultura, liberando factores que se emplearon en un sector terciario de productividad también creciente. Por lo tanto, el cambio estructural tuvo un doble efecto beneficioso: impulso una mayor eficiencia en el conjunto de la economía al transferir factores a sectores cada vez más productivos y permitió su pleno empleo. El documento 5 ilustra el cambio estructural experimentado por algunos de los países que se industrializaron durante el siglo XIX a través de dos indicadores: el porcentaje de trabajadores en la agricultura, industria y servicios y la contribución de cada uno de los tres sectores a la Renta Nacional. Se observa que disminuyo la proporción de población activa del primario en beneficio del secundario y terciario y también lo hizo la parte de la Renta Nacional correspondiente a la agricultura. DOCUMENTO 5

Indicadores del cambio estructural a. Distribución de la Población Activa por Sectores Productivos Inglaterra 1801 1821 1841 1861

Primario 36% 29% 22% 18%

Secundario 30% 39% 41% 44%

Terciario 34% 32% 37% 38%

Francia 1850 1870

Primario 53% 49%

Secundario 28% 30%

Terciario 19% 21%

Bélgica 1850 1870

Primario 50% 38%

Secundario 37% 44%

Terciario 13% 18%

b. Distribución del Producto Nacional Bruto por Sectores Productivos Inglaterra 1805-1835 1841 1870 1901

Agricultura 32% 22% 19% 6%

Industria 23% 34% 35% 40%

Servicios 45% 44% 46% 54%

Francia 1825-1835 1872-1882 1908-1910

Agricultura 50% 42% 35%

Industria 25% 30% 37%

Servicios 25% 28% 28%

Alemania 1860-1869 1905-1910

Agricultura 32% 18%

Industria 44% 39%

Servicios 24% 43%

Averiguar la estricta cronología de la Revolución Industrial resulta complicado. Es evidente que el proceso habrá comenzado cuando la renta por persona empiece a crecer de modo sostenido y cuando también lo

haga la población activa de la industria y los servicios, así como la contribución de estos dos sectores a la Renta Nacional. El proceso habrá concluido una vez afianzado el cambio estructural (mayoría de la población activa fuera de la agricultura y porcentaje de esta en la Renta inferior al de la industria y los servicios). El crecimiento económico y el cambio estructural continuaran después, pero la Revolución Industrial habrá finalizado. Dado que esta aconteció antes del siglo XX -época en la que ya existen estadísticas abundantes y fiables-, resulta muy difícil medir todo lo dicho, de manera que no existe un acuerdo unánime sobre su cronología. En Inglaterra, la más aceptada es 1750-1760/1830. Dos países fueron precoces en su industrialización: Francia (1790-1800/1860) y Bélgica (1790-1800/1850). La Revolución Industrial alemana fue más tardía, pero también más rápida (1830-1840/1870). Los Estados Unidos se industrializaron entre 1830-1840 y 1880. Luego apareció un grupo de países rezagados donde el proceso se inició en la segunda mitad del XIX (Países Bajos, Escandinavia y Japón). Hasta la década de 1980, la Revolución Industrial fue generalmente interpretada como una rápida ruptura con el pasado. Se pensaba que, tras un periodo de unos 40 años en el que la nueva tecnología y las nuevas formas de organización del trabajo se fueron generalizando, apareció un intenso crecimiento de unos 20 años que se denominó despegue o take-of. Esa interpretación ha sido revisada: durante la Revolución Industrial, convivieron viejas y nuevas tecnologías y también antiguas y nuevas formas de organización del trabajo. Ese carácter todavía dual de la economía hizo que el crecimiento económico fuera más lento de lo que se creía con anterioridad no existiendo tampoco ninguna etapa asimilable al take-off. Ello, no obstante, los cambios que en el largo plazo origino la Revolución Industrial constituyeron la más importante mutación de la Historia. La población creció y también lo hizo su esperanza de vida. El aumento de la productividad desemboco en una "explosión" de la producción y del con- sumo por habitante que redujo drásticamente la pobreza en la que vivía la mayoría de la población preindustrial. La sociedad dejo de ser agraria y paso a ser urbana y, por primera vez en la Historia, el crecimiento económico se convirtió en sostenido. Una última consecuencia de la Revolución Industrial debe resaltarse: la profunda brecha que desde entonces se abrió entre los países industrializados y los subdesarrollados. Sirvan como prueba estos datos. Según estimaciones de Bairoch, la diferencia de renta por persona entre Inglaterra y lo que hoy llamamos Tercer Mundo era relativamente pequeña a mediados del XVII (30%). Hacia 1860, alcanzo el 330% y, en 1995, la renta per cápita de los Estados Unidos supero a la de los países pobres en un 1.000%. CAMBIO INSTITUCIONAL Y REVOLUCIÓN INDUSTRIAL El marco institucional del Antiguo Régimen creaba trabas al crecimiento económico porque impedía la plena movilidad de la tierra, del trabajo, del capital y de las mercancías. El derecho de vincular las tierras, por ejemplo, dejaba fuera del mercado las de la Iglesia, buena parte de las de la nobleza y las de los municipios. También la existencia de la servidumbre de la gleba en algunas zonas de Europa imposibilitaba que los campesinos pudieran abandonar sus predios. Los gremios prohibían la libre instalación de industrias y el cambio tecnológico. Algunos países tenían aduanas interiores y el mercantilismo obstruía el comercio internacional. Estos obstáculos desaparecieron tras las Revoluciones burguesas. Las reformas agrarias permitieron que la tierra entrara en el mercado y que parte de ella pasara a manos de comerciantes y campesinos ricos. La abolición de los derechos jurisdiccionales facilito la incorporación a la industria de mano de obra campesina. La supresión de los gremios dio paso a la libre instalación de industrias y al cambio tecnológico. Los mercados nacionales se unificaron y el comercio exterior se liberalizo. Así pues, el nuevo marco institucional favoreció el crecimiento económico al dar libre movilidad a recursos y productos permitiendo que el mercado los asignara de modo más eficiente y al establecer un cuerpo de leyes que creo incentivos para el progreso individual (derecho a prosperar con independencia del origen social, firmes derechos de propiedad y seguridad ante el incumplimiento de contratos)

EL CRECIMIENTO DE LA POBLACIÓN El documento 4 muestra la evolución de la población británica, francesa, belga y alemana entre 1700 y 1870. La causa fundamental de esa Revolución demográfica fue el descenso de la mortalidad. Durante la Edad Moderna, las tasas de mortalidad infantil en esos países rondaban el 300 %o y las de mortalidad se situaban entre el 35 y el 40 %o, con lo que la esperanza de vida no superaba los 27 años. Las frecuentes hambrunas y epidemias provocaban además mortandades del 200 e incluso del 300 %o. Hacia 1870, esos países habían reducido la mortalidad infantil al 150 %0 y la general al 26 %o. Las mortandades catastróficas habían desaparecido y la esperanza de vida llegaba a los 42 años. Los demógrafos han manejado tres hipótesis para explicar el desplome de la mortalidad:  progresos de la medicina  mayor salubridad  mejor alimentación. La primera de ellas es hoy insostenible. Las únicas innovaciones destacables en medicina fueron entonces la inoculación contra la viruela, el diagnostico de algunas enfermedades y el descubrimiento de la quinina para combatir la fiebre. Estos pequeños progresos no pueden explicar el gran descenso de la mortalidad. DOCUMENTO 4 La población en Gran Bretaña, Francia, Bélgica y Alemania (1750-1870) (Millones de habitantes) Años 1750 1800 1820 1850 1870

Gran Bretaña 7.4 10.5 19.8 25.6 29.3

Francia

Bélgica

Alemania

21 27.3 31.2 36.5 38.4

2.2 3.1 3.4 4.5 5

14.7 19.9 23

El documento 6 distingue las enfermedades que pueden contraerse cuando el nivel nutritivo es insuficiente y otras en cuyo contagio vía contaminación del agua o inhalación interviene la insalubridad pública y privada. La inmensa mayoría de estas últimas dejaron de ser epidémicas a lo largo del siglo XIX porque se generalizaron progresivamente medidas profilácticas tales como la conducción de aguas, el alcantarillado, los lavaderos públicos, la recogida de basuras, la mayor higiene personal, disminuyendo asimismo el hacinamiento en los hogares de los barrios obreros.

También dejaron de ser epidémicas casi todas las enfermedades relacionadas con la desnutrición porque la revolución agraria y la de los transportes erradicaron las antiguas hambrunas y permitieron una dieta más rica y abundante. El descenso de la mortalidad general no debe, sin embargo, ocultar las profundas diferencias que se dieron entre el campo, las zonas burguesas de las ciudades y los suburbios obreros. En estos, la insalubridad y el hacinamiento provocaron una elevadísima mortalidad hasta mediados de siglo -hacia 1840, por ejemplo, la esperanza de vida en las zonas más pobres de Manchester era de 24 años, mientras que en el resto de Inglaterra alcanzaba los 40 años. El comportamiento de la natalidad añadió más fuerza al crecimiento de la población. Excepción hecha de Francia, donde la natalidad descendió, los otros países que se industrializaron mantuvieron tasas del 35 %o hasta el último tercio del siglo XIX, momento a partir del que se inició el control de la fertilidad. La elevada natalidad guarda relación con el crecimiento económico ya que este facilito el empleo de los jóvenes, lo que provocó un aumento de la nupcialidad y un descenso de la edad nupcial. En el documento 7 aparece un esquema de la llamada transición demográfica. En las sociedades preindustriales, la frecuente aparición de la mortalidad catastrófica hipotecaba el crecimiento vegetativo. Entre fines del XVIII y 1870, la caída de la mortalidad y la elevada natalidad permitieron un extraordinario aumento de la población (tasas anuales del 8 al 13 %o). A partir de 1870, el descenso de la natalidad modero las tasas de crecimiento. El aumento de la población origino cambios en su estructura por edades (cohortes más numerosas de jóvenes) y por sectores productivos, puesto que disminuyo el número de activos en la agricultura en beneficio de la industria y los servicios, hecho este último que explica el intenso proceso de urbanización acaecido durante el siglo XIX. Los historiadores han discutido si la Revolución demográfica fue causa o consecuencia de la Revolución Industrial. Boserup, por ejemplo, sostuvo hace años que el descenso de la mortalidad durante el siglo XVIII origino un crecimiento de la población que estimulo la revolución agraria. Otros consideran que fue ésta la que posibilito buena parte de la caída de la mortalidad al mejorar la nutrición. Las recientes investigaciones de los demógrafos Wrigley y Schofield arrojan luz sobre la controversia. Entre 1646 y 1736, la población inglesa experimento una muy baja tasa de crecimiento (0,04% anual). En cambio, entre 1756 y 1811 -precisamente cuando se generalizo la revolución agraria-, las tasas se situaron entre el 1,07% y el 1,34%. Parece, pues, que la Revolución agraria fue un factor determinante en el aumento de la población. Ahora bien, este se convirtió inmediatamente en causa de la Revolución Industrial porque incremento la demanda agregada y proporciono mano de obra al sector secundario y al terciario.

EL CRECIMIENTO DE LA PRODUCCION AGRARIA

La unidad de producción agraria básica en la Europa preindustrial era el minifundio de explotación familiar donde trabajaban los padres e hijos solteros. En los dos sistemas de cultivo predominantes -la rotación bienal en la Europa seca y la trienal en la húmeda-, los rendimientos de la tierra eran pequeños porque se abonaba de modo insuficiente. La escasez de abono derivaba de lo reducido de la cabaña y resultaba imposible obtener más porque, para ello, era necesario aumentar la superficie de pastos, lo que significaba disminuir la de cereales. Además de obtener cortos rendimientos por hectárea, las familias explotaban poca tierra porque sus máquinas y herramientas les impedían laborear más (escasa velocidad de los arados tirados por bueyes, siembra manual, siega con hoces y guadañas y recolección también manual) y porque la mitad o un tercio se dejaba en barbecho por la falta de abono. Así pues, la productividad agraria era pequeña al explotar las familias pocas hectáreas y al ser parco el rendimiento de cada una. La revolución agraria de los siglos XVIII y XIX requirió de cambios tecnológicos e institucionales. El proceso se inició en la Inglaterra de fines del XVII, cuando algunos aristócratas de la región de Norfolk introdujeron en sus haciendas la rotación cuatrienal descubierta por los agricultores holandeses. La innovación se generalizo en este país a lo largo del siglo XVIII e inicios d...


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