LA UnificaciÓn DE Italia Y Alemania PDF

Title LA UnificaciÓn DE Italia Y Alemania
Course Historia Universal de la Edad Contemporánea I
Institution Universidad de Málaga
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la unificacion de italia y alemania...


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LA UNIFICACIÓN DE ITALIA Y ALEMANIA ITALIA Camillo Benso, conde de Cavour, fue la principal figura política de la unificación italiana. Encabezó el proyecto unificador desde una política liberal y monárquica, postura que arrinconó las propuestas republicanas y democráticas de Giuseppe Mazzini. Por otra parte, Cavour también comprendió pronto que la cuestión italiana debía convertirse en un problema europeo si quería que su proyecto unificador triunfase. La oportunidad de sentar a Piamonte entre las grandes potencias europeas se produjo como consecuencia de la Guerra de Crimea, que tuvo lugar en 1853-1856. El envió de un pequeño ejército a combatir, junto a franceses, ingleses y turcos, contra los rusos permitió a Cavour participar en la Tratado de París (1856) y allí reivindicar el derecho de los italianos, representados por la dinastía de Saboya, a formar una sola nación. Los deseos del político piamontés fueron atentamente escuchados por Napoleón III, adalid de las causas nacionalistas y teórico valedor del viejo espíritu bonapartista. Ello desembocó en la Entrevista de Plombières (21 julio de 1858), por la cual Francia prometió, a cambio de Niza y Saboya, apoyar la unidad italiana e intervenir a favor de Piamonte-Cerdeña en caso de guerra contra Austria.

ETAPAS UNIFICACIÓN ITALIANA Incorporación de Lombardía e Italia central (1859-1860) En marzo de 1848 el levantamiento de los milaneses contra Austria, lo que se conoce como los “Cinco Días Gloriosos” de Milán, provocó la intervención del ejército piamontés, dirigido por el rey Carlos Alberto, en ayuda de sus compatriotas y la primera guerra entre sardos y austríacos. Como ya hemos visto, éstos fueron expulsados también de Venecia, pero las tropas austríacas de Radetzky, gran militar, estaban mucho mejor preparada y destrozaron al ejército de Piamonte en Custozza y Novara (1849). La guerra contra Austria se cerraba con un rotundo fracaso para las

aspiraciones nacionalistas de los italianos, pero Cavour comprendía la necesidad de tener apoyos internacionales. Ello se materializó en 1858, ya lo hemos apuntado, en la secreta Entrevista de Plombières, por la cual Napoleón III acordó dar ayuda militar a la unificación italiana. Cavour procedió entonces a reorganizar y modernizar las fuerzas armadas piamontesas. A consecuencia de este rearme, Austria envía a Turín, capital del reino sardo, un ultimátum exigiendo el desarme; Cavour lo rechaza y los austríacos responden declarando la guerra. Se iniciaba así la Segunda Guerra de la Independencia de Italia (1859-1860). La bandera de Saboya volvía a aglutinar a todos los nacionalistas italianos en la lucha contra Austria. Desde el punto de vista militar, lo más destacado fue la asombrosa movilidad de las tropas piamontesas, gracias a la modernización de la red de transportes y a la reorganización del ejército emprendida por Cavour. Los austríacos son derrotados por el ejército franco-italiano en las batallas de Montebello, Magenta y Solferino, todas en la primavera-verano de 1859. Tras la batalla de Solferino el filántropo suizo Henri Dunant, testigo de la horrible agonía y el sufrimiento de los heridos en el campo de batalla, creó la Cruz Roja. Sin embargo, los levantamientos nacionalistas que estas victorias motivaron en toda Italia y el temor a la intervención de Prusia hicieron que Napoleón III pusiera fin a la guerra sin contar con Piamonte. Por el Armisticio de Villafranca y la Paz de Zurich (julio y noviembre 1859) los austríacos cedían la Lombardía a Piamonte, pero conservaban Venecia. Como protesta a la anticipada retirada de Francia, Cavour dimitió a principios de 1860, pero no tardó en volver. Seguidamente, los ducados de Toscana, Parma y Módena y el norte de los Estados Pontificios (Romaña) optaron mediante plebiscitos populares, por la unión con Piamonte en marzo de 1860. La inquietud que todo ello provocó en Napoleón III se calmó con la cesión de Saboya y Niza a Francia (Tratado de Turín). No obstante, como apuntamos antes, esta medida no tuvo buena aceptación entre los italianos y enfureció mucho a Garibaldi, que había nacido en Niza. Conquista del Reino de las Dos Sicilias (1860)

Al margen de los planes de Cavour, Garibaldi y sus seguidores, entre los que estaban Nino Bixio y Francesco Crispi (futuro primer ministro de Italia) prepararon, con la excusa de una revuelta contra los Borbones, un desembarco en Sicilia que tenía como fin la conquista de la isla para Saboya. El napolitano Francisco II, rey desde 1859, era apoyado ya únicamente por algunos aristócratas y sus funcionarios y recaudadores de impuestos solían aparecer muertos. El 11 de mayo de 1860, tras partir de Génova la minúscula escuadra de Garibaldi, formada por tres navíos de poco calado, echó el ancla en la siciliana ciudad de Marsala. Los “Mil camisas rojas”, a los que sumaron bastantes voluntarios autóctonos, ocuparon Sicilia en poco más de dos meses: Palermo caía el 27 de mayo y Messina en los últimos días de julio. Un referéndum legalizó la unión de Sicilia con Piamonte: el 97% de los votos fue afirmativo. La extraordinaria campaña de Garibaldi culminó en septiembre de 1860 con su entrada en Nápoles, poniendo con ello fin al reino de las Dos Sicilias. De inmediato, se preparó para marchar a Roma, algo que seguro provocaría un conflicto internacional, muy temido por Cavour. Así las cosas, un ejército piamontés, con el propio Víctor Manuel II a la cabeza, ocupó los Estados Pontificios para recuperar la iniciativa. Las tropas papales fueron derrotadas por los soldados piamonteses en Castelfiardo y Ancona, lo que hizo que Garibaldi se viese forzado a ceder el sur de Italia a Víctor Manuel II, a quién además reconocía como rey de Italia. Puede decirse que con ello Garibaldi sacrificó sus posiciones republicanas por la unidad italiana. Nuevos plebiscitos en Dos Sicilias y en los territorios papales de Umbría y las Marcas ratificaron en noviembre la anexión de dichas zonas a Piamonte. Los Estados Pontificios quedaban reducidos a Roma y al Lacio, donde el papa, bajo la protección de Francia, siguió por el momento ejerciendo su declinada autoridad civil. Como culminación a todo este proceso, Víctor Manuel II era proclamado rey de Italia en marzo de 1861 por un Parlamento que representaba a toda Italia, excepto a Roma y Venecia. Una Italia unida, liberal, monárquica y conservadora quedaba ya claramente dibujada frente a los sueños mazzanianos. Su artífice, Cavour, moría tan sólo tres meses después, en junio de 1861.

Incorporación de Venecia (1866) Cuando en 1866 estalló la guerra entre Austria y Prusia, los italianos lucharon al lado de los prusianos. La victoria de Prusia en la batalla de Sadowa (julio de 1866) provocó la ansiada entrega de Venecia al reino de Italia. Tal objetivo se alcanzó en la Paz de Viena, por la cual, no obstante, los italianos debían renunciar al Tirol meridional, Trentino e Istria. De esta manera, a cambio de Venecia, se renunciaba al irredentismo, movimiento que predicaba la anexión a Italia de una serie de territorios limítrofes o próximos que eran considerados italianos por razones lingüísticas,

culturales o históricas: Niza, Córcega, Malta, las zonas del sur de Suiza, la costa dálmata, Saboya, etc. La cuestión romana (1870) Sólo Roma, en donde había una guarnición francesa para defender al papa, no estaba integrada en el reino de Italia. Varias habían sido las intentonas de Garibaldi de hacerse con ella a lo largo de los años sesenta (1861, 1862, 1867), pero ninguna contó con la ayuda de Víctor Manuel II ni de sus ministros. De hecho, Francia e Italia habían acordado por la Convención de Septiembre de 1864 la retirada de las tropas frances de Roma gracias al firme compromiso de los Saboya de respetar los derechos temporales del papa. En este sentido, el traslado de la capital de Turín a Florencia en el año 1865 se interpretó como una renuncia a hacerse con Roma. Pero, a su vez, la condena expresa del papa Pío IX (1846-1878) de la democracia, el liberalismo, la libertad religiosa, etc. a través de las encíclicas Syllabus errorum y Quanta Cura revitalizó el pleito IglesiaEstado y el interés de los italianos por Roma. Las puertas de Roma se abren a los italianos en 1870 tras las retirada de las tropas francesas inmersas en la guerra franco-prusiana. En septiembre, el derrumbamiento del II Imperio francés tras batalla de Sedán dio pie a que las tropas italianas conquistan la ciudad, cosa que hicieron con bastante facilidad. El Concilio Vaticano I, que estaba celebrándose en esos momentos, tuvo que ser aplazado. Unos meses después, en marzo de 1871, el gobierno italiano aprobó la Ley de Garantías, por la cual se reconocía la independencia espiritual de los papas, pero Pío IX no la aceptó y prohibió a los católicos participar en la vida política italiana. El Vaticano, barrio romano donde se halla la Basílica de San Pedro, pasa a ser el único ámbito de la soberanía papal. Es más, los papas se consideraron prisioneros dentro del Vaticano, situación de autoconfinamiento que no se solucionó hasta la firma de los Pactos de Letrán en 1929 con la Italia fascista de Mussolini. Finalmente, el 1 de agosto de 1871 Roma se convertía en la capital de la ya totalmente unificada Italia. Sólo quedaban fueran de la soñada unidad los territorios irredentos, pero en el año 1919, tras la I Guerra Mundial, el Trentino, Istria y el norte de Dalmacia pasaron por fin a estar controlados por Italia.

ALEMANIA En el año 1815 la Confederación Germánica quedó formada por treinta y nueve estados, de los cuales dos, Austria y Prusia, aparecen como los más poderosos. Les siguen en importancia cuatro reinos: Baviera, Würtemberg, Hannover y Sajonia. También hay que citar algunos grandes ducados como Hesse y Baden. Una Dieta federal, presidida por el emperador de Austria, era el único órgano común. Será Austria precisamente el estado que más se esforzaría en mantener este status quo, pues le beneficiaba y permitía mantener su imperio multinacional, formado también por los territorios patrimoniales de los Habsburgo, Hungría, Bohemia, Dalmacia, el sur de Polonia y las provincias italianas de Lombardía y Venecia. En Alemania, como en Italia, liberalismo y nacionalismo van a ir de la mano. Ambos movimientos se dejaron sentir profundamente en las revoluciones de 1830 y 1848. Por ejemplo, recordemos que en 1848 incluso se formó una Asamblea Constituyente en la ciudad de Frankfurt, plan que fracasó por la intervención de Austria y Prusia, aunque en dicho reino Federico Guillermo IV (1840-1861) otorgó una Constitución. Bases intelectuales A partir de los Discursos a la nación alemana de Fichte (1807) los alemanes no dejan de reflexionar sobre el nacionalismo. Años después, los protagonistas del estallido revolucionario echaron mano de las ideas de Hegel y los postulados de los filósofos alemanes para enarbolar la bandera de Alemania. Por su parte, los historiadores, entre los que hay que destacar a Leopold von Ranke y Gustav Droysen, buscan en el pasado recuerdos que fundamenten un futuro unitario. De igual modo, el poeta Heine puso su producción al servio de la exaltación de su patria. Las universidades se convirtieron en los principales foros de debate. Estudiantes y profesores hablaban de Alemania y de los diversos modelos políticos: los conservadores preferían una confederación que respetase los derechos de los soberanos; los liberales un estado federal con un emperador a su cabeza y dinastías en cada estado, pero con sus poderes recordaos; los demócratas deseaban barrer cualquier vestigio de la tradicional y vieja Alemania y eran partidarios, para conseguirlo, de la insurrección. En fin, el mundo intelectual y universitario reflejó las aspiraciones de los alemanes a crear un Estado que respondiese a los sentimientos nacionales. Consecuencia de este clima, fue la creación en 1859 de la Nationalverein,

que al estilo de la Società Nazionale italiana, fomentaba una Alemania unida en torno al caudillaje de Prusia. Bases económicas En 1834 se constituyó el Zollverein, unión aduanera promovida por Prusia para facilitar el comercio entre los distintos estados alemanes y abolir los aranceles. Se logró con ello unificar un mercado de veintiséis millones de habitantes. En aproximadamente diez años se habían unido ya a dicha asociación casi todos los estados que integraban la Confederación Germánica, excepto Austria, Hannover, Oldemburgo, Mecklemburgo y las tres ciudades comerciales de la Hansa: Lübeck, Hamburgo y Bremen. De hecho, esta unión aduanera es considerada el primer paso unificador. Permite a Prusia hacerse con la hegemonía alemana: su población crece rápidamente y se industrializa el Ruhr, lo cual no deja de ser visto con mucho recelo por Austria. Un año después de la creación del Zollverein se inaugura la primera línea férrea del territorio alemán: Nüremberg-Fürth. En pocos años el ferrocarril enlaza, al no reparar en los obstáculos de las fronteras políticas, todas las ciudades alemanas. Puede decirse que el ferrocarril contribuye a la unificación de Alemania con tanta fuerza como las arengas de los filósofos. Bases políticas La revolución de 1830 y sobre todo, la de 1848, a pesar de su fracaso, dejó una huella intensa en la vida alemana: 1.- Recelo hacia los soberanos. Los pueblos desean constituciones, pero los reyes temen su aparición. El viraje conservador que experimentan casi todos los estados alemanes tras el movimiento revolucionario de 1848 hace que los soberanos pierdan el favor popular. 2.- División entre conservadores y liberales . Esta polarización desplaza a los liberales hacia posiciones cada vez más exigentes. 3.- Fricciones entre Austria y Prusia. EL NÚCLEO AGLUTINADOR: PRUSIA Prusia era la menos poderosa de las grandes potencias que habían vencido a Napoleón. La ola revolucionaria del año 1848 había obligado a su rey a otorgar a los prusianos una constitución, pero ésta quedó vacía de poder, lo que permitía a la Corona y al Gobierno de Otto von Manteuffel controlar el Estado. Esta situación se producía en unos años de crecimiento

y bonanza económica, algo que tenía que ver con la exitosa industrialización que se extendía por toda Alemania, sobre todo en el oeste, y a la cual contribuyó bastante el Zollverein. En el año 1862 se produjo en el Parlamento prusiano una encarnecida disputa entre el sector militarista aristocrático y terrateniente (junkers) y los industriales renanos y hombres de negocios, que aspiraban al control del gobierno. La crisis surgió al negarse el Parlamento a aprobar nuevas partidas de dinero para el ejército. A fin de imponer sus criterios Guillermo I, que había subido al trono en 1861, aunque era regente desde 1858 por la enfermedad mental de su hermano Federico Guillermo IV, nombró primer ministro a Otto von Bismarck en septiembre de 1862 quien se convierte en artífice de la unificación. ETAPAS Guerra de los Ducados (1864) Los ducados del sur de Dinamarca, Schleswig y Holstein, excepto en la parte septentrional del primero, la población era alemana, pero estaban gobernados desde el siglo XVIII por los reyes daneses. En el año 1852, en un intento de regular esta especial situación, el Protocolo de Londres dispuso que Schleswig quedara indisolublemente unido a Holstein, que, además, era miembro de la Confederación Germánica. La muerte de Federico VII, que había ascendido al trono en 1848 y fallecido sin hijos en 1863, puso el trono de Dinamarca en manos de su primo por parte de madre Cristián X (h. 1906). Sin embargo, la sucesión en Schleswig y Holstein era distinta e independiente, siendo la herencia por vía masculina, debido a la Ley Sálica, la única válida. En consecuencia, los dos ducados pasaron al príncipe Federico de Augustemburgo. Era la ocasión propicia para que los partidarios de la unión de los ducados a Alemania planteasen la cuestión. Pero el nuevo monarca de Dinamarca, desde un primer momento, manifestó su voluntad de no renunciar a estos dos importantes territorios. Prusia anunció su intervención militar y política con el fin de garantizar los derechos de la población alemana de Schleswig y Holstein. Esta decisión obligó a Austria, a pesar de su mala situación geográfica para realizar una guerra en los ducados, a intervenir para conservar su prestigio en Alemania. La guerra tuvo lugar en la primavera de 1864 y se saldó con una rápida victoria de las tropas prusianas y austríacas, que ocuparon parte de la península Jutlandia. Por la Paz de Viena, firmada en octubre de

1864, Dinamarca se veía obligada a ceder los ducados, mientras que por la Convención de Gastein, de agosto de 1865, Scheleswig y el puerto de Kiel pasaban a la administración de Prusia y Holstein a Austria. La rivalidad entre las dos potencias se hizo pronto evidente: Bismarck había logrado un considerable éxito al comprometer a Austria en un escenario tan alejado de sus fronteras como era el de estos ducados, al norte de la Confederación Germánica. Guerra Austro-prusiana (1866) Bismarck aumentó la tensión entre las das grandes potencias alemanes presentando un proyecto de reforma de la Confederación Germánica, llegando incluso a proponer la formación de un Parlamento alemán al que se accediera por sufragio universal, algo inaceptable para Austria. Frente a la tradicional monarquía de Francisco José I, Prusia se presentaba como una nación liberal y moderna. El gobierno de Berlín unió a esta intensa actividad interior una activa política exterior, mediante la cual se garantizó la neutralidad de Francia, que quería ver concluida la unificación italiana. De igual modo, Rusia, en caso de guerra, prefería el triunfo de los prusianos porque tenía con Austria planteado el conflicto en los Balcanes. Finalmente, el incondicional apoyo de Italia permitía abrir un segundo frente por el sur y distraer a las tropas austríacas. La guerra fue bastante corta (junio-julio de 1866), de hecho, también se conoce como Guerra de las Siete Semanas. Austria tenía el apoyo de los principales estados de la Confederación: Hannover, Baviera, Württemberg, Sajonia, Baden y Hesse, pero con mejores comunicaciones para transportar sus tropas contaba Prusia. La batalla decisiva tuvo lugar el 3 de julio en Bohemia (batalla de Sadowa) que dio la victoria a Prusia. Los austríacos firmaron dos paces: Paz de Praga, con los prusianos, y Paz de Viena, con los italianos. Prusia se anexionó Hannover, confirmó su dominio sobre Schleswig-Holstein y adquirió los ducados de Hesse-Kassel y Nassau y la ciudad libre de Frankfurt. El reino de Sajonia permaneció intacto. Los territorios al sur del río Main (Baviera, Wüttemberg y gran ducado de Hesse-Darmstadt) siguieron siendo independientes, pues la entrada de estos territorios en la

órbita de Berlín habría llevado a una guerra con Francia. Todo estaba por llegar. Como consecuencia de todo ello, la Confederación Germánica desapareció y daba paso a la Confederación Alemana del Norte (marzo de 1867 La presidía Guillermo I y Bismarck era su canciller. Esta nueva formación política tenía dos órganos consultivos: un Consejo Federal (Bundesrat) y un Parlamento (Reichstag), el cual era elegido mediante sufragio universal. Ante el estupor de los aristócratas, príncipes y junkers prusianos, de una parte, y de los liberales y demócratas, de otra, nacía la Alemania Estado-Nación, sólo comprendida en su totalidad por su autor, el propio Otto von Bismarck.

Guerra Franco-Prusiana (1870) La política exterior del II Imperio francés se resquebrajaba. Por ejemplo, el intento de colocar en el trono de México a Maximiliano de

Austria fue un fracaso que había costado muchos muertos, entre ellos el propio Maximiliano en 1867. Asimismo, el reino de Italia había crecido solo y aspiraba a convertirse en una gran potencia en lugar de un satélite de Francia, como había planeado Napoleón III. Y como no, el sur de Alemania parecía llamado, por una vía o por otra, a romper los lazos que le unían con París. A todos estos graves contratiempos se unía el surgimiento en Centroeuropa de una nueva gran potencia, la Prusia de Bismarck, que afectaba directamente los designios tradicionales de Francia en materia de política continental europea. Todo se enconó cuando en España triunfó la Revolución de 1868. Isabel II había sido depuesta y el progresista Prim estudiaba la posibilidad de poner...


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