Martinet, André - Elementos de Lingüística General. Cap. 1 PDF

Title Martinet, André - Elementos de Lingüística General. Cap. 1
Author Sol Antonello
Course Linguística
Institution Universidad Nacional de Córdoba
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ANDRÉ MARTINET

ELEMENTOS DE LINGÜÍSTICA GENERAL

BIBLIOTECA ROMÁNICA HISPÁNICA

ANDRÉ MARTINET

DIRIGIDA POR DÁMASO ALONSO

I I I. MANUALES,

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ELEMENTOS

DE

LINGÜÍSTICA GENERAL VERSIÓN ESPAÑOLA DE

JULIO CALONGE RUIZ SEGUNDA EDICIÓN REVISADA

BIBLIOTECA ROMÁNICA HISPÁNICA EDITORIAL GREDOS MADRID

O EDITORIAL GREDOS, S. A., Sánchez Pacheco, 81, Madrid, 1974, para la versión española. Título original: Élém ents de linguistique générale, COLIN, Paris, 1960.

LIBRAIRIE ARMAND

REIMPRESIÓN.

Depósito Legal: M. 34136-1974.

ISBN 84-249-1137-7. Rústica. ISBN 84-249.1138.5. Tela. Gráficas Cóndor, S. A., Sánchez Pacheco, 81, Madrid, 1974. -- 4347.

P R O L O G O

Cuando se reflexiona qué natural y qué provechoso es para el hombre identificar su lengua con la realidad, se vis lumbra el grado de sofisticación que ha sido preciso alcanzar para disociarlas y hacer de cada una un objeto de estudio. Es conocida la historia del tirolés que, al regreso de un viaje a Italia, ensalzaba ante sus compatriotas los encantos del país, pero añadía que sus habitantes debían de ser bien tontos, ya que se empeñaban en llamar cavallo a lo que toda persona con sentido común sabía que era un Pferd. Esta identifica ción de la palabra y la cosa es tal vez la condición para un uso inconsciente y sin dificultades del lenguaje. Pero tiene que ser necesariamente rebasada cuando se desea pasar del uso de una lengua a su observación. Los primeros esfuerzos en este sentido han conducido al hombre a identificar su lenguaje con la razón; la palabra «lógica» designa en su origen el arte de hablar. Esto era,' desde luego, exponerse a encontrar un carácter razonable y lógico a las peores inconsecuencias de la propia lengua, o bien a legislar allí donde el uso no parecía conformarse a la razón. La comparación de lenguas, practicada la mayor parte de las veces con intenciones historicistas, es la que ha hecho entrever la variedad de las estructuras lingüísticas. A partir de entonces, si la razón humana seguía siendo una, las formas del lenguaje no podían

Elementos de lingüísticas general confundirse con ella. Era preciso ver en el lenguaje un reflejo del pensamiento, de un pensamiento del que se sospechaba que estaba determinado por estructuras sociales más bien que sometido a las leyes de la lógica. La lingüística se hizo así psicológica y sociológica •durante todo el tiempo que consideró como tarea propia el estudio de la evolución y no el descubrimiento de los rasgos constitutivos del lenguaje. Sólo un punto de vista estrictamente sincrónico podía permitir purificar la lengua por abstracción de las necesidades cambiantes del ser humano, necesidades que reclaman en cada momento una adaptación del mecanismo lingüístico. La legitimidad de una lingüística general perfectamente autónoma no ofrece duda desde la publicación del Cours de Ferdinand de Saussure, en el que se presenta el análisis sincrónico como el arranque. inicial y fundamental de esta disciplina. Sin embargo, la enseñanza de Saussure no ha producido verdaderamente fruto más que injertada en otros brotes. Los diversos movimientos estructuralistas han tenido que eliminar desde el principio, o poco a poco, lo que en dicha enseñanza había de caduco, a saber, un psicologismo más o menos explícito que impide atribuir una situación plenamente lingüística a la articulación fonemática y que no permite percibir que todo lo que cuenta en la lengua está representado, bajo una u otra forma, en cada punto del circuito del habla. Los «estructuralistas» de hoy están de acuerdo en establecer en principio la prioridad del análisis sincrónico y en rechazar toda introspección. Pero, más allá de eso, los puntos de vista y los métodos difieren ampliamente de una escuela a otra o de una tendencia a otra, y las concordancias terminológicas ocultan con frecuencia divergencias fundamentales. Hay que renunciar, pues, a presentar en una sola obra el conjunto de las doctrinas que están vigentes entre los

Prólogo

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lingüistas contemporáneos. No es necesario decir que todo intento de sincretismo estaría consagrado al fracaso. Los principios y métodos que se van a exponer a continuación están caracterizados, frente a otros principios y métodos, por un mayor realismo y por menos formalismo o a priori: Si le es permitido al autor escribir esto sin salirse de la modestia, es porque los teóricos de hoy no siempre recomiendan la sumisión a los hechos. Se pondrá el acento tanto en la f unción de las unidades lingüísticas como en las estructuras que ellas forman. Más allá de la sincronía aparecerán preocupaciones diacrónicas sin que, desde luego, los puntos de vista se mezclen nunca. Las diferentes partes de esta obra reflejan todas, evidentemente, las preferencias y la personalidad de su autor, pero en grados muy diferentes. Los principios del análisis fonológico son desde hace tiempo de dominio público. Por el contrario lo que se dice en el capítulo IV sobre la sintaxis es nuevo, demasiado nuevo para un manual como éste; la necesidad de presentar un método de descripción que abarque de manera coherente el conjunto de los hechos de lengua nos obliga a anticipar los resultados de un esfuerzo colectivo, aunque mal coordinado, que tiende a obtener para las unidades significativas lo que la fonología representa para las unidades distintivas. Lo que se dice en los capítulos V y VI sobre la variedad de los usos y la dinámica de las lenguas es ciertamente menos original; bajo una f orma u otra, todo esto ha sido tratado ya anteriormente, pero se está muy lejos de que todo lo que ahí se dice sea aceptado universalmente. Este libro presenta, en forma condensada, un curso de lingüística general profesado en la Sorbona durante el año escolar 1958-1959. Los párrafos 2-13 a 2-39, consagrados a la fonética articulatoria, redactados especialmente para la edi-

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El em entos d e l ingüís tica ge ne ral

ción española, se diferencian sólo en pequeños detalles del texto original, Algunos títulos nuevos figuran en la bibliografía que va al fin de la obra. El autor se complace en dar las gracias aquí a don Julio Calonge, que se ha encargado de traducir este libro al español y que se ha esforzado en hacer más fácil para un nuevo público la comprensión de la obra reemplazando, siempre que esto era posible, los ejemplos franceses por ejemplos españoles.

Capítulo 1 LA LINGÜÍSTICA, EL LENGUAJE Y LA LENGUA

1-1. La lingiiistica, disciplina no prescriptiva L a l i n güí s t i c a e s e l e s t ud i o c i e n t í f i c o d e l l e n gua j e humano. Un estudio se llama científico cuando se funda sobre la observación de los hechos y se abstiene de proponer una selección entre estos hechos en nombre de ciertos principios estéticos o morales. «Científico» se opone, pues, a «prescriptivo». En el caso de la lingüística es particularmente importante insistir sobre el carácter científico y no prescriptivo de su estudio. Al ser el objeto de esta ciencia una actividad humana, hay una gran tentación de abandonar el dominio de la observación imparcial para recomendar un determinado comportamiento, de no anotar lo que realmente se dice, sino de dictar lo que es preciso decir. La dificultad que existe para separar la lingüística científica de la gramática normativa recuerda la que existe para separar de la moral una verdadera ciencia de las costumbres. La historia nos muestra que, hasta una fecha muy reciente, la mayor parte de los que se han ocupado del lenguaje o de las lenguas lo han hecho con intenciones prescriptivas proclamadas o eviden-

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Elementos de lingüística general

tes. Todavía hoy, la mayor parte de la gente, incluso la culta ignora casi la existencia de una ciencia del lenguaje distinta de la gramática escolar y de la actividad normativa de esc ritores y periodistas. Pero el lingüista contemporáneo, ante expresiones como te pido lo hagas pronto, el negocio que te he hablado, es por eso que decimos, se aparta tanto de la virtuosa indignación del purista como de la alegría no contenida del ironoclasta. Ve ahí simplemente hechos que debe anotar y explicar en el cuadro de los usos en que ellos aparecen. No se saldrá ele su papel si señala las protestas o las burlas de ciertos auditorios y la indiferencia de otros, pero, por su parte, se abstendrá de tomar partido. • 1- 2. Cardcter vocal del lenguaje El lenguaje que estudia el lingüista es el del hombre. No habría necesidad de precisar esto, porque los otros empleos que se hacen de la palabra «lenguaje» son casi siempre met afóricos: el «lenguaje de los animales». es una invención de los fabulistas, el «lenguaje de las hormigas» supone más bien una hipótesis que un dato de observación, cl «lenguaje de las flores» es un código corno tantos otros. En el hablar corriente, «el lenguaje» designa propiamente la .facultad que tienen los hombres de entenderse por medio de signos voca les. Merece la pena detenerse en este c a r á c t e r v ocal del lenguaje. En los países civilizados, desde hace algunos milenios se hace uso con mucha frecuencia de signos pictóricos o gráficos que corresponden a los signos vocales de lenguaje. Esto es fo que se llama escritura. Hasta la invención del fonógrafo, todo signo vocal emitido era percibido inmediatamente o quedaba perdido para siempre. Por el contrario, un signo escrito duraba tanto cuanto durara su soporte: piedra, pergamino o papel, y los rasgos dejados so-

La lingüística, el lenguaje y la lengua bre este soporte por el buril, el estilo o la pluma. Es lo que se resumía por medio del proverbio verba volant, scripta manent. Este carácter definitivo de cosa escrita ha dado a ésta un prestigio considerable. Bajo la forma escrita se transmiten hasta nuestros días las obras literarias (por otra parte así llamadas precisamente por esta forma escrita) que constituyen aún la base de nuestra cultura. Las escrituras alfabéticas ofrecen para cada signo una sucesión de letras, bien separadas en los textos impresos, que la escuela ha enseñado a conocer; cualquier español instruido sabe cuáles son los componentes del signo escrito caballo, pero le costaría es fuerzo distinguir los componentes del signo vocal correspondiente. De hecho, todo concurre para que se identifiquen en el espíritu de las gentes instruidas el signo vocal y su equivalente gráfico y para que este último se imponga como el único representante válido del complejo. Esto no debe hacer olvidar que los signos del lenguaje humano. son con, ,prioridad vocales, que, durante centenas de miles de años, estos signos han sido exclusivamente vocales y que todavía ho y l a mayorí a de los seres humanos saben hablar sin saber l eer . Se aprende a hablar antes de aprender a leer; la lectura viene a doblar la palabra, jamás al contrario. El estudio de la escritura representa una disciplina distinta de la lingüística, aunque, prácticamente, es uno de sus anexos. Así, pues, el lingüista hace abstracción, por principio, de los hechos de grafía. No los tiene en cuenta más que en la medida, en total restringida, en que los hechos de grafía influyen en la forma de los signos vocales. 1.3. El lenguaje, institución humana Con frecuencia se habla del lenguaje como de una facultad humana. Nosotros mismos hemos empleado este tór-

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Elementos de lingüística general

mino más arriba, pero sin concederle un valor riguroso. Es probable que las relaciones del hombre y de su lenguaje sean de naturaleza demasiado particular para que se pueda deliberadamente colocar a este último en un tipo más amplio de funciones determinadas. No se podría afirmar que el lenguaje sea el resultado de la actividad natural de algún órgano, como lo son la respiración o el andar, que constituyen, por así decirlo, la razón de ser de los pulmones y las piernas. Se habla,. es cierto, de órganos de la palabra, pero se añade, en general, que la primera función de cada uno de estos órganos es otra cualquiera : la boca sirve para la ingestión de los alimentos, las fosas nasales para la respiración, y así sucesivamente. La circunvolución del cerebro en que se ha querido ver el asiento de la palabra, porque sus lesiones están frecuentemente unidas a la afasia, tiene algo que ver probablemente con el ejercicio del lenguaje, pero nada prueba que ésa sea su función primera y esencial. En esta situación se ha pensado en situar el lenguaje entre las i n s t i t u c i o n e s humanas, y esta manera de ver ofrece ventajas indudables, pues las instituciones humanas surgen de la vida en sociedad., Éste es precisamente el caso del lenguaje, que se concibe esencialmente como un instrumento

de comunicación. Las instituciones humanas suponen el ejercicio de las más diversas facultades. Pueden hallarse muy extendidas o incluso ser universales, como el lenguaje, sin aparecer idénticas de una comunidad a otra. La familia, por ejemplo, caracteriza tal vez a todos los grupos humanos, pero s e, manifiesta en diferentes partes bajo formas diver sas. Igualmente el lenguaje, idéntico en sus funciones, difie re de una comunidad a otra, de tal manera que no puede funcionar más que entre individuos de un grupo determinado. Como las instituciones no son en modo alguno datos previos, sino productos de la vida en sociedad, no son inmu-

La lingüística, el lenguaje y la lengua tables. Son capaces de cambiar por la presión de necesidades diversas y por la influencia de otras comunidades. Pues bien, veremos que las diferentes modalidades del lenguaje que son las lenguas no se comportan de otro modo.

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Las f unciones del lenguaje

Sin embargo, decir que el lenguaje es una institución es algo que informa imperfectamente sobre la naturaleza de este fenómeno. Designar una lengua, aunque sea metafóricamente, como un instrumento llama la atención muy útilmente sobre aquello que distingue la lengua de muchas otras instituciones. La función esencial del i n s t r u m e n t o que es una lengua es la de la c o m u n i c a ció n. El francés, por ejemplo, es, ante todo, el mecanismo que permite a las personas «de lengua francesa» entrar en relación unas con otras. Veremos que si todas las lenguas se modifican a través del tiempo, ello acontece esencialmente para adaptarse del modo más económico posible a satisfacer las necesidades de comunicación de las comunidades que las hablan. No obstante, deberá tenerse en cuenta que el lenguaje ejerce otras funciones que la de asegurar la mutua comprensión. En primer lugar, el lenguaje sirve, por así decirlo, de soporte al pensamiento hasta el punto de que es posible hacerse la pregunta de si una actividad mental a la que faltara el marco de una lengua merecería propiamente el nombre de pensamiento. Pero corresponde a los psicólogos, no a los lingüistas, dar su opinión sobre este punto. Por otra parte, e l h ombre e mple a c on f re c ue n c ia s u l e n gua para e xpre sarse, es decir, para analizar lo que siente sin ocuparse

excesivamente de las reacciones de eventuales oyentes:- Encuentra en ella, al mismo tiempo, el medio de afirmarse

Elementos de lingüística general

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La lingüística, el lenguaje y la lengua •

ante sí mismo y ante otros sin que en realidad tenga deseos de comunicar nada. Se podría igualmente hablar de una función estét ica d el lengua je que ser ía d ifícil a na liza r , d e tal manera que se entremezcla estrechamente esta función con las de comunicación y expresión. En último análisis, es la comunicación, es decir, la comprensión mutua, la que es preciso r etener como función centr al del instr umento que es la lengua. Es notable, a este respecto, que las sociedades reprimen por medio de la bur la el soliloquio, es decir, el empleo del lenguaje con fines puramente expresivos. El que quiera expresarse sin temor a censura debe encontra r un público ante el cual. representar la comedia del intercambio lingüístico. Por otra parte, todo indica que la lengua de cada individuo se corrompería rápidamente si no existiera la necesidad de hacerse comprender. Esta necesidad permanente mantiene el mecanismo en buen estado de funcionamiento.

clones en este paralelismo constituirían los «idiotismos». Las mismas producciones vocales estarían normalmente comp uestas, en todas las lenguas, de los mismos sonidos; las •

únicas diferencias de una lengua a . otra consistirían en la elección y agrupamiento de esos sonidos para cada palabra. Esta concepción ingenua se confirma cua ndo se piensa en la grafía más que en los sonidos, en razón al empleo del mismo alfabeto par a las lenguas más diversa s; los rótulos cheval, horse, Pf erd utilizan, efectivamente, las letras de un mismo alfabeto : la e en las tres palabra s, la h en cheval y horse, la r en horse y Pf erd, etc. Cierta mente es pr eciso es. tablecer que para el oído no se reduce todo a diferencias en la elección y ordena ción de los mismos elementos; entonces se habla ingenuamente de «acento». Un «acento» representaría algo un tanto marginal que se sobreañade a la articu lación nor mal de los sonidos del lenguaje y que sería ur poco r idículo y casi inconveniente intentar imitar cuando se aprende una lengua distinta de la propia.

1- 5. ¿Las lenguas son nomenclaturas?

Según una concepción muy ingenua, pero bastante extendida una lengua ser ía un repertor io de palabra s, es decir, de producciones vocales (o gráficas), cada una de las cuales correspondería a una cosa. A un determinado animal, el caballo, por ejemplo, el repertorio particular conocido por el nombre de lengua española haría corresponder una producción vocal determinada que la ortografía representa por la forma caballo; las diferencias entre las lenguas se reducirían a diferencias de designación; pa ra caballo el francés diría cheval, el inglés horse y el alemán Pferd. Aprender una nueva lengua consistiría simplemente en retener en la memoria una nueva nomenclatura en todo paralela a la anterior. Los casos aislados en los que es preciso establecer altera-

1.6. El lenguaje no es un calco de la realidad •

Esta noción de la lengua r epertorio se funda en la idea simplista de qué el mundo en su totalidad se clasifica, con anter ioridad a la visión que de él tienen los hombres, en categorías de objetos perfectamente distintos, cada una de las cuales recibe necesariamente. una designación en cada lengua. Esto que, hasta. cierto punto, es verdadero cuando se trata, por ejemplo, de especies de seres vivientes, no lo es en otros campos. Podemos considerar como natural la diferencia entre el agua que fluye y la que no fluye, pero dentro de estas dos categorías, ¿quién no advierte lo arbitraria que es la subdivisión en océanos, mares, lagos y estanques, o

Elementos de lingüística general en ríos importantes, afluentes, arroyos y torrentes? La. comunidad de civilización produce, sin duda, el hecho de que para los occidentales el Mar Muerto sea un mar y el Gran Lago Salado, un lago, pero no impide que sólo Ios franceses distingan entre río que desemboca en el mar (fleuve), y afluente que lleva sus aguas a otro río (rivière). En otro campo, el francés expresa con el mismo término bois un lugar plantado de árboles, la madera en general, la madera de construcción, la madera de quemar, aparte de usos más especiales del tipo bois de cerf «cuernos de ciervo». El danés tiene una palabra, trce, que designa el árbol y la madera en ge neral y, en concurrencia con tommer, la madera de construcción; pero no utiliza esta palabra para un lugar plantado de árboles, que se dice skov, ni para la madera de quemar, que se dice braende. Para los principales sentidos de la palabra francesa bois, el español distingue entre bosque, madera, leña; el italiano, entre bosco, legno, legna, legname; el alemán, entre Wald, Gehölz, Holz; el ruso, entre les, dérevo, drová. Cada una de estas palabras es susceptible de aplicarse a cosas para las que el francés usaría otra palabra distinta de «bois»; el alemán Wald es preferentemente «bosque»; ...


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