Michel Foucault y el poder disciplinario PDF

Title Michel Foucault y el poder disciplinario
Course Psicología Educacional
Institution Universidad de Morón
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Michel Foucault y el poder disciplinario Michel Foucault fue un historiador de las ideas, psicólogo, teórico social y filósofo francés que vivió entre 1926 y 1984. Es conocido principalmente por sus estudios críticos de las instituciones sociales, en especial la psiquiatría, la medicina, las ciencias humanas, el sistema de prisiones, así como por su trabajo sobre la historia de la sexualidad humana. A lo largo de la materia analizamos dos textos de su autoría, “Microfísica del poder” y “Vigilar y castigar”. En el primero de ellos, lleva a cabo un recorrido histórico sobre la evolución del ejercicio del poder. Comienza describiendo el poder soberano propio de las sociedades occidentales que encontró su auge en Europa a partir de las monarquías autoritarias que surgen al final de la Edad Media con la crisis de las monarquías feudales y el predominio que adquiere el rey en relación a todos los estamentos. La elaboración del pensamiento jurídico se ha desarrollado alrededor de este poder real, a petición del mismo para servirle de instrumento de justificación. El derecho trasmitía y funcionalizaba relaciones que no eran exclusivamente de soberanía, sino de dominación. Era un poder transcrito en términos de relación súbdito-soberano, poder que era verticalista y se ejercitaba de forma explícita. En el siglo XVIII, ubicándose la Revolución Francesa como hito fundante, se produjo la invención de una nueva mecánica de poder que posee procedimientos muy singulares, se trata del poder disciplinario propio del Estado de Derecho que desplazó al Estado Soberano. La teoría de soberanía y la organización de un código jurídico centrado en ella permitieron sobreponer a los mecanismos de disciplina en un sistema de derecho que ocultaba los procedimientos y las técnicas de dominación garantizando a cada cual el ejercicio de sus propios derechos. El poder pasó de ser un fenómeno de dominación masiva y homogénea de un individuo sobre los demás a ser algo que circula entre los individuos. La verdad está centrada en la forma del discurso científico y en las instituciones que la producen. En el capítulo titulado “Los cuerpos dóciles” de “Vigilar y castigar”, Foucault postula que el individuo de la sociedad disciplinaria es algo que se fabrica, se produce una máquina de la pasta carente de forma que era el cuerpo, corrigiendo las posturas y automatizando los hábitos. Las disciplinas son métodos que permiten el control minucioso de las operaciones del cuerpo, aumentando las fuerzas del mismo en términos económicos de utilidad y disminuyéndolas en términos políticos de obediencia. La disciplina procede ante todo a la distribución de los individuos en el espacio. Transforma las multitudes confusas, inútiles y peligrosas en multiplicidades ordenadas, llegando a exigir la clausura, especificación de un lugar heterogéneo a todos los demás y cerrado sobre sí mismo (por ejemplo, la fábrica, la escuela y la prisión). Estos espacios de encierro tienden a hacer coincidir la clasificación lógica (elementos comunes de un círculo determinado) con la distribución espacial (que implica estar dentro de un ámbito específico), materializando el sueño homogeneizador del poder disciplinario.

En el siguiente capítulo, “Los medios del buen encauzamiento”, Foucault describe el uso de instrumentos relativamente simples en los que radica el éxito del poder disciplinario: la vigilancia jerárquica, la sanción normalizadora y el examen. Respecto a la vigilancia jerárquica, el ejercicio de la disciplina supone un dispositivo que coacciona por el juego de la mirada, un aparato en el que las técnicas que permiten ver inducen efectos de poder. El aparato disciplinario perfecto permitiría a una sola mirada verlo todo permanentemente. Como el Gran Hermano que gobierna en el distópico super estado de Oceanía propuesto por George Orwell en su novela 1984. El segundo instrumento descrito por Foucault es la sanción normalizadora, un pequeño mecanismo de infra-penalidad ubicado en el corazón de todas las instituciones disciplinarias que rige los espacios que las leyes dejan vacíos. El castigo disciplinario tiene por finalidad corregir las desviaciones e implica la insistencia y la repetición. Castigar es ejercitar. La penalidad perfecta normaliza. Por último, el examen combina las técnicas de la jerarquía que vigila y de la sanción que normaliza. Establece sobre los individuos una visibilidad a través de la cual se los diferencia y se los sanciona. A esto se debe que en todos los dispositivos de disciplina, el examen se halle altamente ritualizado. La superposición de las relaciones de poder y de las relaciones de saber adquiere en el examen toda su notoriedad visible. Para finalizar mi exposición hablaré sobre el último capítulo analizado de “Vigilar y castigar”, “El panoptismo”. El panóptico es un tipo de arquitectura carcelaria ideada por el filósofo inglés Jeremy Bentham hacia fines del siglo XVIII. El objetivo de la estructura panóptica era permitir a su guardián, guarnecido en una torre central, observar a todos los prisioneros, recluidos en celdas individuales alrededor de la torre, sin que estos puedan saber si son observados. El efecto más importante del panóptico es inducir en el detenido un estado consciente y permanente de visibilidad que garantizaría el funcionamiento automático del poder, sin que ese poder se esté ejerciendo de manera efectiva en cada momento, puesto que el prisionero no puede saber cuándo se le vigila y cuándo no. Presenta un aspecto laboratorio ya que puede ser utilizado como máquina de hacer experiencias, modificar el comportamiento, encauzar y reeducar la conducta de los individuos....


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