Progreso y diversidad cultural en Raza e Historia de Lévi-Strauss PDF

Title Progreso y diversidad cultural en Raza e Historia de Lévi-Strauss
Author Valentin Gonzalez Perez
Course Antropología Social y Cultural
Institution UNED
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Progreso y diversidad cultural en Raza e Historia de Lévi-Strauss. En este texto, encargado por la Unesco en 1952, Lévi-Strauss expone su concepción e idea de progreso y la necesidad de la diversidad cultural para su realización. Para poder entender esta premisa primeramente tendremos que desgranar algunos conceptos que conducirán a la resolución de esta tesis. Hay que tener en cuenta una de las actitudes culturales más antigua, el etnocentrismo. Esta conducta lleva a repudiar las formas culturales más alejadas de aquellas con las que nos sentimos identificados y a suprimir aquello que nos resulta chocante cuando se intenta dar cuenta de la diversidad cultural. Este fenómeno natural, la diversidad de las culturas, rara vez se muestra como lo que es. Así, en la antigüedad, todo lo que no participase de la cultura griega y después grecorromana era considerado bárbaro. En la actualidad, la civilización occidental utiliza el término salvaje para arrojar fuera de la cultura a todo aquello que no se ajuste a sus normas. En ambos casos es el hecho mismo de diversidad cultural el que no se quiere admitir. Tal talante es la actitud más señalada y distintiva de la humanidad. Negamos la humanidad de los otros, un bárbaro es alguien que cree en la barbarie. La humanidad acaba en las fronteras de la tribu, del grupo lingüístico… Pero, esta actitud, puede conducir a un falso evolucionismo que argumenta como el desarrollo de las diferentes sociedades son etapas de una misma evolución que las hará converger con el devenir del tiempo en un mismo punto. Intentando, así aplicar las teorías darwinistas del plano biológico al sociocultural y negando de esta manera la diversidad fingiendo que la reconoce (este falso evolucionismo reconoce la existencia de una gran multitud de culturas diferentes para, acto seguido, negarlo relegando a cada una de ellas a un estrato diferenciado de una misma evolución). Resulta indispensable asumir que todas las culturas son adultas. No se debería caer en la tentación del falso evolucionismo al comparar culturas contemporáneas asumiendo que si una sociedad se parece en algo a una civilización desaparecida, de la que solo conocemos algunos aspectos, ambas se asemejan en su totalidad. De esta manera volvemos a la visión etnocentrista al intentar reducir las diversas culturas humanas al estado de réplicas atrasadas de la civilización occidental. Todas las sociedades tienen su historia aunque esta sea desconocida. Las diferencias que se encuentran entre las diferentes sociedades se deben a que unas han vivido una historia progresiva, adquisitiva, de acumulación de invenciones y hallazgos en una dirección y otras no. Asimismo, el progreso de la humanidad no siempre es continuo y

procede por saltos (coexisten diferentes etapas en un mismo momento temporal, hallazgos abandonados por cientos de años reaparecen y viceversa, etc.), solamente se puede considerar que la historia es acumulativa unas pocas veces y no pertenece a una sola civilización o periodo histórico. Con respecto a la historia acumulativa, al igual que las personas consideramos más acumulativa la parte de nuestra vida en la que más participamos en nuestra comunidad (en la etapa juvenil la consideramos más acumulativa y en la vejez menos), corremos el riesgo de considerar acumulativa a toda cultura con un sentido análogo a la nuestra, dado que todo miembro de una cultura utiliza un enfoque solidario con ella. También hay que tener en cuenta que existen diferentes criterios que pueden caracterizar el progreso: cantidad de energía disponible por miembro (civilización occidental), aptitud para triunfar en medios hostiles (esquimales, beduinos), cuidado de la mente y el cuerpo (civilizaciones orientales)… Esto nos lleva a observar el lugar que ocupa la civilización occidental. Es un hecho que la mencionada civilización tiende a difundirse por todo el mundo y este toma de ella técnicas y estilos de vida. Actualmente los países en vías de desarrollo, no se quejan por ser occidentalizados, sino porque no se les dan los medios para hacerlo más rápido. Este proceso que se desarrolla y en el que estamos, de alguna manera involucrados, no resulta de una adhesión espontanea sino más bien una imposición por la falta de opciones a la que esta civilización conduce al resto de culturas. Un fenómeno explicable por algunos valores de la citada civilización, los más manifiestos son: acrecentar la cantidad de energía disponible por cabeza y prolongar la vida humana (estos caracteres van acompañados de fenómenos compensadores tales como el reparto desigual de la energía). El azar también ha jugado un papel importante en el progreso de las civilizaciones, pero por sí solo resulta insuficiente para justificarlo. No se puede pensar que en el descubrimiento del fuego, la alfarería la agricultura y tantas y tantas invenciones de la humanidad solamente interviniese el azar. En este progreso sabemos que la civilización occidental ha resultado mucho más acumulativa que las otras en referencia a las invenciones técnicas. Aunque interesarse por un solo tipo de progreso invisibiliza a los otros, la diferencia entre historia acumulativa y estacionaria no es nítida: en unos aspectos puede parecer estacionaria y en otros acarrear enormes transformaciones. Unas de las formas que ha logrado ser más acumulativa es la colaboración entre culturas. Cuantas más culturas combinemos, más posibilidades tenemos de conseguir formas de historia acumulativa. Sin embargo una sociedad solitaria tiende a formar historia estacionaria.

Este proceso lleva a una paradoja: el progreso cultural se da por colaboración entre culturas y este progreso es más fecundo cuanto más diversificadas son las culturas en coalición, pero este camino conduce a una homogeneización que haría improbable el progreso a largo plazo. Para poder superar este estancamiento la sociedad occidental ha utilizado dos soluciones. La primera de ellas, como consecuencia de la revolución industrial y después como resultado de la expansión del capitalismo, es provocar separaciones diferenciales (desigualdades sociales). Como segunda opción se optó por introducir en la coalición cultural nuevos participantes externos con el sistema colonialista, esta opción ya se encuentra agotada y dado que vivimos en un mundo finito una vez se termina no nos permite seguir utilizándola por la imposibilidad de encontrar nuevas culturas que añadir a la coalición. Así pues, vemos como la humanidad se encuentra inmersa constantemente entre dos procesos para construirse así misma: unificación y diversificación. Antes de poder pasar a las conclusiones, debemos observar como el concepto de relativismo cultural se encuentra integrado en casi todas las premisas anteriormente citadas. Es importante darse cuenta de que es errado tratar de entender una cultura empleando patrones de otra. De esta manera no podremos comprender la lógica interna de las demás culturas ni ver las potencialidades que podrían aportar a una hipotética coalición cultural. Si nos aferramos al etnocentrismo inherente a toda cultura nos veremos incapacitados para ver que parte de su cultura pudieran aportar a una hipotética coalición al juzgarla con unos patrones totalmente diferentes. Sin embargo, este relativismo cultural ha de ser puramente metodológico y no radical. La interpretación radical de este concepto nos podría llevar a aceptar prácticas culturales desechables como la ablación genital femenina o los genocidios. Actualmente las prácticas que niegan los derechos humanos son reprobables desde cualquier punto de vista, aunque ello no implica contradecir el necesario principio de relativismo cultural, según el cual toda cultura debe interpretase para comprenderla a través de sus propios principios. Esta expansión y aceptación de los derechos humanos forma parte de la globalización que acompaña a la expansión del capitalismo (civilización occidental). La concepción de estos derechos humanos ha variado desde su primera proclamación normativa, siendo estos, actualmente, aceptados por todas las asociaciones de antropología y denotando un pluralismo cultural de que carecían en sus inicios.

Por otro lado, el que existan prácticas culturales denunciables no implica que esto sea lo común. La mayor parte de las prácticas culturales de las diferentes civilizaciones son respetuosas con los derechos humanos. En este contexto, se observa como Lévi-Strauss reconcilia la noción de progreso y el relativismo cultural. La noción de progreso implica la idea de que ciertas culturas, en unos tiempos y lugares determinados, son superiores a otras. Y el relativismo cultural afirma que ningún criterio permite juzgar en términos absolutos una cultura superior a otra. Si en ciertas épocas y lugares unas culturas progresan y evolucionan mientras otras no, no es debido a una superioridad de las primeras, sino a que una circunstancia histórica o geográfica han inducido una colaboración entre culturas no desiguales, sino diferentes. Teniendo en cuenta:  Que la forma en que la humanidad se construye es a través de dos procesos contradictorios: unificación (cuando diferentes culturas colaboran para progresar estas tienden a homogeneizarse entre sí) y diversificación (cuando no hay contacto o este es mínimo entre diferentes culturas estas tienden a estancarse; pero el progreso resultante, aunque bastante menos y a más largo plazo, suele ser diferenciador).  Que la civilización occidental, a través del capitalismo, se está extendiendo por todo el planeta unificando globalmente, con sus propias peculiaridades, la totalidad de las culturas.  Que al resto de culturas, debido a los valores de la civilización occidental y al antiguo sistema colonial, no les quedan capacidad de resistencia a este avance viéndose obligadas a la adhesión a este sistema.  Que esta fortaleza de la civilización occidental es también su mayor debilidad, pudiéndola llevar hasta su propio estancamiento y/o colapso.  Que solo se han podido aportar dos soluciones para evitar el estancamiento que podría llevar esta globalización de la civilización occidental.  Que una de ellas provoca separaciones diferenciales a través de desigualdades sociales a veces difícilmente asumibles y/o reconciliables con la declaración universal de los derechos humanos. 

Que la otra (Introducir en la coalición cultural nuevos participantes) una vez agotado el sistema colonialista por la civilización occidental resulta prácticamente imposible de aplicar.

Nace la imperiosa necesidad de preservar la diversidad de las culturas. Para alcanzar este fin no bastará con mimar las tradiciones locales, lo que debe ser salvado es el hecho de la diversidad. Esta tolerancia no debe ser una posición contemplativa, sino más bien una actitud dinámica. En resumen debemos hacer valer esta exigencia no como un acto contemplativo o indulgente hacia esta diversidad, sino para poder estimular las potencialidades que se encuentran en esta diversidad. La reivindicación de muchas sociedades para que se preserven sus derechos culturales que corren serio peligro de extinción, cobra una nueva perspectiva al comprobar que la perdida de esta diversidad lleva una merma muy importante en las opciones de progreso de la civilización occidental como sociedad globalmente extendida. Dado que es sabido que durante el siglo XX ha habido una merma importantísima en el acervo cultural mundial y la tendencia durante este siglo es acelerar aún más esta destrucción, para poder asegurar la subsistencia

y evitar el estancamiento y/o colapso de este modelo es preciso

implementar medidas en defensa de los derechos de las minorías culturales, religiosas y, en general, a todos los grupos humanos que poseen sus propias peculiaridades culturales. Máxime teniendo en cuenta que la única alternativa es uno de los monstruos del capitalismo, las desigualdades sociales. Aunque el reparto de energía disponible por cabeza se haga de forma desigual, estas separaciones diferenciales por sí solas no son tan productivas como el aprovechamiento de las diferentes potencialidades que se pueden aportar a través de la diversidad cultural. En esta tesitura en la que encontramos actualmente a la civilización occidental, donde el camino hacia el estancamiento cada día se vislumbra más cercano. Cobra aún más sentido las premisas con las que concluye su texto Lévi-Strauss, debemos mimar y preservar la diversidad de las culturas sabiendo que no tomar este camino conduce, tarde o temprano, hacia una crisis sistémica y al estancamiento del actual modelo de la civilización occidental.

Bibliografía: CLAUDE LÉVI-STRAUSS, “Raza e historia”, 1979. En Antropología estructural dos. Mito, Sociedad, Humanidades. México, Siglo XXI editores. (Original en francés, publicada en la colección La question raciale devant la science moderne. UNESCO,París, 1952).

PAZ MORENO FELIU, De lo lejano a lo próximo un viaje por la Antropología y sus encrucijadas, 2014. Editorial centro de estudios Ramón Areces. España....


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