Sincronía, diacronía e historia y cambio ling PDF

Title Sincronía, diacronía e historia y cambio ling
Author Brenda Palacios
Course Lingüística General
Institution Universidad Carlos III de Madrid
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UNCo – Humanidades – Letras – Filología Hispánica

El estudio del cambio lingüístico1 Sincronía, diacronía y las concepciones sobre el cambio lingüístico Ferdinad de Saussure (1916)2, entre otras, adoptó una dualidad teóricometodológica basada en la distinción entre diacronía y sincronía. El estudio sincrónico se asimilaría a hacer una fotografía de la lengua y estudiarla en su imagen estática, sin tener en cuenta la variabilidad temporal, y sería el tipo de estudio que proporcionaría el conocimiento de una lengua en un momento determinado, a partir del cual pueden llevarse a cabo estudios diacrónicos, esto es, estudios que tengan en cuenta su evolución e historia. Saussure consideraba que estos dos enfoques de estudio eran antinómicos, es decir, que había contradicción lógica entre ellos y que, por tanto, eran completamente independientes. Saussure había separado sincronía / diacronía por el carácter aparentemente fortuito del cambio lingüístico. Pero, esto fue criticado, porque no podía haber barreras infranqueables entre los métodos sincrónico y diacrónico. Como veremos, esta concepción irreductible ha sido posteriormente revisada. El Círculo de Praga se centró especialmente en el debilitamiento de la fuerte antinomia sincronía / diacronía, preocupándose por constatar que lo diacrónico había de ser también sistemático. Tynianov y Jakobson (1928) conciliaron los polos de la antinomia mediante el punto de vista funcional. Roman Jakobson sostuvo que también en el estudio diacrónico hay que entender la lengua como un sistema funcional en el cual los cambios no deben ser considerados de forma aislada sino "en función del sistema que los sufre" (Jakobson, en Lepschy, 1966: 125). Desde esta perspectiva, era inadmisible interpretar los cambios como un hecho fortuito, había que buscar su explicación dentro del sistema. En ese sentido, Jakobson señaló que en una “sincronía dinámica” existen “puntos débiles” en el sistema, entendidos como insuficiencias del instrumento lingüístico ante las necesidades expresivas no previstas. El teleologismo del cambio así entendido resalta la incidencia de una innovación en la totalidad del sistema, y no su génesis. La asunción de una visión sistemática del cambio y de un enfoque dinámico del estado de lengua hace permeable la frontera metodológica entre las perspectivas sincrónica y diacrónica (Martínez, 2010). Martinet (1955) introdujo criterios de rendimiento funcional y el principio de economía en la consideración de la evolución de las lenguas. Así, interrelacionó los aspectos sistemáticos con las necesidades comunicativas (se puede explicar la desaparición de elementos funcionalmente innecesarios o el refuerzo de los necesarios, según las necesidades expresivas)3. 1 Ficha de cátedra elaborada a los fines específicos del cursado por la Prof. María Eugenia Llambí. 2 Algunas de sus ideas ya están anticipadas en: Saussure, F. de (1878). Mémoire sur le système primitif des voyelles dans les langues indo-européennes”. Leipzig. 3 Si bien el principio de economía es plausible en muchos casos, también es cierto que, con frecuencia, lo que se simplifica por un lado en el sistema, sigue un camino inverso por otro.

Eugenio Coseriu (1958) reflexiona sobre el problema del cambio lingüístico, a partir de analizar la relación entre sincronía y diacronía. Coseriu piensa que Saussure sacrifica la variedad histórica de la lengua en un intento de rechazo de lo diacrónico en el marco del habla. Para él, esto es una contradicción, ya que el habla es un fenómeno espontáneo y ocasional y naturalmente sincrónico. Coseriu concluye este tema diciendo que Saussure solo se preocupó de establecer firmemente la sincronía, sin percibir que la diferencia entre ambos es apenas una cuestión de perspectiva y que el hecho diacrónico y el sincrónico no son dos fenómenos diferentes sino un único fenómeno. Por otra parte, según Coseriu, uno de los mayores errores de la teoría del cambio lingüístico es intentar analizarlo desde el punto de vista de la causalidad. En su opinión, hay que enfocarse en el propósito para el cual la lengua cambia (teleologismo) y sobre las motivaciones de los hablantes para este cambio. Es decir, indagar el “para qué” y no el “porqué” de los cambios. En este contexto, Coseriu plantea el problema de la “aparente aporía4 del cambio lingüístico”, cuestionando no solo la idea del propio Saussure, sino también la de otros lingüistas de que los cambios implicados en la evolución de una lengua son una perturbación a su estabilidad 5, porque caracterizan la lengua como estática. Coseriu pretende refutar las concepciones saussureanas a través de varios argumentos: -Lo que provoca la aporía es la asimilación entre lengua / proyección sincrónica / estado de lengua. -Es un error atribuir al objeto de estudio (la lengua) una propiedad que corresponde al punto de vista del investigador. Para estudiar la lengua, los lingüistas la imaginan estática, ignorando la sucesión y el cambio. La descripción del sistema en abstracto no corresponde a la realidad del objeto. La sincronicidad pertenece al ser de la descripción y no al ser de la lengua. -Es erróneo plantear el cambio lingüístico en términos causales; se puede hablar de “condiciones del cambio” o de relaciones condicionales, porque el cambio ocurre con la finalidad de que el sistema pueda cumplir siempre su función comunicativa. -No existe contradicción entre “sistema” e “historicidad”, porque, precisamente, la historicidad de una lengua implica su sistematicidad. -La realidad de la lengua indica que es inadecuado considerar que cambia la lengua “abstracta”, porque esta está libre de factores externos; existe en teoría. La que cambia es la lengua que se da en el habla, que no puede aislarse de factores externos. Sus postulaciones implican que ambas perspectivas, la sincrónica y la diacrónica, pueden integrarse para abordar el objeto. Un estado de lengua es 4 Una aporía es una proposición sin salida lógica. Es una paradoja lógica. 5 La Sociolingüística de Labov considera que la estabilidad de las lenguas descansa en cierto desequilibrio interno de la variación, y que el cambio solo se produce cuando la estabilidad se rompe en algún punto del espacio a causa del comportamiento de ciertos grupos sociales que se desvían de modo abrupto de las tendencias de los demás hablantes (cambio en progreso). La estabilidad contiene la invariación y la variación estable (esto es, la variación que no resulta en un cambio).

siempre resultado de otros anteriores, es producto de factores históricos. Los cambios se pueden visualizar entre dos estados, y en ese sentido son diacrónicos. Afirmar que la lengua es un objeto histórico no significa excluir la descripción y la teoría6: La lengua es a la vez un objeto histórico y sistemático. La lengua no podría constituirse y funcionar si el cambio fuera total y perpetuo y si un estado de lengua fuese un momento fugaz, explica Coseriu. Debemos entender que el cambio es un factor de discontinuidad con respecto con respecto al pasado y un factor de continuidad con respecto al futuro, porque surge como adaptación a las necesidades funcionales de los hablantes. El cambio es lo que asegura la continuidad y funcionamiento del sistema, en función de las necesidades expresivas de los hablantes. Si se entiende la lengua como “actividad”, el cambio lingüístico deja de presentarse como un problema, ya que el sistema no es visto como algo dado, sino que es un sistema en permanente construcción. Así, el cambio se entiende como un “hacerse sistemático de la lengua” y se elimina la contradicción entre sistema y cambio. Es decir, no hablamos de perpetuo cambio sino de constante sistematización. La lengua funciona sincrónicamente y se constituye diacrónicamente. La descripción, entonces, se sitúa en un estado de lengua y da cuenta de su funcionalidad actual, considerando la lengua como un sistema abierto caracterizado por la variación. Para Coseriu, la superación de la antinomia sincronía/ diacronía se da en la historia, que es la que puede ver los hechos en su hacerse y abarcar tanto los estados de lengua (que son actualidades de una tradición) como su sucesión. La historia implica la descripción, pero no ocurre lo mismo a la inversa; por lo que la diacronía debe ser entendida como una sucesión de sincronías. El hacerse de una lengua es un proceso histórico7. En conclusión, para Coseriu, la distinción entre sincronía y diacronía no pertenece a la teoría del lenguaje, sino a la teoría de la lingüística. José Luis Mendívil Giró, desde la Biolingüística, critica a Coseriu. Sostiene que las explicaciones funcionalistas sobre el cambio lingüístico, en general, presentan el defecto de confundir la causa con la consecuencia. Así, cuando Coseriu asegura que los cambios tienen una finalidad 8, cae en el error de considerar que la funcionalidad que mantiene el sistema para los hablantes gracias a los cambios es la causa de los cambios y no su consecuencia. Si los cambios tuvieran una “finalidad”, en vez de ser en esencia azarosos y ciegos, significaría que son intencionales o voluntarios por parte de los hablantes. Pensemos que esto sería imposible si consideramos que algunos cambios llevan un proceso de desarrollo que excede en mucho la expectativa de vida de una generación. Es decir que los hablantes no pueden tener consciencia finalista o

6 Podemos hablar de una teoría de la lengua, de una historia de la lengua y de la descripción de un estado de lengua. 7 Recordemos que un objeto histórico implica permanencia y evolución. 8 Mendívil Giró opina que Coseriu se propone dar una explicación no causal del cambio, pero termina dando una causal.

teleológica con respecto a la lengua, y sería “animista” atribuir a un sistema una facultad propia de los sujetos racionales. Coseriu no acepta como válida la pregunta por las causas del cambio, porque considera previsible y natural que las lenguas cambien; de ahí que proponga preguntarse por la “finalidad” del cambio. Sin embargo, señala Mendívil Giró, que la innovación y la libertad creativa de los hablantes en el uso pueda generar cambios no significa que estos sean deliberados, porque para el hablante los cambios son hechos externos. Coseriu acierta al describir el mecanismo del cambio como un doble proceso: innovación individual y difusión social, pero se equivoca al atribuirles a ambos procesos ser finalistas y conscientes. No está en la naturaleza de las lenguas el cambio como “finalidad” ni es imprescindible para el funcionamiento de una lengua que cambie. El cambio se produce porque en la lengua existen variaciones, innovaciones y reanálisis y por su modo de transmisión en determinadas condiciones. El cambio es algo que acontece como un accidente9, que será relevante en función de las circunstancias históricas. Las causas del cambio no son las mismas en la fase de innovación o variación que en la fase de difusión: algunas innovaciones responden a “necesidades expresivas de los hablantes”, pero la difusión responde a factores de prestigio o imitación. Como sabemos desde los estudios de Labov sobre la difusión, es un hecho probado y evidente que la difusión de los cambios se realiza por cauces socialmente estructurados. Destaca Mendívil Giró que la postura de Saussure sobre el cambio se entronca con las nuevas teorías que estudian la evolución o cambio de sistemas complejos. “La estructura y naturaleza de cualquier lengua humana está restringida por la facultad del lenguaje característica de la especie. Dentro de esa restricción natural, el cambio puede ser causal y azaroso, precisamente porque no es sistemático” (p. 124). “Es cierto que los estados de lengua son sistemáticos, pero lo son precisamente porque los cambios, como decía Saussure, no son sistemáticos, sino azarosos y, por tanto, circulares. Son externos al sistema, aunque pueden afectarlo” (p. 124-125). Un nuevo orden (=sistema) emerge del caos. Así, cada estado de lengua sería un orden para el usuario, pero ese orden estaría amenazado por factores externos que disparan un nuevo orden (=sistema distinto), que es fortuito y contingente. Concepción Company Company (2003a), por su parte, plantea que el cambio lingüístico es un reajuste en el sistema, ocasionado por un microquiebre que garantiza que el sistema siga funcionando para los hablantes, es decir, para que satisfaga sus necesidades comunicativas. El cambio diacrónico deriva en una codificación gramatical. El aprovechamiento semántico, pragmático y comunicativo de las posibilidades formales de una gramática manifiesta el dinamismo que caracteriza al sistema de la lengua. Por eso, no se trata de procesos uniformes ni automáticos ni en 9 Saussure concibe el cambio lingüístico como un proceso externo, ciego y azaroso, idea que ha venido a confluir con las teorías recientes que consideran el cambio lingüístico como un fenómeno accidental y, por supuesto, no dirigido a ningún fin profiláctico o terapéutico.

abstracto, sino en relación al uso: “son los hablantes los que manipulan creativamente formas y significados”. Para la Lingüística Cognitiva, entonces, el cambio se sitúa en el contexto de la comunicación, entendiendo que los hablantes manipulan discursiva y pragmáticamente las formas y que en el oyente tienen lugar las interpretaciones que dependen del análisis del contexto. Así, las tendencias que fundamentalmente dominan los cambios son: la economía (entendida como optimización de esfuerzos y recursos) y la iconicidad (entendida como estrategias de acomodación pragmática10). La gramaticalización es considerada como un proceso de cambio que relaciona Gramática y Pragmática, dado que para la Lingüística Cognitiva el estudio del lenguaje no puede apartarse de su función cognitiva y comunicativa: Las categorías lingüísticas no son autónomas respecto de la organización conceptual general de la mente (categorías conceptuales y dominios cognitivos) y de sus mecanismos de procesamiento. Y todo cambio gramatical es la fijación de estrategias discursivas que se convencionalizan en determinados contextos morfosintácticos y en determinadas condiciones discursivas. Por eso, cuando se registra un caso de gramaticalización, interesa estudiar los contextos morfosintácticos y las condiciones discursivas en las que se produjo, para ver el cambio en su proceso. El cambio semántico que se produce en la gramaticalización se concreta a través de procesos pragmáticos inferenciales, metafóricos y metonímicos, que son complementarios, que constituyen recursos cognitivos para solucionar problemas cognitivos –precisamente- y comunicativos. La Lingüística Cognitiva, a partir de Givon, plantea que las conceptualizaciones que se producen primero en el plano discursivo, luego se gramaticalizan y pasan como distinciones a la sintaxis. Es decir que se pasa de lo pragmático a lo sintáctico: “las estrategias discursivas de ayer son la sintaxis de hoy, y la sintaxis de hoy es la morfología de mañana”. En relación con esta concepción, cabe considerar dos hipótesis que se complementan: La Hipótesis de la Gramática Emergente de Hopper que, como su nombre lo indica, entiende que la gramática es siempre emergente; está haciéndose: no hay “gramática”, sino “gramaticalización” permanente; y la Hipótesis de la Subjetivación de Traugott, que consiste en la implicación del emisor en la forma lingüística de su enunciado, según sus necesidades expresivas. Así, la gramaticalización convierte elementos léxicos de significado concreto en elementos que pautan el texto e indican las actitudes del hablante. Ambas hipótesis y los procesos semánticos de metonimización y metaforización11 implicados en la gramaticalización sirven para explicar el cambio (proceso / producto).

10 Por ejemplo, los conectores lógico-discursivos son marcas icónicas que representan a través de formas lingüísticas los procesos de pensamiento que se llevan a cabo cuando uno organiza la información en un texto). 11 En cuanto a la gramaticalización, los procesos de metonimización y de metaforización están implicados, pero deben cristalizar en una recategorización.

Por su parte, Violeta Demonte, en el marco de la Teoría de Principios y Parámetros de la Gramática Generativa, plantea que en cuanto al cómo y el porqué del cambio, vale afirmar que los cambios no son intencionales, sino que se producen porque las lenguas están predispuestas a ello por la intervención de diversos factores. Para los chomskianos, adquisición del lenguaje 12 y cambio están relacionados, y este es el motor principal: cuando los niños "entran" en una lengua "fijan parámetros", según Yang (2000), aplicando peso probabilístico a gramáticas en competición. Asimismo, hacen suyos esos parámetros en un ámbito lingüístico determinado (histórico y cultural) y conforme a principios de eficiencia y simplicidad computacional. En esta sopa imperfecta estaría el germen de los cambios. Por poner un ejemplo, señala Demonte, hay estudios sociolingüísticos que sugieren que el español de Puerto Rico está dejando de ser una lengua de sujeto nulo. Es plausible que ese cambio guarde relación con la pérdida de la /s/ final en la conjugación verbal: si la segunda y tercera persona del singular son fonéticamente iguales, hay que hacer explícito el sujeto; el requisito de una rica morfología es parte de la definición del parámetro del sujeto nulo. Esta explicación no niega, por supuesto, que haya factores sociales ejerciendo presión en el entorno lingüístico en el que se mueven los hablantes. Con esto, Demonte quiere decir que aunque puedan esgrimirse, en este caso y en otros, restricciones impuestas por el parámetro, los factores sociolingüísticos que se asocien a ese cambio pueden influir en la consolidación o extensión del cambio o en que se frene un proceso de cambio. En su opinión, lo que hace falta son más estudios que se fijen en esta interacción; y, en el mismo sentido, considera que los lingüistas formales podrían aprovechar los numerosos trabajos sobre cambios en marcha (change in progress) realizados por los sociolingüistas13. Entre los factores externos puede haber también condicionantes históricos; por ejemplo, la invasión normanda del siglo XI y la imposición del francés en Inglaterra durante los tres siglos posteriores tuvo importantes consecuencias sobre la conformación del inglés, y no solo en el vocabulario, porque, como sabemos, se ha afirmado que el inglés deja de ser una lengua V2 (con el verbo siempre en segunda posición) por la influencia del francés. De igual manera, el contacto de lenguas parece ser la clave para entender las diferencias entre el portugués de Brasil y el portugués europeo, en algo aparentemente tan profundo como la concordancia sujetoverbo: el hecho de que en el portugués de Brasil el sujeto en posición postverbal tienda a no concordar con el verbo se debería, según algunos investigadores, a un parámetro propio de las lenguas africanas con las que el portugués de Brasil ha estado en contacto. Demonte reconoce que hay muchas cuestiones clásicas de las teorías del cambio que no sabe cómo se replantearán a la luz de los debates actuales, como por ejemplo la que se refiere a la gradualidad o el carácter brusco del cambio. 12 La recepción que cada generación hace de la gramática de su lengua no puede saberse si es idéntica a la de sus predecesores. 13 Variaciones en determinadas comunidades de habla, alternancias y cambios descritos pormenorizadamente, sobre todo fonológicos.

Las disciplinas que estudian el cambio La variación sincrónica, que es estudiada por la Sociolingüística y la Dialectología, es una condición previa pero no suficiente para que se produzcan los cambios diacrónicos, que son estudiados por la Lingüística Histórica: en el primer caso, se estudia el cambio en proceso y, en el segundo, como resultado. Las variantes sincrónicas suponen una contienda, una puja entre alternativas u opciones equivalentes que posibilita el sistema lingüístico (tensión entre fuerzas innovadoras y fuerzas conservadoras). El resultado de esa contienda puede ser que una forma triunfe sobre otra (ej. traiga frente a traya, la forma que se pierde), que ambas se especialicen en una distribución o función particular (haiga (nivel de lengua no estándar) / haya (nivel de lengua estándar)) o que ambas formas se pierdan (lo cual rara vez sucede). La Lingüística Históri...


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