TEMA 3º. ARTE DE Creta Y Micenas PDF

Title TEMA 3º. ARTE DE Creta Y Micenas
Author Belén Gómez Pérez
Course Patrimonio Cultural y Etnológico
Institution Universidad de Huelva
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3.-ARTE GRIEGO

3.1.-La civilización minoico-cretense: un nuevo orden. El palacio cretense. Escultura, pintura mural y cerámica. Micenas y Tirinto. Murallas y fortificaciones. El Megarón. Los siglos oscuros.

El palacio cretense. Escultura, pintura mural y cerámica. Lo que mejor conocemos del arte minoico son las estructuras de sus palacios y todo lo hallado en ellos, pinturas murales, vasos de piedra, joyas, sellos, cerámica, etc. Menos claro es el conocimiento que tenemos de la arquitectura doméstica, aunque el urbanismo de Gurnia o Paleókastro nos describe pequeñas ciudades con sinuosa calles pavimentadas y casas de dos plantas. Las tumbas circulares que llegarán a ser espectaculares en el mundo micénico, las tholoi, son muy antiguas en Creta; aparecen ya en el periodo Prepalacial, pero ninguna en buen estado de conservación. En Cnosos, Festo, Malia y Zacro se construyeron palacios en la primera época, llamada de los Primeros Palacios (2000-1600 a.C), pero estos edificios se conocen mal ya que, tras su destrucción, se levantaron encima los segundos palacios. Durante esta primera fase el estilo arquitectónico que encontramos es en esencia el mismo que el de los palacios posteriores, con habitaciones estructuradas alrededor de un patio central. El papel religioso de los palacios ya debió ser central en este momento y es posible que el rey asumiera las funciones administrativas o políticas también las sacerdotales. El palacio-santuario era probablemente uno de los principales escenarios de los rituales que encontramos representados en las miniaturas de los sellos, donde se constata ya la aparición de una clase sacerdotal compuesta por hombres y mujeres. Pero también aparecen con frecuencia en los sellos ceremonias al aire libre donde se narran rituales de convocatoria que propician una epifanía divina. Parece que precisamente, estos rituales de epifanía son el rasgo más característico de la religión cretense. En la época de los Segundos Palacios llega a su culminación el arte minoico. Los palacios se reconstruyen tras la destrucción de los anteriores, probablemente a causa de terremotos, pero a gran escala. Los elementos esenciales se repiten en todos los palacios. CNOSOS es el mayor de ellos, con trece mil metros cuadrados. La impresión primera que producen estas construcciones es la de una disposición desordenada y caótica, un laberinto, pero si observamos detenidamente, vemos que responden a un plano premeditado, donde se utiliza probablemente una unidad fija de medida. Los materiales constructivos no son de gran calidad, con muros de cascotes mezclados con mortero de ladrillo, 1

excepto en las cuidadas fachadas principales, hechas con sillares de piedra. La madera se utilizó para vigas, ventanas y columnas, que son una de las innovaciones de la arquitectura palacial, apoyadas sobre bases de piedra. Para cubrir los muros y los suelos se utilizaba el yeso que luego se pintaba al fresco. El palacio se estructura en torno a un gran patio central. En Cnosos, por debajo del nivel del patio, hay dos pisos más y en la parte sureste, se elevan tres o cuatro pisos. Es el llamado mégaron del rey y mégaron de la reina, salas a las que ahora se asignan más bien funciones ceremoniales. Las habitaciones reales habría que buscarlas en otra parte. Es propio de la arquitectura minoica dotar a los edificios de canalizaciones de piedra y tuberías de arcilla ya dese la época de los Primeros Palacios. Los pisos inferiores, al nivel del suelo, sirven como almacenes donde se han encontrado enormes pithoi o tinajas para guardar los excedentes alimentarios. Los rasgos más peculiares de la arquitectura son las estancias relacionadas con ceremonias religiosas, como las piscinas lustrales o los polythira, habitaciones con pilares y múltiples puertas estrechas que regulaban el acceso al ritual. El uso de columnas en pórticos y propileos y los pozos de luz son también propios de la arquitectura minoica. Es tal la abundancia de espacios sagrados en los palacios que algunos han sugerido que eran en su totalidad templos y aunque esta afirmación parece exagerada, lo cierto es que, por ejemplo en Cnosos, se han reconocido como espacios rituales el santuario del palacio central, la sala del trono y la sala este utilizadas para rituales de epifanía, la sala de las dobles hachas que es un polythiron y otras habitaciones como la del norte, decorada con frescos miniaturistas. La pintura en Creta tiene una historia muy antigua, que se puede remontar al neolítico. Esta larga tradición hizo de los pintores minoicos magníficos artistas, más hábiles para transmitir el movimiento y la apariencia de vida que los mejores pintores egipcios. En los palacios cretenses, paredes, techos y suelos se decoraban con pinturas de vivos colores y a veces con figuras de yeso en relieve, los frescos más importantes estaban en las paredes, generalmente divididos en tres partes con la escena principal en el centro, mientras que los frisos miniatura se dibujaban en la parte alta, sobre ,los elementos constructivos. Los suelos se pintaban imitando pieles, con motivos geométricos, o a veces con animales. Quizás el célebre FRESCO DE LOS DELFINES de Cnosos decorara un suelo. El palacio que más ejemplos pictóricos ha proporcionado en Creta es Cnosos, es sin duda donde surge la pintura mural, a lo que hay que añadir las pinturas magníficamente conservadas de Acrotiri en Santorini. La mayoría de las escenas tienen un carácter ritual o ceremonial. Los más elaborados frescos en relieve 2

parecen estar asociados a importantes lugares ceremoniales, como el llamado PRÍNCIPE DE LOS LIRIOS, una altiva figura con un gran tocado que probablemente conducía un grifo y que formaba parte de una procesión en uno de los pasillos de acceso al gran patio de Cnosos. O la escena del SALTO DEL TORO, donde las tres figuras se nos muestran en una secuencia temporal que reconstruye la acrobacia entera como si se tratara de la misma figura, una representación del movimiento muy distinta a la que usarán después los pintores griegos. La misma viveza de colorido, el gusto por la naturaleza luminosa, el estilo cretense se encuentra también en los frescos de Acrotiri, aunque todo se trata aquí con mayor libertad de concepción y composición. De nuevo las representaciones son de escenas rituales, como LA RECOGIDA DEL AZAFRÁN EN XESTE 3, que decora una habitación tal vez dedicada a rituales iniciáticos femeninos. Una estancia de la casa Oeste, la 5, nos sirve como muestra de la variedad iconográfica y maestría de estas pinturas. DOS PESCADORES DESNUDOS exhiben sus piezas en el espacio vertical libre entre las esquinas y las ventanas. Otra pared se decora con un paisaje exótico e irreal donde una cabra, un grifo y un gato azul persiguen ánades salvajes en las orillas de un rio que serpentea en visión cartográfica. En el muro norte un fresco miniatura nos muestra una batalla naval y al fondo, una ciudad con mujeres que van a buscar agua una fuente mientras un rebaño entra en el redil. Sobre el muro sur, una de las pinturas miniaturistas más famosas, EL FRISO DE LA FLOTA: barcos cargados con guerreros identificados por los cascos de colmillos de jabalí como gentes del continente se despliegan en el mar entre dos ciudades. Los habitantes se asoman a las terrazas de casas similares a las del propio yacimiento de Acrotiri y se puede distinguir a la derecha un santuario definido por los cuernos de la consagración, uno de los símbolos religiosos minoicos. El mismo gusto por la representación de la naturaleza viva y luminosa y por el movimiento continuo lo encontramos en la cerámica. El estilo de Camares es reemplazado por vasos de colores oscuros sobre fondo claro donde se reconocen dos estilos, el floral y el marino. Muchos de estos vasos tuvieron una función religiosa. Se puede destacar EL RITÓN EN FORMA DE CABEZA DE TORO, de gran realismo acentuado por el uso de cristal de roca en los ojos y concha en el hocico y desde luego en el llamado VASO DE LOS SEGADORES. La fase Final o Postpalacial (1450-1400 a.C) tiene un estilo especialmente claro en la cerámica que se ha llamado Estilo Palacio, porque sus ejemplares se ciñen a Cnosos. En este estilo se puede vislumbrar el nuevo elemento micénico introducido ahora en Creta. Nuevas formas decoradas con los viejos motivos florales y marinos pero reinventados. Los pulpos extienden sus tentáculos entre 3

rocas estilizadas o plantas marinas y las flores de papiro se muestran en composiciones ordenadas, más arquitectónicas y austeras que las del periodo anterior. Aunque muchas técnicas y convenciones utilizadas por los cretenses tienen origen en otras culturas, como la egipcia, su lenguaje es personal y propio, como sus dioses que no se diferencian mucho de los mortales. Se puede distinguir una figura divina por el atuendo o por el tocado. El pelo recogido sobre la nuca “el nudo sagrado” de LA PARISINA (M. Iraklion, Candía), identifica a esta mujer de enormes ojos y labios pintados como una diosa. Figuras divinas también son probablemente las dos famosas esculturillas de fayenza encontradas en Cnosos: las DIOSAS DE LAS SERPIENTES, vestidas con el atuendo característico de faldas acampanadas y pecho descubierto de las mujeres de elevada posición. El arte minoico no busca impresionar, como el egipcio, con la majestuosidad de proporciones en su arquitectura ni con el gran tamaño de reyes o dioses en las escenas narrativas; no representa la muerte, la desgracia o la humillación, como en Egipto o en el Próximo Oriente. La calidad artística, la originalidad, la espontaneidad de sus obras desde los pequeños sellos o los vasos de piedra a su cerámica y pintura, el color de su paradisiaca naturaleza, la apariencia de la vida de las figuras humanas o animales, fue lo que deslumbró a Occidente e hizo que fuera reconocido como el primer arte europeo.

MICENAS Y TIRINTO. MURALLAS Y FORTIFICACIONES. EL MEGARÓN. LOS SIGLOS OSCUROS. Los micénicos son herederos directos del arte minoico. A veces resulta casi imposible diferenciar productos fabricados en talleres cretenses de los realizados en centros micénicos. Las técnicas y el lenguaje iconográfico de Creta se adoptan muy pronto en el continente, pero no se debe creer que el arte micénico sea una mera copia. Lo micénico adopta y adapta lo minoico con un carácter propio y muchas de sus manifestaciones artísticas son singulares. Es en la arquitectura donde aparece toda la originalidad del pueblo micénico. La estructura de sus palacios, sus recintos amurallados, sus obras de ingeniería no deben nada a Creta. Los palacios micénicos son mucho más pequeños que los minoicos; el bloque principal de Pilos, el palacio asociado al piadoso Néstor de Homero, cabria dentro del patio central de Cnoso. Había como en Creta, una serie de estancias con funciones separadas, como áreas de producción y almacenamiento, salas de representación, habitaciones con 4

función cultural, pero todo el palacio se estructura no alrededor de un patio sino de una sala con un gran hogar en el centro y cuatro columnas que sostenían el techo, EL MÉGARON. A este se accede a través de un pequeño patio cruzando un porche con columnas. En algunos palacios como Tirinto y Pilos se encontró en el mégaron la base del trono. Esta distribución espacial se repite en la mayoría de los palacios micénicos que sin embargo se decoran con pinturas murales y suelos estucados a la moda cretense. No se escatimaron recursos para construir las inmensas murallas ciclópeas de algunas ciudades como Micenas, Tirinto Gla o Atenas. Comienzan a construirse en el siglo XIV a.C. Los enormes bloques de calcárea local medían a veces tres metros y se calzaban con pequeñas piedras para inmovilizar el muro que podía tener hasta cinco metros de grosor y ocho de altura. En la segunda mitad del siglo XIV a.C, algunas ciudadelas amplían sus recintos fortificados, preparándose tal vez para afrontar un peligro del que se sigue especulando su naturaleza. Tirinto, Atenas o Micenas, reorganizan sus murallas e incluyen al acceso a manantiales protegidos. Esta ampliación en Micenas lleva a remodelar el Círculo A, que se incluye dentro del recinto y a la construcción de la PUERTA DE LOS LEONES, uno de los pocos monumentos que fue visible para los griegos de la época clásica y que nos describe Pausanias en el siglo II d.C. En el triángulo sobre el dintel dos leones rampantes o quizás dos grifos (faltan las cabezas) apoyan sus patas delanteras en dos altares cretenses sobre los que se levanta una columna; una imagen apotropaica, que protege asustando y que expresa poder, animales rampantes emparejados, una iconografía oriental que aparece también en la glíptica micénica. El volumen de las tumbas de cámara micénicas, la altura de sus bóvedas y su cimentación antisísmica son verdaderos logros de ingeniería. Estas tholoi surgen quizá como resultado de la fusión de elementos locales con las tumbas circulares cretenses y como expresión de poder, y se extienden desde Mesenia hasta Tesalia. Saqueadas ya en la Antigüedad, en pocas de ellas se han encontrado restos de ajuares. Las más grandes tholoi se construyeron hacia mediados del siglo XIV a.C. Algunas, como en Orcómenos, conservan restos de ornamentación a base de espirales en el techo, pero la más impresionante y mejor conservada es el llamado TESORO DE ATREO EN MICENAS. Fabricado con calcárea local, fue concebido como monumento visible a juzgar por los restos de su esplendida fachada, quizás su función fuera la de templo funerario. La cámara sepulcral está en una habitación lateral dejando libre para el ritual dejando libre para el ritual la vasta cámara principal. La entrada estaba adornada con dos filas de de medias 5

columnas decoradas con rosetones en espiral, hecha de piedra procedente de la inmediaciones de Esparta. Entre las columnas superiores un recuadro decorado tapaba en triángulo de descarga (similar al de la Puerta de los Leones), que evitaba que el peso de la bóveda falsa recayera sobre el dintel. El dromos o corredor de acceso de treinta y seis metros de longitud y seis de anchura, contenido por el muro adornado con almenas, remataba esta entrada espléndida. Respecto a la decoración de los edificios, de Creta proceden las técnicas, el modo de división de las paredes, el empleo de la escala cromática plana con dominio del negro, amarillo, rojo y azul, y desde luego los repertorios iconográficos. Encontramos en los centros micénicos mujeres vestidas a la moda minoica, escenas de la naturaleza con animales, elementos ornamentales como la espiral, dentiformes o motivos de escamas, animales fantásticos y taurocatapsias (o salto del toro). Pero, como los grifos del salón del trono de Cnosos, se representan en los programas iconográficos de todos los palacios otros temas de preferencia claramente micénica: procesiones rituales compuestas por mujeres, escenas narrativas de caza, como la del JABALÍ EN TIRINTO, o guerreros armados con lanzas y los famosos cascos de colmillos de jabalí micénicos luchando contra enemigos vestidos con pieles en Pilos. Otras veces algunas figuras aparecen representar deidades del panteón micénico, como por ejemplo las pinturas de la llamada estancia de los FRESCOS DE MICENAS. La escena principal presenta a dos mujeres entre dos columnas, una lleva un cetro o una lanza mientras que la otra, de mayor tamaño, sin duda la diosa, sujeta una espada. Las armas se han considerado tradicionalmente como algo genuinamente micénico. Las mejores y las más espectaculares por su decoración las encontramos en las seis tumbas de pozo del Círculo A de Micenas del siglo XVI a.C. Estos primeros príncipes micénicos se rodearon en la muerte de oro y lujosos objetos importados: vasos de piedra de Creta, objetos de marfil, de lapislázuli, collares de ámbar, máscaras mortuorias de oro y un cuerpo de oro, además de joyas, lanzas… La cerámica micénica alcanza una gran difusión desde el Mediterráneo occidental hasta el próximo Oriente o el sur de Egipto. Su decoración termina por reducir el espontaneo naturalismo minoico a esquemas rígidos. Los motivos decorativos comienzan por ser ornamentales: espirales, retículas, etc., para pasar después a temas vegetales y marinos y desarrollar el estilo propiamente micénico, el estilo figurativo, cuyas raíces debemos buscarlas en los frescos y donde aparecen peces, animales, carros y figuras humanas componiendo escenas bélicas

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con representaciones de guerreros con cascos, corazas, escudos, yelmos, como el célebre VASO DE LOS GUERREROS DE MICENAS.

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