TEMA 8 - LA FragmentacióN DEL Espacio Andalusí- LOS Reyes DE Taifas (1031-1110) PDF

Title TEMA 8 - LA FragmentacióN DEL Espacio Andalusí- LOS Reyes DE Taifas (1031-1110)
Author luis villegas
Course Historia Medieval
Institution UNED
Pages 9
File Size 367 KB
File Type PDF
Total Downloads 11
Total Views 142

Summary

Download TEMA 8 - LA FragmentacióN DEL Espacio Andalusí- LOS Reyes DE Taifas (1031-1110) PDF


Description

Historia de España de la Edad Media

TEMA 8 LA FRAGMENTACIÓN DEL ESPACIO ANDALUSÍ: LOS REYES DE TAIFAS (1031-1110) Quienes vivieron en Córdoba durante la primera mitad del siglo XI, fueron testigos de los profundos cambios que se manifestaron durante esos decenios no sólo en la capital del Califato, sino en el resto de la Península. Almanzor se había apoyado en el militarismo para afirmar su poder al frente del Estado y aterrorizar a los habitantes de los reinos cristianos. Esa época de militarismo exacerbado cambió bruscamente con la muerte de Almanzor, a comienzos del siglo XI, o, para ser más exactos, con la desaparición, pocos años después, de Abd al-Malik, su hijo y sucesor en el cargo de Háchib o primer ministro del débil califa Hisham II. La dictadura de Almanzor había servido para distraer, con sus triunfos militares, la crisis que padecía el califato. La desaparición de los dos enérgicos gobernantes amiríes precipitó la descomposición del Estado andalusí, lo que contribuyó a cambiar la relación de fuerzas existentes en la Península entre musulmanes y cristianos.

1.- LA CAIDA DE LOS AMIRÍES Y LAS DISPUTAS POR EL PODER EN CÓRDOBA: LA FITNA A la muerte de Almanzor, tras un encuentro militar con las tropas de Sancho García, conde de Castilla, su hijo predilecto, Abd al-Malik, hereda un Estado asentado sobre bases endebles, cimentadas en el prestigio personal de Ibn Abu Amir. Una herencia corrupta que pasa factura a sus sucesores, tras la muerte del heredero en 1008 y su relevo por Sanchuelo, nieto del rey de Navarra, personaje mal visto por los cordobeses. La purga selectiva llevada a cabo por Almanzor con el fin de garantizar para su estirpe el poder, había acabado con los miembros más capacitados de la familia omeya para regir los destinos de al-Andalus. Este desdoblamiento del poder que se manifiesta durante la dictadura amirí traerá consigo gravísimas consecuencias para la pervivencia de la dinastía. El heredero, Abd alMalik, continuó con la misma línea de actuación de su progenitor: aceifas contra los cristianos, arbitraje en sus cuestiones internas y férreo marcaje a los omeyas. Emulando a su padre emprendió siete campañas: 



 



La primera contra el país de los francos, en 1003, con participación de caballeros leoneses y castellanos (por los pactos existentes entre ambas partes), que culminó con las conquistas de Monmagastre y Mella. Ambas fortalezas permitían la defensa de Balaguer en un primer nivel y de Lérida en la retaguardia. La segunda razzia contra los condes de Saldaña y Carrión, en concreto contra la ciudad de Zamora (1005). Contó con la ayuda del conde de Castilla y alcanzó, gracias a este apoyo, el castillo de Luna, en la montaña leonesa, donde, a lo largo del siglo X, se custodiaba el tesoro real. En el verano del 1006 vuelve sus miras hacia el Alto Aragón, ocupando diversos castillos. La aceifa más gloriosa para él, por la que recibió el sobrenombre de Al-Muzaffar, (el victorioso), será contra quien le había apoyado en sus empresas anteriores, el conde de Castilla y sus aliados. Se enfrenta a ellos en 1006 antes de regresar a Córdoba. En 1007 conocemos una campaña que culmina con la conquista del castillo de San Mártín. 1

Tema 8 - Formación y expansión de los reinos y condados cristianos del norte (800-930)



Las siguientes incursiones, hasta su muerte a los 33 años por una angina de pecho, tienen también objetivos castellanos.

Durante su breve gobierno se armó una nueva conspiración contra los amiríes, protagonizada por Abd al- Rahman III, contando con el apoyo de uno de los visires al servicio de Al-Muzaffar, tentativa que costó la vida a ambos. Tras la muerte del sucesor de Almanzor el edificio amirí se resquebraja. Abd al-Rahman Sanchuelo (1009), hayib desde ese momento, se atreve a reemplazar la dinastía omeya por la amirí en el trono de los califas. Aludiendo al parentesco materno, que le unía con el califa, consiguió arrancar del anodino Hisam II el título oficial de Heredero (del Califato) de los musulmanes. Decisión esta, que causó enorme indignación en Córdoba, tras ser ratificada por escrito, leída y refrendada por el cadí de la comunidad musulmana, veintinueve visires y ciento ochenta y seis personajes ilustres. Cada vez más impopular, acusado por sus enemigos de licencioso y depravado, mientras dirigía una aceifa contra el conde de Castilla, recibe la noticia del estallido de una revuelta en Córdoba el 15 de febrero de 1009. Un biznieto de Abd al-Rahman III, que adoptó el sobrenombre de AlMahdi, (el Bien Guiado o el Salvador), reemplazó al soberano. Sanchuelo se refugia en Guadalmellato y muere poco después a manos de sus enemigos. Cuando estalla la rebelión en Córdoba surge un modelo de ejército popular que apoya al nuevo candidato. En él no encontramos a los miembros de las familias árabes de cierto linaje, ni a los beréberes, ni a las tropas mercenarias al servicio de los amiríes, sino a personas de las capas más humildes de la sociedad, sin preparación para el combate. Estas tropas consiguieron ocupar el palacio real y obtener la abdicación de Hisam II y rendir Madinat al-Zahira. El nuevo califa dio rienda suelta al odio de los cordobeses hacia las tropas norteafricanas, antaño fieles servidores de Almanzor. Los beréberes no encontraron otra salida que apoyar a un nuevo pretendiente al trono califal más cercano a su causa, Sulayman al-Musta in bi-llah , a quien reconocieron en junio de 1009. Para buscar apoyos se dirigieron a la Marca Media y negociaron con su jefe militar, Wadih, antiguo servidor de Almanzor, quien se negó a sumarse a tal empresa. Ambos, Wadih y los beréberes, enviaron sendas delegaciones al norte, a los antiguos aliados cristianos de los amiríes, obteniendo los segundos la protección y ayuda de Ibn Mama Duna al-Qumis, personaje que solía identificarse con el conde Sancho de Castilla. Juntos se encaminan a Córdoba y, tras derrotar a Wadih cerca de Alcalá de Henares (agosto 1009), y vencer a los cordobeses en la batalla de Qantis, entraron en la capital el 5 de noviembre. Cuatro días más tarde Sulayman fue proclamado califa con el sobrenombre de al-Musta in billah, (El que busca el auxilio de Dios). Mientras, Wadih obtiene el apoyo para la causa de Al-Mahdi del conde de Barcelona, Ramón Borrel III y de Armengol de Urgel (ambos a cambio de un coste económico elevadísimo). Este contingente, tras la victoria de El Vacar (23 de mayo de 1010), consiguen que Al-Mahdi recobre el trono. A estos enfrentamientos se suma el agotamiento del tesoro real, que fuerza al califa a establecer impuestos extraordinarios para pagar a las tropas catalanas. Las intervenciones cristianas y el propio saqueo de los cordobeses de aquellos lugares considerados símbolos de poder, propician un cambio de actitud de los hombres del norte respecto al califato. Los tesoros de la capital se encuentran a su merced y distintos príncipes omeyas solicitan a un elevado precio la ayuda de aquellos mismos infieles que, apenas una década antes, demandaban la paz a costa de onerosos tributos. El 21 de junio de 1010, los partidarios de Al-Mahdi fueron derrotados en la batalla de Guadiaro por las tropas beréberes de Sulayman, con el apoyo de fuerzas castellanas. A la muerte de miles de “francos” (entre ellos el conde Armengol de Urgel), y numerosos

2

Historia de España de la Edad Media

personajes próximos al conde de Barcelona, hay que sumar el asesinato de Al-Mahdi a manos de algunos de sus antiguos partidarios. Tras un largo sitio de tres años, Córdoba se rinde a al-Musta in bi-llah, en quien abdica poco después un oportunamente resucitado Hisam, que encuentra definitivamente la muerte el 18 de mayo de 1013. La desaparición del último califa legítimo de la dinastía, junto a la crisis del sistema, las intervenciones cristianas y el asentamiento de milicias norteafricanas que habían apoyado la causa de al-Musta in bi-llah , marcan el principio de un proceso que culmina con el desmembramiento del califato en 1031.

2.- LA DISGREGACIÓN DEL CALIFATO: FACTORES DE LA DISOLUCIÓN Y DINÁMICAS DE EVOLUCIÓN DE LOS REINOS. El siglo XI se inicia, por tanto, con la ruptura de la situación que había venido siendo habitual en la Península. A una época de prepotencia musulmana, sigue la rápida decadencia del califato y su desmoronamiento a lo largo del primer tercio del siglo. Cabría preguntarse por las causas que condujeron a ese resultado. Para el historiógrafo musulmán del siglo XIII Ibn Saíd los éxitos de los grandes soberanos omeyas se debe a: la imparcialidad en la administración de justicia y al esplendor y magnificencia que acostumbraron a desplegar en público, lo que provocaba un miedo respetuoso entre sus súbditos. Todo se vino abajo cuando fallaron esos dos elementos. Aunque muy respetable esa opinión, las causas de la decadencia fueron más numerosas y profundas. Para Menéndez Pidal, con más perspectiva, la influencia nefasta de la dictadura de Almanzor fue decisiva. Este aniquiló a todos aquellos que podían hacerle sombra, acabó con las organizaciones que le estorbaban y fue incapaz de concebir una alta política previsora que evitase el vacío de poder que se instaló tras su desaparición y la de su hijo, con el consiguiente caos y desaparición de la unidad de al-Andalus. La imagen de desorden, anarquía y desgobierno que presentaba Córdoba era indicio de decadencia e incentivo para la dispersión política del territorio. De entre todos los errores que se cometieron hubo uno que tendría importantes consecuencias; en plena lucha, quienes aspiraban a la dignidad califal, no dudaron en pedir ayuda militar a los cristianos del norte. y tanto el conde de Castilla, como el de Barcelona y Urgel no dudaron en prestarla, por la recompensa y para debilitar al enemigo tradicional. Aunque, en otras ocasiones, mercenarios cristianos habían intervenido en el ejército de al-Andalus, lo habían hecho cuando el califato era fuerte todavía y estaba unido. Por el contrario, el espectáculo que encontró el conde castellano en la entronización de Sulaymán al-Mustain (1009), le confirmó la sospecha que alAndalus era ya un gigante con los pies de barro. Todo ello junto a la nefasta influencia de los llamados pretorianos beréberes y eslavos en el palacio del califa y la complicada red de fuerzas centrífugas, produjeron una situación de anarquía lamentable. La propia sucesión califal da a entender la deplorable inestabilidad política, de 1008 a 1031 se sucedieron diez califas nominales. Varios de ellos fueron destituidos e instaurados por segunda vez. Y todo esto ocurría mientras la tendencia al autogobierno, siempre latente, daba lugar a la formación de un verdadero mosaico de pequeños Estados, los reinos de taifas, cada vez más impotentes para hacer frente a los cristianos del norte. Tradicionalmente se ha insistido en el papel perturbador que desempeñó la presencia de dos grupos sociales llegados desde fuera en los últimos decenios de vida del Califato, los cuales consiguieron un protagonismo creciente, añadiendo nuevas dificultades a la ya compleja convivencia en al-Andalus. Estos dos grupos eran los beréberes y los eslavos. Ambos gozaron del favor de los gobernantes amiríes y

3

Tema 8 - Formación y expansión de los reinos y condados cristianos del norte (800-930)

desempeñaron un papel fundamental en el ejército y en la administración de los últimos tiempos del Califato. Los más afortunados se situaron al frente de una buena parte de los reinos que surgieron tras la descomposición de al-Andalus.

3.- LOS REYES DE TAIFAS Los reinos de taifas son los numerosos Estados surgidos a partir de la fitna en los cuales se dispersó el poder político de al-Andalus. Con frecuencia, quienes ejercían el poder en ellos, ostentaban el título de hachib o chambelán, como dando a entender que ejercían esa autoridad en nombre de un hipotético califa que en ese momento ya no existía. Hay información de algo menos de 30 taifas en la primera mitad del siglo XI. Tres rasgos esenciales conviene tener en cuenta en relación a la evolución de los reinos de taifas. 

En primer lugar, que a lo largo del siglo XI se produjo un proceso de concentración que llevó a los más importantes a fagocitar a los más pequeños; a finales del siglo, antes de la llegada de los almorávides, el número de taifas se había reducido prácticamente a una decena: Badajoz, Toledo, Sevilla, Granada, Almería, Denia, Valencia, Alpuente, Albarracín y Zaragoza.



En segundo lugar, la debilidad política y militar que caracterizó a algunas de las taifas, la cual se hizo más patente como consecuencia de los conflictos que las enfrentaron entre sí.



Por último, debido a lo anterior, los reinos cristianos se aprovecharon de esa debilidad e intervinieron cada vez más en las taifas, exigiéndoles parias o el sometimiento. Ello provocó el cambio de hegemonía política y militar que había hasta ese momento en la Península.

Desde mediados del siglo, los musulmanes se mueven en un círculo vicioso: incapaces de unirse frente a los cristianos, para evitar sus ataques (o los de otro reino de taifa) necesitan pagar protección, lo que lleva a una fuerte presión fiscal que origina descontento social; descontento que solo puede ser reprimido con la ayuda de tropas cristianas, es decir, con más parias, que provocan nuevos levantamientos y que sirven a los cristianos para organizar sus dominios y preparar campañas de conquistas. Este descontento, junto a la conquista de Ceuta por los almorávides y a la de Toledo por Alfonso VI en 1085 (a juicio de los musulmanes el monarca cristiano había traicionado el acuerdo del régimen de parias), hizo que varios reyes de taifas pidieran ayuda a los almorávides.

3.1 LAS TAIFAS ESLAVAS DEL LITORAL ORIENTAL: DENIA Y LAS BALEARES, ALMERÍA, VALENCIA Y TORTOSA En el Sureste y costa levantina se impusieron las taifas eslavas, dirigidas por personajes de origen europeo o saqalibas, en concreto fatas cortesanos que se habían hecho fuertes en levante a principios del siglo XI. Estos individuos, que habían tenido un gran protagonismo en los últimos tiempos del Califato, se hicieron con el poder en una serie de plazas, entre las cuales estaban Tortosa, Valencia, Játiva, Denia, Orihuela, las Baleares y Almería. Circunstancialmente también tomaron el poder en Badajoz, según parece una de las taifas que primero se formaron. Un nieto de Almanzor llamado Abd al Aziz, hijo de Ab dar-Rahmán Sanchuelo fue, en la práctica, el verdadero fundador de la taifa valenciana, tras un paréntesis de gobernantes de origen eslavo. Un eslavo de origen cristiano, Mucháhid, se instaló en Denia

4

Historia de España de la Edad Media

y en las Baleares. Murcia, unas veces estuvo unida a Almería y otras a Sevilla, aunque Ibn Rashiq, que la regía en nombre de al-Mutámid, intentó hacerse independiente.

3.2 LAS TAIFAS ANDALUSÍES: SEVILLA, ZARAGOZA, CÓRDO- BA, NIEBLA Y MURCIA Las taifas andalusíes de estirpe árabe se dieron en el Suroeste, Valle del Guadalquivir y en la Marca Superior. Fueron las más prósperas y potentes. Córdoba estuvo gobernada por un consejo de aristócratas, más adelante pasó a ser regida por los Banu Chahwar, para ser finalmente anexionada al reino de Sevilla ( 1070). Sevilla fue igualmente gobernada por un consejo y rápidamente por los Banu Abbad. Otras taifas de esta zona fueron las de Carmona, Morón, Niebla, Huelva... De todos los procesos de expansión, el de la taifa de Sevilla fue el más espectacular: Mértola ( 1044), Huelva, Niebla y Algarve ( 1050-1052), Algeciras (1055), Morón, Ronda, Carmona y Arcos ( 1065-1068), Córdoba (1070) y Murcia ( 1078). Sus soberanos más prestigiosos fueron Abbad al Mutádid (1042-1069), autor de la gran expansión, y su hijo, Muhámmad al-Mutámid, el conocido como rey poeta. En la frontera superior, destaca la taifa de Zaragoza (escenario de frecuentes insumisiones al poder central), donde terminó haciéndose con el poder el linaje de los Banu Hud. Otras taifas de la zona como Lérida o Tortosa acabaron dominadas por Zaragoza, quien también absorbió a la de Denia en 1076.

3.3 LAS TAIFAS BEREBERES: TOLEDO, ALBARRACÍN, ALPUENTE Y BADAJOZ La Marca Media era la zona más extensa, aunque no la más poblada. Aquí se impusieron dinastías beréberes, pero andalusíes, con arraigo ya probado en el país: Badajoz, Toledo, Albarracín y Alpuente. Los Banu dhi n-Nun rigieron el territorio de Toledo, cuya capital, la madinat al-muluk o “ciudad de los reyes ” no solo había mantenido su prestigio como antigua capital del reino visigodo, sino también una cierta independencia de Córdoba durante largas etapas de su historia, sobre todo en la época del Emirato Independiente. Su rey más prestigioso y conocido fue Yahya b. Ismail al-Mamún (1043/44-1075). Los Banu-l-aftas, familia beréber originaria de Fahs al-Ballut (Los Pedroches), gobernaron Badajoz desde 1022, tomando esta plaza donde se había alzado previamente un eslavo llamado Sabur al-Amirí. Otros dos pequeños reinos de taifas perduraron, el de Albarracín dirigida por los Banu Razín y el de Alpuente con la familia Banu Qasim.

5

Tema 8 - Formación y expansión de los reinos y condados cristianos del norte (800-930)

3.4 LAS TAIFAS DE NUEVOS BEREBERES: MÁLAGA, GRANADA, CARMONA, MORÓN ARCOS Y RONDA Un buen número de otros distritos de al-Andalus cayeron en poder de los neoberéberes, individuos de origen africano llegados recientemente. Estos se hicieron con el poder en la zona del Estrecho y Algeciras y la costa mediterránea hasta Granada. Asimismo, en el interior, ocuparon las sierras de Ronda y Sierra Nevada. La taifa de Granada fue regida por los ziríes, una estirpe beréber de reciente arraigo en al-Andalus, lo mismo que ocurrió con Málaga, regida por los hamudíes, muy conectados con el Magreb y poco hechos a la vida andalusí. Málaga acabó integrándose en la taifa de Granada ( 1056). Abd Allah, rey de la dinastía zirí de Granada, destronado por los almorávides ( 1090), nos ha dejado una preciosa obra, en forma de

6

Historia de España de la Edad Media

memorias, que constituye un elocuente testimonio sobre al-Andalus en vísperas de la dominación africana.

4.- LOS MOTORES DE LA ECONOMÍA: 4.1 EL RÉGIMEN DE PARIAS Con el régimen de parias se abría camino una nueva relación entre los cristianos del norte y los musulmanes del sur. Su hecho más característico fue la imposición a los segundos de una especie de protectorado mediante el cual los musulmanes se aseguraban la benevolencia, neutralidad y protección de los cristianos, en un momento en que estos eran ya claramente más poderosos desde el punto de vista militar, a cambio del abono anual de una determinada cantidad de dinero en concepto de parias. Este sistema no es un descubrimiento del siglo XI, variantes más o menos similares se encuentran desde mucho antes, cuando entre dos estados limítrofes existía una fuerte diferencia en su poder militar o cuando uno de ellos buscaba acabar con el hostigamiento del otro. La novedad es que, mientras en el siglo anterior, los cristianos quedaban bajo la tutela de los musulmanes, en el s. XI se invierten los papeles. Ya a comienzos de siglo, en plena fitna, el conde de Castilla y los condes de Barcelona y de Urgel, recibieron recompensas por el apoyo a sendos candidatos al trono del Califato. El ambiente de descomposición que los expedicionarios cristianos vieron en Córdoba animó a su creciente intervencionismo en los problemas de al-Andalus. De la creciente superioridad militar cristiana surge el régimen de parias, mediante el cual los príncipes cristianos más poderosos exigían una cantidad en metálico anual como precio de su no intervención militar contra los reinos musulmanes vecinos. El sistema fue inestable, pues fue fruto de esta superioridad militar, pero también de la imposibilidad de poder conquistar y someter la España islámica. Las parias fueron importantes a la hora de debilitar a los reinos de taifas, asfixiándolos económicamente. Al mismo tiempo se procuraba malquistar a unos príncipes musulmanes contra otros, sin dejar de provocar...


Similar Free PDFs