(07) Eje B Clase 7 Sobre el deseo clase número 7 PDF

Title (07) Eje B Clase 7 Sobre el deseo clase número 7
Course Desarrollos en psicoanálisis I
Institution Universidad Argentina John F. Kennedy
Pages 18
File Size 260.9 KB
File Type PDF
Total Downloads 9
Total Views 140

Summary

Clase 7..................
Sjcucuwiqk eococicu oqe8e881 4p19g8cie o18fcujw2 9d8cc77fu1 1loc8v8ci1n2 dlcof8c7u1 cicic8c872 fk2ie8fui2 fjciie828e8e ididididodoee8e8e919919 1929r88c8 eoc9c99f wp1919rn1...


Description

Clase sobre el deseo Prof. Asoc. Mg. Marcela Bianchi La interpretación de los sueños Sigmund Freud Capítulo IV. La desfiguración onírica. (…) Que el sueño tiene realmente un sentido secreto que resulta ser un cumplimiento de deseo es algo que el análisis ha de probar de nuevo en cada caso. Por eso escojo algunos sueños de contenido penoso y ensayo su análisis. En parte son sueños de histéricos que exigen un extenso informe preliminar y, a trechos, una incursión en los procesos psíquicos de la histeria. Pero no puedo librar a la exposición de este embarazo. Cuando tomo a un psiconeurótico bajo tratamiento analítico, por regla general sus sueños pasan a ser, según ya he dicho, tema de nuestro coloquio. Para ello debo proporcionarle todos los esclarecimientos psicológicos con cuya ayuda yo mismo llegué a comprender sus síntomas, y entonces tropiezo con una crítica inflexible, como no he de esperarla más rígida de mis colegas. Y casi siempre mis pacientes objetan la tesis según la cual todos los sueños son cumplimientos de deseo. Aquí van algunos ejemplos del material de sueños que se me adujeron como contraprueba. «Dice usted que siempre el sueño es un deseo cumplido -comienza una ingeniosa paciente-. Ahora le contaré un sueño cuyo contenido es todo lo contrario, puesto que no me cumple un deseo. ¿Cómo lo hace condecir usted con su teoría? El sueño es este: »Quiero dar una comida, pero no tengo en mi despensa sino un poco de salmón ahumado. Me dispongo a ir de compras, pero recuerdo que es domingo por la tarde, y todos los almacenes están cerrados. Pretendo llamar por teléfono a algunos proveedores, pero el teléfono está descompuesto. Así debo renunciar al deseo de dar una comida». Respondí, desde luego, que sobre el sentido de ese sueño sólo el análisis podría decidir, aunque admitía que a primera vista parecía racional y coherente y semejaba lo contrario de un cumplimiento de deseo. «¿Pero de qué material nació ese sueño? Usted sabe que el incitador de un sueño se encuentra en todos los casos en las vivencias de la víspera». Análisis El marido de la paciente, un honrado y cabal comerciante en carnes, le había declarado días antes que estaba poniéndose obeso y quería iniciar una cura de adelgazamiento. Se levantaría temprano, haría ejercicios, observaría una dicta estricta y sobre todo no aceptaría invitaciones 1

a comer. Acerca de su marido siguió contando, entre risas, que en la tertulia había conocido a un pintor que a toda costa quería retratarlo porque nunca había visto una cabeza tan impresionante. Pero su marido, con sus rudos modales, replicó que no faltaba más y que tenía el total convencimiento de que un trozo del trasero de una hermosa muchacha sería más del agrado del pintor que su cara integra. Ella, me dice, está ahora muy enamorada de su marido y se chancea con él. También le ha rogado que no le obsequie caviar. ¿Qué quiere decir esto? Es que desde hace ya mucho desea poder comer un bocadillo de caviar todos los días antes del almuerzo, pero no quiere permitirse el gasto. Desde luego, recibiría el caviar de su marido tan pronto como se lo pidiese. Pero le rogó lo contrario, que no le obsequiase caviar alguno, a fin de poder seguir haciéndole bromas con eso. (Esta fundamentación me parece deshilachada. Tras tales informes insatisfactorios suelen ocultarse motivos inconfesados. Pensemos en los hipnotizados de Bernheim, que ejecutan un encargo poshipnótico y, preguntados por sus motivos, no responden, por ejemplo: «No sé por qué lo hice», sino que tienen que inventar una fundamentación a todas luces insuficiente. Quizás algo semejante ocurra con el caviar de mi paciente. Noto que se ve precisada a crearse en la vida un deseo incumplido. Su sueño le muestra cumplido ese rehusamiento del deseo. Ahora bien, ¿para qué precisa de un deseo incumplido?) Hasta ahora, las ocurrencias no alcanzan para interpretar el sueño. La insto a que me diga más. Después de una breve pausa, justamente como cuadra al vencimiento de una resistencia, me informa también que ayer fue de visita a casa de una amiga de quien está en verdad celosa porque su marido la alaba en demasía. Por suerte, esta amiga es muy descarnada y flaca, y su marido es amante de las redondeces. Ahora bien, ¿de qué habló esta amiga flaca? Desde luego, de su deseo de engordar un poco. También le preguntó: «¿Cuándo vuelve usted a invitarnos? ¡Se come tan bien en su casa!». Ahora el sentido del sueño está claro. Puedo decir a la paciente: «Es justamente como si ante ese reclamo usted hubiera pensado: "¡Tan luego a ti he de invitarte, para que comas en mi casa, te pongas más gorda y puedas gustarle todavía más a mi marido! Más vale que no dé más comidas". Después el sueño le dice a usted que ya no puede dar comidas, y entonces cumple su deseo de no contribuir en nada a redondear las formas del cuerpo de su amiga. Que las cosas que se ofrecen en los banquetes lo ponen a uno gordo, lo aprendió usted del declarado propósito de su marido de no aceptar más invitaciones a comer en interés de su adelgazamiento». Ahora no falta sino cualquier dato coincidente que corrobore la solución. Nada se aclaró todavía sobre el salmón ahumado que aparece en el contenido del sueño. «¿Cómo llega usted al salmón que se menciona en el sueño?». «Salmón ahumado es el plato 2

predilecto de esta amiga», responde. Por casualidad también yo conozco a esa señora, y puedo corroborar que se priva del salmón no menos que mi paciente del caviar. El mismo sueño admite todavía otra interpretación, más fina, y que una circunstancia colateral aun vuelve necesaria. Ambas interpretaciones no se contradicen sino que se superponen, y así proporcionan un bello ejemplo del doble sentido que es cosa habitual en los sueños así como en todas las otras formaciones psicopatológicas. Ya averiguamos que simultáneamente a su sueño de rehusamiento del deseo la paciente se empeñaba en procurarse un deseo denegado en la realidad (el bocadillo de caviar). También la amiga había exteriorizado un deseo, el de engordar, y no nos asombraría que nuestra dama hubiera soñado que a su amiga no se le cumplía su deseo. En efecto, es su propio deseo que a su amiga se le niegue un deseo -el de que su cuerpo prospere-. Pero en lugar de ello sueña que a ella misma no se le cumple un deseo. El sueño cobra una nueva interpretación si no alude ella a sí misma sino a su amiga, si se ha puesto en el lugar de esta o, como podemos decir, se ha identificado con ella. Opino que eso es realmente lo que ha hecho, y como señal de esta identificación se ha creado el deseo denegado en la realidad. Ahora bien, ¿qué sentido tiene la identificación histérica? Esclarecerlo requeriría una exposición detallada. La identificación es un aspecto importante en extremo para el mecanismo de los síntomas histéricos; por ese camino los enfermos llegan a expresar en sus síntomas las vivencias de toda una serie de personas, y no sólo las propias; es como si padecieran por todo un grupo de hombres y figuraran todos los papeles de un drama con sus solos recursos personales. Se me objetará que esta es la conocida imitación histérica, la capacidad de los histéricos para imitar todos los síntomas que les han impresionado en otros, por así decir una compasión que se extrema hasta la reproducción. Pero con ello no se ha designado sino el camino por el cual discurre el proceso psíquico en el caso de la imitación histérica; una cosa es el camino y otra el acto psíquico que marcha por él. Este último es algo más complicado que la imitación de los histéricos, tal como suele concebírsela; responde a un proceso inconciente de razonamiento, como lo aclarará un ejemplo. El médico que en la misma sala de hospital, junto a otras enfermas, tiene una que padece de convulsiones de un tipo determinado, no se asombrará si una buena mañana ve que ese mismo ataque histérico ha encontrado imitadoras. Se dirá, simplemente: «Las otras la han visto y la han imitado; es una infección psíquica». Sin duda, pero esa infección psíquica procede, por ejemplo, así: Por lo general, las enfermas saben más unas de otras que el médico de cada una de ellas, y se afligen unas por otras cuando está por llegar la visita médica. A una le ha sobrevenido su ataque; las otras enseguida toman conocimiento de que la causa ha sido una carta de su familia, el reavivamiento de una cuita de amor, etc. Esto despierta su compasión, y se cumple en ellas un 3

razonamiento que no llega a la conciencia: «Si por una causa así puede una tener tal ataque, puede sobrevenirme a mi también, pues tengo iguales motivos». Si ese razonamiento fuera susceptible de conciencia, quizá desembocaría en la angustia de que le sobrevenga a una idéntico ataque; pero se cumple en otro terreno psíquico, y por eso acaba en la realización del síntoma temido. Por tanto, la identificación no es simple imitación, sino apropiación sobre la base de la misma reivindicación etiológica; expresa un «igual que» y se refiere a algo común que permanece en lo inconciente. En la histeria, la identificación es usada con la máxima frecuencia para expresar una comunidad {Gemeinsamkeít} sexual. La histérica se identifica en sus síntomas preferentemente -si bien no de manera exclusiva- con las personas con quienes ha tenido comercio sexual o que lo tienen con las mismas personas que ella. El lenguaje revela también una concepción así. Dos amantes son «uno». Tanto en la fantasía histérica como en el sueño, basta para la identificación que se piense en relaciones sexuales, sin necesidad de que estas sean reales. Nuestra paciente, entonces, no hace sino seguir la regla de los procesos histéricos de pensamiento cuando expresa sus celos contra su amiga (que ella misma hubo de reconocer injustificados, por lo demás) poniéndose en el lugar de ella en el sueño e identificándosele mediante la creación de un síntoma (el deseo denegado). Cabría aún elucidar el proceso en palabras del modo que sigue: Ella se pone en el lugar de su amiga en el sueño porque esta última le ocupa su lugar frente a su marido, y porque querría apropiarse del sitio que la amiga está ocupando en la estima de su marido. Escritos 1 La dirección de la cura y los principios de su poder. Jacques Lacan Apartado V Hay que tomar el deseo a la letra 1. Un sueño, después de todo, no es más que un sueño, se oye decir hoy. ¿No es nada el que Freud haya reconocido en él al deseo? [1] El deseo, no las tendencias. [2] Pues hay que leer la Traumdeutung [3] para saber lo que quiere decir lo que Freud llama allí deseo. Hay que detenerse en esos vocablos de Wunsch [4], y de Wish [5] que lo traduce en inglés, para distinguirlos del deseo, cuando ese ruido de petardo mojado con que estallan no evoca nada menos que la concupiscencia. [6] Son votos. [7] [1] Según Freud “Todo sueño es una realización de deseo.” 4

[2] Lacan separa a las pulsiones de la temática del deseo. No es de pulsiones que hablará aquí. [3] La interpretación de los sueños. [4] Deseo en alemán. [5] Deseo en inglés. [6] (a) Apetito y deseo de bienes terrenales; (b) Apetito desordenado de placeres deshonestos. [7] (a) Promesa hecha a Dios, a la virgen o a un santo; (b) Cada una de las promesas que constituyen el estado religioso: pobreza, castidad y obediencia; (c) Deseo: por ej.: “hacer votos por algo”: expresar deseos de ello. Sobre la afirmación de Lacan “Son votos”, Laplanche y Pontalis aclaran: 1º. (…) la palabra deseo no corresponde exactamente al término alemán Wunsch o al término inglés wish. Wunsch designa más bien el anhelo, el voto formulado, mientras que la palabra deseo evoca más bien un movimiento de concupiscencia o de codicia que en alemán se expresa por Begierde o incluso por Lust. 2º. En la teoría de los sueños se aprecia, con la máxima claridad, lo que entiende Freud por Wunsch, permitiendo diferenciarlo de algunos conceptos afines. La definición más elaborada es la que se refiere a la experiencia de satisfacción (…) «[...] la imagen mnémica de una determinada percepción permanece asociada a la huella mnémica de la excitación resultante de la necesidad. Al presentarse de nuevo esta necesidad, se producirá, en virtud de la ligazón establecida, una moción psíquica dirigida a recargar la imagen mnémica de dicha percepción e incluso a evocar ésta, es decir, a restablecer la situación de la primera satisfacción: tal moción es la que nosotros llamamos deseo; la reaparición de la percepción es el «cumplimiento de deseo». Esta definición obliga a efectuar las siguientes observaciones: a) Freud no identifica necesidad con deseo: la necesidad, nacida de un estado de tensión interna, encuentra su satisfacción (Befriedigung) por la acción específica que procura el objeto adecuado (por ejemplo, alimento); el deseo se halla indisolublemente ligado a «huellas mnémicas» y encuentra su realización (Erfüllung) en la reproducción alucinatoria de las percepciones que se han convertido en signos de esta satisfacción (…). b) La búsqueda del objeto en la realidad se halla totalmente orientada por esta relación con signos. (…) c) La concepción freudiana del deseo se refiere fundamentalmente al deseo inconsciente, ligado a signos infantiles indestructibles. (…)

5

Estos votos pueden ser piadosos, nostálgicos, contrariantes, bromistas. Una dama puede soñar un sueño al que no anima más deseo que el de proporcionar a Freud, que le ha expuesto la teoría de que el sueño es un deseo, la prueba de que no hay nada de eso. [1] El punto que debe retenerse es que ese deseo se articula en un discurso bien astuto. [2] Pero no es menos importante percibir las consecuencias del hecho de que Freud se satisfaga con reconocer en él el deseo del sueño y la confirmación de su ley [3], para lo que quiere decir el deseo en su pensamiento. Pues él extiende más allá su excentricidad [4], puesto que un sueño de castigo puede en su opinión significar el deseo de lo que el castigo reprime. [1] Se refiere al sueño de la bella carnicera. [2] El deseo es un hecho de discurso. [3] Como se dijo, según Freud “Todo sueño es una realización de deseo.” [4] Varias acepciones. Tomaremos solo una: “Estado de lo situado fuera de su centro.” No nos detengamos en las etiquetas de los cajones, aunque muchos las confundan con el fruto de la ciencia. Leamos los textos; sigamos el pensamiento de Freud en esas desviaciones que nos impone y de las que no debemos olvidar que, deplorándolas él mismo por comparación con un ideal del discurso científico, afirma que se vio obligado a ellas por su objeto. Se ve entonces que ese objeto es idéntico a esas desviaciones, puesto que en la primera vuelta de su obra desemboca, con referencia al sueño de una histérica, sobre el hecho de que en él se satisface por desplazamiento, precisamente aquí por alusión al deseo de otra, un deseo de la víspera, el cual es sostenido en su posición eminente por un deseo que es ciertamente de otro orden, puesto que Freud lo ordena como el deseo de tener un deseo insatisfecho. (p. 600) Cuéntese el número de remitencias que se ejercen aquí para llevar el deseo a una potencia geométricamente creciente. Un solo índice no bastaría para caracterizar su grado. Pues habría que distinguir dos dimensiones en esas remitencias: un deseo de deseo, dicho de otra manera un deseo significado por un deseo (el deseo en la histérica de tener un deseo insatisfecho está significado por su deseo de caviar: el deseo de caviar es su significante), se inscribe en el registro diferente de un deseo sustituido a un deseo (en el sueño, el deseo de salmón ahumado propio de la amiga se sustituye al deseo de caviar de la paciente, lo cual constituye la sustitución de un significante por un significante). (p. 601) Vale decir: en la metonimia, el deseo de tener un deseo insatisfecho queda significado por el significante caviar; mientras que en la sustitución de un significante por otro significante (caviar es sustituido por salmón ahumado), brota la metáfora.

6

2. (…) El deseo del sueño de la histérica, pero también cualquier nadería en su lugar en este texto de Freud, resume lo que todo el libro explica en cuanto a los mecanismos llamados inconscientes, condensación, deslizamiento, etc..., atestiguando su estructura común: o sea la relación del deseo con esa marca del lenguaje que especifica al inconsciente freudiano y descentra nuestra concepción del sujeto. Ya no se trata del yo o de la conciencia: ellas ya no son el centro del sujeto. La concepción del sujeto queda descentrada desde que en él se piensa al inconsciente. Al interrogarse este ser ciertas cuestiones, no hallará la respuesta en el yo. De tal modo, este sujeto está escindido, dividido. Pienso que mis alumnos apreciarán el acceso que hay aquí a la oposición fundamental del significante al significado, [1] en la cual les demuestro que empiezan los poderes del lenguaje, no sin dejarles, en cuanto a concebir su ejercicio, mucha madeja que devanar. Recordaré el automatismo de las leyes por las que se articulan en la cadena significante: a] la sustitución de un término a otro para producir el efecto de metáfora. b] la combinación de un término con otro para producir el efecto de metonimia. [2] [1] Recordar en este punto el algoritmo lacaniano, visto en “La instancia de la letra…” [2] Vale decir: la legalidad metafórico-metonímica. Recordar las fórmulas vistas. Apliquémoslas aquí, y se ve aparecer que, en la medida en que en el sueño de nuestra paciente el salmón ahumado, objeto del deseo de su amiga, es todo lo que tiene que ofrecer, Freud, al establecer que el salmón ahumado está aquí sustituyendo al caviar, al que considera por otra parte como el significante del deseo de la paciente, nos propone el sueño como metáfora del deseo. [1] ¿Pero qué es la metáfora sino un efecto de sentido positivo, es decir cierto paso del sujeto al sentido del deseo? [2] [1] De lo que se trata en el sueño es de un hecho de discurso, de lenguaje, de palabras. Si se pensara sustancialmente, salmón ahumado no podría sustituir a caviar. Es porque en la amiga salmón ahumado es objeto de su deseo, que puede en el sueño sustituir a caviar. Así, el sueño muestra al deseo desde una metáfora; por lo que Lacan afirma que el sueño es metáfora del deseo.

[2] Lacan dice “cierto paso del sujeto al sentido del deseo.” Pasa algo, pasa un poco. Pero por ser el deseo metonímico, no produce un plus de sentido, sino un poco de sentido. Como el deseo del sujeto se presenta aquí como lo que implica su discurso (consciente), a saber como preconsciente -lo cual es evidente puesto que su marido está dispuesto a satisfacer su deseo, pero la paciente, que le ha persuadido de la existencia de ese deseo, insiste en que no lo 7

haga, sino en que haga de él lo que habría que ser Freud para articular como el deseo de tener un deseo insatisfecho-, queda el hecho de que hay que ir más allá para saber lo que semejante deseo quiere decir en el inconsciente. [1] [1] La respuesta de lo que ese deseo quiere decir no puede buscarse en el preconciente. Ahora bien, el sueño no es el inconsciente, nos dice Freud, sino su camino real. Lo cual nos confirma que es por efecto de la metáfora como procede. Es este efecto el que el sueño descubre. ¿Para quién? Volveremos sobre esto dentro de un momento. Veamos por ahora que el deseo, si está significado como insatisfecho, lo está por el significante: caviar, en la medida en que el significante lo simboliza como inaccesible, pero que, desde el momento en que se desliza como deseo en el caviar, el deseo del caviar es su metonimia: hecha necesaria por la carencia de ser donde se mantiene. [1] [1] El deseo de tener un deseo insatisfecho queda graficado en este ejemplo por el significante caviar, pues ella le pedía al marido que no se lo traiga. Pero entonces con caviar logra decirse algo de ese deseo de tener un deseo insatisfecho, por lo que caviar es su metonimia. La bella carnicera pone en falta a su ser al privarse de su objeto de deseo; pero también logra mantener vivo su deseo. Dado que no lo tiene, no puede dejar de desearlo. Por eso Lacan asevera que su metonimia es necesaria por la carencia de ser donde se mantiene. Al respecto, dice Chemama: “Si para Lacan el deseo es «la metonimia de la falta en ser en la que se sostiene», es porque el lugar en el que se sostiene el deseo de un sujeto es un margen impuesto por los significantes mismos, esas palabras que no...


Similar Free PDFs