1 Cuenta Cuentos TEMA 1 PDF

Title 1 Cuenta Cuentos TEMA 1
Course Química General
Institution Universidad Mayor de San Andrés
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El ratón guardían del bosque.

El ratón guardían del bosque es uno de los cuentos infantiles con valores de la escritora Gladys Gutierrez. Cuento para niños a partir de cuatros años. Era una mañana muy tranquila, estaba el señor león tratando de dormir. Parece que tenía frío porque había encendido una fogata para calentarse. De pronto llega un ratón muy preocupado por el medio ambiente y con mucha rapidez trató de apagarla.

había pensado en eso. -Pues así no más será. Usted se quedará sin hogar si no cuida el bosque. El señor león se quedó pensando y pensando Luego, como se quedó muy preocupado, le dijo a ratoncito -Tenía ganas de comerte, por eso encendí el fuego.

Ratón no se dio cuenta que el león lo miraba con un ojo mientras el otro lo mantenía cerrado, así es que siguió aplastando el fuego. _ ¡Qué falta de educación!, exclamaba Ratón medioambiente. _ ¡Cómo dejar fuego en medio del bosque! _ No se dan cuenta que podemos quemarnos. El león sin hacer ruido escuchó lo que decía don ratón y tras estirarse por largo rato, le dijo: -¡Qué te preocupa ratón! si tenemos muchos bosques ¡Qué importa que se quemen! Ratoncito, muy enojado le respondió: _No sabe señor león que usted se quedará sin hogar si permite que quemen el bosque. _ ¿Qué dices ratón? -se apresuró preguntar don león-No

-Ah! -dice ratoncito, así es que tú fuiste- Y más encima tienes la osadía de contarme tus malas intenciones ¡Qué malvado eres! -No, no -dice el señor león. Ya no haré más travesuras. No encenderé nunca más fuego. Te prometo ayudarte para cuidar el bosque. Estaba tan asustado el león que finalmente el ratón lo perdonó y se hicieron muy amigos por muchos y muchos años.

El vecino de Tito Autor: Silvia García Edades: Todas las edades Valores: respeto por el medio ambiente, comprensión, aprendizaje El vecino de Tito Tito salió una mañana para ir al trabajo pero, al pasar por delante de la casa de su vecino, se encontró con una desagradable sorpresa. Un montón de basura rebosando del cubo y sin intención de que nadie la recogiese. Había un montón de moscas alrededor y Tito entendió en ese momento lo que había estado observando durante las semanas anteriores: una plaga de ratones había aparecido en el vecindario sin que nadie encontrase razón aparente. A todos les parecía muy raro porque todas las personas que había por allí eran muy responsables. Recogían la basura cada día y la llevaban al contenedor de la entrada de la urbanización cada noche antes de que pasase el camión. Menos ese vecino que no se preocupaba y que no entendía que no vivía solo sino en comunidad.

Fin

Otro día Tito se encontró un gran charco de aceite del coche de su vecino en mitad del patio y, en otra ocasión, unas botellas vacías que había dejado sin llevar al cubo del reciclaje. Tito acabó perdiendo la paciencia y planeó su venganza. Una noche vació su papelera junto a la puerta del vecino. Este, en vez de cambiar su comportamiento, empezó a hacer las cosas aún peor. Bajaba a la piscina comunitaria y lo dejaba todo

lleno de cascos de pipas, sacudía las alfombras en las zonas comunes y nunca limpiaba las cacas de su perro cuando lo sacaba a pasear al jardín. Tito pronto se dio cuenta de que no servía de nada ponerse al mismo nivel que una persona que se comportaba de ese modo. Pensó que lo mejor era charlar tranquilamente e intentar que entendiese las cosas. Así que un día lo invitó a merendar a su casa con su familia. Le sorprendió mucho lo agradable que era aquel hombre que hasta ese momento le había levantado tantos dolores de cabeza. El vecino de TitoSu mujer, que le había acompañado a la merienda, le explicó que lo que le pasaba a su vecino es que sufría de grandes pérdidas de memoria. Hacía unos años había tenido un accidente que le había dejado secuelas. Por eso se olvidaba de sacar la basura o de limpiar el aceite del coche.

FIN

De este modo, Tito se dio cuenta de que todo había sido un malentendido y de que, si desde un principio hubiesen hablado de forma clara en vez de juzgar las malas intenciones de su vecino, habrían solucionado las cosas de una forma muy simple. Al final, aquellos dos vecinos terminaron siendo amigos y siempre se ayudaban el uno al otro a sacar la basura, a barrer las hojas secas del jardín o a sacar a pasear a los perros.

La rebelión de los plásticos mutantes

Autor: Eva María Rodríguez Edades: A partir de 6 años Valores: respeto por el medio ambiente La rebelión de los plásticos mutantes Jorge no podía creer lo que veía desde el enorme barco de pesca. Jorge iba con su padre, el capitán de aquel barco, para ver cómo se ganaba la vida. Pero lo que no se esperaba era ver aquello. Kilómetros y kilómetros de plásticos moviéndose por la superficie del mar. Pero no iban al compás de las olas. Aquellos plásticos parecían tener vida propia. Jorge corrió a buscar a su padre. Su padre estaba muy ocupado, pero pidió a un marinero que le sustituyera y atendió a Jorge. -Papá, hay un enorme monstruo en el mar -dijo el niño-. Es un monstruo de plástico. Viene hacia aquí -No digas tonterías, hijo, eso no es posible -dijo su padre. -Que sí papá, que lo he visto -insistió el niño. -El mar está lleno de plástico hijo, eso es verdad -dijo su padre-. Es un asco, la gente tira el plástico en cualquier parte sin pensar en el daño que hace, y mucho de ese plástico acaba en el mar. -Pero este plástico está vivo, papá -dijo Jorge. -Tu madre dice que cualquier día nos invadirá el plástico y se vengará de nosotros -rió su padre-. Debes haber oído muchas veces esa fantasía, ¿eh? Ahora déjame trabajar, por favor.

Jorge volvió corriendo a ver al monstruo de plástico. Pero ya no estaba. No le había dado tiempo a pensar cuando algo golpeó el casco del barco. -¡Atención, marineros! -gritó el padre de Jorge. -¡Es el monstruo de plástico! -gritó Jorge. Nada más decirlo un montón de botellas, bolsas y envases rotos y sucios subieron al barco y empezaron a inundarlo todo. Aquello era un espectáculo lamentable. La rebelión de los plásticos mutantes-No nos hagáis daño -gritó Jorge-. Aquí reciclamos todos. Os podemos ayudar. Los plásticos se tranquilizaron y se quedaron quietos. Entre todos los recogieron, los empaquetaron y los trasladaron a un planta de reciclaje. -Tal vez el próximo barco en ser atacado no tenga tanta suerte, papá -se lamentó el padre de Jorge. -Tal vez dentro de poco los plásticos mutante invadan las playas y las ciudades, papi -dijo Jorge. -Habrá que tomar medidas, aunque no sé si llegaremos a tiempo.

Autor: Silvia García Edades: A partir de 4 años Valores: respeto por el medio ambiente, aprendizaje Lucas y la visita a la planta de reciclaje A Lucas le hacía mucha gracia ver a su vecino bajar la basura cargado de bolsas. En su casa solo tenían una para todo y pensaban que era mucho más cómodo. Aprovechaban mucho mejor el espacio de la cocina y tardaban mucho menos en recoger cuando terminaban de comer. Por todo eso, aún le hacía más gracia ver a su vecino cargado con bolsas en el ascensor. Un día, al llegar la primavera, Lucas fue con su clase de excusión. Esta vez tocaba un destino sorpresa, pero la profesora les dijo que iban a aprender mucho y que a algunos iba a cambiarles la forma de ver las cosas. Lucas estuvo super intrigado durante todo el trayecto en autobús.

FIN

Lucas y la visita a la planta de reciclaje

Al llegar al destino, no entendió nada durante los primeros minutos. Enormes cintas transportadoras plagadas de basura. En una vio plásticos y latas de refrescos, en otra, botes de cristal, en otra, cartones. No entendía para qué alguien querría acumular toda esa basura. Luego pensó que nunca en sus 10 años de vida se había preguntado a dónde iba a parar todos los desperdicios que desechaban en casa. Su familia los tiraba al contenedor y se olvidaba. Lucas tiraba el vaso del yogur o la piel de la naranja sin pensar más allá. Arrojaba la lata de refresco o las espinas del pescado sin darse cuenta de que a lo mejor no estaba haciendo las cosas bien. En la planta de reciclaje, pues ese había sido el misterioso

destino de la excursión escolar, le explicaron lo importante que era separar los desechos para reciclarlos. Se trataba de darles una segunda vida porque, como les insistieron mucho, los recursos no son ilimitados en la Tierra. Lucas volvió a su casa con la mentalidad totalmente cambiada. Había visto en primera persona todo lo que se podía hacer con la basura que ellos creían inservible. Les explicó a sus padres que debían ir a comprar contenedores de diferentes colores para separar las cosas y después depositarlas en los contenedores correspondientes. Lucas y la visita a la planta de reciclaje Los padres de Lucas no parecían muy convencidos, pero cuando vieron a su hijo empezar a poner aquellos consejos en práctica decidieron imitarle. Pronto se dieron cuenta de que no era tan aparatoso como pensaban. Cada día de la semana, a parte de la basura orgánica, bajaban los envases, el vidrio, el papel…. Incluso los restos de comida se podían aprovechar. Como vivían en una casa con jardín, instalaron un cubo enorme para que poco a poco la basura orgánica, los restos de alimentos, se fuesen convirtiendo en abono para las plantas y árboles.

FIN

La ninfa Tralará, guardiana del lago

Autor: Silvia García Edades: A partir de 6 años Valores: respeto por el medio ambiente, aprendizaje La ninfa Tralará, guardiana del lago La ninfa Tralará vivía en un lago azul plagado de nenúfares y peces de colores que nadaban en sus cristalinas aguas. Le encantaba recibir visitas. Venían excursionistas que llenaban sus cantimploras en una fuente cercana y nadaban en el lago, ganaderos que hacían un descanso mientras iban a buscar a sus rebaños o investigadores que analizaban los animales y plantas de la zona. Cada vez que alguien llegaba a la zona del lago, la ninfa Tralará le deleitaba con un repertorio de canciones dulces y armoniosas. Todos la miraban embelesados por aquella voz mágica y por su cabellera dorada que ondeaba movida por la brisa que levantaba la cascada del lago.

todo muy raro porque, nada más alejarse del lago, el sol volvió a brillar. Decidieron volver y la tormenta voLa ninfa Tralará, guardiana del lagolvió a hacer acto de presencia. No entendían nada, era como si en ese lago hubiera un microclima. Pronto entendieron lo que estaba pasando, porque se lo contó un vecino del pueblo. La ninfa Tralará era amable y encantadora con quien cuidaba su lago. Pero podía volverse el peor de los enemigos si veía a alguien tirar basura. Arrepentidos, volvieron al fin de semana siguiente con bolsas de basura en las que arrojar los desperdicios. Agradecida, la ninfa Tralará les deleitó con la mejor de sus melodías.

Un día, en vez de los excursionistas y ganaderos habituales, llegó un grupo de jóvenes a merendar en las inmediaciones del lago. Se dedicaron a comer y a beber sin preocuparse de recoger la basura como hacía todo el mundo. Dejaron todos los envases desperdigados por la zona y algunos hasta fueron a parar al agua. Incluso alguna colilla también. La ninfa Tralará montó en cólera. Su voz pasó de ser dulce y melodiosa a tenebrosa y oscura. Su pelo dorado se volvió gris y su rostro se sumió en la más absoluta de las tristezas. Como vio que aquel grupo de personas no entraba en razón y no recogía la basura, decidió provocar una tormenta. Un chaparrón tan fuerte que aquellos excursionistas irresponsables tuvieron que huir despavoridos. Les pareció

FIN La botella rebelde Autor: Silvia García Edades: A partir de 4 años Valores: respeto por el medio ambiente, aprendizaje

La botella rebelde Cuando ese día Lupe bajó a tirar la basura no tenía ni idea de la gran aventura que estaba a punto de vivir. En su casa las tareas domésticas estaban repartidas y las suyas eran bajar la basura cada noche y dar de comer a los peces. Lo que pasa es que Lupe siempre bajaba con prisa a la calle y no se detenía a tirar cada cosa en su contenedor correspondiente. En casa eran muy cuidadosos y separaban cada residuo de forma adecuada. Los plásticos por un lado, el papel y cartón por otro y el vidrio en una bolsa aparte. A pesar de esta exquisita organización, cuando Lupe bajaba a la calle lo echaba todo al mismo contenedor. Unas veces era el de la basura orgánica, otras el amarillo y a veces incluso al azul iban a parar los vasos de yogur. Lupe era muy despreocupada y no prestaba la más mínima atención al tema del reciclaje. Hasta que un día todo cambió. Ese día ya por la noche, cuando se disponía a arrojar unas botellas de refresco al contenedor amarillo, una de ellas de rebeló. Se rebeló porque, en cuando la niña la depositó dentro del cubo, la botella misteriosamente saltó fuera. Lupe, extrañada, la volvió a echar dentro. Y así durante 10 minutos. Lupe arrojaba la botella al contenedor y automáticamente estar saltaba hacia fuera. Cuando la niña tiró la toalla y se dispuso a volver a casa dejando la botella tirada en mitad de la calle, escuchó una vocecilla chillona e insistente. Al principio no tenía ni idea de su procedencia, pero después se dio cuenta de que era la misma botella la que pronunciaba esas palabras:

-Mi sitio es el contenedor verdad, ¿es que no aprendes nada en el colegio?- dijo la botella. -Tengo prisa, no puedo pararme a hablar contigo, respondió Lupe distante. La botellita parlante no se dio por vencida y le explicó la situación. -La botella rebeldeCuando somos adultas y acabamos en el contenedor verde de reciclaje, las botellas de cristal somos transformadas y disfrutamos de una segunda vida. Si me dejas donde no corresponde, nunca voy a poder cumplir mi misión. ¡El vidrio del que estoy hecha tiene que ser reutilizado!- gritó indignada. Lupe vio que la botella estaba tan enfadada que no tuvo más remedio que escuchar sus palabras y ponerlas en práctica. Lo mismo hizo con los envases de plástico y con el papel. Entendió por fin que el reciclaje es una tarea común a toda la ciudadanía y que es el futuro del planeta lo que está en juego con esos pequeños gestos que todos podemos hacer en nuestro día a día.

mañanas y antes de ir al cole abría el grifo y se lavaba la cara con sus manos sonrosadas para despertarse. Después abría el grifo de la ducha y dejaba que el agua corriera rápidamente hasta transformarse de fría a caliente. ¡Le encantaba darse una ducha antes de desayunar! Estaba un rato hasta que mamá le tocaba a la puerta insistentemente para que saliera. Cuando salía ya para desayunar, Julia pensaba que papá y mamá eran un poco pesados con el tema de que el agua se gasta, que hay poca, que hay que pagarla… no lo entendía. Todo el mundo tiene agua… Después se lavaba los dientes con el grifo abierto que mamá también le cerraba todos los días y se iba al cole. Mojaba el peine para repasar su pelo y hacerse una coleta antes de irse.

FIN

Julia y el día que faltó el agua Autor: Silvia García Edades: A partir de 4 años Valores: respeto por el medio ambiente, aprendizaje Julia y el día que faltó el agua Julia se levantaba todas las

Ese día en el cole justo informaron a Julia de algo que iba a suceder que no se esperaba. Estaba siendo el invierno más caluroso de las últimas décadas y no había llovido nada en el último mes. Si esto seguía así a finales de semana se empezará a restringir un poco el agua hasta que se llenen de nuevo los pantanos o se tomen otras medidas, dijo el profesor. Julia recordó lo que sus padres le decían respecto al agua. ¿Y si es verdad que dentro de unos años el agua se agota? Llegó a casa dándole vueltas al asunto. El viernes apareció y las

no tenía el agua tan fresca para su casa, pues el agua salía con un chorro más fino. Tenía que tener en cuenta las horas de uso para ducharse…. Cuando llegó el domingo, Julia ya había entendido la importancia de cuidar el agua y el medio ambiente. No sólo había sentido la necesidad de tener más sino que había ido de excursión con sus padres y había visto como la naturaleza estaba más pobre y oscura por la falta de agua. A Julia le quedó una idea clara nosotros que somos niños debemos de cuidar del medio ambiente para que la naturaleza este sana, crezca y podamos disfrutar de ella somos los guardianes de todo lo que nuestros padres nos dejan.

FIN...


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