Arnold Wesker-La Cocina PDF

Title Arnold Wesker-La Cocina
Author Mariana López
Course arte y cultuta
Institution Universidad TecMilenio
Pages 64
File Size 766.5 KB
File Type PDF
Total Downloads 71
Total Views 179

Summary

obra...


Description

LA COCINA de Arnold Wesker (TRATAMIENTO 7.1)

Traducción y Adaptación de Alonso Ruizpalacios y Alan Page

1

LISTA DE PERSONAJES

SR. RASHID (árabe) COCINA PEDRO (mexicano) - Pescados CHEF (BÁRBARA) - (gringa) PAUL (judío) - Pastelero NICOLA (italiana) - Sopas MAX (gringo) - Carnicero MONA (irlandesa) - Pescados SALVADOR ‘CHAVA’ (mexicano) - Aves SONYA (rusa) – Aprendiz BERTHA (gringa) - Ensaladas, guarniciones, y café RATÓN (mexicano) – Cochambrero y lavalozas RAMÍREZ (mexicano) - Carnes MESERAS MONIQUE (gringa) VIOLET (puertorriqueña) CYNTHIA (gringa) HETTIE (gringa) DAPHNE (gringa) TEPOROCHO (gringo)

2

PRIMERA PARTE PRÓLOGO [Entra un Narrador a escena y le habla a la cámara.] NARRADOR: Las cámaras de seguridad que hay en la frontera de Arizona con el estado de Sonora nunca descansan. Están programadas para apagarse momentáneamente en tiempos desfasados, o sea que la cobertura nunca para. Una de las imágenes captadas el 29 de marzo de 2004 muestra a un joven de unos quince años, a punto de saltar la barda, cuando un rayo de luz le atraviesa la cabeza. Permítanme explicar. Noventa y siete años antes, en la madrugada del 26 de agosto de 1907, un napolitano llamado Carlo Pinelli despertó con el estruendo del enorme buque en el que viajaba para descubrir que había llegado a su destino. Se asomó por el barandal, todavía frío con hielo del Atlántico, y descubrió entre la bruma la figura de una mujer sosteniendo una antorcha entre las nubes. [Carlo lee la inscripción en la Estatua de la Libertad.] “¡Dadme a vuestros rendidos, a vuestros pobres,a vuestras masas hacinadas anhelando respirar en libertad!”… Un par de horas más tarde, se encontraba en las oficinas de inmigración de Ellis Island, junto a miles de personas más que, como él, respondían a las preguntas que ladraban los inspectores y que algún traductor les susurraba al oído. -¿Cuál es su nombre? - ¿Come ti chiama? -Carlo. -¿Carlo qué? - ¿E Carlo ché? -Carlo. Sono Carlo. -¿Cuántos años tiene? - ¿Signori, cuanti ani a? -Muchos. Muchos en este mundo, señor. Y así siguió el interrogatorio… ¿Sabe usted leer y escribir? ¿Cuál es su destino final en América? ¿Cuánto dinero trae consigo? ¿Ha estado alguna vez en prisión? ¿Es usted polígamo? ¿Tiene planes para asesinar al presidente? ¿Es usted lisiado o deforme? Todo parecía estar en orden. Hasta que de pronto la humedad del edificio le provocó a Carlo un fuerte estornudo. Se llevó la mano a la boca. Y el inspector y el traductor se 3

cubrieron con asco: allí donde debería haber cinco dedos estaba, en vez, un amarre de cueros cubriendo el putrefacto muñón de Carlo. Frenético, los trató de convencer. No sobreviviría el regreso a Italia. “La infección... Por piedad, signori, por piedad…” Sin más, lo marcaron con una equis en el saco y dentro de poco se encontraba esperando en una nueva fila: la de los rechazados. Y allí fue donde pasó. En la fila de los rechazados. Carlo miró a su alrededor, a los negros semidesnudos, a los hombrecitos rojos, a los barbones con caireles que se mecían pronunciando rezos… y vio blanco. Un miedo sobrenatural se apoderó de él y sus tímpanos implotaron en la cámara interior de su cráneo. Su conciencia se perdió por un instante en un abismo blanco. Intentó de recordar su nombre, el de su mujer, por qué estaba aquí. Tambaleándose se dirigió a la ventana, que daba hacia el mar, tratando de aferrarse a algo. Y entonces lo vio. Arriba, en el cielo, entre las nubes negras que se acercaban a la isla. Un rayo verde. Un delgado pero implacable rayo de luz verde. Carlo lo miró fijamente durante diez segundos que parecieron una eternidad. Como si le estuviera hablando. El resto de los inmigrantes en la fila de rechazados voltearon y vieron su cara iluminada. Se hizo un silencio. Y Carlo desapareció. Desapareció. Sin explicaciones. Sin demandas, ni reclamos. Varios años más tarde, se le vio vendiendo pizzas en el barrio de Bensonhurst, en la isla de Manhattan. Nadie supo cómo llegó allí. Y Carlo nunca quiso hablar de ello, ni del misterioso rayo verde. Algunos decían que fue magia negra. Otros que una abducción alienígena. Lo cierto es que nadie antes ni después logró traspasar las paredes de las oficinas de migración de Ellis Island. Después de eso, Carlo nunca volvió a ser el mismo. Cargó con él hasta el día de su muerte una infinita tristeza. Una cicatriz interior. La marca del rayo verde. La siguiente vez que se supo de este misterioso fenómeno fue noventa y ocho años más tarde, el 29 de marzo del 2004, en la frontera de Nogales con Arizona. Ramiro Ruiz nunca había tenido la curiosidad de cruzarse para el otro lado, como todos sus amigos. Pero ese día lo había dejado su novia. Caminaba pateando una lata en el polvo, a lo largo del enorme muro de lámina oxidada que ladea todo el estado de Sonora. Cuando de pronto brincó hacia la pared 4

fronteriza y comenzó a escalar. No sabía por qué. Tal vez para gritar, tal vez sólo para mirar. Pero en cuanto asomó su cabeza por la cima del muro... se oyeron dos disparos. Ramiro cayó de regreso al suelo mexicano, azotando como un costal de abono. Tres oficiales de la Border Patrol se lanzaron a la persecución. Antes de que Ramiro supiera cómo, se encontraba huyendo en su propia tierra de los balazos que le zumbaban las orejas. Los patrulleros se habían saltado la barda y comenzaban a atajarlo. Ramiro dio la vuelta en U y corrió de regreso hacia la frontera, sus persecutores siguiéndolo como la cola sigue al tlacuache. Sintió frío en el vientre. Se dio cuenta de que estaba sangrando. El pánico se empezó a apoderar de él y vio blanco. Escuchó el rugir de sus tímpanos implotando en la cámara interior de su cráneo. Volteó hacia arriba y vio algo que se abría paso entre las montañas y el cielo. Era el rayo verde, que descendió hasta su cara, iluminándolo todo. Los patrulleros contemplaron, asombrados. El rayo se hizo más intenso. El tiempo se detuvo un instante y cuando por fin continuó su paso, Ramiro había desaparecido. Los patrulleros lo buscaron durante días pero no había rastro de él. Solamente el video de las cámaras de seguridad que mostraban la cabeza del joven siendo perforada por la luz. La siguiente vez que se le vio, varios años después, fue lavando platos en una cocina – no muy diferente a esta- pero en la ciudad de Phoenix. Al igual que Carlo, Ramiro nunca quiso hablar de cómo había llegado allí. La única vez que le contó a alguien del misterioso rayo de luz verde, fue cuando mandó a hacer este exvoto, agradeciendo su redención. [Muestra el exvoto a cámara.] Rashid Qaseem, a quien tendré el honor de representar esta noche, nunca vio el rayo verde. El viaje a los Estados Unidos lo hicieron sus padres. Él nació aquí, en Nueva York. Desde hace muchos años su vida entera está dedicada al Tivolli, este restaurante que él mismo erigió en la esquina de la 8ª y la 46. Todos los días, Rashid es el primero en llegar. Se pasea por la cocina pensando en la frase del día. Se pone su turbante… [el actor se pone su turbante] y comienza. Rashid nunca vio el rayo verde.

SECUENCIA 1 – Los “buenos”

5

días

ESC. 1 – RASHID PONE SU FRASE DEL DÍA No hay telón. Estamos en penumbra. Entra Rashid. Inspecciona su cocina lentamente. Se sienta a escribir en la computadora el menú y la frase del día. ESC. 2 – RATÓN ENCIENDE LOS HORNOS Entra el RATÓN, quien trabajó la noche anterior. Se estira, mira su reloj y permanece inmóvil un momento, dándose cuenta de dónde está. Son las siete de la mañana. Comienza a encender los hornos con un encendedor. Mira de reojo a Rashid en su recorrido. De pronto, éste se acerca con él. RASHID: ¿Ratón? RATÓN: ¿Sí sr.? RASHID: [Pausa.] ¿Usted sabe en qué se parece un pato a un elefante? [Ratón lo mira, confundido.] RATÓN: RASHID:

¿En qué se parecen / un elefante y un… // Un pato a un elefante. Sí.

[Pausa. El RATÓN lo piensa.] RATÓN: RASHID:

No sé, Señor… en que… / en que… // Piénselo.

[RASHID le sostiene la mirada. Después de una breve pausa incómoda, Rashid sale. Sonriendo a medias, pensando en el elefante y el pato. RATÓN sigue encendiendo los hornos, pensativo, entra BERTHA a su estación.] [BERTHA va a B por su filipina, se encuentra con el RATÓN.] BERTHA: RATÓN: BERTHA:

Ratón, ayúdame con esto. Claro. [Ratón la ayuda a preparar el café.] Ya estuvo.

[Entra MAX, por A y va al otro lado por su filipina y delantal. Regresa a su estación y de uno de los anaqueles inferiores toma una botella de cerveza, la destapa y comienza a beber. BERTHA ve pasar a MAX, le dice “Buenos días, Max.” Él eructa.] 6

RATÓN: Bertha… el dinero que me prestaste… BERTHA: No lo traes… Mmm… No pasa nada. No te vas a regresar a tu país ¿o sí? RATÓN: … No. BERTHA: Cuando lo tengas me lo das. RATÓN: Eres una buena chica, Bertha. BERTHA: Buena sí… pero chica… ojalá. RATÓN: Oye, Max … ¿tú sabes en qué se parece un pato a un elefante? MAX: [poco interesado.] ¿En qué? RATÓN: No, no sé. Por eso te pregunto. [MAX lo mira y sigue trabajando. PAUL y NÍCOLA entran, van por sus filipinas que están en A, las toman y se las llevan a su estación. RATÓN eventualmente saldrá con un bote de basura.] PAUL: mi reina. BERTHA: PAUL: NÍCOLA: BERTHA:

Buenos días, buenos días. [a Bertha] Buenos días, [ella no lo escucha] Buenos días, Bertha. Buenos días, Paul. ¡Eso! Hola, guapa, ¿cómo amaneciste? Cansada, Nícola.

ESC. 3 - PAUL Y NÍCOLA PLANEAN NOCHE DE SOLTEROS ESC. 4 (SIMULTÁNEA) - HETTIE LE ENSEÑA LA COCINA A VIOLET PAUL: [a Nícola, pero a sí mismo a la vez] ¿Hoy qué me toca? ¿‘Cheesecake’? NÍCOLA: [se encoge de hombros] Y a mi me toca… zuppa, zuppa, zuppa y más zuppa. Oye, ¿qué tal jaló la moto? [HETTIE y VIOLET, dos meseras, cruzan hacia el comedor.] HETTIE: Esta es la cocina, él es Max, ella es Nícola –es gay-, él es Paul, ella es Bertha y él es Ratón –es mexicano-. VIOLET: ¿Pero cómo se llama? HETTIE: Ratón, se llama Ratón. RATÓN: Me llamo Miguel… HETTIE: Bueno, pues ya viste la cocina. VIOLET: Nunca había trabajado en un lugar así. El Plaza era muy… [todos la voltean a ver] muy diferente. HETTIE: ¿Y por qué te cambiaste? VIOLET: Necesitaba un aire. HETTIE: ¿Vives sola? VIOLET: Con mi mamá. 7

HETTIE: ¿Siempre has vivido con tu mamá? VIOLET: (Piensa] Desde que se enfermó. HETTIE: … … Ven, te enseño el comedor. [Salen.] PAUL: … Pinche moto es una mierda. Ya no vuelvo a comprar chatarra de segunda mano. NÍCOLA: ¿Qué tiene? PAUL: Ni idea... Tengo dislexia mecánica. NÍCOLA: Si quieres le echo un ojo. PAUL: ¿A poco sabes de motos? NÍCOLA: Antes repartía pizzas. [Pequeña PAUSA. Todos voltean a ver a NÍCOLA. de B hacia A con un bote de basura.]

El RATÓN cruza

PAUL: Pero está en mi casa. NÍCOLA: Pues vamos a tu casa. PAUL: Va. Y te hago de cenar. NÍCOLA: Va. Armamos una noche de solteros. PAUL: Pero ¿y tu vieja? NÍCOLA: [hastiada] Pinche Melissa, anda de celosa. A veces es mejor extrañar a tu mujer. PAUL: Sí, supongo… NÍCOLA: Paul, perdón, se me olvida… PAUL: Déjalo. Es una estúpida. Si sólo fuera puta… Pero encima tenía que ser estúpida. BERTHA: [pone a calentar el café y se estira] Ay, qué rica estaba mi cama… NÍCOLA: Me imagino… ESC. 5 – CHISME SOBRE LA PELEA MIENTRAS TOMAN CAFÉ BERTHA: Oye, Nícola ¿qué pasó con Pedro ayer? NÍCOLA: No sé, se pelearon. Es un idiota. Yo ni entendí por qué empezó. ¿Tú sí Paul? PAUL: Sólo sé que se peleó con Ramírez. No sé por qué. Por un cucharón, /o por una olla, creo. O por unMAX: //Es un pinche wetback de mierda. Ya se peleó con todo el mundo, con todos, eso es lo que es. Se la vive armando pleitos. Todo el día. No hay nadie con quien no se haya peleado. Hasta parece que lo hace a propósito para que se vayan los cocineros. ¿Para qué queremos andar cambiando cocineros? Ya lleva tres años aquí. ¡Tres pinches años! BERTHA: Está enamorado. NÍCOLA: Tch, enamorado… ¿lo has visto cuando le toca a Monique de hostess? Se la pasa checándola por el espejo de allá. BERTHA: Porque está enamorado de ella. 8

NÍCOLA: Eso no es amor. [señala a la puerta que da hacia el comedor] BERTHA: Claro que sí. NÍCOLA: Y se pasea por la cocina para ver si está coqueteando con los clientes. BERTHA: Porque está enamorado. NÍCOLA: La verdad ni siquiera le importa. Son puros celos. PAUL: Siempre se están gritando en público. Y luego a veces ella ni lo quiere ver, y le voltea la cara mientras le sirve la orden. [La imita.] BERTHA: Pobre niño. No tiene papás. [Todos reclaman: “Eso no es excusa.”] BERTHA:

Pero ¿qué pasó ayer? Quiero saber.

[Ratón regresa.] RATÓN: ¿Hay café, Bertita? MAX: Pregúntale al Ratón. BERTHA: Sí, corazón. [sirve] Allí está. NÍCOLA: ¿Ratón, qué pasó con Pedro ayer? RATÓN: Uy, no mames el pinche Ramírez se puso bien loco, se puso rojo, rojo y le gritaba al Pedro: te voy a matar, te voy a partir tu pinche madre/ NÍCOLA: //Pero ¿por qué empezó el pleito? RATÓN: No sé. Tú has de saber. Yo ayer llegué tarde. PAUL: Lo único que sabemos es que de repente se empezaron a gritar. Y ya sabes cómo Pedro siempre grita más que los demás. Y de repente dejaron de gritar, y ya se estaban agarrando a golpes… NíCOLA: Y luego Pedro cargó a Ramírez y… Pero se me hace rarísimo de Ramírez, es bien BERTHA: tranquilo… PAUL: Para nada. Ramírez le levantó un cuchillo para deshuesar… BERTHA: /¿Ramírez? RATÓN: /Sí, Ramírez. PAUL: //pero Pedro se lo botó de la mano y luego… NÍCOLA: Y luego lo carga y casi lo sienta en la estufa y… PAUL: Y entonces llegó Cocó, llegó gritando y… NÍCOLA: Yo vi cuando el Chef los separó, y Ramírez le gritó “Esto no se va a quedar así.” Pero luego se pusieron a hablar en español y ya no entendí nada. PAUL: ¿Qué quieres entender? RATÓN: Cuando llegué, como a las nueve, se estaban cambiando todos. Y de repente entra Pedro y Ramírez lo 9

empieza a seguir. Ramírez les dijo a todos sus compas, poblanos creo, que Pedro lo llamó “un vendepatrias, PAUL: /¿vendepatrias? NÍCOLA: /traidor a la patria. RATÓN: //un pinche gringo región 4” y entonces los otros se le empiezan a acercar… ¡Ya se lo iban quebrar! … pero ya ves a Pedro como siempre se salva por mamón, les dijo que no, que tranquilos, yo respeto, “para mí todos son iguales, cada quien que sea como quiera: y si Ramírez quiere ser un indio oxigenado, pues por mí…” PAUL: /¿Oxigenados? NÍCOLA: /Que se pintan el pelo para hacerlo güero. RATÓN: //Son unos montoneros. Pero también, pinche Pedro, nunca sabe cuándo parar. BERTHA: Pero ¿por qué empezó? MAX: Te digo que por un cucharón. PAUL: ¿Quién sabe? Siempre hay pleitos. Nadie sabe cómo empiezan. Nadie sabe cómo empiezan… BERTHA: Bueno … Con permiso… [mira la cocina vacía, suspira y luego sale.] [NÍCOLA, PAUL y MAX siguen trabajando en silencio. Entran DAPHNE, y CYNTHIA, meseras, y cruzan hacia el comedor.] ESC. 6 – LLEGAN LAS MESERAS DAPHNE: Cynthia, nada más explícame las mesas una vez más. Es que las acaban de cambiar y ya no entiendo nada. CYNTHIA: Coño, Daphne, ahí está el puto plano. Estúdialo tú. Ya fue hace una semana. No soy tu mamá. No mames. DAPHNE: Cynthia, por favor. Estoy perdiendo propinas. [CYNTHIA toma a DAPHNE de los hombros y la mira a los ojos.] CYNTHIA: Puta madre, Daphne, contrólate. No eres una niña. ¿Qué te pasa? DAPHNE: Nada … extraño a Mike. CYNTHIA: [exasperada.] Daphne. No mames. Te quejaste de ese pendejo durante meses. Está casado. Supéralo. [DAPHNE parece que va a llorar. CYNTHIA echa la cabeza para atrás, exasperada. Toma aire, la abraza, y se la lleva al comedor.] CYNTHIA:

A ver, ya. Ven. No llores, te explico…

[Entra HETTIE del comedor y

va por un café. Pausa.] 10

ESC. 7 - SONYA LLEGA CON SU RADIO [Pausa. Entra SONYA. Trae una radio portátil hecha en casa. Se la lleva a Paul, contenta. Tiene un acento marcado.] SONYA: ¡Lo hice, Paul! ¡Lo hice! Mira. [lo pone sobre la mesa] ¡Tarán! [Nadie reacciona. Hay un silencio incómodo.] No se ve muy guapo. Me disculpa por eso. PAUL: ¿Es la radio? SONYA: /Sí, Paul, es la radio. NÍCOLA: //No te pases que es una radio. PAUL: ¡Eso, pinche Sonya! ¿Y funciona? [voltea para ver que no haya ninguna autoridad cerca.] ¿No hay moros en la costa? HETTIE: ¿Qué es eso, Paul? PAUL: ¿Ya llegó el Sr. Rashid? HETTIE: Todavía no. ¿De quién es? PAUL: Mío. Me lo hizo Sonya. NÍCOLA: ¿Tú solita?… HETTIE: / Wow! NÍCOLA: //¿Pues qué haces aquí lavando platos? Deberías de estar en una fábrica. SONYA: ¿En fábrica? ¿Tú crees que soy feliz en fábrica? ¿Qué yo hago en fábrica? Este cable, tal vez. Sólo este cable yo hago en fábrica … o este … ¿cómo se llama? PAUL: Perilla. SONYA: Perillas. Tal vez yo hago este perillas. Todo el día perillas. En fábrica, tú haces sólo partes pequeñas todo el día hasta que te conviertes en parte pequeña. ¿Tbl Poñesh? NÍCOLA: Oye, Sonya, ¿tú sabes qué pasó con Pedro ayer? SONYA: Casi lo matan. HETTIE: ¡Oh my God! SONYA: Pero no fue sólo culpa de Pedro. Todos querían pelear. Pones hombre en cuarto de lavado todo el día, tiene que limpiar platos, tiene que sacar basura, tiene que trapear piso - ¿qué va hacer? Quiere pelear. Necesita probar que es hombre. ¿Lo puedes culparlo? [SONYA prende el radio. Suena una cumbia, y los mexicanos se prenden. RATÓN toma a DAPHNE y trata infructuosamente de bailar con ella. Como no lo logra, toma a SONYA y le empieza a enseñar a bailar. SALVADOR entra y va directo por HETTIE y baila con ella hábilmente. Le echa una mirada a CYNTHIA mientras baila con HETTIE. CYNTHIA los mira, un poco celosa. Cuando el baile está llegando a su clímax, entra MONIQUE del comedor.] 11

MONIQUE: comedor. TODOS: MONIQUE:

Está en el comedor. El Sr. Rashid está en el ¡¿Qué?! Que el Sr. Rashid está en el comedor.

[Hay un gran revuelo en el cual se trata de restablecer la normalidad. Las meseras salen al comedor. SONYA se escabulle al cuarto de los platos, llevándose la radio. SALVADOR va a vestirse para el trabajo. Entra la CHEF.] CHEF: Soy yo, soy yo. Buenos días, señores. NÍCOLA: Buenos días, Chef. CHEF: Hola, buenos días. MAX: Buenas, Chef. CHEF: [Cansada pero contenta de verlo.] Ey, Max. MAX: [Señalando su estación] Allí te dejé la ternera. CHEF: [Estudia el menú en la pizarra] Ah, muy bien. PAUL: ¿Ya llegó la cocinera nueva? CHEF: [Se encoge de hombros] ¿Qué nadie me va a preguntar cómo estoy? SALVADOR: [con descaro.] ¿How ar yu, jefecita? [La CHEF se detiene, estudia a SALVADOR de arriba abajo, y luego se sigue hacia su escritorio. SALVADOR le hace una mueca y le pinta huevos subrepticiamente.] ESC. 8 - MONIQUE CUENTA EL CHISME DE LA PELEA [Entra MONIQUE con la cristalería.] PAUL: ¿Por qué dijiste que venía Rashid? MONIQUE: ¿Dónde están mis vasos? PAUL: Aquí no… MONIQUE: Dije que estaba en el comedor. Y ahí está. NÍCOLA: Monique ¿qué pasó ayer? MONIQUE: Ya déjalo ir, Nícola. Ya estuvo. Ramírez ya trae un ojo morado. PAUL: Mmmhm. Va a estar bueno, hoy. NÍCOLA: ¿Y a Pedro no le pasó nada? MONIQUE: Tuvo suerte. [Regresa BERTHA.] NÍCOLA: CHAVA:

Más bien no le hicieron nada porque estaba contigo. ¿Qué pasó? 12

MONIQUE: Tuvo mucha suerte. Lo estaban esperando afuera, Ramírez y los poblanos. NÍCOLA: ¿Lo estaban esperando afuera? MONIQUE: Les dijo: “¿Qué muy güeros?” Y les echa un dólar y les dice “Tengan. Pa’ que se compren un cuello, pinches olmecas.” Y todos se quedaron ahí parados. No daban crédito. [sonríe] ¿Pues qué iban a hacer? [la sonrisa se desvanece.] CHAVA: ¿Y qué le hicieron? MONIQUE: Nada. Está loco. ESC. 9 - LAS MESERAS SE PONEN DE ACUERDO CYNTHIA: [entra CYNTHIA del comedor] Monique… MONIQUE: ¡Ey! hola Cynthia. CYNTHIA: Meg está enferma. MONIQUE: ¿Otra vez? Te juro que esa niña es bulímica, /te juro… CYNTHIA: //Necesito que la cubras. MONIQUE: Pero no traigo mi vestido de hostess. CYNTHIA: Con ese está perfecto. Nada más quítate el delantal. MONIQUE: ¡Pero está todo arrugado! CYNTHIA: Sólo los tienes que llevar a sus mesas, no chuparles el pito. [Sale.] MONIQUE: Con esta van tres veces en la semana que le hago de hostess. [se empieza a ir.] PAUL: Te portas bien, mamacita. MONIQUE: Al menos no voy a tener que estar junto al payaso ese todo el día. [Sale.] CHEF: Salvador, ve a ver si ya trajeron el pollo. SALVADOR: Yes, Chef. [SALVADOR sale hacia la bodega.] PAUL: Qué relación más rara, ¿no? NÍCOLA:...


Similar Free PDFs