La fiebre del Tulipán PDF

Title La fiebre del Tulipán
Author Pablo Tomé López
Course Historia Económica
Institution Universidade da Coruña
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Este documental habla sobre “La burbuja del tulipán”. El tulipán es una flor muy destacada en Holanda y todas las primaveras, esta flor llena las llanuras holandesas de diferentes colores brillantes. Hace 3 siglos, el bulbo del tulipán valió su peso en oro y junto a la belleza del tulipán, ha cautivado y seducido a ricos y pobres por igual. Estos vistosos diseños y tonalidades convirtieron al bulbo del tulipán en un gran producir financiero. Pero tras el colapso del mercado, hubo miles de inversores que se quedaron en la ruina; fue el primer fiasco del auge económico, que se denominó “El pinchazo de la burbuja del tulipán”. En los Países Bajos, en febrero de 1637, se produjo la primera subasta de tulipanes que no cumplía las expectativas. En aquella época, el tulipán era un objeto muy valioso que de repente dejó de comprarse y muchos de los compradores desaparecieron. La fiebre del tulipán había infectado a una gran parte de la población de Holanda. Tras analizar la burbuja especulativa, Peter Garber (analista de mercados) afirmó que esta burbuja que se creó fue una locura, ya que no tenía sentido que se apostase por el precio siempre creciente de una flor. Tras esta burbuja, se descubrió que hay bastantes similitudes entre esta fiebre del tulipán del siglo XVII y la evolución de los mercados financieros en la actualidad; un ejemplo de ello es que la gente estuvo apostando de manera poco realista por una subida de precios. ¿Por qué la gente sigue cayendo en la misma trampa durante siglos? Esa era la pregunta que se hacía Mike Das, un historiador británico, que cree que la respuesta a esa pregunta es la siguiente: “hay algo en la mente humana que nos hace querer creer la verdad sobre las burbujas del mercado bursátil”. Además, Mike añadió que, con la fiebre del tulipán del siglo XVII, se hizo evidente que la gente participa en una burbuja a pesar de saber que es una insensatez. En la primera mitad del siglo XVII, los Países Bajos adoptaron una posición excepcional en Europa. Mientras que el resto del continente estaba devastado por la guerra de los 30 años, los Países Bajos disfrutaban de una edad de oro, caracterizada por ser la época de la pintura holandesa (Destacaban autores como Rembrandt, Frans Hals, Vermeer y Rubens). Gracias al comercio en el extranjero, la economía nacional estaba floreciendo. Los Países Bajos fue el primer país de Europa que desarrolló una economía

moderna, y además era el país más rico de Europa (basaba su riqueza en el comercio). Fue el primer país en entablar vínculos de comercio con el lejano oriente, lugar de donde provenían la mayoría de los artículos lujosos. Y a base de pequeños beneficios, los holandeses se hicieron extraordinariamente ricos. El problema de los comerciantes holandeses de ese periodo era que ya en el siglo anterior habían pasado por la reforma, y Holanda estaba regida por una forma extrema de calvinismo (desaprobaban cualquier forma de exhibición de riqueza), lo único que les estaba socialmente permitido era exhibir su riqueza para glorificar a Dios, y eso explica la obsesión holandesa por los jardines. El tulipán, una exótica planta procedente de Asia central, es un codiciado elemento decorativo de los holandeses. En la segunda mitad del siglo XVI, los primeros tulipanes llegaron a Europa para adornar los jardines del palacio del emperador Rodolfo II en Viena y Praga. Desde allí, el botánico Charles de l’Écluse llevó tulipanes a los Países Bajos. L’Écluse fundó en la universidad de Leiden un jardín, llamado Ortus Acaadémicus, donde cultivó las primeras variedades de Tulipanes, poco después, esta planta sería admirada por una nación entera. El mercado de los bulbos, en el cual podía participar cualquiera, se hacía en una taberna de bar, esos bulbos eran muy valiosos y se intercambiaban por mucho dinero. El historiador Mike Das explica que el resultado de ese mercado era una especie de imitación de la economía de la vida real que surge entre los artesanos y los campesinos, aunque en realidad no saben como se hace. Formaban sus propios grupos de compraventa de productos y se reunían en las tabernas. El procedimiento era el siguiente: primero se pesaba el bulbo, el vendedor escribía el precio en una pizarra que entregaba al administrador; luego los compradores escribían sus ofertas, el administrador fijaba un precio entre las expectativas del vendedor y la oferta más alta. Además, Peter Garber explica que también había un líder que invertía en el proyecto, y el resto de compradores le seguían y apostaban su dinero en un proyecto sin entender lo que estaba pasando. Pero a pesar de eso, la gente compraba bulbos sin tener experiencia con los tulipanes debido a que sabían que la demanda de los tulipanes estaba en alza. Durante el verano, los precios del tulipán aumentaron regularmente, cuanta más gente se unía al juego especulativo, más rápido subían los precios.

Actualmente, el 80% de los tulipanes que se venden en el mundo se producen en los Países Bajos. Los campos de cultivo son de tulipanes y la cosecha es de bulbos; una vez que los tulipanes se marchitan, los bulbos se desentierran, se limpian y se clasifican. En el siglo XVII, los jardineros holandeses también desenterraban los bulbos tras la floración. Mike Das habló también de la diferencia que hay entre los tulipanes de hoy en día y los del siglo XVII. En el siglo XVII, los tulipanes eran más coloridos y más llamativos, y el precio del tulipán estaba vinculado a los colores, cuanto más bonito fuera el color del tulipán, más caro sería el bulbo. El mayor problema que tenían los bulbos era que contenían virus, sobre este virus habló la experta en virus de plantas Margit Laimer Da Camara Machado. Margit explicó que este virus que modifica el tulipán lo propagan los pulgones. Un pulgón que succione de una planta invadida puede entonces contagiar a una sana; por lo que es fácil que un campo sea infectado rápidamente al haber tantas plantas juntas, y al final el virus se vuelve letal para la planta. Este virus era un problema para los cultivadores, porque solo podían luchar contra ello manualmente. Pero a su vez, el virus fue el que produjo los tulipanes más extravagantes del siglo XVII. “Para poder cultivar una flor se necesita un bulbo, y cuanto más singular sea el bulbo, más se tiende a valorarlo; incluso en los Países Bajos los bulbos llegaron a igualar el precio de una casa, y esto se debe a lo que el bulbo produce” dijo Peter Galber. Debido a la naturaleza del bulbo, el tulipán es un artículo comercial ideal, ya que los bulbos pueden sobrevivir sin tierra durante muchos meses, además de que son fáciles de guardar, transportar y manipular. Margit Laimer añadió que un bulbo de tulipán es un órgano de almacenamiento que permite a la planta sobrevivir en períodos de sequía o a un invierno muy largo y frío. El bulbo comienza a germinar en primavera, cuando el tiempo primaveral proporciona la combinación adecuada de luz, calor y humedad. En un corto periodo de tiempo crecerá una planta grande de un bulbo pequeño. En la segunda mitad de 1637, los tulipanes con diseño raro y llameante se pagaban a 100 florines el bulbo, equivalente a 4 cerdos gordos o a 453 kg de queso.

Gracias a sus bulbos poco complicados, los tulipanes son un artículo de comercio ideal, pero los bulbos tienen una desventaja importante, y es que la apariencia de un bulbo no dice nada sobre el aspecto que tendrán sus flores, por ello la compra de bulbos de tulipanes siempre ha sido una cuestión de confianza. Cada bulbo guarda su propio secreto hasta la siguiente primavera y eso convierte cada transacción de negocios en un juego. Algunos cultivadores intentaron limitar el riesgo de sorpresas desagradables clasificando y catalogando los bulbos con cuidado. Si por casualidad se mezclaban productos bien clasificados, el resultado podía ser una pesadilla. Incluso con una organización perfecta siempre hay cierto riesgo. Los ejemplares más valiosos serían los infectados por el virus, pero los comerciantes no tenían forma de reconocer los bulbos infectados. Mike Das explicó el problema del virus: si un bulbo está infectado, puede producirse uno de esos tulipanes modificados que son fantásticamente valiosos, o a veces no, a veces un simple bulbo podía convertirse en un tulipán increíblemente valioso, y es aquí cuando el azar entre a formar parte del comercio, lo que para ciertos comerciantes hacía el mercado más atractivo. Mike añadió que, en la década de 1630, tuvo lugar en los países bajos uno de los fenómenos más extraordinarios, fue la evolución de los llamados libros de tulipanes, estos libros eran editados por encargos de comerciantes adinerados que pagaban a artistas para que pintasen los tulipanes que tenían en su inventario. Además, estos libros de tulipanes fueron en realidad una forma temprana de publicidad, como una especie de catálogo comercial para intentar persuadir a la gente. Tres siglos más tarde, el comercio del tulipán ha cambiado, actualmente, el mercado de las flores Almerg es el mercado que tiene mayor número de tulipanes. Los tulipanes solo florecen unas pocas semanas en primavera, para ampliar el periodo de recogida, las flores cortadas se cultivan en invernaderos. Para acelerar las ventas, las bolsas de flores operan en el llamado modo subasta holandesa, esto significa contar hacia debajo desde un precio máximo anunciado. El dinero y la mercancía cambian de manos de inmediato, lo que se conoce como un mercado al contado. Esta es la diferencia clave a lo ocurrido en 1936, y esto tiene que ver con el ciclo de crecimiento del tulipán.

Los bulbos deben de plantarse en otoño para que puedan crecer en primavera, y debe prestarse una atención especial a la disposición de variedades y colores; esto depende de una clasificación cuidadosa en el momento de recogida y de un almacenamiento bien organizado. “La naturaleza de los bulbos de tulipán es crecer en primavera, y que las flores duren 1 o 2 semanas, entonces el bulbo puede desenterrarse y comercial con el como artículo físico durante unos pocos meses, antes del invierno deberán de volver a la tierra o morirán, por lo que cualquier transacción de bulbos en invierno u otoño, por su misma naturaleza, era un mercado de futuros y los bulbos serían entregados cuando se desentierren en junio” dijo Peter Garber. En otras palabras, los almacenes de los comerciantes estaban vacíos en invierno, y para aprovechar ese periodo inventaron un nuevo método de comercio. Mike Das explica el porqué de este nuevo método: “Cuando se habla de personas que intentan ganar dinero comerciando con bulbos y solo les es posible hacerlo durante unas cuantas semanas al año parece que hay algo que no concuerda, la consecuencia natural fue comerciar con la posesión del bulbo. El modo en que los holandeses fueron capaces de solucionar este problema es fascinante, porque inventaron lo que hoy en día consideramos mercado de futuros”. Y Peter Garber habló sobre los precios de los bulbos, dijo que los precios de los bulbos físicos no variaron mucho, sino que fueron los mercados de futuros los que variaron, se desviaron espectacularmente del valor de los precios al contado, entonces el comprador corría el riesgo a la baja y también al alza. Fue el comercio de una nueva era, ya que se consiguió vender productos que todavía no tenían, no se compraban bulbos reales, sino que se compraban el derecho a adquirir bulbos por un precio establecido en un tiempo futuro. Esto consistía en darle a alguien un papel que dice que posee este bulbo que, está en este jardín de esta ciudad y su dueño es tal persona, y si le llevas a esa persona esa hoja de papel, él te entregará su propiedad. “ Pero había un peligro con los pagarés, y era que si te encontraban en posesión de uno y si no tenias el capital para cumplir el compromiso del 90% se convirtió en una preocupación importante para la gente, esto provocó una especie de exacerbación en la cantidad de intercambios. Los bulbos podían comprarse y venderse hasta 10 veces en un solo día en las llamadas tabernas profesionales” explicó Mike Das

Los compradores sabían que estaban jugando con cifras fantásticas, pero la tentación de forrarse con los beneficios resultó ser irresistible. En la actualidad es lo mismo, una vez que los precios empiezan a subir, la gente empieza a comprar. Mike Das explicó que las personas involucradas en el mercado eran muy pobres, entonces hipotecaban sus posesiones y daban ese dinero como anticipo por los tulipanes y lo hacían comprando un pagaré al dueño del tulipán. Llegó un momento en el que ningún comprador está dispuesto a pagar un precio más alto, en ese momento comienza a cundir el pánico por vender y los precios se hunden. Entre diciembre de 1636 y enero de 1637 los precios del tulipán aun estaban subiendo, en algunos casos llegando a cifras astronómicas, incluso los precios de algunas variedades llegaron a aumentar hasta un 2000% el precio en pocas semanas. La variedad más cara se llamaba Sémper Augustus, incluso antes de la fiebre del tulipán había llegado a alcanzar los 200 florines y con la fiebre del tulipán el precio llegó a superar los 10000 florines. “Sémper Augustus es la flor más cara de la que se ha visto hablar y al parecer nunca se intercambió, solo se sabe que en algún momento una de estas flores fue vendida. En los libros de tulipanes se puede encontrar algún dibujo de una Sémper Augustus, pero es muy probable que la persona que hizo el dibujo nunca hubiera visto la flor, por lo que es posible que la Sémper Augustus fuera un mito urbano” dijo el historiador Mike Das. Estos mercados estaban formados por gente pobre, por lo que llegó un momento en el que hicieron ofertas muy grandes y todos los compradores pasaron a deber dinero. Entre 1636 y 1637, el mercado alcanzó su apogeo y el mercado era puramente un mercado de apuestas y no un verdadero mercado de inversiones. El “pinchazo de la burbuja” tomó a los inversores por sorpresa. Mike explicó como empezó a decaer el mercado de los tulipanes: “A comienzos de 1637, una subasta de bulbos de tulipán tuvo lugar en una taberna, y por primera vez nadie pujó por uno de los lotes, entonces el subastador trató de bajar el precio, y cuando la subasta comenzó por segunda vez nadie pujó por los bulbos. Esto no tenía precedentes, pero las implicaciones fueron muy claras para las personas de esa taberna, comprendieron que algo muy malo estaba pasando, la demanda de tulipanes había parado en seco”. En un solo día el valor de los tulipanes cayó hasta que llegaron a valer prácticamente nada....


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