Nota de Clase 6- Epistemología segundo cuatrimestre PDF

Title Nota de Clase 6- Epistemología segundo cuatrimestre
Course Epistemología de la Economía
Institution Universidad de Buenos Aires
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EPISTEMOLOGÍA DE LA ECONOMÍA-Prof. Diego WeismanNota de Clase 6: El agente representativo no representa a ningún agenteEl agente representativoVamos a concluir la tercer parte del argumento esbozado la vez pasada. Aceptemos por un momento que la economía no se ocupa en principio de individuos como S...


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Nota de Clase 6-Borrador 1.2

EPISTEMOLOGÍA DE LA ECONOMÍA-Prof. Diego Weisman Nota de Clase 6: El agente representativo no representa a ningún agente El agente representativo Vamos a concluir la tercer parte del argumento esbozado la vez pasada. Aceptemos por un momento que la economía no se ocupa en principio de individuos como Samid, o Bill Gates, ni de sus estados mentales psicológicos (es el “antipsicologismo” que vimos la clase anterior). Pero si esto es así ¿por qué tantas teorías económicas utilizan términos como empresario representativo en su formulación? ¿Es un subterfugio destinado a engañar incautos? Que el empresario representativo sea un empresario típico, ¿significa que representa el promedio de individuos? Pero ¿acaso no son los empresarios extremadamente diferentes entre sí, de tal manera que promediarlos sería erróneo? Después de todo, ¿En qué se parecen Samid y Bill Gates? ¿Qué tiene que ver un empresario supermercadista minorista argentino -Pablito, el dueño del mercado chino de la esquina de mi casa, digamos-, con el CEO de una multinacional que maneja billones de dólares? ¿A qué empresa refiere la “Teoría de la Firma” neoclásica? ¿Quién es el “agente representativo”? Innumerables preguntas! En esta clase, me gustaría mostrar que la “Teoría de la Empresa” ortodoxa no refiere a ninguna empresa, y que el “agente representativo” no representa a ningún agente. Suena raro, pero veámoslo. Homo Economicus versus Agente Representativo

Dos empiristas muy diferentes entre sí

A partir de hoy comenzamos a distinguir más fielmente entre dos tradiciones epistemológicas que, en mi opinión, son importantes para comprender la economía actual. La posición por default en cualquier ciencia madura es el empirismo: aprendemos de la Experiencia, no de la Autoridad ni de la Razón. Pero recuerden que la historia nos legó dos empirismos de naturaleza muy diferente. El más extendido en Economía ha dado lugar a la tradición del homo economicus, cuyos orígenes se remontan al siglo XIX, con John Stuart Mill, y un poco más lejos, con David Hume. De acuerdo con mis cálculos (muy informales), el 98,7% de los economistas actuales son millianos, lo cual podría ser problemático. Como veremos, el Empirismo Milliano invita al economista a pensar que puede cazar causas con modelos teóricos por un lado, y a intervenir en la realidad con recetas de Ingeniería Total del tipo “Consenso de Washington”, por el otro. Tales intervenciones son injustificables -y en extremo peligrosas- desde el punto de vista falibilista. La segunda tradición, minoritaria y con defensores escasos, apocados, débiles, y engordando peligrosamente a causa de la cuarentena, es la del agente representativo, vinculada al empirismo de Karl Popper. Incluye a varios personajes percibidos como “tecnócratas neoliberales”, sea lo que

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sea que eso signifique, tales como Friedrich Hayek, Milton Friedman, Armen Alchian, Robert Lucas, y Eugene Fama. La corriente se puede denominar Empirismo Popperiano, por razones obvias. Es una posición que, en mi opinión, rompe con el dogmatismo milliano, y prohija un tipo de intervención que voy a describir como la única científicamente defendible, conocida como “Ingeniería Social Fragmentaria”. Es la clase de aplicación de la ciencia que legitima logros prácticos centrales para mucha gente, desde la Asignación Universal por Hijo (o Plan Progresa), hasta la lucha contra al pobreza de Esther Dufló -quien acaba de ganar el premio Nobel hace unos meses, y cuyos aportes veremos en la última clase.

El empirismo popperiano aparece en franca minoría

Es la tradición del agente representativo la que hemos intentado reconstruir hasta ahora, e involucra una mirada evolutiva del conocimiento, la naturaleza, o el sistema económico. Nos compromete con una carga ontológica mínima. Sólo hay que aceptar que el mundo está poblado por agentes como nosotros, limitados y haciendo tonterías la mayor parte del tiempo. A partir de aquí emergen resultados que increíblemente no son caóticos, sino más bien semejan un extraño orden que nadie ha planificado, y cuyas reglas todavía no comprendemos del todo. Una dificultad para diferenciar Empiristas Millianos de Empiristas Popperianos es que ambos utilizan modelos, ambos defienden que el irrealismo no es problemático (aunque por razones enteramente diferentes), y ambos consideran por supuesto que la forma de aprender cómo es el mundo que está allá afuera, es por medio de la experiencia. Dadas estas similitudes, tenemos que ser muy cuidadosos, creo, cuando en clases próximas profundicemos la distinción. Las mismas palabras podrían significar cosas diferentes al interior de cada corriente. Una segunda dificultad está relacionada con la incomprensión de muchas estrategias modelísticas utilizadas por el Empirismo Falibilista. Retomando el hilo de hoy, si la tradición del agente representativo entiende que el mundo está hecho de personas limitadas, ¿por qué incorpora en sus modelos un agente con capacidades tan extremas? El agente representativo Lo anterior explica en parte por qué muchos piensan que los economistas están locos, o que viven en un Mundo de Fantasía. El agente representativo posee una capacidad de cálculo increíble, además de afrontar los problemas de agregación que mencionamos más arriba. Los modelos macroeconómicos que se utilizan hoy, del tipo DSGE (Dynamic Stochastic General Equilibrium models), asumen -una consecuencia de “La Crítica de Lucas”- a un agente representativo que conoce el futuro y resuelve múltiples ecuaciones de optimización intertemporal simultáneamente.

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¿Están locos los economistas? Este cartel lo sugiere

Al respecto, Robin Pollin1, profesor de posgrado en Harvard, cuenta la siguiente anécdota: Recuerdo desafiar a mis estudiantes de doctorado, en la década de 1980, para que me ayuden a llevar a cabo con precisión al menos uno de los múltiples cálculos que Lucas afirma que cualquiera puede hacer y realiza, de hecho, de manera regular. No hace falta decir que todos fallamos en la tarea, y no tengo dudas de que el mismísimo Lucas habría fallado. La razón es simplemente que no hay forma posible de que alguien pudiera saber todas las cosas que Lucas dice alegremente que todos saben como algo natural.

El artículo de “Wikipedia” referido al ‘agente representativo’ da muestras, creo, del consenso popular al respecto. El método de suponer empresarios, consumidores, o empresas representativas, se argumenta, 1-es un intento de representar al tomador “típico” de decisiones, y 2-es un método erróneo y falaz. Veamos: Los economistas utilizan el término agente representativo para referirse al tomador típico de decisiones de un cierto tipo (por ejemplo, el consumidor o la empresa típica). (…) Más técnicamente, se dice que un modelo económico tiene un agente representativo si todos los agentes del mismo tipo son idénticos (sic)

Un poco más abajo, en la sección “críticas”, vemos el siguiente pasaje, que piadosamente recomienda someter al agente representativo a un buen entierro: Kirman concluye que la reducción de un grupo de agentes heterogéneos a uno representativo no es solo una conveniencia analítica, sino que también está "injustificado y lleva a conclusiones engañosas y normalmente equivocadas." Desde su punto de vista, el agente representativo "se merece un buen entierro como método para el análisis económico que no solo es primitivo, sino fundamentalmente erróneo."

Supuesta tumba del agente represtentativo. La inscripción sugiere que no se lo desentierre.

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“The Wall Street Collapse and Return of Reality-Based Economics” Monthly Review 62, no. 4 [Septiembre de 2010] Presten atención al título.

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Antecedentes: Marshall, 1890. Antes de apresurarnos a enterrar al agente representativo, veamos su origen, y preguntémosle si tiene algo para decirnos. Para nuestros intereses, podemos situar su nacimiento en la segunda edición de los “Principios de Economía”, de Alfred Marshall, el primer tratado moderno de la disciplina, de acuerdo con el elegante y siempre preciso juicio de Keynes. Hasta entonces contábamos con libros como el de John Stuart Mill (“Principios de Economía Política”), o el de Ricardo o Malthus, los cuales hoy pueden tener un mero interés histórico, pero con Marshall es diferente, porque aparecen allí muchas de las herramientas y conceptos que vemos a lo largo de la carrera. Aventuro la opinión de que todavía hoy es posible tener una primera aproximación a la economía leyendo a Marshall. Un par de comentarios contextuales. Alfred Marshall, al igual que Stuart Mill, simpatizaba abiertamente con ideas socialistas. Ambos estaban preocupados por las misérrimas condiciones de vida padecidas por gran parte de la población. Recordemos que por esta época, una enorme mayoria de personas estaban por debajo de la linea de pobreza extrema -es decir, vivían con menos de lo que hoy es 1 dólar diario, una situación que permite comprender la franca preocupación de estos economistas “clásicos”. Si se fijan el gráfico que vimos la vez pasada, y ubican el final del siglo XIX, pueden asomarse al penoso mundo que dejamos atrás hace relativamente poco tiempo:

Hasta entonces, los libros de Economía incluían el epíteto “Política” (se publicaron varios “Principios de Econonomía Política” -de Suart Mill, de Ricardo, de Malthus, de Menger, etc), pero hacia fines del siglo XIX comienza a emerger el término economics que convivió durante un tiempo considerable con el previo, hasta que finalmente lo desplazó y se impuso casi por completo. Hoy tenemos por lo general facultades o carreras de economía, no de economía política. ¿A qué obedece esta mutación? En los oscuros pasillos de la Facultad de Económicas de la UBA se comenta, en voz baja y en tono conspirativo, que el cambio obedece a un torvo intento por “despolitizar” a la economía, de manera tal de hacerla aparecer como una disciplina aséptica, neutral y objetiva, despojándola simbólicamente de su compromiso con la Realidad. Pero me gustaría ofrecer una falible explicación alternativa, un poco más aburrida me temo, y que figura merecidamente a pie de página2. 2 Es una breve historia en tres estadios. 1-Etimológicamente el término ‘economía’ refiere al orden (nomos) de la casa (oikos). Jenofonte, por ejemplo, escribe cerca del 400 AC el primer paper de economía (en realidad, un diálogo socrático), y describe allí la administración juiciosa de la casa de un ciudadano ateniense. 2-Varios siglos después, con el desarrollo de los Estados Nacionales, el término se amplió. Dejó progresivamente de referir al orbe de los doméstico, y comenzó a predicarse de una unidad mucho más amplia, el Estado Nacional

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Noten el título del libro. ¿Y la política?

Tercer punto. Marshall ha leído con entusiasmo a Darwin. Esto da lugar a un movimiento de ideas un tanto particular, de retroalimentación entre dos disciplinas, la Economía y la Biologia Evolutiva, que en lo personal siempre me ha parecido muy llamativo (y que no termino de entender del todo). Marshall lo expresa así: Antes de que el libro de Adam Smith encontrara muchos lectores, los biólogos ya estaban comenzando a hacer grandes avances en la comprensión de las diferencias en la organización que separan a los animales superiores de los inferiores; y antes de que transcurrieran dos generaciones más, el relato histórico de Malthus sobre la lucha por la existencia del hombre inició a Darwin en una investigación sobre los efectos de la lucha por la existencia en el mundo animal y vegetal (…). Desde entonces, la biología ha pagado con creces su deuda; y los economistas a su vez deben mucho a las variadas analogías que se han descubierto entre la organización social y especialmente industrial por un lado y la organización física de los animales superiores por el otro (Marshall 1890: 240-1)

En este contexto, me parece, se puede ver la introducción del “agente representativo”. Marshall comienza con una analogía muy curiosa, de un bosque y los árboles individuales: “(...) podemos aprender una lección de los árboles jóvenes del bosque que luchan hacia arriba a través de la sombra de sus rivales mayores. Muchos sucumben en el camino, y unos pocos solo sobreviven; esos pocos se vuelven más fuertes cada año, obtienen una mayor cantidad de luz y aire con cada aumento de su altura, y al final a su vez se elevan por encima de sus vecinos y parecen crecer para siempre ... pero no lo hacen. Un árbol puede mantenerse más tiempo en pleno vigor y alcanzar un tamaño mayor que otro; pero tarde o temprano la edad les pasa factura a todos. Aunque los más altos tengan un mejor acceso a la luz y al aire que sus rivales, pierden vitalidad gradualmente; y uno tras otro ceden su lugar a los demás” (1890: 315-16)

¿Qué es el agente representativo, entonces? Veamos.

(o si me permiten el anacronismo, la polis). En suma, Economía de la Polis o Política. Propias de esta época, me parece, son las definiciones de Economía como la ciencia encargada de un objeto típicamente monetario, como la producción, distribución y consumo de riqueza, o el análisis de las esferas donde el deseo de riqueza es el manifiesto y predominante, etc. 3-La historia no termina aquí. La revolución marginalista del siglo XIX permitió extender el campo teórico de la Economía Política aun más, porque ya no tenía que tratar de temas estrictamente monetarios, sino que puede ahora utilizarse como una teoría de la acción general (maximizar “x” s.a y, donde “x” es prácticamente cualquier cosa). Con esto, el tipo de definiciones comienza a cambiar, y surgen rápidamente algunas que no mencionan explícitamente el dinero, o la riqueza, como la conocida “distribución de recursos escasos entre fines alternativos”, o “análisis de las consecuencias no deseadas de acciones voluntarias”, etc. De manera paralela, en inglés, va emergiendo la costumbre de hablar de Economics, por denotar este uso más general. En el siglo XIX, luego del marginalismo, la Economía pierde el epíteto “Política”. Si esta conjetura historiográfica no está muy desencaminada, se entiende por qué Marshall titula su libro como “Principios de Economía”, en lugar de “Principios de Economía Política”, como era usual hasta entonces. No tiene nada que ver con la política, tal como la entendemos nosotros, y quizás los comentarios de pasillo sean un tanto demasiado conspirativos.

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(...) [Una] empresa representativa es, en cierto sentido, una empresa promedio. Pero hay muchas maneras en que el término "promedio" podría interpretarse en relación con una empresa. Y una empresa representativa es ese tipo particular de empresa promedio, a la que debemos mirar para ver hasta qué punto las economías, internas y externas, de producción a gran escala se han extendido generalmente en la industria y el país en cuestión. No podemos ver esto observando a una o dos empresas tomadas al azar: pero podemos verlo bastante bien seleccionando, después de una encuesta amplia, una empresa, ya sea en gestión privada o de acciones conjuntas (o mejor aún, más de una) , que representa, a nuestro mejor juicio, este promedio particular”

Marshall menciona que la empresa representativa es “una suerte de promedio”, aunque no termina de definirlo. Pareciera luchar con un concepto que no logra expresar con claridad. Una lectura más moderna, y potencialemente iluminadora, me parece, es la siguiente3: “Siguiendo a Frisch (1950), desde una perspectiva analítica, se puede ver que la empresa representativa representa "en miniatura" la curva de oferta de la industria; y para investigar cómo puede reaccionar la industria en su conjunto ante un cambio dado, simplemente analizamos cómo es probable que reaccione la empresa representativa. En la analogía del ciclo de vida de Marshall, la empresa representativa no es otra c osa que el árbol representativo del bosque.”

En suma, la firma representativa no representa a ninguna firma. Puede verse, más bien, como una representación “en miniatura” de la industria. Para intentar comprender qué diablos puede querer decir esto, retornemos una vez más al campo de la biología.

El Mundo Modelo parece no tener nada que ver con el Mundo Real

Una vez más, las polillas. Mundo Real vs. Mundo Modelo Recordemos el caso de las polillas de Manchester. Por énfasis, voy a comenzar por algunas observaciones no muy controversiales, espero, relativas a cómo creo que es el Mundo Real, en particular el Mundo Real de las Polillas. Por favor, fíjense si está de acuerdo: •

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Estado inicial: Parece razonable pensar que tal mundo está compuesto por polillas relativamente heterogéneas, que por supuesto no son genéticamente idénticas entre sí. Tiene sentido asumir además que ninguna de ellas conoce nada en relación a los cambios del entorno futuro, y que ocupan sus días en actividades como buscar comida, pareja, cuidar de sus larvas, huir de potenciales peligros, socializar, etc. En particular, no saben qué va a

Quéré and Arena, (eds), The Economics of Alfred Marshall. Revisiting Marshall's Legacy, p. 167. Ed. Palgrave-Macmillan, 2003

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suceder con las paredes de Europa, algo que podría ser relevante para su supervivencia. Por razones que ninguna de ellas conoce, y que por supuesto podría ser una feliz coincidencia, el color claro de sus alas les permite camuflarse en las paredes amarillentas de la Europa Medieval. En suma, polillas reales y limitadas, que viven sus vidas triviales y afanosas, más o menos como nosotros mismos. •

Shock exógeno: Ahora, vamos a un shock exógeno, un cambio en el entorno. Las paredes de Manchester se ennegrecen con el hollín, a causa del humo depositado por las chimeneas de la Revolución Industrial.



Estado final: Un tiempo después, puede observarse que el color de las polillas ha cambiado: ahora las polillas son grises.

Es, si ustedes recuerdan, el “misterio de los misterios”. Si alguien nos describiera superficialmente la situación, parecería que las polillas se han adaptado de manera consciente al entorno, y una explicación a la manera del buen William Paley podría venir a cuento aquí. Sin embargo, no es lo que “asume” el biólogo evolutivo contemporáneo, ni la mejor conjetura aceptada hoy por la comunidad científica. El mecanismo que explica la adaptación es el que esbozamos clases pasadas con Darwin o Malthus. Las polillas no se han adaptado de manera consciente al entorno; el entorno adopta pasivamente a quienes poseen el color “correcto”. Ahora, salgamos del Mundo Real, complejo y heterogéneo, y vayamos al Mundo Modelo. Imaginemos que muchos economistas asumen un Mundo Real con idénticas características poblado por individuos limitados, heterogéneos, y que afrontan un entorno incierto. Y supongamos además que no pretenden representarlo, sino más bien desean -por razones popperianas- construir un modelo que permita formalizar ciertas predicciones. Si tal fuera el caso, un científico enfrascado en un trabajo teórico sobre las polillas de Manchester podría decirse algo así, mientras traduce frenéticamente sus ideas en gráficos y ecuaciones llamativamente semejantes a las que aparecen en los manuales de texto de Economía: Postulemos una única Polilla Representativa. Asumamos que es perfectamente racional, en el sentido de que su objetivo es maximizar sus chances de supervivencia. Asumamos también que esta polilla representativa vive para siempre, y además que tiene la capacida de conocer el futuro, y de amoldar el color de sus alas de manera voluntaria y sin costo alguno para acomodarse a los shocks exógenos del entorno.

Tengo superpoderes!

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Como vemos, el modelo del economista teórico tomó la forma de un conjunto de ecuaciones con supuestos claramente irrealistas, un mundo hab...


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