Psicología Clínica de Adultos y Gerontes PDF

Title Psicología Clínica de Adultos y Gerontes
Course Psicología
Institution Universidad Nacional de La Plata
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Resumen para el primer parcial de la materia de psicología clínica de adultos y gerontes correspondiente al sexto año de la carrera de licenciatura en psicología. ...


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PSICOLOGÍA CLÍNICA DE ADULTOS Y GERONTES. Resumen Primer Parcial (2018). Trabajo Práctico N° 1. Las entrevistas preliminares y la dirección de la cura. Miller (2010): “El Ruiseñor de Lacan”.  ¿Cómo entiende la frase de Lacan “hay una clínica, hay síntomas típicos” y cuál es su alcance? Esta frase viene a justificar el hecho de que en psicoanálisis se utilicen categorías y clases como organizadores de la lectura que se hace de un caso, y para dar visibilidad al hecho de estos ordenamientos o interpretaciones que se hacen de lo observado, no corresponden a categorías naturales, a hechos de la “realidad”, sino a construcciones conceptuales que lejos están de capturar lo universal, la totalidad. En efecto, hay sujeto cada vez que el individuo se aparta de la especie, del género, de lo general, de lo universal. Se trata de no aplastar al sujeto con las clases. “Hay clínica, hay síntomas típicos” justamente porque del objeto ya está todo dicho, porque “los planetas no hablan, sino que se habla por ellos”. Hay clínica porque siempre hay una x, una falta por rellenar.  ¿Qué aporta el apólogo de Keats para pensar la cuestión del sujeto en psicoanálisis? El ruiseñor del que habla Keats es uno que él escucha en 1819 y que, según el poeta, es el mismo que escucharon Ovidio y Shakespeare. Dice Borges: “Keats, en el jardín suburbano, oyó el eterno ruiseñor de Ovidio y de Shakespeare y sintió su propia mortalidad y la contrastó con la tenue voz imperecedera del invisible pájaro”. Es lo que Miller propone como la perspectiva lacaniana: “el animal justifica el platonismo porque realiza totalmente la especie, y se puede decir que lo hace de manera exhaustiva, como ejemplar. Pero el ser hablante, el sujeto, nunca realiza ninguna clase de manera exhaustiva y sólo puede imaginarse confundido con la especie humana cuando se piensa mortal, como Keats en ese ejemplo”. Entonces, “llamamos sujeto al efecto que desplaza sin parar al individuo, que aparta el individuo de la especie, que aparta lo particular de lo singular, y el caso de la regla. En nuestra práctica apuntamos al punto sujeto del individuo”.  Explique la frase: “apuntamos al punto sujeto del individuo”. Con esto quiere decir que al psicoanálisis no le interesa encontrar la regularidad en la conducta humana, aquello supuestamente universal o construir una descripción de la “normalidad” o “normatividad”, sino que busca encontrar la singularidad dentro de los libretos. Introduce la contingencia y, con ella, un mundo que no es ni un cosmos ni un universo, que constituye un todo y que está sujeto a lo que se va a producir, al acontecimiento”. Así plantea una regla paradójica: lo universal es que sólo hay excepciones a la regla. Apuntar al punto sujeto es dirigirse hacia aquello que siempre escapa a la cristalización por la teoría y a su aprehensión dentro del individuo (de la especie). Así, planteando un universal negativo se evita apresar lo real en fórmulas absolutas que cieguen nuestra visión y nos impongan un marco que limite el devenir.  ¿Qué puede afirmar del texto respecto al diagnóstico en psicoanálisis? Miller entiende el diagnóstico como “el arte de juzgar un caso sin regla y sin clase prestablecida, lo que se distingue de un diagnóstico automático que refiere a cada individuo a una clase patológica”. Podríamos pensar que el diagnóstico debe, por tanto, evitar todo aplastamiento subjetivo, es decir, no debe actuar como un molde que corte las asperezas que no se le ajustan o como un filtro que nos permita separar lo “fundamental” de lo “accesorio” o “sin interés”. Se debe tratar de un diagnóstico que tenga en cuenta la singularidad y, por tanto, que no se ajuste a ningún canon prestablecido sino que sea efecto de la conjunción en el dispositivo de la realidad que representa el encuentro mismo que allí se produce [transferencia].  Diferencie la operación diagnóstica en clínica psiquiátrica y clínica psicoanalítica. El diagnóstico psiquiátrico cumple aquel anhelo de diagnóstico automático de nuestra época. Un diagnóstico que refiere cada individuo a una clase patológica. Así, se podría formular sin la necesidad de que alguien piense, pues sería suficiente anotar algunos signos. De este modo se sutura el momento lógicamente necesario del juicio. Éste no refiere a un conocimiento y no puede ser reducido a la aplicación de una teoría: entre la teoría y la práctica existe una hiancia que solo puede ser llenada por la intermediación del acto de juzgar, aquel que permite a los practicantes decidir si el caso entra bajo la regla. Para decidir que un caso responde a una regla es necesaria la preexistencia de la regla que lo prescriba, es decir, o bien la regla es arbitraria, o bien nace de la 1

experiencia, llevándonos a la conclusión de que es la regla la que se acomoda a los hechos y, por ende, nunca absoluta, nunca final, nunca preexistente.  Explique y fundamente las consideraciones que se desprenden de: “un universal negativo”. Siguiendo a Lacan al respecto de que la falta está en la estructura del lenguaje, podemos decir que “hay un agujero en el universo de las reglas y las clases, que Lacan denomina S(A), esto es, significa el universo del discurso designado en el punto en el cual se deshace, se funda [el discurso se funda en el mismo punto en el cual se deshace: la falta; allí se necesita de la invención de una regla, el discurso]. Y es en ese punto donde se necesita la invención de la regla y de la clase. En ese lugar de S(A) el sujeto analizante inventa la manera según la cual él subsume su propio caso bajo la regla universal de la supuesta especie de los sujetos. ¿Y cuál es esa regla? Se trata de un universal muy particular: la ausencia de una regla. He aquí la regla, un universal negativo, él mismo un agujero; es una fórmula no escrita, no inscribible; es la ausencia de un programa, de una programación en el sentido de las computadoras, la ausencia de una programación sexual. Es lo que Lacan llamó la “no relación sexual”. Esto implica que, como no hay una regla “el modo de relación entre miembros de la especie humana está especialmente abierto a la variación. El sujeto está siempre obligado a inventar su modo de relación con el sexo, sin estar guiado por una programación natural. Ese modo de relación inventado, siempre peculiar y particular, siempre rengo, es el síntoma y viene al lugar de esa programación natural que no hay”. Por eso el ser humano nunca puede subsumirse a “un caso de la regla”. “El sujeto se constituye siempre como excepción a la regla, y esta invención o reinvención de la regla que le falta la hace bajo la forma de un síntoma. Por supuesto, hay síntomas típicos, pero aunque tengan la misma forma, cada uno es peculiar, particular, porque, como señala Lacan, el sentido de un mismo síntoma es distinto”.

Lacan (1988): “Intervención sobre la transferencia” (pp. 207-208). Sitúe la importancia de un psicoanálisis que apunte a la responsabilidad y olvide la afirmación de la verdad. El curso de la cura debe proseguirse según las leyes de la gravitación que le es propia y que se llama la verdad. Es éste en efecto el nombre de ese movimiento ideal que el discurso introduce en la realidad. En una palabra, el psicoanálisis es una experiencia dialéctica. Freud tomó la responsabilidad de mostrarnos que hay enfermedades que hablan y de hacernos entender la verdad de lo que dicen. Pero esta verdad, cada vez más claramente, nos presenta su relación con un momento de la historia y con una crisis de las instituciones. El caso de Dora es expuesto por Freud bajo la forma de una serie de inversiones dialécticas. No se trata de un artificio de ordenamiento, sino de una escansión de las estructuras en que se trasmuta para el sujeto la verdad, y que no tocan solamente a su comprensión de las cosas, sino a su posición misma en cuanto sujeto del que los “objetos” son función. Es decir que el concepto de la exposición es idéntico al progreso del sujeto, o sea a la realidad de la curación. Vamos a definir en términos de pura dialéctica la transferencia. En el caso Dora, un primer desarrollo, nos arrastra de golpe al plano de la afirmación de la verdad [Esta primera afirmación de la verdad implica la repetición de un libreto del sujeto, algo de lo que se queja y de lo que no puede moverse. Apuntar a la responsabilidad implicar buscar que el sujeto se responsabilice de aquello de lo que se queja, que subjetive aquello como algo que lo toca en su singularidad, como algo que le pertenece. De lo contrario tendremos una persona que es víctima de una “realidad corrupta”; esto implicaría pensar que lo que se debiera cambiar es esa realidad o que se debería buscar adaptar al sujeto a ella para evitarle el sufrimiento].  ¿Qué consecuencias se desprenden de “no hay lagunas de la memoria”, en Dora? En el caso Dora, un primer desarrollo, nos arrastra de golpe al plano de la afirmación de la verdad. Dora se adentra en su requisitoria, abriendo un expediente de recuerdos cuyo rigor contrasta con la imprecisión biográfica propia de la neurosis. [Las consecuencias que podemos pensar es que las neurosis no se presentan tal como la teoría lo propone, sino que más bien implican presentaciones mixtas, particulares, que no pueden reducirse a “la clase”.]  Sitúe en qué momento Freud pregunta “¿Cuál es la parte que toca…?” Al final de ese desarrollo se encuentra colocado frente a la pregunta, por lo demás de un tipo clásico en los comienzos del tratamiento: “esos hechos están ahí, proceden de la realidad y no de mí, ¿Qué quiere usted cambiar de ellos?” A lo cual Freud responde por una primera inversión dialéctica: “mira, le dice, cuál es tu propia parte en el desorden del que te quejas”. Y aparece entonces un segundo desarrollo de la verdad, a saber, que no 

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es sólo por el silencio, sino gracias a la complicidad de Dora misma, bajo su protección vigilante, como pudo durar la ficción que permitió prolongarse a la relación de los dos amantes. Aquí no sólo se ve la participación de Dora en la corte que le hace el señor K, sino que sus relaciones con los otros participantes en la cuadrilla reciben una nueva luz. ¿Qué significan sobre esta base los celos súbitamente manifestados por Dora ante la relación amorosa de su padre? La segunda inversión dialéctica , Freud la opera con la observación de que no es aquí el objeto pretendido de los celos el que da su verdadero motivo, sino que enmascara un interés hacia la persona del sujeto-rival, interés cuya naturaleza mucho menos asimilable al discurso común no puede expresarse en él sino bajo esta forma invertida. De donde surge un tercer desarrollo de la verdad : la atracción fascinada de Dora por la señora K. Freud percibió la pregunta a la que llevaba este nuevo desarrollo: “si esta es pues la mujer cuya desposesión experimenta usted tan amargamente, ¿cómo no le tiene rencor por la redoblada traición de que sea de ella de quien partieron esas imputaciones de intriga y de perversidad que todos comparten ahora para acusarla a usted de embuste?”. Con este secreto seremos llevados, en efecto, a la tercera inversión dialéctica, la que nos daría el valor real del objeto que es la señora K para Dora. Es decir, no un individuo, sino un misterio, el misterio de la propia feminidad, queremos decir de su feminidad corporal, tal como aparece sin velos en el segundo sueño. Ya a nuestro alcance nos aparece el mojón alrededor del cual debe girar nuestro carro para invertir una última vez su carrera: es Dora, todavía infans, chupándose el pulgar izquierdo, al tiempo que con la mano derecha tironea de la oreja de su hermano, un año y medio mayor que ella. Parece que tuviésemos aquí la matriz imaginaria en la que han venido a vaciarse todas las situaciones que Dora ha desarrollado en su vida. Podemos tomar con ella la medida de lo que significan ahora para ella la mujer y el hombre. La mujer es el objeto imposible de desprender de un primitivo deseo oral y en el que sin embargo es preciso que aprenda a reconocer su propia naturaleza genital. Para tener acceso a este reconocimiento de su feminidad, le sería necesario realizar esa asunción de su propio cuerpo, a falta de la cual permanece abierta la fragmentación funcional (refiriendo al aporte teórico del “estadio del espejo”), que constituye los síntomas de conversión. Pero para realizar la condición de este acceso, no ha contado sino con el único expediente que, según nos muestra la imago original [del chupeteo], le ofrece una apertura hacia el objeto, a saber el compañero masculino [su hermano] al cual la diferencia de edades le permite identificarse en esa enajenación primordial en la que el sujeto se reconoce como yo (je). Así pues, Dora se ha identificado al señor K. Sigue siendo cierto que, como piensa Freud, el retorno a la reivindicación pasional para con el padre representa una regresión en comparación con las relaciones esbozadas con el señor K. Pero ese homenaje del que Freud entrevé el poder saludable para Dora [el “mi mujer no es nada para mí” del Sr. K.] no podría ser recibido por ella como manifestación del deseo sino a condición de que se aceptase a sí misma como objeto del deseo, es decir, después que hubiese agotado el sentido de lo que busca en la Sra. K.  Sitúe en el texto qué lugar Lacan le deja al analista y cuál al paciente. La transferencia tiene siempre el mismo sentido de indicar los momentos de errancia y también de orientación del analista, el mismo valor para volvernos a llamar al orden de nuestro papel: un no actuar positivo con vistas a la ortodramatización de la subjetividad del paciente.  Señale en el texto cómo Dora se encuentra sobre adaptada a la realidad ¿Qué consecuencias extrae de esto? Se encuentra sobre adaptada en tanto que contribuye a la construcción de aquella, pone su parte para que todo aquello de lo que se queja siga su curso.

Lacan (1988): “La dirección de la cura y los principios de su poder” (pp. 576-578)  Sitúe cómo enfatiza Lacan la rectificación subjetiva En el análisis Freud empieza por introducir al paciente a una primera ubicación de su posición en lo real; invierte la posición del “alma bella” [aquella que proyecta su propio desorden al mundo e intenta curarlo imponiendo “la ley del corazón” a todos los demás] en cuanto a la realidad a la que acusa. No se trata de adaptarla a esta realidad, sino de mostrarle que está demasiado bien adaptada puesto que concurre a su fabricación. Así, la transferencia hace su obra mostrándole al sujeto que se trata de una cosa muy diferente de “las relaciones del yo con el mundo” [al contrario, pone en evidencia una responsabilidad por parte del sujeto que da cuenta de que el conflicto está entre dos partes opuestas del sí mismo]. Así hace uso de la transferencia para realizar una interpretación que corra al sujeto de su posicionamiento en lo real [Así lo llama en el caso del Hombre de las 3

Ratas] tomando el recaudo de no tornar la transferencia en sugestión mediante el constante corrimiento que implica ese “estar más allá”. En el caso de Dora, por ejemplo, cuando ella llega denunciando ese “comercio” del que es objeto, Freud produce una rectificación subjetiva al preguntarle “¿cuál es tu propia pate en el desorden del que te quejas?”  ¿Cómo señala en el Hombre de las Ratas el punto de rectificación a nivel de la causalidad? Es cayendo derechito sobre el pacto que presidió al matrimonio de sus padres (y a su nacimiento) como Freud vuelve a encontrar esas condiciones (honor salvado por un pelo, traición sentimental, compromiso social y la deuda prescripta) de las cuales el gran libreto compulsivo, que empujó al paciente al análisis, parece ser la calca criptográfica. Trae así, Freud, a la luz lo que no puede llamarse de otro modo que las líneas del destino del sujeto. La causalidad estaría dada por el hecho de que las experiencias que hacen al estallido de la neurosis no serían meramente una conjunción de hechos azarosos de un modo aleatorio, sino que se trata de un significante que estaba dado previamente a su nacimiento.  ¿Cómo entiende “interpretación inexacta pero verdadera”, en relación al H. de las Ratas? Pero para poder acceder a ese material Freud debió realizar una interpretación que consistía en la presunción de que el padre del HdR habría ejercido una prohibición sobre la legitimación del amor sublime al que se consagra, para explicar la marca de imposible con que ese lazo parece marcado para él. Esta interpretación era inexacta, por lo menos, puesto que desmentida por la realidad que presume, pero que sin embargo es verdadera en el hecho de que Freud da prueba de lo que hemos aportado acerca de la función del Otro en la neurosis obsesiva: en esta la función del Otro es llenada por un muerto, en la medida en que alcanza la posición que Freud reconoce como la del Padre Absoluto [padre de la horda, el cual una vez muerto adquiere mayor fuerza de prohibición]. Así Freud en esta interpretación se adelanta a una función que el padre del HdR estaría cumpliendo en la fantasía, el de la prohibición inamovible, si bien no de realidad efectiva, de realidad psíquica.

Miller (2011): “¿Cómo se inician los análisis?” Lacan llamó al fin del análisis “momento de pase”, y articuló a ese momento un procedimiento de verificación (Lacan lo introdujo en la “Proposición del 9 de octubre de 1967, sobre el psicoanalista de la Escuela”). Cómo terminan los análisis depende del modo en que se concibe cómo comienzan. La entrada en análisis es muy variada; desde la entrada, ningún análisis se parece a otro. Pero al mismo tiempo, no es falso decir que los análisis comienzan siempre del mismo modo. Muchos analistas acuerdan que los análisis siempre comienzan por la transferencia. Es una reducción teórica de la variedad empírica bajo la cual se presentan los comienzos analíticos. A tal punto que ella dio lugar a una regla que desde Freud se impone al analista: la de esperar la transferencia para operar como analistas. Podría pensarse que Lacan mismo llegó a aceptar esta doctrina, dado que en su proposición sobre el psicoanalista de la Escuela formuló: “Al comienzo está la transferencia”. Su respuesta es que comienzan así: Presenté la cuestión de la transferencia según dos vertientes, como dividida en dos. Llamé lectura a una de estas dos vertientes, y libido a la otra. Creo que esta partición entre la lectura (o el desciframiento) y la libido (o el goce) sigue determinando nuestro enfoque de la cuestión de la transferencia y del fin del análisis. Admitimos a un sujeto cuando pensamos que su síntoma podrá curarse por medio de un enunciado formulado en forma explícita. Es decir que pensamos que la causa es este enunciado mismo en la medida en que subsiste en el sujeto sin poder ser formulado por él. Así podemos acercar el Icc a alguien que no tenga idea de él (desciframiento). El inconciente es esta suposición de que hay síntomas cuya causa es un enunciado que no puede ser formulado. Lo que Freud llamó inconciente es lo que Lacan nos presentó como un texto escrito indescifrable, como un significante desprovisto de significado. Lacan dijo en ese sentido que el Inconciente es ante todo lo que se lee, un texto que se lee. Por ello, además de asegurarse de que el síntoma en cuestión es de orden analítico, es necesario también que el paciente candidato sea capaz de aportar un texto para leer e incluso de leer de diversas maneras lo que él mismo aporta. El texto a leer, el texto analizable, es la denominada “asociación libre”. El sujeto debe ser capaz de producir significantes que él mismo no domine, significantes sin amo. Se trata de una nueva relación con el propio decir que supone que el sujeto sea capaz de decir sin hacerse cargo del dicho. En el análisis hay una distancia entre lo que se dice y el compromiso que se tiene en ese dicho. Hay que ser capaz de 4

hablar pero sin ponerlo a cuenta propia: Lo digo pero no creo una palabra de ello ; es la condición para poder formular los odios macerados, los deseos abyectos, los espantos estúpidos, los pensamientos odiosos que poseo y en los que no me reconozco. Pero no se trata de proferir dichos sin importancia alguna, sino de no poner a mi cuenta lo que digo, pero poniéndolo a cuenta de algo que me concierne, a cuenta de mi inconsciente, digamos, de modo tal que lo que digo debe no obstante tener el valor de una lectura del inconsciente. ¿Dónde está la transferencia cua...


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