Tema 1. La estructura de las lenguas y la comunicación lingüística PDF

Title Tema 1. La estructura de las lenguas y la comunicación lingüística
Course Lingüística
Institution Universidad de Oviedo
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Profesor: Antonio Fdez Fdez...


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Tema 1. La estructura de las lenguas y la comunicación lingüística Epígrafe 1.I El lenguaje como facultad y el lenguaje como actividad El lenguaje es una innata del homo sapiens, está asociada a la condición humana.

Es una facultad cognitiva, puesto que se ejerce interiormente (pensamos en una lengua). Sin embargo, también se manifiesta y se da en los procesos comunicativos, tratándose así de una facultad biológica. Cambia a lo largo de la vida pudiendo “deteriorarse” (facultad estática) (ej. enfermedades), aunque también puede “arreglarse” (facultad plástica).

Pero la facultad del lenguaje sólo alcanza un desarrollo plenamente funcional unos años después del nacimiento, tras un periodo relativamente breve de estimulación lingüística asistemática y no exhaustiva. Es un periodo de aprendizaje relativamente corto en relación con la gran complejidad de los sistemas verbales (por lo que se requiere gran precisión a la hora de hablar para que los receptores puedan comprender nuestro mensaje).

El lenguaje es adquirido paulatinamente por el ser humano desde que nace, los bebés experimentan una serie de etapas del lenguaje. Llevado por los cambios constantes del cerebro, a partir de los 3-4 años el ser humano es capaz de empezar a hablar coherentemente, siempre y cuando se le haya educado en un entorno de correcta estimulación. De esta manera, se estimula el cerebro del individual en el proceso de su maduración.

La estimulación lingüística es asistemática, es decir, que surge esporádicamente. No se planifica estimular el cerebro del individuo, sino que ocurre de forma natural al criarse en un entorno donde el lenguaje es utilizado. Así mismo, la estimulación lingüística no es exhaustiva por la misma razón anterior. El individuo parte de un nivel básico de información el cual da lugar a generalizaciones. Se trata de un periodo crítico porque si la estimulación no se da es posible que el lenguaje no se dé o se dé con dificultades.

La maduración lingüística no termina a los 3 años de edad, sino que comienza a complicarse utilizando los recursos lingüísticos que va adquiriendo en la atención y el manejo del lenguaje.

Una cuestión clave es si el niño trae de serie cierta información la cual pasa a ser operativa a partir de la estimulación del entorno. Esta estimulación sería la llave, lo que activa la facultad. De aquí surge la teoría del innatismo lingüístico, que dice que venimos de serie con cierta información abstracta, pero que no llega a ser operativa sin el estímulo necesario del ambiente. 1

En contraposición, hay otra idea que afirma que no hay un conocimiento lingüístico innato, sino que se obtiene mediante el entorno y la experiencia; puesto que consideran que carecemos de mecanismos de aprendizaje al nacer. Por otro lado, se ha observado que los bebés muestran habilidades lingüísticas que no proceden de estímulos previos.

Es muy difícil saber cuál es el estado de esta facultad en el momento del nacimiento, pero se cree que se basa en unas reglas llamadas gramática universal.

La facultad del lenguaje plenamente funcional es compleja, pues consiste en conocimiento de al menos dos tipos: El conocimiento lingüístico es propiedad de la mente, es decir, que nacemos con esa capacidad que más tarde desarrollaremos. CONOCIMIENTO LÉXICO-GRAMATICAL O FORMAL: es un conocimiento sobre recursos verbales simples y complejos y sobre cómo hacer de los simples otros de mayor grado de complejidad. Se trata de un conocimiento sistemático y de tipo léxico y estructural. No es accesible, es implícito y más preciso. CONOCIMIENTO COMUNICATIVO O FUNCIONAL: es un conocimiento sobre cómo y cuándo usar con adecuación y eficacia los recursos verbales. Se trata de un conocimiento seguramente menos sistemático porque con él podemos construir recursos verbales que no usemos o que no nos sirvan porque nadie los entendería. Permite evaluar la necesidad de cada circunstancia y en relación a ella, decidir el lenguaje.

La parte de la biología que está involucrada en el lenguaje es el encéfalo. En esta biología humana con funciones lingüísticas se diferencian: 1)Elementos centrales: podríamos considerar como tal al encéfalo, en el que residen los patrones de conexión de neuronas. 2)Elementos periféricos: es la biología relacionada con la interiorización y exteriorización de los mensajes lingüísticos. A partir de los 3 años ya están desarrollados como tener el conocimiento operativo correspondiente. La motricidad de los sistemas corporales externos (como el oído) está muy ligada al encéfalo, y si uno de ellos falla se da una anomalía.

Facultad del lenguaje = estado de conocimiento operativo que alcanzan los elementos centrales de la biología humana con función lingüística. Lengua (pinto de vista biológico) = conocimiento propio de ese estado. Lengua = cierta biología de cada sujeto en un estado.

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A partir de una dotación biológica, cada individuo, en determinadas condiciones de estimulación ambiental, desarrolla su lengua; a la que podríamos llamar biolengua porque es un proceso biológico y determinado genéticamente. Podría decirse que hay tantas biolenguas como individuos hablantes.

*El lenguaje como actividad La actividad lingüística es movilizar el conocimiento lingüístico. Pero plantea un problema: dicha movilización no se puede realizar sin superar una serie de restricciones. Y para ello hay que recurrir a otras facultades cognitivas relacionadas con la audición y la motricidad, las cuales dependen a su vez del encéfalo. Es muy necesario un control de la motricidad articular y respiratoria, ya que si no se tiene puede impedir la manifestación lingüística. También se requiere control sobre la sincronización de mvtos (biología encefálica), si no se tiene no se secuencia adecuadamente y afecta a la movilidad articulatoria (la cual se necesita para generar estructuras correctamente). La movilidad lingüística está limitada por otras capacidades que dependen de otras facultades cognitivas: la atención, la memoria, el control motriz, la audición, etc. que deben facilitarla, pero que pueden obstaculizarla. En virtud de esta dependencia de factores externos a la facultad del lenguaje, la actividad lingüística no puede ser considerada como si se redujera a la mera «movilización» del conocimiento léxico-gramatical y comunicativo. Para estudiar la actividad lingüística y explicar sus variados productos resulta ineludible la consideración de muchas variables, variables que es posible ignorar al afrontar el estudio de la facultad del lenguaje en sí misma.

*Parejas de conceptos 1.

Competencia y actuación En principio, la lingüística generativista llama competencia sobre todo a la parte de conocimiento léxico-gramatical de la facultad del lenguaje, y no siempre a la parte de conocimiento comunicativo. Es decir, cuando en el marco de la lingüística se utiliza un término competencia suele hacerse referencia solo al conocimiento de un inventario de «palabras» y de los modos en que tales unidades pueden combinarse para formar frases y oraciones. Un conocimiento al que también se llama Lengua-I, por interiorizado e individual. Asimismo, la lingüística llama actuación a la movilización del conocimiento que constituye la competencia o Lengua-I, movilización que se produce cuando el sujeto se comunica lingüísticamente o cuando usa ese conocimiento para otros fines, cuando usa el lenguaje.

2.

Lengua y habla La lingüística estructuralista llama lengua al sistema de «palabras» y modo de combinarlas que resulta del conocimiento que tiene cada uno sobre el lenguaje. Es decir, el «modelo» o reconstrucción de lo que sobre palabras o modos de combinarlas conoce el conjunto de una comunidad lingüística (conocimiento colectivo). Y considera que tal «modelo» o 3

reconstrucción del conocimiento colectivo puede y debe ser tratado como un sistema de datos externo a los sujetos. Y llama habla a la activación individual de ese sistema de datos en las ocasiones de práctica comunicativa, y a los productos que resultan de ello, la activación individual de ese conocimiento colectivo.

Epígrafe II Las lenguas y la comunicación lingüística La comunicación lingüística es, según unos, sólo una de las formas más frecuentes de movilización del conocimiento y de los recursos lingüísticos que constituyen la competencia o Lengua-I, y, según otros, la forma primordial de movilización de la parte que cada uno conoce de un sistema de datos que sería la lengua. En efecto, las lenguas permiten producir unas herramientas muy poderosas para la comunicación: los enunciados. Los enunciados son el elemento de comunicación por excelencia y surgen de señales que se transforman en estructuras con intención comunicativa. Son estructuras integradas por palabras, que resultan de realizar físicamente (mediante exteriorización) dichas estructuras (pudiendo exteriorizarse con sonidos, letras en un papel…) Luego esas estructuras se convierten en algo sensorialmente perceptible, manifestando las que han sido seleccionadas por nuestro cerebro. La estructura de los enunciados es muy variada, puede ser un ruido sin significantes reconocidos, no tiene porqué ser una palabra. Algunos no tienen estructura material lingüística. Los enunciados son acontecimientos, algo que no se repite por su propia naturaleza, puesto que se dan en coordenadas espaciotemporales concretas) Aunque se repita la misma estructura lingüística, se realiza un acontecimiento diferente y único. Se realizan actos comunicativos diferentes que corresponden a intenciones comunicativas diferentes. Hay enunciados con la misma estructura y significados diferentes. Un enunciado puede definirse también como una manifestación de recursos verbales; a veces del mismo recurso verbal, pero siendo diferentes porque responden a intenciones comunicativas diferentes. El siguiente paso es relacionar los enunciados con su productor. Es fundamental saber quién es para poder interpretarlo. Interpretar un enunciado es reconstruir las intenciones del productor a las que responde el enunciado. El enunciado se realiza en parte teniendo en cuenta al destinatario; por esa razón, la relación enunciado-destinatario es importante, porque no es lo mismo lo que hace con nuestros enunciados el receptor que otros posibles oyentes. La conducta del receptor se pone bajo control del emisor; ya que debe escuchar, interpretar, responder, etc. Pruebas evidentes demuestran que esto es así mientras dura la comprensión del enunciado: el que lo diseña decide lo que el enunciado requiere que el otro haga para poder entenderlo.

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¿Cómo se produce un enunciado?: Se tiene una intención y se diseña el enunciado de manera que se muestre en él dicha intención. Pero exige una gran responsabilidad que todos tenemos como hablantes, ya que el emisor puede transferir erróneamente dicha intención con impropiedades (como elegir mal las palabras) y el receptor no podría comprender bien el enunciado. Comprender un enunciado es obtener de él ciertos efectos cognitivos llamados información. Los efectos cognitivos que realizamos al procesar y comprender un enunciado podrían ser definidos como entendimiento. Muy a menudo la comunicación humana no es lingüística. En las interacciones comunicativas se utilizan siempre señales de forma intencional. Una interacción es comunicativa si hay intencionalidad. Sin intención no hay comunicación lingüística. Normalmente solemos saber si hay intencionalidad o no. La comunicación no lingüística puede ser más importante, frecuente y fiable que la lingüística. Elaboramos gestos, miradas o expresiones faciales como estímulos de comunicación lingüística. También tienen gran importancia el tono, el volumen y las variaciones en la forma de pronunciar los enunciados; es decir, los rasgos que se dan acompañando a los rasgos propios de los fonemas. Estos rasgos fónicos añadidos se pueden manipular. Y se distinguen: 

Rasgos fónicos: de ellos depende la identidad de la unidad fonética. Si varían cambia el fonema.



Rasgos lingüísticos de tono, timbre, intensidad, duración, etc.: pueden cambiar sin consecuencia. La propiedad del timbre es la más interesante en la distinción de identidad fonética.

No todas las señales son como las lingüísticas. Hay señales icónicas, indéxicas y simbólicas. Todas tienen en común que son o funcionan como asociaciones de algo sensorialmente perceptible (una configuración de energía) y una evocación o pensamiento inducido por dicha energía (representación cognitiva). Algunas de estas asociaciones son estables pero otras son ocasionales (cambia su configuración de energía), aunque en la interpretación de todas ellas interviene la situación en que se perciben. ICONOS: tienen como rasgo diferencial la relación entra lo que se percibe y lo evocado. Se basa en la semejanza entre ambos. Ej: iconos de los programas del ordenador, emoticonos, señales de tráfico, carteles que indican si el baño es para hombres o mujeres… ÍNDICES O INDICIOS: la asociación entre lo perceptible y lo evocado se basa en la contigüidad (causal, temporal, espacial, meronímica, etc.) entre ambas. Se basan en la experiencia previa. Los síntomas son un tipo de índices o indicios que tienen que ver con los estados internos. Ej: la sirena de un vehículo. SÍMBOLOS: la asociación entre lo perceptible y lo evocado se basa en una convención o acuerdo no siempre explícito. Ej: el símbolo internacional de SOS para pedir ayuda.

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Podemos procesar como iconos o como indicios muchas configuraciones de energía no intencionales, las cuales serían señales, pero no comunicativas. Pero también podemos producir deliberadamente configuraciones de energía icónicas o indéxicas, y utilizarlas como señales comunicativas. Además, ciertas construcciones lingüísticas requieren una comprensión icónica, como las metáforas. La mera observación nos puede aportar contenidos no deliberadamente comunicados, pero que proporcionan información. Cuando se trata de señales de tipo verbal, y por tanto señales intencionales, la mayor parte del contenido que obtenemos de ellas es comunicado (esto también ocurre con enunciados escritos). Un mensaje tiene otras propiedades a parte de las meramente lingüísticas que no contribuyen a identificar esos sonidos; como la duración, el tono o la intensidad (y variaciones en ellas). Estas variaciones no ponen en peligro la identidad de los rasgos lingüísticos y de su significado (al menos en español). Estas características pueden tener la condición de señales que pueden indicarnos una información implícita en esas variaciones: 

Información estrictamente lingüística: es la relacionada con los significantes y permite corresponder a cada signo con su identidad (identificar palabras).



Información paralingüística: es la información indéxica que obtenemos de las propiedades fónicas de las manifestaciones lingüísticas que no contribuyen a conocer el significante. Se obtiene mediante la experiencia y ocurre al interpretar índices. Se trata del estado anímico, físico, emocional… del sujeto que habla.

La comunicación lingüística no es solo lingüística, no tiene importancia en ella únicamente lo relacionado con los significantes de los signos, también la tiene lo paralingüístico. Cuando alguien dice algo procesamos información simbólica (convencional) e información indéxica (indicios sobre el estado del hablante). Las manifestaciones lingüísticas son señales simbólicas de tipo verbal que pueden ser objeto de una lectura indéxica añadida (info. paralingüística). Por lo que hay un doble procesamiento de la señal fónica: de forma simbólica y de forma indéxica. Hay enunciados en los que tenemos que asemejar el mensaje a otro concepto que conocemos para poder entenderlo (metáforas), entonces necesitamos una interpretación simbólica (convencional) e icónica. Algunas señales son susceptibles de interpretación por 2 vías. Esto explica que procesamos las propiedades estrictamente lingüísticas a la vez que procesamos las paralingüísticas. La información paralingüística es comunicada cuando es transmitida a propósito (ej: ser borde intencionadamente). Por lo que tiene que ser patente y que esté clara la intencionalidad. Cuando está encubierta y no pillamos la intención, no es comunicada. En la comunicación lingüística hay procesos simbólicos y procesos icónicos e indéxicos. Incluso si nos fijamos solo en las señales propiamente lingüísticas (expresiones manifestadas sobre los recursos verbales) podemos atribuirles contenidos simbólicos, indéxicos o icónicos. Es indéxico el contenido paralingüístico de las manifestaciones de las palabras o estructuras, es decir, el que tienen los enunciados en la medida en que su materialidad fónica o gráfica nos indica estados de quien los produce. 6

En icónico parte del contenido de las estructuras propias de las menciones o citas (o de las reproducciones de las palabras de otros). Es simbólico el significado propiamente dicho, o sea, el contenido de las palabras y de los grupos de palabras o estructuras de los enunciados.

Pero el contenido de los enunciados es más complejo que el contenido de los recursos verbales utilizados en ellos. Comprender los enunciados es más que saber qué significan las expresiones manifestadas en ellos. Hay que saber el significado o contenido de los enunciados, pero también a qué se refieren (qué objeto o persona, qué circunstancias espaciotemporales…) Parte de ese contenido es la identificación de los referentes y de la intención. Hay que realizar operaciones que van más allá de qué significan las palabras para poder comprender los enunciados. Comprender un enunciado requiere saber qué significan o a qué se pueden referir las expresiones que se manifiestan en ellos, a qué se refiere el emisor al usar esas expresiones (a qué entidad/es, a qué momento/s, a qué lugar/es, o sea, a cuál es la situación a que se alude) y con qué actitud (determinar qué nos está diciendo el emisor al usarlas en ese momento y en ese lugar concretos). Y requiere también determinar qué nos quiere decir el emisor (con qué objetivo comunicativo último dice lo que dice). Puede ocurrir que el emisor sólo quiera decir lo que dice, pero puede ocurrir y ocurre a menudo que, al usar las expresiones que usa y decir lo que dice, quiera decir otra cosa. La meta del proceso interpretativo de los enunciados no es el significado de las expresiones manifestadas, ni siquiera determinar a qué se refiere el emisor al manifestarlas y cuál es su actitud; la meta del proceso interpretativo de los enunciados es reconstruir las intenciones últimas del emisor: llegar a concebir lo que el emisor quería que llegáramos a concebir. El papel de las lenguas en la comunicación lingüística es tan importante que hablamos de comunicación lingüística cuando en una interacción comunicativa se usan los recursos de una lengua. Usar comunicativamente los recursos de una lengua supone elegirlos con criterio y manifestarlos para cumplir una intención: hacer que otro u otros lleguen a concebir algo. El emisor evalúa informativamente la situación y decide una estrategia; los recursos verbales los elige como parte de esa estrategia. Manifestar los recursos verbales elegidos supone producir un enunciado, un artefacto con propiedades semánticas pero también con propiedades pragmáticas. Las propiedades semánticas de un enunciado son las de los recursos verbales en que consiste, y varios enunciados pueden tener las mismas; las propiedades pragmáticas de un enunciado son únicas, propias de su condición de acontecimiento verbal. El destinatario de un enunciado debe procesarlo en cuanto a ambas propiedades. Para obtener el significado propiamente dicho del enunciado, descodifica, movilizando solo conocimientos lingüísticos; pero luego para determinar lo que se dice y lo que se quiere decir debe inferir/razonar y para ello moviliza conocimiento extralingüístico.

Epígrafe 1. III La arquitectura de las lenguas y las disciplinas lingüísticas 7

Los recursos lingüísticos usados en la comunicación lingüística constituyen un tipo particular de c...


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