TODOROV Y DUCROT Diccionario enciclopedico de las ciencias del lenguaje PDF

Title TODOROV Y DUCROT Diccionario enciclopedico de las ciencias del lenguaje
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DICCIONARIO ENCICLOPEDKX> DE LAS CIENCIAS DEL LENGUAJE Oswald Duerot Tzvetan Todomv Diccionario enciclopédico de las ciencias del lenguaje por Oswald Ducrot T zvetan Todorov )JKl stglo vezntluno argentzna edltores, sa INDICE Introducción 9 LAS ESCUELAS Gramáticas generales (O. D.) 17 Lingüística ...


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DICCIONARIO ENCICLOPEDKX>

DE LAS CIENCIAS DEL LENGUAJE Oswald Duerot Tzvetan Todomv

Diccionario enciclopédico de las ciencias del lenguaje

por Oswald Ducrot T zvetan Todorov

)JKl stglo vezntluno argentzna edltores, sa

INDICE

Introducción

9

LAS ESCUELAS Gramáticas generales (O. D.) Lingüística histórica en el siglo XIX (O. D.) Saussurianismo (O. D.) Gloaemática (O. D.) ¡"uncionalismo (O. D.) Distribucionalismo (O. D.) Lingüística generativa (O. D.) Apéndice: Lingüística antigua y medieval (O. D. y T. T.)

17 21

29 35 40

47 54 60

LOS DOMINIOS Componentes de la descripción lingiiística (O. D.) Geolingüística (O. D.) Sociolingüística (T. T.) Psicolingüística (M. S. de S.) Retórica y estilística (T. T.) Poética (T. T.) Semiótica (T. T.) Filosofía del lenguaje (O. D.)

67 74 79 86

92 98 104 113

LOS CONCEPTOS METODOLóGICOS Signo (T. T.) Sintagma y paradigma (O. D.) Categorías lingiiísticas (O. D.) Lengua y habla (O. D.) Norma (O. D.) Arbitrariedad (O. D.) Sincronía y diacronía (O. D.) Historia de la literatura (T. T.) Géneros literarios (T. T.) Adquisición del lenguaje (M. S. de S.) Patología del lenguaje (M. S. de S.)

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129 136 14:~

ISO 157 165 ]73

]78 ]86

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LOS COi"\CEPTOS DESCRl PTIVOS Unidades no significativas (O. D.) Prosodia lingüística (1\1.·C. H.·M.) Versificación (T. T.) Escritura (T. T.) Unidades significativas (O. D.) Partes del discurso (O. D.) Funciones sintácticas (O. D.) Motivo (T. T.) Pcrsonaje (T. T.) Reglas generativas (O. D.) .Estructuras superficiales y estructuras prnfundas 10. D.) Referencia (O. D.) Tipología de los hechos de s"ntido (T. T.) ~l discurso de la ficción rl'. T.) Comhinatoria scmántica (O. D.) Figura (T. T.) l{elaciones semánticas entre frases l. O. D.) Transformacionl's discursivas (T. '1'.)_ Texto (T. T.) Estilo (T. T.) Tiempo y modalidad en la lengua 10. D.) Tiempo del discurso (O. D. Y T. T.) Enunciación (T. T.) Visión en la narratÍ\'a (T. T.) Situación de discurso (O. D.) Lenguaje y acción (O. D.)

201 209 220 228

235 210 246 254

2;W 265 274 287

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APÉNDICE

Escritura (.1-'. W.) Signo (F. W.) Texto (F. W.) Semiótica (F. W.)

lndice de los términos de/ilJidos lndice de uutorl'S

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El título de esta obra implica dos particularidades relacionadas con dos opciones fundamentales que debemos explicar aquí: el plural de ciencias, el singular de lenguaje. Hemos resuelto dar a la palabra lenguaje el sentido preciso -y trivial- de "lengua natural": no el de "sistema de signos", tan difundido en nuestros días. No nos ocuparemos aquí de las lenguas documentales, ni de las diferentes artes consideradas como lenguajes, ni de la ciencia tomada como una lengua bien o mal hecha, ni del lenguaje animal, gestual, etc. Las razones de esta restricción son múltiples. En primer término, al abandonar el ámbito de lo verbal nos habríamos visto obligados a encarar un objeto cuyos limites son difíciles de precisar y que por el hecho mismo de su indeterminación corre el riesgo de coincidir con el de todas las ciencias humanas y sociales, si no de todas las ciencias en general. Si todo es signo en el comportamiento humano, la presencia de un "lenguaje", en este sentido amplio, ya no permite delimitar un objeto de conocimiento entre otros. Por lo demás, sólo en época reciente las instituciones sociales, las estructuras psíquicas, las formas artísticas, el fraccionamiento de las ciencias en campos diversos han sido enfocados como sistemas de signos: para hablar de ellos, con frecuencia habríamos debido crear una ciencia, en vez de dar cuenta de ella, cosa que no correspondía a nuestros fines ni a nuestras posibilidades. Por último, tal extensión de la palabra "lenguaje" habría supuesto la afirmación de una identidad de principio entre los diferentes sistemas de signos; nos hemos negado a elevar lisa y llanamente esta hipótesis al rango de postulado. El estudio de tales sistemas podrá ser el objeto de otras obras futuras. Si hemos tomado, pues, la palabra "lenguaje" en un sentido restringido, el plural de ciencias señala, al contrario, nuestro deseo de apertura. En ningún momento hemos querido separar el estudio de la lengua del de sus producciones, entendiendo por ello a la vez su puesta en funcionamiento (de alli el lugar acordado a la enunciación, a los actos lingüísticos, al lenguaje en situación) y las secuencias discursiva~ resultantes, cuya organización ya no está directamente regida sólo por el mecanismo de la lengua (de allí los muchos

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INTRODUCCI6N artículos consagrados a aspectos de la literatura, dado que el discurso literario es, entre todos, el mejor estudiado). Todo intento de aislar el estudio de la lengua del estudio del discurso tarde o temprano se revela nefasto para ambos. Por lo demás, al relacionarlos no hemos hecho otra cosa que reanudar vínculos con una larga tradición, la de la filología, que no concebía la descripción de una lengua sin una descripción de las obras. Por consiguiente, se encontrarán aquí representadas, además de la lingüística en sentido ~stricto, la poética, la retórica, la estilística, la psico-, la socio- y la geolingüística, e inclusive ciertas investigaciones sobre semiótica y sobre filosofía del lenguaje. De tal modo, nos adherimos al credo que hace poco enunció uno de los maestros de la lingüística moderna: Linguista sum: linguistici nihil a me alienum puto. Aunque no intervengamos en esta obra como partícipes de ninguna ~cuela, con más frecuencia de lo que suele ocurrir en esta clalw de obras nos hemos visto forzados a tomar posiciones personaleg v hasta hemos expuesto, aquí y allá, investigaciones originales, aun sabiéndolas incompletas y provisionales. Más que un halance de las opiniones -cuyo ilusorio ideal sería la imparcialidad-o hemos procurado dar una visión de conjunto coherente de los prohlema~, cosa que exige siempre la elección de un punto de vista. Indiquémoslo hrevemente. Para estudiar los problemas ({pI If'nlJ'uaif'. hprno~ rpSllPlto pníocarlos desde una ·nersnectiva esencial"'1entp .Vf''T!nnti"",. T ()~ ""ro"lema~ de la sirmificación. de sus niveles. el.. sus morlos dI' mRnifpstariñfl. constituyen el centro de toda la ohra. Tal importancia otorgada a la significación acarrea varia!! consecuenf'iall: 1. Hemos presentado en detalle la teorín generativa v transfor· macional de Chomsky, la cual ha contribuido más qu!' ninguna otra a disipar el recelo con que los lingüista!! "científicos" consideraron durante lar¡ro tiempo los problemas semánticos. (Por otro lado, esto nos ha llevado a señalar ciertas dificultades con que tropieza esta teoria y que explican su evolución actual.) 2. Asimismo, hemos dado un lugar importante a la historia de las ciencias del lenguaje (cuyos comienzos hemos situado mucho antes del siglo XIX): en efecto, las discusiones que la ocupan también giran, en última instancia, en torno de las relaciones entre la lengua y la significación; inclusive la discusión entre Sausl'ure y la lingüística histórica del siglo XIX pone en juego, en resumidas cuentas, dos concepciones diferentes del acto de significar. 3. A propósito de diversos problemas (la referencia, la modalidad, por ejemplo), exponemos el punto de vista de ciertos lógicos. Hoy

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INTRODUCCIÓN es bastante frecuente declarar ese punto de vista "lingüísticamente no pertinente" (expresión que nos satisface muy poco), con el pretexto de que los lógicos no se ocupan de describir la lengua, sino de enunciar las reglas que conciernen a su utilización. Sin embargo, ereemos que las investigaciones lógicas pueden ser muy reveladoras para el lingüista, porque las dificultades que el lógico encuentra para enunciar las leyes del razonamiento destacan, por contraste, la especificidad de las lenguas naturales. 4. Cuestiones puramente "literarias" bordean a veces el examen de las categorías lingüísticas: así la discusión del "personaje" sigue a la de las "partes del discurso" y las "funciones sintácticas". De ello resulta ocasionalmente cierta desigualdad en el nivel de rigor alcanzado aquí y allá: desigualdad que, esperamos, ha de ser provisional y que refleja el ritmo irregular con que se desarrollan las ciencias. Hemos adoptado esta actitud porque creemos en la relación auténtica que une categorías lingüísticas y categorías discursivas, y porque creemos en el provecho que pueden obtener ambas ciencias de su estudio conjunto. 5. Ha sido inevilable que, a la inversa, asi~náramos un lup:ar más restrin~ido a los problemas de la expresión fónica y del oarentesco histórico de las lenguas: sin embargo, hemos procurado presentar las nociones relativas a esos temas que han lle{!ado a ser bil"n común y referencia constante de los lingüistas, y que son indispen. sables para comprender los trabajos actuales sobre ellenguaje.* Se requiere cierta temeridad para presentar, en cuatrocientas páJri. nas, una visión de conjunto sobre las ciencias del lelllmaje. si se considera su extraordinario flcsarrollo a partir de los últimos cincuenta años V si se toma en cuenta su asoecto a la vez sistemátiro ~ada noci6n debe comprenderse con relación a una multitud de otras-- y caótico -no se encuentran principios ni terminoloJ!Jas fijos. Para resolver tales dificultades hemos procedido dl" la siguien. te manera: El libro no está organizado según una lista de palabrm,. sino mediante una división conceptual del campo estudiado. La solución inversa (todavía posible en la época del Léxico de la terminol.()gía lingüística de J. Marouzeau) habría ocasionado hoy innumerables repeticiones, con el consiguiente gasto de espacio, o retahílas de remisiones que habrían exigido una injustificada paciencia del lec• Para un estudio profundi?.ado de estos problemas. remitimos a l¡¡ Cuide alphabédque de la linguistique, compuesta bajo la dirección de A. Martinet (Paris. 1969), obra casi simétrica a la nuestra, en el sentido de que considerll centrales los problemas que nosotro& encaramos marginalmente, y vicevena.

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INTRODUCCIÓN tor. Hemos escrito, pues, alrededor de cincuenta artículos, cada uno de los cuales, dedicado a un tema claramente delimitado, constituye un todo y puede ser objeto de una lectura autónoma. En el interior de dichos artículos se define cierto número de términos (alrededor de ochocientos): al final de la obra, un índice de la lista alfabética de esos términos, con una referencia, y sólo una, al pasaje de la obra donde se encuentra la definición. Por otro lado, el lector que busque información sobre una doctrina particular encontrará un índice de autores que remite a los pasajes donde se encuentran desarrollos que les conciernen (en esas remisiones hemos dej ado de lado las observaciones puramente alusivas o bibliográficas que en diversas partes de la obra se refieren a esos mismos autores). Por último, en el transcurso de los artículos, toda vez que ha sido preciso emplear términos o aludir a temas presentados en otras partes, hemos indicado mediante números entre corchetes la página donde se explican esos términos o temas. Los artículos se suceden según un orden analítico y no alfabético, cuyo principio exponemos a continuación. La primera sección, Las escuelas, sigue las principales tendencias cuyo encadenamiento constituye la historia de la lingüística moderna (gramáticas generales, lingüística histórica, glosemática, etcétera). La segunda, Los campos, describe el conjunto de las disciplinas cuyo objeto es el lenguaje: las diferentes partes de la lingüística, la poética, la estilística, la psicolingüística, la filosofía del lenguaje ... Las otras dos secciones están consagradas a la descripción de los principales conceptos utilízados. En primer término, Los conceptos metodológicos, entendiendo por tales los conceptos más generales. como los de signo, sintagma y paradigma, lengua y habla, etc.; en el interior de esta sección el orden seguido procura ir de lo fundamental a lo derivado, en la medida de lo posible y sin pretender erigir una jerarquía estricta. Después, en la última sección, se tratan conceptos más particulares, llamados descriptivos: por ejemplo, los de fonema, parte del discurso, sentido y referencia, estilo; se suceden de lo 3imple a lo complejo, partiendo del rasgo distintivo fónico para llegar a los actos lingüísticos globales. Así construida, la obra nos parece susceptible de una doble lec· tura: puede utilizarse como diccionario o como enciclopedia. Por consiguiente, está destinada tanto a los especialistas como a los prin. cipiantes en cada uno de esos campos que van desde la lingüística hasta los estudios literarios. Por su parte, la lengua en que están escritos los artículos procura ser lo menos técníca posible. No existe una terminología unificada para la lingüística, y menos aún para las demás disciplinas aquí

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JN1'RODUCCJÓN representadas. De haber empleado un lenguaje técnico, habríamos debido mezclar terminologías diversas o elegir una determinada entre ellas. Yeso habría significado privilegiar a priori la doctrina que la construyó. Hemos preferido emplear el lenguaje menos especiali. zado y, con ayuda de ese lenguaje común, dar la definición de los términos técnicos. Por ejemplo, aunque proponemos definiciones precisas y restrictivas para los términos significación, lengua, len· guaje, a lo largo de la obra utilizamos esos términos en la acepción más amplia que poseen en el lenguaje corriente. Pero cuando debe· mos emplear una expresión técnica, o cuando es imprescindible uti· Iizar una expresión en sentido técnico, remitimos, mediante una cifra impresa junto a ella, a la página donde figura su definición. Las bibliografías -incluidas en el interior de los artículos, al final de cada desarrollo-- no procuran ser exhaustivas, sino tan sólo indicar algunos textos históricamente importantes o algunos trabajos cuyo interés garantizamos. * Para determinados artículos hemos acudido a la ayuda de colabo. radores tales como Maria·Scania de Schonen, Marie·Christine Hazael· Massieux y Fran'!. nor el otro), subtitulaba un capítulo sobre "Len~aie y peno samiento" con esta advertencia: "capítulo que destruye definitivamente la noción según la cual existe algo como la vida mental". "Lo que la psicología llama pensamiento -agregaba- no es otra cosa que un hablarse a sí mismo." Y hablar, aunque no consista exactamente en los movimientos laríngeos -puesto que puede susurrarse sin laringe-, es sin embarl1;o una actividad únicamente motriz. En este ámbito no puede haber otros estudios psicológicos que los de las respuestas (reacciones) observables. Tal posición no se mantuvo invariable durante mucho tiempo, pero es el origen de una corriente teórica dominante que imposibilitará toda problemática sobre el lenlnJaje. La psicología intentará dar cuenta de todo como portamiento humano mediante la formación de hábitos (verbales, entre otros) cuyo esquema básico es el reflejo condicionado; en una situación·estímulo se produce una respuesta (reacción); si ésta

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PSICOLlNGVISTICA es reforzada (con una recompensa, por ejemplo), la asociación entre el estímulo y la respuesta también será reforzada. Esto significa que es muy posible que la respuesta vuelva a manifestarse ante cualquier reaparición del estímulo. l. Pavlov, consciente del problema que planteaba el sistema de señales particular que es el lenJ.,'1Jaie, inventará la noción vaga de segundo sistema de señalización para denominar la posibilidad de reemplazar por este tipo de señalización un sistema más elemental. C. HuIl (1930) procura describir la diversidad de los comportami~ntos en una misma situación proponiendo un esquema más complejo: introduce la noción de jerarquía de hábitos, es decir, de procesos de r~puesta aue tienen una probabilidad de manifestarse más o menos ~ande. En otros términos, el len~aie permanece reducido a sus aspectos secunda· rios: un conjunto de respuestas verbales a situaciones. Aún hoy se encuentra esta confusión entre respuestas verbales y len!!uaie (B. F. Skinner, 1957): persiste implícitamente en dertos métodos pedagógicos de aprendizaie de una lemma segunda. Además. en 1969 y 1970 ciertas experiencias de ensp,ñanza de un lenguaje al ('himpancé mediante técnicas de condicionamiento dieron nuevo aliento a esta óptica teórica. Puesto que el chimpanC'P, no tiene posi· hilidad de modular sonidos, se utilizan los si!!DOS dellfm:uaje de los sordomudos (R. A. Gardner v otros), o hien fichas oe formas diferentes aue el animal alinea (D. Premack). El chimnancé apreO/le a manipular propiedades del tipo predicaJo [311] donde las señales sintácticas parecen reducidas al orden dp, los términos. Este len!!uaje es del mismo tipo que el de los niños de unos dieciocho meses (en términos ~enerales, lo que se sabía de la inteligencia del chimpancé corresponde al estado del desarrollo de la inteligencia sensoriomotriz del niño de dieciocho meses). Sin embargo, esta posibilidad de enseñar un lenguaie mediante técnicas de condicionamiento no si~nifica que el aprendizaje así realizado se haya producido por asociaciones entre estímulo y respuesta. En verdad, el interés de los resultados obtenidos reside en la posibilidad de comparar los límites del medio de comunicación enseñado al chimpancé con el len~uaje humano y en relacionar esos límites con la naturaleza problemática de la función semiótica que tales límites suponen en el animal. Pero esla posibilidad de aprendizaje en nada justifica la teoría estímulo.respuesta del lenguaje. -+ Textos representativos: J. B. Watson, Behaviorism, New York, 1924; B. F. Skinner, Verbal Behavior, New York, 1957; y la crítica de N. Chomsky, "Un compte rendu du 'Comportement verb&l' de B. F. Skinner", en Langage, 16, 1969. Sobre el chimpancé, véase R. A. Gardner y B. T. Gardner, "Teaching Sign Language to Chimpanzee", Science, 165, 1969, pp. 664-672.

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WS DOMINIOS

LENGUAJE, ESQUEMA E-R MEDlACIONISTA y ESQUEMA DE COMUNICACIÓN

De este periodo de lucha de la psicologia para adquirir un nivel de ciencia natural surge un elemento positivo: el hecho de que el es· quema de condicionamiento no basta para rendir cuenta de todos los tipos de aprendizaje que había hecho necesaria la noción de procesos intermediarios no directamente observables y susceptibles de ser de· ducidos a partir de las modificaci~es controladas por los estímulos y las respuestas. En el momento en que esos procesos intermediarios se convierten claramente en el objeto principal del estudio, empiezan las investigaciones sobre el lenguaje. Es el principio de las teorías de la mediación. El concepto de mediación aparece para mostrar la posibilidad de establecer relaciones entre estímulos que no están efectivamente ligados por un parecido objetivo (una pala. bra y el objeto que designa, por ejemplo) y para mostrar la posi. bilidad de elegir entre respuestas para un mismo estímulo. Por ejemplo: 1) una palabra (pattern SOrwTO) se aprende en asociación con un objeto que designa; 2) por lo demás, se comprueba una reacción global ante la vista de ese objeto; 3) la presentación de la pareja objeto-palabra tendrá como consecuencia que una parte (no directamente observable) de la reacción ante el objeto se transfiera a la palabra. En este ejemplo se ve un intento de utilizar la noción de mediación para explicar cómo se adquiere la significación de una palabra. Pero si la noción de mediación es importante, su aplicación directa en un esquema estímulo-respuesta se relaciona con una concepción del lenguaje como conjunto de respuestas ver· bales donde la significación se reduce a la rotulación de objetos. Anteriormente se había desarrollado otra corriente, la teoría ges. taltista, contra la noción de asociación como fundamento de la constitución de los componentes. Esta corriente insistía en la necesidad de considerar el pensamiento, la percepción y el lenguaje como actividades estructuradas...


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