Etica Capítulo 1 PDF

Title Etica Capítulo 1
Author Valentina MATTIA
Course Etica Profesional
Institution Universidad del Salvador
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Capitulo 1...


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CAPÍTULO 1 Introducción a la ética 1. DEFINICIÓN ETIMOLÓGICA DE ÉTICA Los términos de “moral” y de “ética” vienen de dos palabras, una latina y otra griega (mores,en latín; hqoV, ethos, en griego). “Mores” alude más al perfil de las costumbres de una sociedad. La moral así entendida implica un matiz sociologista y relativista; depende de lo que dicen la sociedad y los usos. En cambio hqoV (ethos) significa “carácter”, es decir, lo relativo al “ethos”, al carácter, a la personalidad, al perfil de morada interior, vivencia interna. En este sentido la Etica a Nicómaco y todas las éticas aristotélicas se podrían llamar, o traducir, con justicia y exactitud como “tratado de carácter o personalidad” (Komar). Todo esto nos indica –de alguna manera– diversos aspectos de lo que se denomina el objeto material de esta disciplina. Es decir, una ciencia referente a las “costumbres” o de los actos del hombre. Pero aquí no basta una definición por el objeto material. Es preciso saber bajo qué aspecto conviene, en Moral, considerar esas costumbres y esos actos. Por eso es necesario que nos ocupemos en determinar con la mayor precisión posible el objeto formal propio y la naturaleza de la ética. Entendemos por objeto material, entonces, la materia, el contenido de una determinada disciplina. Por objeto formal el aspecto especial bajo el cual esa materia es considerada. Disciplinas con el mismo objeto material pueden tener objetos formales absolutamente distintos. Ejemplo: anatomía y sociología. Las dos estudian al hombre, pero mientras una investiga de qué forma está constituido el individuo, qué órganos componen su cuerpo, cuál es su estructura, la sociología lo estudia en cuanto relacionado con sus semejantes, sus comportamientos, etc. Finalmente y para clarificar la cuestión etimológica: ¿qué diferencia y relación hay entre los conceptos ética y moral? Sencillamente, cuando hablamos de moral nos referimos a determinadas acciones humanas o hechos morales y, cuando hablamos de ética, a la ciencia que estudia las acciones morales humanas: la moral es objeto de estudio de la ética, un tipo de conducta; la ética es una reflexión filosófica. Más adelante será oportuna distinguir la Ética filosófica de la Teología Moral.

2. EL HECHO MORAL1 Pero ante todo, una introducción sobre el estudio de la Moral, y su relación con distintas disciplinas, debe descansar sobre algo más que una mera construcción abstracta, sino sobre hechos que el hombre claramente pueda identificar como originados en realidades trascendentes a su materialidad. De allí que se puedan enunciar aspectos que forman lo que podemos llamar el hecho moral: a) Análisis de la conciencia moral : el hecho moral revela, si se lo analiza, todo un complejo conjunto de elementos racionales (juicios), afectivos (sentimientos y pasiones) y activos (voluntad). Los juicios preceden y siguen al acto moral. Antes del acto, enuncian (en dependencia del juicio universal y evidente de que hay que hacer el bien y evitar el mal) que tal acto es bueno o malo, y debe o puede ser realizado o debe ser evitado. Después del acto, la conciencia aprueba o reprocha, según que el acto realizado sea considerado bueno o malo; ella evalúa en consecuencia el aumento o la disminución del valor moral del agente y la recompensa o castigo merecidos por ese acto bueno o 1 Jolivet, Regis, Moral, tomo IV, Ediciones Carlos Lolhé, Buenos Aires, 1959, pág. 10 y sgtes.

malo; y enuncia la obligación de reparar el perjuicio causado al prójimo, o el derecho de obtener para sí la satisfacción requerida por la justicia. Estos juicios se sirven, según se puede ver, de múltiples nociones: nociones de bien y de mal, de deber y de obligación, de responsabilidad, de mérito y de demérito, de sanción, de derecho y de justicia. Los sentimientos morales suponen, antes del acto, la tendencia al bien y la repulsa al mal, el respeto del deber y por tanto la simpatía y la admiración, la antipatía y el menosprecio de la buena o mala conducta del prójimo. Después del acto, tiene la conciencia sentimientos de alegría por el deber cumplido, o de tristeza e insatisfacción por el deber violado. Esta insatisfacción de sí mismo manifiéstase de tres maneras: 1) por la vergüenza en razón de la cobardía ante el deber y el consiguiente debilitamiento. No debe confundirse con el pudor. La vergüenza se presenta cuando algún defecto personal queda al descubierto frente a otra persona y pretendemos volver a ocultarlo por tratarse de algo negativo. El pudor, por el contrario, intenta mantener en privacidad aquellas cosas que la mirada de otro perturbarían, no por ser algo malo, sino por ser honda y profundamente personales y privadas. Es decir: uno siente vergüenza por haber sido descubierto en falta, pero experimenta pudor por haber sido violentada su noble intimidad. 2) Por los remordimientos o reproches de la conciencia por haber violado el orden que ella daba por bueno (cuando no ha habido violación de un orden formal de la conciencia o también cuando el acto ha sido involuntario, la conciencia experimenta, no remordimiento, sino pena o pesar). 3) Y en fin, por el arrepentimiento, que supone la aceptación del castigo en reparación de la falta, y la resolución de evitar el mal en lo venidero. Los elementos activos consisten en los diferentes actos de voluntad que intervienen en función del fin (voluntad eficaz de realizar tal fin), en función de los medios a elegir (elección), y en función de la ejecución (el querer que pone en movimiento las facultades necesarias). b) Especificidad del hecho moral: lo que caracteriza la conciencia moral que acabamos de analizar, y lo que la distingue absolutamente de la conciencia psicológica, que es pura y simple aprehensión de los hechos internos, es que esa conciencia se comporta como un legislador y un juez, y no como un simple testigo; que decide lo que se debe hacer en cada caso; y que a su vez está dominada por un ideal de moralidad, con relación al cual ella se pronuncia sobre la responsabilidad del sujeto moral. c) Universalidad del hecho moral: el hecho moral es universal en la humanidad y caracteriza a la especie humana. Esto no significa evidentemente que la conducta humana esté siempre y necesariamente conforme con las leyes de la Moral, sino sólo que siempre y en todas partes, han admitido los hombres la existencia de valores morales, distintos de los valores materiales, y se han sentido sujetos a leyes morales, distintas de las leyes físicas y que enuncian un ideal de conducta.

3. DEFINICIÓN REAL DE ÉTICA FILOSÓFICA O NATURAL En primer lugar precisemos lo dicho más arriba sobre el objeto material y el objeto formal de la moral. Objeto material: se han de distinguir los actos del hombre y los actos humanos. Los actos del hombre son todos los actos, voluntarios o no, que realiza el hombre: digerir es un “acto del hombre” lo mismo que razonar y amar. Los actos humanos son aquellos que el hombre realiza por su voluntad libre: amar, razonar, pero no digerir. Solamente a los actos humanos se aplica la Moral, es decir que no considera al hombre sino en cuanto es dueño de sus actos. Todo lo que se encuentra fuera de los

dominios de la libertad, está también (directamente al menos), fuera del dominio de la Moral. Objeto formal: no basta sin embargo con asignar los actos humanos a la Moral, porque esto no la distinguiría de la Psicología y de la Sociología que también contemplan (aunque no exclusivamente) las actividades libres del hombre. Lo que formalmente especifica a la Moral es que estudia los actos humanos desde el punto de vista de la moralidad, es decir, desde el punto de vista de su conformidad o no conformidad con la regla ideal de la conducta humana, o en general, desde el punto de vista de su valor en relación con el Fin último del hombre. La Psicología y la Sociología hacen abstracción de este punto de vista y consideran las actividades humanas, no en sus condiciones de derecho, sino solamente en sus condiciones de hecho y su constitución empírica. Para obtener una buena definición de la Moral, hay que incluir en ella el objeto formal de la ciencia moral y a la vez su carácter normativo y práctico. Decimos entonces que la Moral o Ética es: Por lo tanto, si la Ética considera filosóficamente los hechos morales, podemos definir a la Ética como: la parte de la Filosofía que estudia el orden del obrar humano o moralidad, con el fin de determinar la bondad o malicia de la actividad libre del hombre, en orden a su fin último (moralidad comprende no sólo el orden moral, sino también el acto moral). Y si la Ética estudia el obrar humano, podemos agregar siguiendo a Aristóteles, que el fin de la Ética, no sólo debe ser el estudio de la bondad, sino cómo “ser buenos” o como ser virtuosos (seguidamente explicaremos que la Ética es verdaderamente una ciencia “práctica” propiamente dicha). O la definición tomista:2 “El objeto de la filosofía moral es la actividad humana en cuanto está orientada al fin, o también el hombre en cuanto, de modo voluntario y libre, actúa por un fin”. Algo es claro, la noción de fin en las definiciones dadas y en los diversos sistemas de Filosofía moral, es la cuestión central. 3.1.

La ética como ciencia especulativamente práctica

Siendo un conocimiento cierto por las causas, la ciencia (en sentido clásico) puede diversificarse según sus intenciones o fines: ciencia puramente especulativa, si su finalidad no es otra que el conocimiento; ciencia práctica, si la finalidad perseguida es la de dirigir la producción de una obra o la realización de una acción. ¿Y qué sería entonces una ciencia especulativamente práctica?: es aquella que se propone dirigir la operación de una manera aún lejana; es realmente práctica, puesto que quiere conocer los fines del obrar o del hacer. Sin embargo, su modo de conocimiento permanece esencialmente especulativo por su carácter conceptual, su organización sistemática, su modo de explicación. Organiza el universo mismo del obrar y de los valores operativos desde el punto de vista de las razones de ser y de las estructuras inteligibles. Mientras la verdad de la ciencia especulativa consiste en la conformidad del conocimiento con lo que es, la verdad de la ciencia práctica consistirá en la conformidad del conocimiento con la auténtica regulación de una actividad por relación a sus fines. La ética no es una ciencia puramente especulativa. Si fuera puramente especulativa se contentaría con describir, analizar, explicar, remontándose hasta las causas y las razones de ser, la actividad humana, pero sin considerarla en su relación con el fin del hombre. No sería reguladora y normativa. Tendríamos entonces, una psicología o sociología. 2Santo Tomás, Suma de Teología, I II, q. 58, a. 1.

La moral es una ciencia práctica. No se propone solamente conocer por conocer, sino conocer para dirigir la acción. Esta relación a la dirección de la acción le es esencial. Por esto, si bien es cierto que la moral como tal, es decir, como saber científico, no asegura la dirección concreta, existencial, del acto que hay que realizar hic et nunc, lo cual corresponde a la prudencia, sin embargo está orientada, desde lejos, a la realización efectiva. La moral es de modo especulativo. Esto significa que obra, como toda ciencia, dando las razones de ser de la actividad moral y, por consiguiente, vinculando esta actividad a lo que es principio y razón de ser en el orden moral, a saber, los fines y particularmente el fin último, los valores, el bien, etc. Se llegará así a un saber sistemático. 3.2. Definiciones inadecuadas “La moral, ciencia del hombre”. Demasiado extensa, ya que se aplica igualmente a la Psicología y a la Sociología, y olvida además el carácter práctico de la Moral. “La moral, ciencia de las costumbres”. Los sociólogos positivistas contemporáneos definen la Moral de esta manera. Esta definición designa en rigor más que una simple descripción positiva y sistemática de las costumbres del hombre, que no hay que confundir con la Moral: ésta concierne al derecho, es decir, a lo que debe ser, y no al hecho o lo que es. Las costumbres, como hecho, son el objeto de la Sociología y no de la Moral. No existe moralidad propiamente dicha sino en la medida en que la conducta rija en función de las nociones de bien y de mal y sea conducida por la afectividad específicamente consciente. Puede uno tener determinadas costumbres aun careciendo de todo ideal, mientras que no existe moral posible si no es por consciente y voluntaria referencia a un ideal de conducta. Por eso se puede hablar de “costumbres de los insectos”, pero de moralidad sólo se habla cuando se trata de los hombres. En síntesis: la Ética es una ciencia de derecho. No investiga lo que hace el hombre, sino lo que debe hacer. Y en este aspecto se asemeja al Derecho, aunque el Derecho (objetivo) no excede los límites externos de la conducta humana, mientras que la Ética introduce su indagación en lo interno de la conciencia. La Psicología Filosófica o Antropología Filosófica proporciona a la Ética la noción de “alma” o “espíritu” y el conocimiento de sus características relevantes (unidad, espiritualidad, identidad, sustancialidad); la Psicología Experimental le ofrece las nociones de “voluntad”, “deseo”, “motivación” y el misterioso juego de la “libertad”, condición “sine qua non” de la moralidad de los actos humanos. En cuanto a la Metafísica hemos de decir que ella respalda el análisis ético con la clara noción del “ser”, de sus causas, de sus accidentes, del acto y de la potencia. Veamos esto con más detalle en el próximo punto.

4. ÉTICA Y CIENCIAS 1. Ética y metafísica La Ética desde Platón y Aristóteles se había fundamentado en la metafísica. Pero, a partir del empirismo inglés y de Kant, todo cambió. No se podrá admitir una moral metafísica. En Kant el fundamento de la moral será la conciencia, no la noción del ente como bueno. La moral así entendida deja de estar subordinada a la Metafísica, no se considera que el fin y el valor son aspectos del bien. ¿Qué responder a esto?: que, contrariamente a lo afirmado por Kant, la Ética está basada en la Metafísica. Lo primero que se debe decir es: el obrar es posterior al ser, el obrar sigue al ser, “así como un ser es, así obra”. Así entendido es lógico decir que el obrar, el acto, el

bien, la ley, el valor, se entienden si se piensa en el concepto de ser que es un legado de la Metafísica: la Ética se fundamenta en la Metafísica como el deber-ser se fundamenta en el ser. Es un principio sin necesidad de demostración. La escolástica tuvo en claro la subordinación de la Ética a la Metafísica, la bondad es propiedad del ser, por eso es apetecido; todo ente es bueno, aún la voluntad de los hombres que apetece el mal lo hace en función del bien, porque apetecen un bien aparente. La unidad potencia-acto del ser finito supone el desarrollo del obrar, su perfección y la actualización del ser: negar esto lleva, al menos, a una posición errónea del ser y del obrar: porque la entidad actualizada es fundamento del valor entitativo del ser (ente y bien son convertibles, intercambiables). No se debe separar el valor que hay entre el plano especulativo y el práctico; entre el ser y el deber-ser; entre la realidad y el valor: los valores, por ejemplo, pasan del deber-ser al ser en la actividad de la persona. En el obrar se dan también propiedades trascendentales: si en lenguaje de la Metafísica se dice que todo ente por el solo hecho de ser es uno, bueno, verdadero y bello, así también la perfección del obrar debe ser valorada: el cumplimiento de las normas, la realización de valores, su verdad moral, se entiende en función del desarrollo del ser. Si el obrar del hombre se considera como desarrollo de su ser: el obrar humano sigue al ser del hombre y la libertad del hombre es, al mismo tiempo, libertad moral. El agnosticismo metafísico, que niega la libertad del hombre (determinismos), niega la libertad moral. Como persona (“sustancia individual de naturaleza racional”, definición –de hecho– metafísica) el hombre es un ser en sí, pero también es un ser en desarrollo, “en potencia” de perfección. Así constituida la persona y considerando su libertad, mueve su voluntad, siendo el objeto de la voluntad el bien. Resumiendo, la Ética, si deja de lado la Metafísica, no puede establecer el obrar moral que el hombre debe cumplir según sus actos humanos. Sustituir una moral con un fundamento metafísico por otra autónoma dejaría de lado todo valor absoluto y nos llevaría a una moral relativista y sin sentido último. 2. Ética y antropología La Ética también se subordina a la antropología, porque si la Ética estudia la moralidad de los actos humanos, la antropología tiene como objeto al hombre y se pregunta por sus principios esenciales. La antropología filosófica como conocimiento especulativo se une a la Ética como conocimiento práctico. La consideración de los actos humanos (no actos del hombre) por parte de la Ética supone el estudio previo de la estructura esencial de la actividad humana. Una valoración de la conducta humana y su deber-ser se vincula con el concepto de hombre que se tiene y las condiciones psicológicas de su actividad. La concepción del hombre desde el punto de vista antropológico es sumamente importante para la Ética: si el hombre fuera considerado como pura naturaleza instintiva, su obrar moral no dependería de sus facultades de inteligencia y voluntad. Si, en cambio, la persona es considerada un ser espiritual con sus facultades de inteligencia y voluntad, el obrar humano no es puro instinto, por lo tanto es ordenable por la razón. Lo esencial es entender que no puede haber una ética sin una antropología, pero no es indiferente que sea cualquier antropología. El psicologismo inglés, por ejemplo, ha tratado de reducir la moral a la psicología, aunque no hay que confundir el psicologismo moral con el subjetivismo (los hedonistas son subjetivistas, pero no, psicologistas). Lo mismo podemos decir del materialismo, que reduce todo a la materia, movimiento conforme a las leyes físico-químicas, sin considerar al espíritu, o su opuesto el espiritualismo que concibe al cuerpo como realidad meramente accidental a la esencia humana. Ninguna de estas posiciones refleja la realidad de lo que el hombre realmente es.

Todos estas filosofías tienen algo en común: una visión antropológica reduccionista del hombre. A esto se opone una antropología que considera al hombre en todos sus aspectos como ser viviente: esto es, como una unidad corpóreo-espiritual. Sólo es posible un estudio de la moralidad del hombre allí donde el hombre es visto como un todo, como un ser que se trasciende a sí mismo. 3. Ética, Psicología y Sociología La Ética y la Psicología tiene el mismo objeto material, los actos humanos, pero difieren respecto de su objeto formal. La Psicología (etimológicamente “ciencia del alma”) tiene como objeto formal el modo de ser del hombre o el carácter como “el conjunto de disposiciones congénitas que forma el esqueleto mental del hombre”, distinto del carácter o ethos ético. La Psicología estudia el fenómeno psíquico, pero no evalúa la bondad o maldad de la acción. Sin embargo, se debe dejar en claro la importancia del aporte de la Psicología a la Filosofía moral o Ética: los condicionamientos de la acción libre del hombre, su conciencia psicológica, el modo de realizarse el conocimiento sensible e intelectual, son aportes de la Psicología a la Ética, que debe incluirlos en la consideración de la moralidad del acto humano. Pero, a pesar de la relación entre ambas ciencias, está latente el peligro de reducir la Ética a lo puramente psicológico: el reducir lo ético a lo psicológico recibe el nombre de psicologismo. El psicologismo es la pretensión de explicarlo todo “reduciéndolo” a, por ejemplo, la “presión del inconsciente” o a las necesidades instintivas, o también pretender entender los valores éticos como meras “sublimaciones, productos de la reacción y racionalizaciones”. Esto conduce inexorablemente a la subjetivización y a la relativización de los mismos valores. Los valores son aquí reducidos a lo subjetivo por cuanto ya no pueden tener validez independientemente del sujeto y son relativizados por cuanto ya no pueden tener validez de un modo incondicional. Lo mismo cabe decir de la relación entre la Sociología y la Éti...


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