Primer parcial antropologia PDF

Title Primer parcial antropologia
Course Antropología
Institution Universitat de Lleida
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Carla López Jiménez

PRIMER PARCIAL ANTROPOLOGÍA COMENTARIO DE TEXTO: BUENO PARA COMER MARVIN HARRIS Teniendo en cuenta las lecturas obligatorias y las clases, escribe un comentario sobre el siguiente fragmento escogido del capítulo introductorio del libro de Marvin Harris Bueno para comer. Enigmas de alimentación y cultura. La extensión del texto no debe superar las dos páginas. “Por mi parte, no abrigo la intención de negar que los alimentos transmitan mensajes o posean significados simbólicos. Ahora bien, ¿qué aparece antes, los mensajes y significados o las preferencias y aversiones? Ampliando el alcance de una célebre máxima de Claude Levi-Strauss, algunos alimentos son «buenos para pensar» y otros «malos para pensar». Sostengo, no obstante, que el hecho de que sean buenos o malos para pensar depende de que sean buenos o malos para comer. La comida debe nutrir el estómago colectivo antes de poder alimentar la mente colectiva.” (Marvin Harris, 1985: 5) Teóricamente, desde una óptica científica, el ser humano es omnívoro, por lo que tiene un amplio abanico de alimentos tanto de origen animal como vegetal. Sin embargo, no come literalmente de todo y no todos comen lo mismo. Es decir, lo que puede ser una preferencia unos, puede provocar un rechazo para otros. ¿A qué puede deberse todo esto? ¿Intervienen factores biológicos, culturales, religiosos, ecológicos, hay un interés económico detrás, es por los costes y beneficios…? En el presente capítulo introductorio del libro Bueno para comer de Marvin Harris, el autor nos plantea una serie de incógnitas, que desarrolla durante el curso del libro, sobre estas preferencias y rechazos alimentarios de los seres humanos. Nos explica que pese a ser omnívoros y, por tanto, tener una amplia gama de alimentos a nuestro alcance, el ser humano tiende a moverse en un rango de alimentos bastante reducido. Selecciona lo que considera que es “bueno para comer” y rechaza lo “malo para comer”. Pero, ¿en base a qué? Desde un punto de vista biológico, explica que dejan de consumir productos que no pueden digerir, como por ejemplo las grandes dosis de celulosa. Otro ejemplo de adaptaciones genéticas al medio sería el caso de la leche y los intolerantes a la lactosa (lactófilos y lactófobos). Existen colectivos tolerantes a la lactosa como los norteamericanos blancos, los nórdicos europeos o los Watusi, que son descendientes de pueblos que habitaron históricamente en “áreas lecheras”, pero, también existen colectivos mayoritariamente intolerantes a la lactasa como los amerindio, los chinos o la mayoría de la población subsahariana que son descendientes genéticos de pueblos que nunca conformaron culturas alimentarias lecheras. Por tanto, esta tolerancia a la lactosa viene dada en función de los cambios en las condiciones en las que se desenvuelven las sociedades. Es decir, por las adaptaciones biológicas.! Sin embargo, explica Marvin Harris, que este factor biológico justifica una fracción muy pequeña de estas preferencias alimentarias ya que hay alimentos que son preferencia para algunas sociedades pero que a su vez, son rechazados por otras, y ambas los pueden consumir y digerir. No tienen intolerancias. Por tanto, hace hincapié en que detrás de todo esto hay más factores a tener en cuenta. Uno de ellos es la tradición gastronómic de cada pueblo, es decir, la cultura alimentaria. Explica que cada uno adquiere los hábitos dietéticos de donde es nacido y educado. Como dicta “La comida, por así decirlo, debe alimentar la

Carla López Jiménez mente colectiva antes de poder pasar a un estómago vacío (…) las preferencias y aversiones dietéticas, la explicación , sino más bien en la ”. Con esto viene a referirse a que para que sea bueno para comer, primero tiene que ser bueno para la mente. Tiene que estar socialmente aceptado. Otro punto de mira reside en el enfoque coste-beneficio. Si se hace desde una perspectiva nutricional, los alimentos preferidos y catalogados como “buenos para comer” son aquellos que proporcionan más energía, proteínas, vitaminas o minerales por unidad. Pero, si se hace desde una perspectiva a nivel de producción, hay personas que rechazan productos muy nutritivos por el hecho de exigir demasiado tiempo o esfuerzo para su producción o por sus efectos negativos en el medio ambiente. Siguiendo por esta rama encontramos la doble vertiente de los veganos (o vegetarianos) y los carnívoros. El autor explica que muchas de estas diferencias se dan por las limitaciones y oportunidades ecológicas de las regiones. Es decir, las preferencias cárnicas se encuentran en las regiones donde la densidad de población es baja y donde las tierras para cultivar o la adecuación de éstas para la agricultura también es baja. Y, por contra, las preferencias herbívoras se encuentran en poblaciones donde la cría de animales para producir carne es insostenible (a causa de las características del propio hábitat) y por la escasa tecnología de producción que tienen. Un ejemplo es el que explica el Enigma de la vaca sagrada. En la India, la vaca se considera un animal sagrado y se dificulta su matanza (sacrificarla es tabú). El motivo por el que es sagrada es fundamentalmente religioso, es lo que mantiene el espíritu y las características de la cultura hindú, pero también hay un componente político e identitario detrás. En el planteamiento de este tema se vio que había déficit de bueyes de tiro y transporte y, en los campos que no tienen un sistema de regadío, este animal es fundamental ya que al depender totalmente de las temporada de lluvias monzónicas, les ayuda a la producción. Por tanto, para los pequeños productores era fundamental conservar los bueyes ya que sin ellos no podrían trabajar el campo y, por ende, generarían deudas y tendrían que abandonar el campo. Por estas razones se da tanta importancia a las vacas, en caso de crisis, será la vaca quien críe un buey. Otro de los importantes factores que hay que tener en cuenta es el del coste-beneficio monetario, donde lo “bueno para comer” acaba significando “bueno para vender”, independientemente de las consecuencias nutritivas. En este caso lo que se busca es un bien para alguien. Esto sucede en economías de mercado como la de los Estados Unidos. Un ejemplo es la venta de los sustitutos solubles de la leche materna y la rentabilidad que ofrece. Mediante la publicidad, con tal de vender el producto, se hacía creer a las mujeres que las fórmulas de biberón eran mucho mejores que a leche materna. Se vendía como algo bueno. En cambio, en el Tercer Mundo se observaba una visión totalmente opuesta. Se desaconsejaba la alimentación con biberón porque esta fórmula se mezclaba con agua sucia. En definitiva, para comprender las preferencias y los rechazos de los alimentos, más allá de que un alimento sea nutritivo o no, no podemos olvidar el enfoque con el que se valora. Se tendría que estudiar la infraestructura, la estructura, y la superestructura. Es decir, una sociedad tendrá una alimentación determinada dependiendo de la disponibilidad de alimentos que tenga, de las características geográficas y ambientales, de la adaptación biológica al medio, del desarrollo tecnológico (que condicionará el sistema productivo de determinados alimentos), del sistema económico y político de la sociedad, de las cuestiones religiosas, de la estructura cultural (que determinará la mentalidad y lo que es socialmente aceptado), entre otros....


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