Síntesis Instituciones educativas de Lidia Fernandez PDF

Title Síntesis Instituciones educativas de Lidia Fernandez
Course Comportamiento Organizacional
Institution Universidad Argentina de la Empresa
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Síntesis de clases basadas en el libro “Instituciones educativas” de Lidia Fernández, en la ficha “Inteligencia, Escuela y Sociedad” de Carina V. Kaplan y en el libro “Instituciones educativas. Cara y Ceca” de Graciela Frigerio y Margarita Poggi

El concepto Institución tiene una doble acepción 1) Conjunto de normas sustentadas en valores o conjunto de normas que se inscriben dentro de una esfera axiológica, L. Fernández las llama también Normas-valor. Estas normas son de alta significación para la vida de un determinado

grupo

social,

fuertemente

definidas

y

sancionadas,

formalizadas en el caso de las leyes, con amplio alcance y penetración en la vida de los individuos. 2) Como sinónimo de Organización o establecimiento, definido como la concreción material y la versión singular de una norma universal abstracta. Concreción material, significa cómo la institución se materializa en la forma de una organización y versión singular, alude a la peculiaridad de cada organización.

Por ejemplo: El hospital es la concreción material de la

norma-valor salud o de la institución salud. La escuela es la concreción material de la norma-valor educación o de la institución educación.

La

Iglesia es la concreción material de la norma-valor o de la institución Religión. La cárcel es la concreción material de la norma-valor justicia etc. Ahora bien cada hospital, cada escuela, cada iglesia, cada establecimiento penitenciario será la versión singular de esa norma universal abstracta o de esa norma-valor llamada institución. En este sentido no es lo mismo como organización el hospital Italiano, que el hospital francés o el hospital de clínicas, cada uno, si bien es la concreción material de la institución salud, son su versión singular, es decir tienen su peculiaridad, su particular modo de ser como organización, asimismo no es igual una organización educativa privada que

una

estatal, habiendo

a

su vez

peculiaridades

de

funcionamiento entre las diversas organizaciones educativas privadas y también en la públicas. La versión singular es también denominada cultura organizacional.

Una institución, dice L. Fernández, es un objeto cultural que expresa cierta cuota de poder social. Ya sea como norma-valor o como concreción de la norma-valor en establecimientos, la institución expresa la posibilidad de lo grupal o colectivo para regular el comportamiento individual. Es a través del proceso de socialización que las instituciones pasan a formar parte del interior de la subjetividad y a funcionar como un regulador social interno.

Recordemos que el proceso de socialización es un proceso de

transmisión y de apropiación de los modos de pensar, de sentir y de actuar propios de una comunidad determinada. Este proceso representa una ventaja económica para la sociedad ya que sustituye el control externo por formas más o menos adecuadas de autocontrol. Violar los marcos que establecen las instituciones acarrea dos peligros, uno externo, que es el de ser desmembrado del cuerpo social y derivar hacia una posición irreversible de extranjero (el castigo máximo, o uno de ellos entre los griegos y romanos en la antigüedad clásica era el exilio). Y otro castigo es el interno: el castigo del superyó. Cuando el poder regulador de las instituciones internalizadas fracasa, el cuerpo social ejerce su poder de vigilar y castigar a través de las formas encargadas de la protección de lo establecido. Las instituciones que están al servicio de preservar la subsistencia del conjunto social, son formas también de preservar la particular forma en que ha sido distribuido el poder para el uso privilegiado de los bienes culturales.

IMPORTANTE: Cuando las instituciones se singularizan en la forma de una unidad organizacional concreta, definen un espacio geográfico, imaginario y simbólico donde los sujetos encuentran al mismo tiempo un

lugar de pertenencia, de seguridad y de desarrollo y también un lugar de exclusión, enajenación y sufrimiento. Lo geográfico es el lugar concreto, a las organizaciones vamos, tienen un lugar en el espacio. Lo imaginario es la resonancia psíquica que esta organización tiene para los sujetos, puede representar el vientre materno protector y que brinda seguridad o ese mismo vientre que asfixia y no permite nacer, ni crecer, ni desarrollarse. Lo imaginario es también lo que esa organización representa para cada sujeto. Lo simbólico se refiere a lo compartido, a la producción de consenso, al código común, al lenguaje: se empieza a trabajar a tal hora, se trabaja de tal manera, hay que ir vestido de tal o cual forma, etc. En toda organización se van a dar dos tipos de tensiones, las que provienen de la renuncia a partes del proyecto personal, en función del proyecto organizacional y las que provienen de la microdinámica del poder de los diferentes grupos y sectores funcionales (Conflictos de poder entre sectores o dentro de un mismo sector). En este sentido podemos decir que el lazo con la organización no es sin ambigüedad (deseo de pertenecer y temor a pertenecer) ni renuncia por parte del sujeto. El lazo con la organización se inscribe en el orden del sufrimiento. Ninguna organización es sin condición, ninguna organización es sin restricciones al narcisismo y esto acarrea un sufrimiento, sufrimiento que se verá mitigado o intensificado según las características democráticas o autoritarias que posea la organización. Hay en toda organización una hospitalidad restringida. Toda organización se reserva el derecho de admisión y de permanencia de sus habitantes. Recordemos que el concepto de organización es un concepto moderno. La organización es un producto de la modernidad.

Es el resultado de la

disociación de los espacios familiar, laboral y de aprendizaje que en el régimen social anterior (medioevo) estaban unidos. La organización es un espaciotiempo. Las organizaciones son en un espacio (quedan en un lugar) y tienen un tiempo (horarios, frecuencia, ritmos).

Toda nuestra vida transcurre en organizaciones: algunas constituyen un pasaje obligatorio (la familia, la escuela etc.) otras son de pertenencia voluntaria (clubes, sindicatos, partidos políticos). Sabemos que las organizaciones se inscriben en el campo individual dejando sus marcas y sus huellas y que, por nuestra parte, las vamos moldeando en un trabajo cotidiano. Podemos decir que individuo y organización se requieren y construyen mutuamente en un vínculo de permanente intercambio. Sería imposible pensar las organizaciones así como las sociedades, sin leyes o normas que organicen los vínculos de los sujetos entre sí. Toda ley tiene un doble carácter. Por un lado delimita las prohibiciones, aquello que no está permitido, es decir tiene una vertiente restrictiva y por otro, ofrece seguridad y protección.

Este doble carácter,

restrictivo y protector a la vez, es lo que nos permite afirmar que en la base de la relación de los actores con la organización se halla presente siempre la ambivalencia (deseo de pertenecer y sufrimiento por formar parte). Entonces, toda ley tiene una vertiente restrictiva y otra vertiente habilitadora. Las leyes y las normas tienen el propósito de volver previsibles los vínculos de los actores, es decir de establecer zonas de certidumbre. Para cada actividad es necesario un mínimo de certezas que nos aseguren el encuentro con los otros y la realización de la tarea. En toda organización se va a dar un juego de explicitaciones y encubrimientos (lo no dicho institucional, lo que no se dice o “de eso no se habla”). Esto se hace patente en el caso de la organización escuela dónde se explicita que “la escuela es común para todos”, que “la escuela es nuestro segundo hogar”, que “ la maestra es la segunda madre”, que “la escuela es un lugar de crecimiento y desarrollo” etc. y lo que queda oculto, lo no-dicho, son las múltiples violencias sobre las que se asienta: la violencia del deseo individual, la violencia de los derechos de grupos, la violencia sobre los valores colectivos, etc., queda oculto tras la fachada de una “escuela para todos”, la legitimación de las desigualdades sociales convertidas en incapacidades individuales del estilo “a este chico no le da la cabeza”, “El que nace para pito no llega a corneta”, “Lo

que natura non da Salamanca non presta”, “Yo no nací para el arte”, “Este chico no nació para las matemáticas”, etc. Cuando lo que está en juego son los diferentes y desiguales puntos de partida de la población escolar, con diferentes capitales culturales.

Esto se llama proceso de reificación

(cosificación o naturalización): Convertir en natural aquello que es un producto histórico y cultural. Pensar en términos de naturaleza, es decir de universalidad, aquello que es producto humano y por lo tanto relativo a cada formación social. Ejemplo de mandatos culturales reificadores: “Los hombres no lloran” “Las mujeres son sexualmente pasivas”. En toda organización se dan siempre dos dimensiones complementarias siempre presentes.

La dimensión de lo instituido y la dimensión o fuerza

instituyente, o sea lo establecido, el statu quo, y el cuestionamiento, la crítica o propuesta de transformación. La fuerza instituyente, siempre presente, va a tratar de conmover las certezas, desinstalar, inquietar, hacer pensar. Aún en las organizaciones autoritarias en las que reina una aparente disciplina existen espacios externos o internos de cuestionamiento que pueden desestabilizar a la larga lo establecido.

En una organización cuando lo instituido (lo

establecido) se rigidiza y coarta (encierra) a los sujetos, cuando lo instituido ha cristalizado y obstaculizado los dinamismos instituyentes estamos en presencia, al decir de Ulloa, de una “encerrona trágica”.

Es decir, toda

situación donde alguien para vivir, trabajar, recuperar la salud etc. depende de algo o de alguien que lo maltrata, de alguien que no toma en cuenta su situación de dependencia e indefensión.

Un establecimiento institucional u Organización es una unidad social dotada de espacio, instalaciones y personal. Funciona de un modo organizado según ciertas metas y programas de acción, y asegura su dirección, ritmo y calidad de producción, a través de la regulación del comportamiento y las interacciones.

Todas las organizaciones están atravesadas por múltiples instituciones, si bien la institución predominante es la que va a dar nombre a la organización. La institución salud es la que atraviesa en forma prevalente a la organización hospital, pero también un hospital estará atravesado por otras instituciones, como por ejemplo, la institución religión (habrá una capilla), la institución economía (habrá un departamento de contabilidad), la institución sexualidad (baños para hombres y baños para mujeres) etc. todo sujeto para poder pertenecer a una organización deberá atravesar por un proceso de socialización secundaria, este será mas o menos duro según sea el grado de apertura o de clausura que la organización incluya como valor. Una organización democrática tendrá un grado de apertura mayor que una organización autoritaria. Toda organización le exige al sujeto un cierto monto de enajenación. Las organizaciones exigen cierto monto de enajenación y por lo tanto acarrean un sufrimiento estructural y ofrecen

cierto

grado

de

discrecionalidad

(Los

márgenes

de

discrecionalidad se relacionan en forma directa con la posibilidad de desarrollar la creatividad y utilizar la pertenencia en función del avance en un proyecto personal). El hecho de pertenecer a una organización supone renuncias por parte del yo, a estas renuncias se las llama renuncias narcisistas, en este sentido la organización nos inflige heridas narcisistas, allí no impera el yo, no podemos hacer lo que queremos y esto implica poder soportar un sufrimiento. Käes dice que se da un contrato narcisista, en el cual, el sujeto renuncia a partes de su proyecto personal a cambio de beneficios narcisistas. Lidia Fernández dice que hay dos tipos de pertenencia: La pertenencia formal y la pertenencia fantasmática. Pertenencia formal: implica un intercambio entre los factores de inversión y los factores de retribución. Los factores de inversión es todo aquello que el sujeto le brinda a la organización: su tiempo, su edad, su formación, su experiencia, su trabajo. Mientras que los factores de retribución, es todo aquello que recibe a

cambio, puede ser una retribución material (salario o canje) y retribuciones simbólicas (prestigio, poder, posibilidad de desarrollo, relaciones afectivas, interés de la tarea etc.) La pertenencia a la organización se verá favorecida cuando estos factores de inversión y de retribución estén en equilibrio, y se verá perturbada cuando haya un desequilibrio de los mismos. Por ejemplo hay equilibrio cuando hay alta inversión y alta retribución o cuando hay baja inversión y baja retribución. El desequilibrio se produce cuando hay alta inversión y baja retribución (esto genera resentimiento, desinterés en la tarea, humillación, sentimientos de hostilidad para con la organización, etc.). También hay desequilibrio cuando hay una baja inversión y una alta retribución (esto genera culpa, vergüenza, resentimiento y hostilidad por parte de los demás). Cuando las organizaciones frustran nuestras expectativas, las atacamos, este ataque puede ser frontal o solapado (romper las instalaciones, pequeños o grandes robos etc.) Muchos ataques a la organización pueden leerse en los baños de las mismas, lo que los empleados escriben allí, en sus paredes, en sus puertas. Habíamos dicho que la pertenencia a la organización supone un monto de enajenación por parte del sujeto pero también cierto grado de discrecionalidad. Un bajo nivel de discrecionalidad significa habitualmente una alta cuota de enajenación, se plantea como un desequilibrio clásico entre los factores de inversión y retribución. Pertenencia fantasmatica: tiene que ver con el carácter que el establecimiento adquiere como objeto psicológico. La organización puede ser vivida como un vientre materno que protege o como ese mismo vientre que impide nacer, crecer y desarrollarse, generando sentimientos de clausura y asfixia. La pertenencia a la organización genera una situación paradójica por un lado supone el deseo de estar con los otros, de ser aceptado por ellos y por otro lado el temor a ser rechazado, hostilizado, desaprobado, manipulado etc. Una distancia excesiva impide al sujeto unirse a los otros y genera soledad, mientras que un acercamiento excesivo genera la angustia de ser devorado por el otro, aumenta el riesgo de enajenación, con el fantasma de pérdida por desaparición en el otro.

Síntesis: Ricardo E.J. Ferrari Profesor asociado...


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