TEMA 25 - Apuntes 1 PDF

Title TEMA 25 - Apuntes 1
Course Historia Antigua
Institution Universidad de Salamanca
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Tema 25: LA CIVILIZACIÓN GRECOLATINA.1. INTRODUCCIÓN.Bajo el concepto de civilización grecolatina se entiende todos aquellos aspectos políticos, sociales y culturales relacionados con las principales civilizaciones occidentales del mundo antiguo: Grecia y Roma. La importancia del fenómeno y su influ...


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Tema 25: LA CIVILIZACIÓN GRECOLATINA.

Tema 25: LA CIVILIZACIÓN GRECOLATINA. 1. INTRODUCCIÓN. Bajo el concepto de civilización grecolatina se entiende todos aquellos aspectos políticos, sociales y culturales relacionados con las principales civilizaciones occidentales del mundo antiguo: Grecia y Roma. La importancia del fenómeno y su influencia posterior es algo presente en el propio mundo antiguo, donde los romanos reivindicarán el modelo griego como norma; en el medievo, donde la filosofía agustiniana o escolástica recurrirá a las interpretaciones sacralizadas de los autores griegos o Bizancio, que reivindicará el esplendor de la antigua Roma; y posteriormente, en la Edad Moderna y Contemporánea, donde la estética clásica ha estado presente entre nosotros desde el Renacimiento o los autores griegos y romanos han servido de base para el desarrollo de la filosofía, las ciencias sociales,... Sin embargo, y a pesar de la relación entre ambas civilizaciones, bajo el concepto de lo clásico, las dos presentan suficientes rasgos de singularidad como para desarrollar un estudio por separado, partiendo de las premisas que definen sus rasgos de singularidad: el hombre, en el caso de Grecia, y la ciudad, en el de la cultura romana. El tema desarrollará los aspectos políticos, sociales y culturales más sobresalientes en cada caso, evitando el estudio del arte clásico, que sería objeto de un análisis mucho más profundo en el tema 56. Para su estudio, partimos de obras de carácter general como son las de Robín Lane Fox, El mundo clásico: la epopeya de Grecia y Roma. Crítica. Barcelona, 2007; Bravo, G.: Historia del mundo antiguo. Una introducción crítica. Alianza. Madrid, 2008; López Melero, R y Otros: Historia Universal. Edad Antigua. Grecia y Próximo Oriente. Vicens Vives. Barcelona, 1998; Bravo, G. y Mangas, J.: Historia Universal. Edad Antigua. Roma. Vicens Vives, Barcelona, 1998; y Domínguez Monedero y Otros: Historia del mundo clásico a través de sus textos. Alianza, Madrid, 1998. Una aproximación más directa a cada una de las culturas se realizó a través de los libros de Richer, N. (coord.): El mundo griego. Universidad de Granada. Granada, 2003; H.D. Kitto: Los griegos. Universidad. Buenos Aires, 1982; y J. Balsdon: Los romanos, Gredos. Madrid, 1980. Aspectos puntuales del tema se desarrollaron a partir de las obras de L. Geymonat: Historia de la Filosofía y de la Ciencia. Barcelona, 1998; y J. Fernández Ubiña: Clases y luchas sociales en la Antigua Grecia. Madrid, 1977. Las actualizaciones al tema a través de VV.AA. La antigua Grecia. Historia política, social y cultural. Crítica. Barcelona, 2011 y P. Jones. Veni, vidi, vinci. Hechos, personajes y curiosidades de la antigua Roma. Crítica. Barcelona, 2013. 2. LA CIVILIZACIÓN GRIEGA. 2.1. Los orígenes de la civilización griega: Edad Oscura (s. XVI-VIII a. C.). La llegada a la Hélade de los “primeros griegos” procedentes de una de las muchas ramas de los pueblos indoeuropeos tuvo lugar en el heládico medio (entre el 2000 y el 1600a.C.) y en el reciente (1600-1100a.C.). Pero fue en este último período, también llamado micénico, cuando se produjo una profunda transformación en la civilización griega debido a los aguerridos aqueos. La brillante expansión aquea y su fructífero comercio con diferentes pueblos del Mediterráneo fue acompañado por una excepcional vitalidad en todos los órdenes (que podemos deducir de las espléndidas ruinas y tesoros de Micenas, excavada por Schilmann, desde 1874 o las de Tirinto). Posteriormente, en el siglo XIII, otro grupo, los dorios acabaron, en el espacio de un siglo, con la civilización de los aqueos, debido, quizás, como sostiene F. Chamoux en “La Miguel Ángel O. M. Mujeriego. J. Mª Moreno.

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civilización griega”, a las invasiones de los llamados “pueblos del mar”, en los siglos XIII y XII que hicieron, entre otras cosas que el comercio del Mediterráneo se resintiera y que, por lo mismo, los aqueos fueran reducidos a los recursos del suelo, insuficientes para ellos. Las consecuencias de la invasión doria fueron grandes: destrucción de las ciudades fortificadas, desaparición del uso de la escritura y el inicio de migraciones de los pueblos de la Grecia continental empujados por los nuevos invasores. El período, conocido tradicionalmente como Edad Oscura, fue una época de retroceso en muchos aspectos, aunque, en opinión de Finley en El Mundo de Odiseo, no dejó de haber vida cultural, como evidencia la cerámica fina de dibujos geométricos de esta época, así como la “Iliada” y la “Odisea” de Homero. 2.2. La Época Arcaica (s. VIII al VI a. C.). Pasada la ola de destrucciones producidas por la invasión doria, los griegos se constituyeron como una sociedad típicamente rural, basada casi exclusivamente en la agricultura y el pastoreo. Su riqueza se fundamentaba en la tierra –montañosa y sólo apta para cultivos de secano-y el comercio era prácticamente inexistente. Los hombres se agrupaban en tribus, formadas por gentes que se suponían descendientes de un antepasado común, dominadas por los grandes propietarios. En este contexto, son varios los acontecimientos que marcan el desarrollo del período: la aparición y desarrollo de las polis, la colonización como fenómeno organizado y planificado; y, se sientan las bases del funcionamiento democrático, al tiempo que surgen las diferentes formas del arte, la cultura y el pensamiento. a) El nacimiento y desarrollo de las polis. A comienzos del siglo VIII a. C., los griegos aparecen organizados en polis o ciudadesestado, independientes entre sí, que convirtieron a Grecia en un mosaico de comunidades políticas, cuyo nexo era su pertenencia a un presente cultural común, la Hélade. La polis griega estaba constituida por grupos humanos que controlaban su territorio –chora- y no aceptaban la sumisión a ningún poder exterior. Dichos grupos estaban formados por varias tribus, reducidos a 10.000 habitantes como máximo y ocupaban una pequeña comarca (entre 1000 y 3000 km2). La primera forma de gobierno de las mismas fue la monarquía tradicional metalúrgica, cuyos titulares (basileus) pronto tuvieron que ceder el poder a los aristoi (los mejores), guerreros propietarios de la tierra que disfrutan de plenos derechos de ciudadanía y de la politeia (leyes), quienes terminaron por constituir gobiernos oligárquicos amparados en la Gerousía o reunión de notables (derivada del antiguo Consejo de Ancianos), encargada de adoptar las decisiones de tipo judicial y político. Los nobles se arrogaban las cualidades políticas, la areté o virtud excelente, que era hereditaria y que, como la gnome o recto juicio, no podía aprenderse. El resto de ciudadanos formaba parte de la Asamblea, que se reunía en contadas ocasiones y tenía un carácter meramente consultivo. En el marco de estas polis arcaicas se entiende que la precaria situación de la mayoría de los campesinos, que debió de ir degradándose paulatinamente a medida que se producía el desarrollo económico de las mismas, les llevase poco a poco a un estado de franca rebeldía (stasis), cuyo intento de paliarla por parte de las polis dio lugar a otro de los fenómenos más importantes del momento: las colonizaciones. b) Las colonizaciones. La concentración de la propiedad en manos de las familias ricas, la búsqueda de metales y la escasez de tierras para una población en aumento influyó en que muchos griegos Miguel Ángel O. M. Mujeriego. J. Mª Moreno.

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abandonaran sus ciudades en búsqueda de zonas donde asentarse y dominar un nuevo territorio en el que crear una colonia. En un primer momento, la expansión tuvo como objetivo la roturación de tierras; más adelante muchas de las colonias tendrían un carácter comercial y estratégico. A mediados del siglo VIII a. C., se inicia la colonización desde el continente hacia los territorios del Mediterráneo central. Alrededor del año 700a. C., los corintios fundan Siracusa en Sicilia, y a fines del siglo VII a. C., se dirigen hacia occidente, donde, según Herodoto, entraron en contacto con Tartessos. Fruto de la actividad de los focenses en la zona es la fundación de Masalia, hacia el año 600 y el establecimiento de Emporion como factoría comercial en la costa de la península Ibérica. Un segundo polo de atracción lo constituyeron las costas de Tracia, el Helesponto y el Ponto Euxino (Mar Negro), en especial para las polis de la Jonia. Así, entre los siglos VIII y VII a. C., la ciudad de Mileto llevó a cabo la fundación de colonias como Apolonia Póntica o Sínope. Más tardíamente, se produciría la colonización del norte de África. Sobre el año 630, los colonos de Tera fundaban Cirene, que serviría de base para la exploración del territorio, además de ser lugar de intercambio de las rutas caravaneras procedentes del Alto Nilo. Las consecuencias de este fenómeno colonizador fueron básicamente dos: -

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En el plano económico, la introducción de la moneda como instrumento de cambio y la mejora de las comunicaciones navales impulsaron la vida mercantil y, con ella, la artesanía. A pesar de ello, la economía siguió siendo básicamente agraria. En el plano político-social, los deseos del campesinado y de los sectores artesanal, comercial y militar por encontrar una mejora a su situación y un espacio en el gobierno de las polis, provocaron enfrentamientos y tensiones sociales que conllevaron la aparición por toda la geografía griega de legisladores y tiranos. Entre los primeros cabe destacar a Solón (594), un arconte ateniense de opiniones moderadas que estableció en muchos aspectos las bases para el futuro régimen democrático ateniense (abolición de la esclavitud por impago de deudas, limitación de las propiedades agrarias...). Por lo que respecta a la tiranía, fue una solución provisional e intermedia para las polis que la sufrieron: Atenas (con Pisístrato), Mileto o Corinto, que no satisfizo las aspiraciones de igualdad y de participación política de sus ciudadanos. Los tiranos se erigían en depositarios del poder para quitárselo a los terratenientes y extenderlo a la ciudadanía, pero frecuentemente, una vez en el cargo, las reformas emprendidas iban encaminadas hacia su mantenimiento en el poder. c) La evolución del poder oligárquico.

En la mayoría de los casos, el régimen que siguió a la expulsión de los tiranos volvió a ser oligárquico, la aristocracia continuó ostentando el poder. Sin embargo, el enfrentamiento con aquellos derivó en algunas polis hacia soluciones novedosas que chocaban radicalmente con las fórmulas políticas tradicionales. Es éste el origen de dos concepciones opuestas en el entendimiento de la organización política, cuyo resultado final será la polarización del sistema en dos grandes ciudades representativas: Esparta y Atenas, que terminarán por enfrentarse, como veremos, militarmente. En ATENAS, las aportaciones legislativas de Solón y, más tarde, de Clístenes (-510/507) dieron al traste con una tiranía eficaz en lo económico pero obsoleta en lo político (que había continuado con los pisistrátidas: Hiparco e Hippias) y sentaron las bases para la aparición del sistema democrático. El apoyo del demos, sirvió a Clístenes para realizar una Miguel Ángel O. M. Mujeriego. J. Mª Moreno.

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nueva organización administrativa basada en demarcaciones con responsabilidad política y capacidad decisoria (kratos), que incluían a toda la población campesina. Se instituyó el ostracismo, a fin de evitar las tiranías, y aparecieron nuevas instituciones asamblearias como la Boulé (encargada de restar poder al Areopago o Consejo de Ancianos ateniense) o se dotaron de atribuciones a las ya existentes, caso de la Ekklesia, que a partir de ahora gozará del poder legislativo y de la decisión final en cuestiones militar. Por lo que respecta a ESPARTA, a partir del año 600a. C., más o menos, como opina Finley, se aisló de las grandes corrientes de civilización, convirtiéndose en opinión de Toynbee en una cultura fosilizada o detenida, gracias a la Rhetra (corpus legislativo atribuido al legendario Licurgo) y a un rígido sistema social, a la vez que interrumpía su comercio con el exterior. Las causas de este repliegue de Esparta sobre sí misma no están del todo claras, aunque pudo deberse, como estima P. Levéque, en “La aventura griega”, a que los dirigentes temieran que el arte y la cultura debilitara su vigor patrio y que a la larga se desencadenara una rebelión de los mesenios, hechos esclavos tras la toma de Mesenia (650-620a. C.). Esto les llevó a vivir en constante alerta en una especie de campamento militar en el que la preparación para la guerra sería su única preocupación. El régimen político de Esparta, pasada la fase de la monarquía, fue una oligarquía muy estable que se mantuvo inalterable hasta finales del siglo IV a. C., gracias a su peculiar y rígido sistema social, estructurado en: ciudadanos o iguales (homoioi), únicos en disfrutar de derechos políticos; los periecos, de posición inferior, que se dedicaban a la agricultura y practicaban el comercio y la artesanía y, finalmente, los ilotas, siervos adscritos a la tierra. 2.3. La Época Clásica (siglos V y IV a. C. ). La fractura entre las distintas concepciones de la polis griega representadas por Atenas y Esparta se fue acentuando a finales del siglo VI a. C. Es muy posible que dicha fractura hubiese terminado antes en un conflicto bélico si no se hubiera producido la intervención persa sobre las colonias griegas de Asia Menor, como consecuencia del expansionismo territorial de Ciro El Grande. No tanto por el hecho en sí de la conquista, pues las polis conservaron gran autonomía, los problemas surgieron por la garantía de continuidad que ésta suponía para los tiranos, aliados en su mayoría con el poder imperial. Para entonces, Mileto dirigiría la sublevación de las ciudades jónicas, solicitando el auxilio de la Grecia continental, al que acudieron testimonialmente Atenas y Eretria (en la isla de Eubea). A pesar de lo tibio de esta respuesta, Darío I habría decidido tomar medidas contra las polis continentales; más como medida de fuerza que por decisión de emprender la conquista de Grecia. Esta circunstancia desencadenaría las Guerras Médicas, que enfrentaron a griegos y persas durante la primera mitad del siglo V a. C. Tras los episodios de Maratón, Salamina, Termópilas, Platea o Micale, las polis griegas consiguieron liberar las ciudades jonias y, lo que es más importante, frenar momentáneamente el expansionismo persa, adquiriendo una gloria ejemplificada por Atenas; la cual, con Arístides a la cabeza, organizó la Liga de Delos entre las polis egeas, hacia el año 478a. C., con el objetivo de disuadir futuras intentonas persas y controlar las rutas marítimas hacia oriente. En 449a. C., se firmaba la paz de Calias, que ponía fin a las Guerras Medicas y desalojaba completamente a los persas del Egeo. Después de esta victoria, las ciudades griegas alcanzaron su punto más alto de prosperidad. La civilización griega desarrolló las características que la convirtieron en fundamento de la civilización occidental, entre las que caben destacar: la democracia y su vocación cultural; aunque no debemos olvidar a otras que conservaron un régimen aristocrático:

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Atenas, ejemplo de polis democrática.

Las Guerras Médicas fueron aprovechadas por la aristocracia para recuperar parte de su poder a través del Areópago y de figuras de prestigio como Cimón. No obstante, el ostracismo sufrido por éste en 461a. C., fue utilizado por el demócrata Efialtes para llevar a cabo una reforma democrática que otorgaba el gobierno de Atenas a los “cuidadanos” entendiendo por tales a aquellos que podían participar en la vida pública, que excluía a metecos (extranjeros), esclavos y mujeres. En 451a. C., el nuevo estratego, Pericles, hizo extensible este gobierno a los misthos héliastikos, una suerte de tribunales populares que suponían la democratización de la justicia, y cuya idea se extendería posteriormente a otras magistraturas. El concepto democrático de Pericles resultaba, sin embargo, bastante restrictivo pues limitaba el número de ciudadanos y exigía una gran preparación para ocupar las magistraturas. El funcionamiento de esta organización social descansaba en cuatro instituciones: Ecclesia (asamblea de todos los ciudadanos que votaban las leyes, la paz y la guerra); la Boulé (consejo de los 500, con poder judicial y político); Tribunales Populares (6000 ciudadanos de elección anual) y los Magistrados (dirigen la política y el ejército, de elección anual). -

Esparta, modelo de régimen aristocrático.

Optó por el dominio de las ciudades vecinas, constituyendo un pequeño “estado” en el corazón del Peloponeso (Lacedemonia). El sometimiento de sus habitantes (periecos) y el peligro a las rebeliones de sus numerosos esclavos (hilotas), influyeron en que los espartanos adoptaran un tipo de vida militar, basada en la austeridad y la disciplina. Sus instituciones de gobierno siguieron durante la época clásica los modelos tradicionales: una asamblea, la apella, formada por todos los ciudadanos, de carácter consultivo en los asuntos de gobierno y con capacidad para elegir a gerontes y éforos; la Gerusía, compuesta por 28 miembros vitalicios mayores de 60 años, los gerontes, destinada a la resolución de juicios políticos; cinco éforos (vigilantes), que presiden la Asamblea, proponen las leyes y vigilan la actividad política; y dos monarcas, de las familias de los Agíadas y los Euripóntidos que conservan, como una reliquia del pasado, la más alta consideración religiosa y ejercen una función meramente representativa. Su papel en la victoria sobre los persas y su liderazgo sobre la Liga de Delos habían convertido a Atenas en la polis hegemónica, ejerciendo un cierto imperialismo marítimo que entraba en conflicto con los intereses de Corinto y Megara, y amenazaba incluso la posición de Esparta al frente de la Liga del Peloponeso. Tucídides señala, en este punto, el origen de la Guerra del Peloponeso que habría de desencadenarse en 431a. C., y duraría casi treinta años. Tras un primer periodo incierto, que tiene como principal acontecimiento la epidemia de peste que diezmó a la población ateniense –entre ellos Pericles- en 429a.C., se firmó una “paz blanca”, llamada de Niceas, el principal negociador ateniense en 421a. C. La segunda fase se desarrolla en torno a la célebre expedición sobre Sicilia de 413 que termina con el desastre de la armada ateniense, momento en el que se “malogra el destino de Atenas”, en palabras de Herodoto, e inicia el declive definitivo de la ciudad, que capitularía en 404a. C. Lo que sucede entonces es la crisis del sistema de polis. La paz del Rey, firmada con Artajerjes en 386a. C., bajo el principio de koiné eirené (paz común) garantizaba el dominio persa sobre las ciudades de la costa de Anatolia, y confirmaba las hegemonías de los lacedemonios primero y los tebanos después, bajo la atenta mirada de Atenas (segunda liga ateniense). La paz tenía como principio la autonomía de las ciudades, pero ésta no era posible sin la garantía persa, lo que significaba de hecho restar autoridad a la Miguel Ángel O. M. Mujeriego. J. Mª Moreno.

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polis. El vencedor del Imperio Persa no sería pues una ciudad, sino un estado territorial: Macedonia. 2.4. El nacimiento de un nuevo mundo: el helenismo. Macedonia es un territorio situado al norte de Grecia, junto al golfo Termaico. Ahora bien, no acaba de estar claro el origen de los macedonios: en la antigüedad fueron considerados un pueblo diferente a los que constituían la Hélade, aunque autores actuales como Dascalakis defienden su carácter griego (Dascalakis insiste en la definición como griegos de los macedonios de Egas, en la Baja Macedonia por lo menos desde el siglo IX, sobre la base de algunas de las primeras tumbas de Vergina, pero también de los lincestas, en la Alta Macedonia, a los que se atribuye la identificación con la etnia de los dorios).


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