Tema 6 - Apuntes 6 PDF

Title Tema 6 - Apuntes 6
Course Literatura
Institution Universidad Complutense de Madrid
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Tema 6: Poesía de Quevedo

1. Autoría, texto y datación Francisco de Quevedo y Villegas (1580-1645) Conceptismo y culteranismo tienen en común jugar con el sentido. Quevedo y Góngora tienen una rivalidad legendaria. Todas estas puyas entre Góngora y Quevedo tienen un problema filológico y es que gran parte de las sátiras y burlas que le hace a Góngora son de atribución dudosa; es fácil que sí porque ha nadie le convenía hacer estas burlas que te llevaban al tribunal y ante la justicia. Influencia notable de Quevedo que da lugar a un montón de investigaciones. Es un autor muy polifacético. Es muy reconocido como prosista con el Buscón. Es el miembro más joven de todo este sistema poético. La poesía de Quevedo se publicó de forma póstuma. Quevedo no tenía una intención de ser poeta. El era noble, un rentista; su padre estaba al servicio de los reyes y formaba parte del círculo más próximo a la monarquía. Era un privilegiado, no como Lope que no lo era. Conexión que tiene con la alta política con la que participó muy activamente con el duque de Osuna con el que paso tiempo de su vida en Italia (1613-1618); allí gobernó con el duque con mano dura. Este no acabó bien parado por la justicia que le marcó y le trajo bastantes problemas. No solo tenemos el Quevedo burlesco, sino uno también moral y estoico. Su poesía es muy variada: fúnebre, política, moral, amorosa. Pero destaca mucho su humor poético y su poesía burlesca; aquí aprende de Góngora. Su temática es muy variada. Es algo característico de la lírica barroca, variedad en todos los sentidos. Quevedo forma parte de este sistema, pero al mismo tiempo es conceptista que está a la base del barroco.

Publica en 1605 las flores de ilustres poetas de España de Espinosa. Aquí se publican obras de Quevedo, 18 poemas suyos. La corte estaba en Valladolid y había que ir hasta ahí para publicar sus obras donde se publican las flores. Ahí coinciden ya los tres y ahí empiezan los primeros choques; al fin y al cabo compiten en el triunfo de una misma situación poética. El que más representado está en esa antología es Góngora. En 1648 El parnaso español 1670 las tres musas. Son algunas de sus publicaciones póstumas. Aparecen organizados en géneros. Es una poesía muy codificada. No todos los poemas de Quevedo se pueden datar, con su relevancia y su biografía no dejan de escaparse cosas para fechar y conocer su vida sentimental.

2. Análisis de algunos poemas

Escondida debajo de tu armada, Gime la mar, la vela llama al viento, Y a las Lunas del Turco el firmamento Eclipse les promete en tu jornada.

Quiere en las venas del Inglés tu espada Matar la sed al Español sediento, Y en tus armas el Sol desde su asiento Mira su lumbre en rayos aumentada.

Por ventura la Tierra de envidiosa Contra ti arma ejércitos triunfantes, En sus monstruos soberbios poderosa; Que viendo armar de rayos fulminantes, O Júpiter, tu diestra valerosa, Pienso que han vuelto al mundo los Gigantes.

Dedicado al rey Felipe III. Lo que hace es exhortar al rey a la guerra. Tiene un carácter muy belicista y abogaba por la lucha y las guerras para defender el Imperio. En la época de Felipe III hubo un relativo pacifismo, se puso fin a la guerra de los doce años. Habla de los enemigos de España: el turco y el inglés. Con los ingleses quedaba el recuerdo amargo del fracaso de la Armada Invencible. El turco era una amenaza continua a todo

el mediterráneo. Los gigantes que vuelven a causar problemas militares a los españoles. Es un poema político. Luego escribe una nueva versión cuando estábamos en la guerra de los treinta años. Recicló el soneto, pero cambió a los enemigos con los alemanes y belgas; guerra entre protestantes y católicos. La poesía de Quevedo está muy relacionada con la política, pues estaba muy próximo a los círculos de poder.

SONETO II Las fuerzas, Peregrino celebrado, afrentará del tiempo y del olvido el libro que, por tuyo, ha merecido ser del uno y del otro respetado. Con lazos de oro y yedra acompañado, el laurel con tu frente está corrido de ver que tus escritos han podido hacer cortos los premios que te ha dado. La invidia su verdugo y su tormento hace del nombre que cantando cobras, y con tu gloria su martirio crece. Mas yo disculpo tal atrevimiento, si con lo que ella muerde de tus obras la boca, lengua y dientes enriquece. Soneto como ejemplo de la amistad de Lope y Quevedo, es el segundo de la antología de las flores. Aparece editado en un libro en prosa de Lope (El peregrino de su patria); hasta entonces podía aparecer editada en muchos géneros narrativos, o en teatro, y en los preliminares de las obras. Estamos en 1604, poco después la publicación del Quijote. En todas esas contiendas y redes literarias Quevedo le escribe este soneto para alabar a Lope. Es un prólogo a una obra de Lope. Es un típico preliminar habitual en los libros de la época, pues solían aparecer alabanzas de amigos que testimonia que la amistad entre estos dos grandes se mantuvo mucho tiempo.

Madre, yo al oro me humillo, Él es mi amante y mi amado, Pues de puro enamorado Anda continuo amarillo. Que pues doblón o sencillo Hace todo cuanto quiero, Poderoso caballero Es don Dinero. Nace en las Indias honrado, Donde el mundo le acompaña; Viene a morir en España, Y es en Génova enterrado. Y pues quien le trae al lado Es hermoso, aunque sea fiero, Poderoso caballero Es don Dinero. Son sus padres principales, Y es de nobles descendiente, Porque en las venas de Oriente Todas las sangres son Reales. Y pues es quien hace iguales Al rico y al pordiosero, Poderoso caballero Es don Dinero. ¿A quién no le maravilla Ver en su gloria, sin tasa, Que es lo más ruin de su casa Doña Blanca de Castilla? Mas pues que su fuerza humilla Al cobarde y al guerrero, Poderoso caballero Es don Dinero. Es tanta su majestad, Aunque son sus duelos hartos, Que aun con estar hecho cuartos No pierde su calidad. Pero pues da autoridad Al gañán y al jornalero, Poderoso caballero Es don Dinero.

Más valen en cualquier tierra (Mirad si es harto sagaz) Sus escudos en la paz Que rodelas en la guerra. Pues al natural destierra Y hace propio al forastero, Poderoso caballero Es don Dinero. Este poema tan mítico de la poesía de Quevedo pertenece al concepto de lo satírico burlesco. La mayoría de su obra poética forma parte de este estilo, pues 363 poesías suyas son satírico-burlescas. Es un doble adjetivo del que se abusa a la hora de interpretar estos poemas. Antes los estudios filológicos mezclaban y concebían las dos ideas juntas, en la actualidad se prefiere una interpretación por separado. Pérez Lastreros defiende que el objeto de la sátira es la represión de vicios. La burla entendería la risa simplemente. Esta distinción no hay que entenderla nunca de manera excluyente Pero hay que distinguirlas, porque aun no siendo excluyentes están relacionadas. Siempre predomina una sobre otra en cualquiera de sus poemas. A veces interesa más la corrección moral y predomina la sátira, otras la risa está por encima de la crítica de costumbres y de vicios amorales. El poema que tenemos aquí es estrófico. Tiene estribillo (poderoso caballero es Don Dinero), dos versos pareados. La cabeza de la letrilla. La voz poética es una joven cuya voz canta al amado, siguiendo el recurso tan propio de la lírica popular castellana. Se dirige a la madre y le cuenta las penas y situaciones que vive con su amado. Cuando dice que anda continuo amarillo, hace un juego comparativo entre el color amarillo del enamorado y del enfermo de amor. Nace en la india se refiere al oro que traían a toneladas los barcos desde América. En Génova enterrado juega con los préstamos de dinero que realizaban los banqueros genoveses para la corona. La pregunta es si predomina aquí la sátira o la burla. En principio puede haber una crítica al dinero, pero no tiene porque ser lo principal. La ironía está muy presente. Es importante captar el tono. Tenemos un Quevedo juvenil en la Corte de Valladolid, que está aprendiendo de Góngora. Bromeando sobre la voz femenina. Quevedo busca la risa y sabemos que hay una manipulación como vehículo irónico para reírse. En definitiva, es una letrilla burlesca. El tono burlesco es muy barroco y viene de Góngora que tiene ese instinto burlesco tan desarrollado del que sin duda aprende su enemigo Quevedo. La burla tiene muchas implicaciones para el barroco. En la burla predomina la exhibición del ingenio. El burlesco es una ironía completa, la sátira es más fácil para ver que es verdad y que mentira (digamos que tiene menos ironía). Interesa más dar la lección o el ejemplo, y en otros casos buscar el chiste y la risa a toda costa.

Érase un hombre a una nariz pegado, Érase una nariz superlativa, Érase una alquitara medio viva, Érase un peje espada mal barbado;

Era un reloj de sol mal encarado. Érase un elefante boca arriba, Érase una nariz sayón y escriba, Un Ovidio Nasón mal narigado.

Érase el espolón de una galera, Érase una pirámide de Egito, Los doce tribus de narices era; Érase un naricísimo infinito, Frisón archinariz, caratulera, Sabañón garrafal morado y frito. Poema conceptista donde predomina la burla. Es una burla de mal gusto, pero de las más conocidas por Quevedo. Se podría decir que es sencillo; cada verso es una oración hasta el giro de los últimos versos. Tiene un tono cuentístico. No está claro que fuera de la pluma de Quevedo, muchas veces se ocultaban las burlas para evitar problemas sociales y con la justicia. Se sabe perfectamente que la poesía satírica y burlesca no era algo que enorgulleciera a Quevedo literariamente. Lo que hay que hacer al leer el poema es entender su grandísima capacidad verbal y el juego conceptista repleto de curiosas imágenes.

Bermejazo Platero de las cumbres A cuya luz se espulga la canalla: La ninfa Dafne, que se afufa y calla, Si la quieres gozar, paga y no alumbres.

Si quieres ahorrar de pesadumbres, Ojo del Cielo, trata de compralla:

En confites gastó Marte la malla, Y la espada en pasteles y en azumbres. Volvióse en bolsa Júpiter severo, Levantóse las faldas la doncella Por recogerle en lluvia de dinero.

Astucia fue de alguna Dueña Estrella, Que de Estrella sin Dueña no lo infiero: Febo, pues eres Sol, sírvete de ella.

Este poema se entiende con Garcilaso al fondo; en él se muestra la angustia del amante y su transformación. Aquí este motivo se torna burlesco. Parodia de un soneto mitológico. Quevedo degrada la situación; ella, el personaje mítico y hermoso se convierte en una prostituta. El tono adquiere un doble sentido sexual y degradante. Predomina la burla, porque hay parodia por encima de cualquier otro rasgo.

A vosotras, estrellas, alza el vuelo mi pluma temerosa, del piélago de luz ricas centellas; lumbres que enciende triste y dolorosa a las exequias del difunto día, güérfana de su luz, la noche fría; ejército de oro, que por campañas de zafir marchando, guardáis el trono del eterno coro con diversas escuadras militando; Argos divino de cristal y fuego, por cuyos ojos vela el mundo ciego; señas esclarecidas que, con llama parlera y elocuente, por el mudo silencio repartidas, a la sombra servís de voz ardiente; pompa que da la noche a sus vestidos, letras de luz, misterios encendidos;

de la tiniebla triste preciosas joyas, y del sueño helado galas, que en competencia del sol viste; espías del amante recatado, fuentes de luz para animar el suelo, flores lucientes del jardín del cielo, vosotras, de la luna familia relumbrante, ninfas claras, cuyos pasos arrastran la Fortuna, con cuyos movimientos muda caras, árbitros de la paz y de la guerra, que, en ausencia del sol, regís la tierra; vosotras, de la suerte dispensadoras, luces tutelares que dais la vida, que acercáis la muerte, mudando de semblante, de lugares; llamas, que habláis con doctos movimientos, cuyos trémulos rayos son acentos; vosotras, que, enojadas, a la sed de los surcos y sembrados la bebida negáis, o ya abrasadas dais en ceniza el pasto a los ganados, y si miráis benignas y clementes, el cielo es labrador para las gentes; vosotras, cuyas leyes guarda observante el tiempo en toda parte, amenazas de príncipes y reyes, si os aborta Saturno, Jove o Marte; ya fijas vais, o ya llevéis delante por lúbricos caminos greña errante, si amasteis en la vida y ya en el firmamento estáis clavadas, pues la pena de amor nunca se olvida, y aun suspiráis en signos transformadas, con Amarilis, ninfa la más bella, estrellas, ordenad que tenga estrella. Si entre vosotras una miró sobre su parto y nacimiento y della se encargó desde la cuna, dispensando su acción, su movimiento, pedidla, estrellas, a cualquier que sea,

que la incline siquiera a que me vea. Yo, en tanto, desatado en humo, rico aliento de Pancaya, haré que, peregrino y abrasado, en busca vuestra por los aires vaya; recataré del sol la lira mía y empezaré a cantar muriendo el día. Las tenebrosas aves, que el silencio embarazan con gemido, volando torpes y cantando graves, más agüeros que tonos al oído, para adular mis ansias y mis penas, ya mis musas serán, ya mis sirenas. La forma del poema es: aBABCC; combinación de versos de siete y once. La forma lira es la que Garcilaso utilizó para escribir sus odas. Es una invocación a las estrellas por lo que legítimamente estamos hablando de una oda que alaba las estrellas. No tienen un metro definido. Este poema se puede identificar con la oda en alabanza a las estrellas. Nos fijamos en el conceptismo. Acumulación de metáforas: piélagos de luz ricas centellas, lumbres, señas esclarecidas, preciosas joyas… El conceptismo no solo se usa en el plano de la burla y la sátira, sino también para embellecer y recrear. Es un ejercicio lingüístico impresionante. En la quinta y la sexta se invoca a las estrellas porque rigen el destino de las personas. Condicionan nuestro destino. También condicionan los fenómenos atmosféricos. Lo que le pide a estas estrellas es que él tenga su propia “estrella”, es decir, suerte. Tenemos un Quevedo con una súplica amorosa bellísima. No es el Quevedo burlesco, satírico o escatológico. La poesía amorosa de Quevedo es menos atendida que la de Lope, quizás porque este con sus continuos amoríos dio pie a que se especulara. En su poesía aparecen distintas mujeres, aunque su casamiento fue por conveniencia con una señora mayor. El más famoso es del Lisi, pero también aparece Flora, Aminta y Amarilis.

Buscas en Roma a Roma ¡oh peregrino! y en Roma misma a Roma no la hallas: cadáver son las que ostentó murallas y tumba de sí proprio el Aventino. Yace donde reinaba el Palatino

y limadas del tiempo, las medallas más se muestran destrozo a las batallas de las edades que Blasón Latino. Sólo el Tibre quedó, cuya corriente, si ciudad la regó, ya sepultura la llora con funesto son doliente. Oh Roma en tu grandeza, en tu hermosura, huyó lo que era firme y solamente lo fugitivo permanece y dura!

Pudo componerlo en su etapa italiana, cuando hizo embajadas al conde de Osuna. Viajó a Roma en 1617, por lo tanto, esta una hipótesis para fecharlo. Este poema es un ubi sunt?; ¿Dónde está ahora la grandeza del Imperio Romano? El poema entero está construido con un gran concepto sobre Roma; qué significa y qué simbolizan sus ruinas. Hay un eje hacia la mitad entre los dos cuartetos y los dos tercetos. La contemplación de las ruinas es un tema muy barroco. Solo queda el paso, el río; se trata de una paradoja, solo permanece lo que es fugitivo y que está en constante cambio (Heráclito): el río. Correspondencia entre dos objetos: roma y el río; los compara, las ruinas hechas para durar no quedan y el río que no está hecho para durar permanece. Este mundo poético y hermoso lo crea a través de la lógica, el sentido intelectual del lenguaje, no a través del sentimiento. La belleza a través del juego intelectual

Dichoso tú, que alegre en tu cabaña, Mozo y viejo espiraste la aura pura, Y te sirven de cuna y sepultura, De paja el techo, el suelo de espadaña. En esa soledad que libre baña Callado Sol con lumbre más segura, La vida al día más espacio dura,

Y la hora sin voz te desengaña.

No cuentas por los Cónsules los años; Hacen tu calendario tus cosechas; Pisas todo tu mundo sin engaños.

De todo lo que ignoras te aprovechas; Ni anhelas premios ni padeces daños, Y te dilatas cuanto más te estrechas.

Te dilatas cuanto más te estrechas: paradoja. Este verso refleja la conclusión. Aquí tenemos el tópico del beatus ille; estoicismo de Quevedo sobre el que reflexiona mucho. Un Quevedo moral. Miré los muros de la Patria mía, Si un tiempo fuertes, ya desmoronados, De la carrera de la edad cansados, Por quien caduca ya su valentía.

Salíme al Campo, vi que el Sol bebía Los arroyos del hielo desatados, Y del Monte quejosos los ganados, Que con sombras hurtó su luz al día.

Entré en mi Casa; vi que, amancillada, De anciana habitación era despojos; Mi báculo más corvo y menos fuerte.

Vencida de la edad sentí mi espada, Y no hallé cosa en que poner los ojos Que no fuese recuerdo de la muerte.

Estructura muy clara. Todas las estrofas empiezan con un verbo indefinido.

Este soneto está bastante fechado porque hizo dos recopilaciones en vida. Una en 1613 (Heráclito cristiano), con poesías morales religiosas muy graves. Este poemario se construye entorno a la figura filosófica de Heráclito, caracterizado por el llanto. Fusiona el mundo pagano con el cristiano. Toma los salmos para contextualizar estos sonetos. En este soneto siempre hubo dificultades y diversas interpretaciones. Una interpretación sencilla es pensar que hace referencia a la decadencia del Imperio Español, pero en 1613 no estábamos en decadencia. ¿Se tiene una lectura política?, pero la mejor interpretación es bajo el sentido estoico del cuerpo. En la epístola a Lucilio se describe una visita que hace Séneca al ver una casa derruida; Quevedo tradujo y leyó mucho a los estoicos. Aquí no tenemos un Quevedo juvenil que adquiere un tono mucho más amargado. De hecho, el habla de sus mocedades y la nueva voz con la escribió estos salmos. Esa voz es estoica. El estoicismo en esta época se hace muy manifiesto que va mucho con su talante. Dualismo entre alma y cuerpo; unión accidental. Ese dualismo se puede apreciar en este poema donde la casa derruida es su cuerpo y su “patria” es el alma. Vi su cuerpo manchada que eran despojos y no encuentra nada que no le recuerde a la muerte. Conocemos otra versión más temprana, anterior a 1613 que habría reescrito para dar lugar a esta.

Es hielo abrasador, es fuego helado, es herida que duele y no se siente, es un soñado bien, un mal presente, es un breve descanso muy cansado. Es un descuido que nos da cuidado, un cobarde con nombre de valiente, un andar solitario entre la gente, un amar solamente ser amado. Es una libertad encarcelada, que dura hasta el postrero paroxismo; enfermedad que crece si es curada. Éste es el niño Amor, éste es su abismo. ¿Mirad cuál amistad tendrá con nada el que en todo es contrario de sí mismo!

Es un soneto amoroso. El amor es un fuego que arde sin verse. El amor y el fuego están muy presentes. El amor como lucha de contrarios. Los dos primeros versos son la mezcla de elementos muy distintos. Paradoja, oxímoron y antítesis. Motivos muy bien conocidos y explotados. El lector conoce muy bien la estructura para entender a que se refiere el poeta. Soneto amoroso juvenil y muy tópico que imita a Lope de Vega. Un Quevedo menos sentimental y biográfico que Lope. Pero no podemos asegurar que fuera más sincero con sus sentimientos en su poesía que otros autores, y eso tampoco puede quitarle valor literario. Soneto famosísimo muy codificado, como es propio de la poesía barroca que había explotado todas las capacidades del soneto. Experiencia que explota al máximo las posibilidades del lenguaje.

Cerrar podrá mis ojos la postrera Sombra que me llevare el blanco día, Y podrá desatar esta alma mía Hora, a su afán ansioso lisonjera;

Mas no de esotra parte en la ribera Dejará la memoria, en donde ardía: Nadar sabe mi llama el agua fría, Y perder el respeto a le...


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