Teoria social autores PDF

Title Teoria social autores
Author Alvaro Martinez
Course Historia de la Teoría Social
Institution Universidad Autónoma de Madrid
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Apuntes autores...


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Alexis de Tocqueville Alexis Henri Charles de Clérel, vizconde de Tocqueville /alɛˈgzi zɑ ˈʁi ʃaʁl də kleˈʁɛl də tɔˈkvil/ (Verneuil-sur-Seine;, Isla de Francia, 29 de julio de 1805-Cannes, 16 de abril de 1859), fue un pensador, jurista, político e historiador francés, precursor de la sociología clásica y uno de los más importantes ideólogos del liberalismo; bisnieto del también político y ministro de Luis XVI, Guillaume-Chrétien de Lamoignon de Malesherbes.

Vida y obra Nacido el 29 de julio de 1805 en una familia de ultramonárquicos que perdió a varios de sus miembros durante el período conocido como “El Terror” de la Revolución francesa, la caída de Robespierre en el año II (1794) libró in extremis a sus padres de la guillotina. Probablemente por esta razón, desconfió toda su vida de los revolucionarios, sin que ello lo llevara a planteamientos ultraconservadores.

Estudió Derecho y obtuvo una plaza de magistrado en Versalles en 1827. Sin embargo, su inquietud intelectual le llevó a aceptar una misión gubernamental para viajar a los Estados Unidos a estudiar su sistema penitenciario (1831). Su estancia allí duró dos años. Fruto de este viaje fue su primera obra: Del sistema penitenciario en los Estados Unidos y de su aplicación en Francia (1833). Sin embargo, su estancia en Estados Unidos le sirvió para profundizar en el análisis de los sistemas político y social estadounidenses, que describió en su obra La democracia en América (1835-1840).

De regreso de sus viajes a Estados Unidos, Tocqueville abandonó definitivamente la magistratura para dedicarse a la política y a la producción intelectual. En 1838 ingresó en la Academia de Ciencias Morales y Políticas. En 1839 fue elegido diputado por el pueblo de Normandía que lleva su mismo nombre, Tocqueville (del que habla en su obra Souvenirs), y en 1841 llegó a la Academia Francesa. Se opuso tanto a la Revolución de 1848 (que acabó con la monarquía de Luis Felipe de Orleans) como al golpe de estado de Luis Napoleón en 1851-1852 (que acabó con la Segunda República Francesa y dio paso al Segundo Imperio, con Luis Napoleón como Napoleón III); fue uno de los diputados arrestados durante el golpe. En el intervalo, fue brevemente ministro de Asuntos Exteriores (1848) de la Segunda República, y vicepresidente de la Asamblea Nacional (1849).2 Tras el advenimiento del Segundo Imperio, Tocqueville se retiró de la vida pública y se dedicó a la que sería su obra cumbre (junto con De la democracia en América), inacabada: El Antiguo Régimen y la Revolución (1856). En 1858, su salud se resintió y fue enviado al sur de Francia, donde murió (Cannes, 1859). Sus obras completas fueron publicadas en nueve volúmenes por H. G. de Beaumont (1860-1865).

Sentido de su obra

La afirmación sin fisuras de lo que se considera un hecho fundamental y trascendente: la tendencia de las sociedades modernas hacia la igualdad de condiciones entre las personas. Es una tendencia claramente anclada en el pasado, que permite encontrar unidad en todo el complejo y plural devenir histórico. Esta idea central nos permite seguir su obra según la oposición entre aristocrático y democrático (o entre aristocrático e igualitario).

Insistió en que esta tendencia se podía realizar de las más variadas formas y coexistir con muy diferentes tipos de organización. Los progresistas estarán en contra en este punto ya que piensan que hay una vía única (periodización de las edades del hombre que no se pueden saltar). Aquí introduce la idea sobre que la tendencia a la igualdad se produce de forma inconsciente (idea que luego veremos en Marx).

Tocqueville propone una filosofía de la historia, algo muy propio de los siglos XVIII y XIX; una visión que otorga sentido general a toda la evolución histórica. La diferencia de Tocqueville con otras filosofías de la historia es que considera que el despliegue de esa razón de ese proceso histórico es del todo impredecible.

En la obra de Tocqueville también hay que destacar importantes aportaciones metodológicas; asume una metodología que en muchos casos es novedosa y que tiene muchos puntos en común con Max Weber.

Partiendo de fenómenos o datos empíricos muy precisos, pasaba a la construcción de modelos que aspiran a hacer comprensible la realidad general. La novedad es que estos modelos no reflejaban al pie de la letra la realidad, sino que se dedicaban a privilegiar rasgos de esta realidad (más tarde lo hará Max Weber, y se llamará categoría o «tipo ideal»). No era una media: se trataba de exagerar unos rasgos para entender una realidad, llegando a veces, a caricaturizarla. Este era el objeto de trabajo de Tocqueville y su tendencia era buscar datos para hacer construcciones generales.

El cambio social según Tocqueville Para Tocqueville, el cambio social es el resultado de la aspiración a la igualdad de los hombres. Para él, si la humanidad debe elegir entre la libertad y la igualdad, siempre decidirá en favor de la segunda, incluso a costa de alguna coacción, siempre y cuando el poder público proporcione el mínimo nivel necesario de vida y seguridad.

Sin embargo, al examinar la obra de Tocqueville La democracia en América la libertad en las sociedades democráticas es un bien superior que debe sobreponerse a la igualdad, ya que a pesar de que la igualdad sea un rasgo común en la historia de la humanidad no significa que sea buena, pues la igualdad tiene connotaciones morales que inciden en la relación entre los ciudadanos y el Estado.

Al situarse las personas en condiciones sociales iguales, los lazos de unión que tenían en otras épocas desaparecen generando en el ciudadano una idea de desprendimiento de cualquier clase de relación con sus semejantes. En cuanto a la relación con el Estado, se toman estas ideas para perpetuarse, al presentar como moralmente bueno el ciudadano que vive aislado del otro y del Estado, es decir el tipo de estado déspota al cual Tocqueville referencia en su obra respecto a las debilidades en las que podría caer un Estado democrático.

La libertad política, en contraste, es un bien que se debe seguir a todo momento en las sociedades democráticas, aunque sus efectos sean a largo plazo y no beneficien a toda la gente son necesarios para mostrarle al ciudadano que vive con otras personas, que necesita de ellas para vivir y que requiere del Estado para desarrollarse como ciudadano y como miembro de la sociedad. De este modo, la libertad política acaba con alguna posibilidad de engendrar despotismo en la sociedad democrática.

La cuestión sigue siendo de actualidad, es la adecuación entre esta doble reivindicación de libertad e igualdad: «las naciones hoy en día no saben hacer que en su seno las condiciones no sean iguales, pero depende de ellos que la igualdad lleve a la servidumbre o a la libertad, a las luces o a la barbarie, a la prosperidad o a la miseria». 2. El progreso para Voltaire (1694 -1778). La Ilustración ( a excepción de algunos de sus más conspicuos representantes como el suizo Rousseau y el francés Diderot) explícito la idea de progreso y la cargó de contenidos terreno, histórico y palpable. Si bien para los filósofos del siglo XVIII; y fundamentalmente para Voltaire, la noción de progreso podía conllevar cierta carga metafísica, expresada en los anuncios y disquisiciones acerca de los avances de la razón como guía del espíritu humano. El progreso para Voltaire, implicaba sobre todo, una descripción fenomenológica cuyos hitos podían rastrearse a lo largo de la historia de la humanidad en sus producciones culturales, sociales, políticas y religiosas. Voltaire ha sido considerado como uno de los grandes publicistas de la noción burguesa de

progreso , de él expresa Meinecke (1982): «... Voltaire quería escribir una prehistoria universal de la burguesía francesa, de esa clase humana civilizada, refinada, inteligente, industrial y confortable que le encantaba...» (citado por Caparrós, 1990; LIII). La idea volteriana del progreso ha sido harto controvertida, cuando señala un fin. Su esquema de los cuatro grandes siglos lo demuestra: El primero, se encerró en los límites de Grecia; el segundo, es del Imperio Romano; el tercero, el que siguió después que Mahomet II se apoderó de Constantinopla y el cuarto, es el llamado de Luis XIV, de este ultimo dice Voltaire : «... es quizá el que más se acerca a la perfección...» ( 1986; 87-88). Luis XIV de Francia (1643 - 1715), el Rey Sol, expresaba «estar poseído de la Omnisciencia de Dios» y decía que: E état C' est moi (Pirenne, 1976; 195). Cuando analizamos esos cuatro siglos o momentos de la historia de la humanidad planteados por Voltaire, aparercen como picos aislados tras los cuales el relieve volverá a la llanura, en tal sentido no habría en definitiva tal progreso, sino ciertos momentos de perfección que no tardarían en desaparecer, engullidos por las fuerzas oscuras del inmovilismo. Para Paul Hazard -1975- (citado por Caparrós,1990); Voltaire, creyó discernir una evolución que llevaba al progreso, progreso muy lento, muy difícil, incesantemente amenazado y que , sin embargo, sale a la luz en ciertas épocas privilegiadas de la civilización . A fuerza de buscar indicios de un progreso desesperadamente oculto durante largos períodos , Voltaire sienta las bases de una especie de antropología histórica que tardaría mucho tiempo en ser plenamente retomada por otros historiadores. Voltaire (1990), asentaba que «toda la historia es historia moderna» , y que nada se podía conocer auténticamente anterior más o menos al final del siglo XV , decía dos cosas a la vez; que nada se podía conocer anterior al período moderno, y que nada anterior valía la pena de conocerse. Estas dos cosas desembocaban en lo mismo. Su inhabilidad (eso parece ) para reconstruir historia autentica a partir de los documentos del mundo antiguo y la Edad Media fue el origen de su creencia en que esas épocas eran oscuras y bárbaras ( en su obra «Filosofía de la

Historia» - 1990- se encuentran muchas citas erradas o incorrectas). La idea de la Historia como progreso desde los tiempos primitivos hasta su presente era para, los que creían en ella, una simple consecuencia de que su horizonte histórico no iba más allá del pasado reciente, no les interesaba el pasado remoto y menos aún el futuro, el progreso se expresaba en su presente.

Ten¡ma 3 La herencia de Weber: sociedad y racionalización

Max Weber (1864-1920) parte de los análisis de Marx pero se propone corregirlas y actualizarlas a la luz de una sociedad industrial más desarrollada y que, por tanto, aplicando enfoques más complejos e interrdisciplinares. Partiendo de Marx, rechaza el determinismo económico que cree encontrar o dicho de otra manera, rechaza la teoría según la cual la posición de los individuos en relación con los medios de producción es el único determinante de su condición social. Estuvo influído por Marx pero no de acuerdo con su concepción materialista ni con la importancia marxista concedida al conflicto de clases. Para Weber, las ideas, los valores o los principios religiosos influyen poderosamente en el cambio social.

Para Weber la sociedad no se estructura sólo por el sistema de mercado, hecho que quiere decir que la posición de los individuos en lo económico no es necesariamente el determinante fundamental de su posición en todos los otros órdenes de la vida. Plantea la necesidad de contemplar desagregadamente los elementos de poder, riqueza y status, porque los considera relativamente autónomos entre sí. Por esto introduce una aproximación pluridimensional según la cual las clases, los grupos de status y los partidos, corresponden respectivamente a otros tantos órdenes: económico, social y político, son los canales por los cuales se distribuye el poder en una comunidad determinada.

El desarrollo de la ciencia, de la tecnología y de la burocracia son las tres fuerzas principales del proceso de racionalización de nuestro mundo moderno. Bajo ese concepto Weber explica el cambio social. La racionalización supone un proceso imparable que organiza la vida social y económica de acuerdo a los principios de la eficacia y sobre la base del conocimiento técnico. Las ideas y valores racionales calculan costes y beneficios para tomar decisiones. Para Weber, la Revolución Industrial y el surgimiento del capitalismo supusieron el triunfo de la racionalidad en el mundo moderno y se concreta en el desarrollo de la ciencia, la tecnología y la burocracia.

La racionalización burocrática ha transformado tanto la sociedad como la revolución industrial había transformado la economía. El mundo moderno, advierte Weber es una sociedad

burocratizada compuesta por organizaciones e instituciones corporativas (empresas, ministerios, parlamentos, universidades, ayuntamientos, hospitales, escuelas o sindicatos). Nuestras vidas transcurren en organizaciones: nacemos en hospitales; nos educamos en escuelas y universidades, trabajamos en organizaciones, consumimos servicios de grandes empresas y exigimos servicios públicos burocratizados por el Estado. Dependemos y respetamos la autoridad burocrática-racional-legal puesto que se ha impuesto como inevitable autoridad neutral y reglamentista que evita arbitrariedades.

Las grandes empresas capitalistas son el modelo de organización burocrática, jerárquica, impersonal, reglamentista y eficiente. La fuerte centralización del poder, la opacidad y las decisiones expertas son características de las organizaciones burocráticas y la antítesis del funcionamiento participativo, transparente y democrático.

En la “sociología de la dominación” teorizada por Weber en Economía y Sociedad (1964: 695 y ss.) es donde se perfila su análisis sobre la educación. Carlos Lerena destaca los tres ámbitos desarrollados por Weber que mayor influencia posterior han tenido en la sociología de la educación.

El primero, es la equivalencia establecida entre el aparato eclesiástico y los aparatos educativos. Weber distingue un tipo particular de asociación de dominación a la que llama asociación hierocrática que coacciona y otorga o suprime “bienes de salvación” legitimándolos como única recompensa divina y deseada. Los bienes de salvación que concede la escuela son los bienes culturales, en concreto, los bienes posicionales representados en forma de títulos académicos o no-títulos.

El segundo ámbito, parte de su teoría sobre los tipos de educación que se derivan de sus respectivos tipos de autoridad y de legitimidad: carismática, humanística y especializada. La educación carismática es típica del guerrero y del sacerdote y se propone despertar cualidades humanas intransferibles: por ejemplo, la probidad, la compasión, el heroísmo o el liderazgo redentor. La educación humanística trata de cultivar un determinado estatus distintivo, conocedor de la cultura clásica y los gustos exquisitos. El gentleman, el cortesano, el intelectual o el crítico de arte serían sus prototipos más ejemplares. Por último, la educación especializada corresponde a la estructura de dominación legal fundamentado en la burocracia, siendo el profesional experto su prototipo ejemplar en multitud de disciplinas.

El tercer ámbito de interés weberiano reside en la relación entre escuela y burocracia tal y como se plantea en su famoso escrito El político y el científico. Una de sus preocupaciones explícitas es la de la neutralidad de los profesores en el ejercicio de su actividad docente. Defiende que la

cátedra no es un púlpito, no es un foro y que el profesor no es un profeta o salvador, sino un burócrata y un experto cuya función es transmitir conocimientos sin moralizar haciendo que el alumno construya sus propios criterios y preferencias.

La influencia weberiana en sociología y, específicamente en educación, es bastante amplia y múltiple. Bourdieu (1988), por ejemplo, se inspira en la teoría weberiana de la estratificación en su obra La distinción para abordar los determinantes de la clase y el estatus en el campo de la cultura y los gustos culturales. Archer (1981) se ocupa de analizar el origen social de los sistemas educativos y Collins (1979) precisa la teoría weberiana del cierre social, construyendo la corriente teórica del credencialismo.

EMILE DURKHEIM DATOS BIOGRÁFICOS Nacido en el año 1858, en la ciudad de Epinal de la Lorena, Francia.Hijo de una familia judía de ocho generaciones antecesoras de rabinos. En el 1870 a causa de la ocupación de su ciudad natal por las tropas alemanas durante la guerra franco – alemana se traslada con su familia a París.A los 18 años ingresa a la Escuela Normal Superior. En 1882 se diploma en la cátedra de filosofía, pasa a ejercer la docencia liceal, en 1887 toma la docencia de una cátedra en la Universidad de Burdeos y en 1902 en la de La Sorbona.Durante su juventud fue secretario de Saint Simón (socialista utópico). Entre 1898 y 1913 fue el editor director de una prestigiosa revista de ciencias sociales: "L´ année sociologique". Durante su vida escribió una proficua obra sobre filosofía y sociología –en particular-. Tras la pérdida de su hijo durante la 1ª Guerra Mundial, su desesperación lo llevó a la muerte en noviembre de 1917.SU OBRA El conjunto de trabajos de su obra la podemos resumir en siete puntos básicos: La solidaridad social. El afincamiento de la sociología como ciencia autónoma. En dicho tópico sus obras fundamentales son: "Las Reglas del Método Sociológico" (1895) y "El Suicidio" (1897).En la primera define los principios epistemológicos de una ciencia positiva capaz de abordar al conocimiento concreto de las sociedades humanas, en forma totalmente independiente de las

demás ciencias, esto es la sociología como ciencia autónoma; cosa que aún no habían podido definir ni Comte ni Spencer.En el segundo, realiza un estudio sociológico donde demuestra que lo que aparenta ser un hecho individual no es otra cosa que un hecho social, donde se relaciona la dependencia del individuo a factores externos y colectivos como son la religión, la economía y la familia.Educación y pedagogía. Su artículo "Educación" publicado en el Nuevo Diccionario de Pedagogía y de Instrucción Primaria (1911), constituye un resumen de su pensamiento pedagógico. También dictó cursos en su cátedra sobre educación moral, historia de la pedagogía, éstos en las universidades de Burdeos y en la de París.Teoría política y derecho. Parte de la filosofía económica, jurídica y política del siglo XVIII y en base al estudio que hiciera de la obra de Saint Simón toma una posición eminentemente crítica respecto a las corrientes socialista y comunista.En la "Física de las Costumbres y del Derecho" (obra póstuma editada en 1950), compilación de sus cursos dictados, se divide el tema en dos partes: las solidaridades del grupo (la moral profesional y la moral cívica) y las solidaridades universales (donde trata sobre el respeto a la vida y al derecho de propiedad).La moral. esta obra se canaliza en tres grandes temas: a)

concepto de la moral

b)

el papel del moralista

c)

desarrollo del concepto de una ciencia moral adecuada a sus tiempos.

La filosofía. Dada su formación filosófica, encara a la sociología con este perfil. Desarrolla una teoría sociológica de carácter ontológico en su obra "Las Formas Elementales de la Vida Religiosa" (1912).La religión. De su educación familiar en la tradición judía y su fe en la religión de la humanidad , se desprende la obra citada precedentemente en el item anterior.…"La religión consiste en creencias y en prácticas relativas a las cosas sagradas". Su concepto básico, en este tema, radica en comprender lo religioso en relación con lo sagrado sin necesidad de interponer los conceptos de la divinidad y el mas allá.-

Le importa demostrar que la experiencia religiosa no es exclusividad de sociedad alguna en particular, sino que por el contrario es un fenómeno universal.Entiende, por ser que históricamente todas las sociedades han experimentado un sentimiento religioso, que resulta imprescindible explicar la religión como un hecho social. La entiende como una e...


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