Apuntes, todos los temas. Prof. Gregorio Carrasco PDF

Title Apuntes, todos los temas. Prof. Gregorio Carrasco
Course La Península Ibérica en la Edad Antigua
Institution Universidad de Castilla La Mancha
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1. Conceptos y límite cronológico de la Edad Antigua en la Península Ibérica La Península Ibérica sería objeto desde muy tempranamente de la ocupación y colonización de toda una serie de poblaciones del mediterráneo, debido en parte su extraordinaria riqueza minera. A partir de inicios del I milenio, la Península Ibérica sería objeto de la presencia de semitas, griegos y púnicos posteriormente. La presencia púnica no solo obedecería a motivaciones económicas, sino que también responderá a causas de carácter políticoestratégico. También a razones de carácter político obedecería inicialmente la presencia romana en la Península Ibérica, iniciada a finales del S.III a.C. Esas motivaciones de índole político que explican la presencia romana se irán transformando en otras motivaciones de carácter económico. A las diversas poblaciones ocupantes del territorio peninsular se deberán las diversas denominaciones con las que se designará a la Península Ibérica a lo largo de la antigüedad. 





En las fuentes semitas se hace referencia con el término de Tarshish a la parte más occidental de la cuenca mediterránea. Este término de Tarshish presenta sin duda un alto grado de complejidad, con independencia de su posible equivalencia con el término griego de Tartessos, resulta muy dificultosos poderlo aplicar a un ámbito determinado del mediterráneo occidental por cuanto las propias fuentes semitas no lo permiten. Semejante complejidad presenta el término Hesperia que aparece en las fuentes griegas arcaicas, como por ejemplo Hesíodo. Hesperia será pues un término meramente indicativo de una determinada situación geográfica: El lugar del mediterráneo oriental donde se pone el sol, el poniente, el atardecer, el crepúsculo. Solamente conforme fueron avanzando los conocimientos geográficos, los griegos irían aplicando cada vez más este término a la Península Ibérica. En sentido general se seguiría usando para designar a la parte más occidental del mediterráneo pero sin especificar un área exacta, que podía ser o bien las costas meridionales más occidentales portuguesas o bien el litoral norte africano más occidental o bien el sur peninsular. La mayoría de las fuentes griegas, incluso durante época romana, suele denominar a la Península Ibérica con el término de Iberia. Las fuentes latinas la llaman Hispania, término este del que procede el actual nombre de nuestro país.

Para determinar el concepto de la Península Ibérica en la edad antigua, se hace necesario fijar los límites cronológicos. El límite inferior se ha venido denominando con el término de protohistoria. Sin embargo, es con la aparición de la escritura cuando se inicia la historia o edad antigua. Hace no mucho el límite inferior de la Península Ibérica en la Edad Antigua se solía situar a finales del S.II a.C. coincidiendo con la presencia romana en Hispania. Sin embargo, el descubrimiento de las escrituras ibéricas y tartésicas y su desciframiento, hicieron retrotraer ese límite inferior de la historia antigua de España hasta comienzos del I milenio a.C. Por tanto, todo el periodo de la colonización semita, griega y púnica junto al análisis de las poblaciones prerromanas peninsulares, quedaría incluido de esta manera en nuestra Edad Antigua peninsular. No obstante el límite inferior de la Península Ibérica en la Edad Antigua no

se sitúa en una fecha concreta, sino más bien en todo un amplio proceso de transición que culminará con la aparición de la documentación escrita. Lejos de buscar una fecha exacta con respecto a los límites superiores, la Península Ibérica se inscribe en los límites cronológicos de la historia antigua del mediterráneo. Desde este punto de vista si se acepta que con el 476 d.C. finaliza la Edad Antigua. Desde comienzos del siglo V se va a producir la entrada en la Península Ibérica de toda una serie de poblaciones germanas que vienen siendo consideradas como factor clave para situar el final de la antigüedad. De todos modos, para buena parte de la investigación, la entrada en Hispania de poblaciones visigodas en el 411 no supondría una ruptura con la etapa anterior sino más bien una continuidad con respecto a la Hispania tardorromana. Estos autores que defienden dicha hipótesis se basan en que la entrada de población visigoda en la Península Ibérica se llevaría cabo muy lentamente y sería proporcionalmente escasa en términos comparativos con el conjunto de población hispanorromana. También hay que tener en cuenta que esta población visigoda seria foederat, es decir poblaciones que habían suscrito un foedus con el poder imperial para defender el limes hispano de la posibilidad de entrada de nuevas oleadas de población. También hay que añadir que estas poblaciones visigodas eran las que presentaban unos mayores niveles de romanización frente al resto de poblaciones bárbaras. A estos factores citados hay que añadir que buena parte de los rasgos del sistema de hacienda del régimen de administración y de los principales rasgos de algunos de los más importantes organismos políticos de la Hispania visigoda, como el officium palatnum, se basan en los sistemas de organización de la Hispania tardorromana. Pocos elementos pues innovadores existirán en la Hispania visigoda. Es por estos motivos por lo que para determinados historiadores la Hispania visigoda no será sino una prolongación de la Hispania bajo imperial. En la actualidad el límite superior de la Península Ibérica en la Edad Antigua no se viene situando ni en el 409 ni el 411 ni siguiera en el 476 sino, y de la misma manera que para el límite inferior, en todo un amplio periodo de transición que se dará a partir del siglo III d.C. y que abarcaría los siglos IV, V y VI, periodo en el que se producen importantes cambios en las estructuras socioeconómicas que darán lugar a un nuevo tipo de sociedad característica del medievo. Dentro de ese periodo que se extiende desde comienzos del I milenio hasta época de bajo imperio, se puede diferenciar dos factores o fenómenos clave dentro de la historia antigua de la Península Ibérica. El primero viene definido por el proceso de indoeuropeización y el segundo estará representado por la romanización. A finales del siglo III se pueden diferenciar en la Península Ibérica dos áreas de influencia: 

En primer lugar, un área denominada ibérica o iberizante, que se extenderá desde Cataluña hasta el Algarve. Este primer ámbito de influencia cultural se caracteriza por una economía de signo agrario y comercial con conocimiento a la vez de la escritura y la moneda.



Frente a este ámbito cabe distinguir en la Península Ibérica un segundo ámbito de influencia cultural denominada indoeuropea o indoeuropeizante. Este segundo ámbito de influencia cultural se vendría a caracterizar por mantener una economía de tipo pastoril con escaso desarrollo, a diferencia del ámbito anterior, de la vida urbana y con muy limitada actividad comercial. Este segundo ámbito de influencia indoeuropea se extenderá fundamentalmente por ambas mesetas, así como también por buena parte de la franja cantábrica. Quedarán al margen de este área de influencia indoeuropeizante aquellas zonas del norte peninsular peor comunicadas y distantes de las principales vías de comunicación.

El segundo factor clave dentro de la Península Ibérica en la Edad Antigua vendrá definido por el proceso de romanización. Por romanización se entiende el proceso de transformación de las estructuras autóctonas peninsulares y su integración en el sistema organizativo romano. Un proceso este de romanización que se iniciará a partir de comienzos de la política expansionista romana en la Península Ibérica, una política que se va a articular en tres grandes etapas: 1. 218-133 a.C.: Esta primera etapa se vendrá a caracterizar por la expansión romana llevada a cabo sobre los ámbitos del sur, levante y centro peninsular. 2. 133-29 a.C.: Ralentización en el ritmo de la política expansionista romana sobre los territorios peninsulares. Sin embargo, será una etapa de intensa actividad político militar por cuanto la Península Ibérica durante este periodo se va a constituir en uno de los principales escenarios de esa conflictividad interna del régimen de republica conocido con el término de guerras civiles. En el 133 se produce la conquista de Numancia y la reforma agraria de Sertorio, determinante para el inicio de la conflictividad social posterior. Además esta reforma está vinculada con inoperancia militar en Hispania, y se hizo necesario un reclutamiento del campesinado para fortalecer el ejército. 3. 29-19 a.C.: etapa caracterizada por la incorporación de los territorios más septentrionales de Hispania que se encontraban al margen de la influencia romana. En el 19 pues se completaría la anexión político militar por parte romana de la Península Ibérica. La romanización de Hispania sería resultado no solo del proceso anexionista político militar, sino que será un fenómeno que supere tanto cronológicamente como en complejidad a este proceso anexionista, de ahí que haya que diferenciar entre Hispania romana e Hispania romanizada. Tampoco conviene confundir los términos de romanización y latinización, términos que a veces se confunden pero que en absoluto son equivalente, ya que ni la conquista supuso la latinización de todos y cada uno de los territorios peninsulares, ni la asimilación del latín supondría la asimilación del sistema organizativo romano. Por otra parte, la romanización de España no será un proceso sincrónico ni uniforme para toda la Península Ibérica, es decir, no se daría al mismo tiempo y con el mismo grado de intensidad en los diversos territorios hispanos, de ahí el alto grado de heterogeneidad por su asimilación por los distintos territorios peninsulares. Esta escasa uniformidad que presenta el proceso romanizador en la Península Ibérica estará vinculado con la pervivencia hispana de toda una serie de influencias de carácter oriental u

orientalizante y de carácter indoeuropeo. En efecto, en la Península Ibérica va a pervivir toda una serie de influencias de carácter orientalizante, puestas de manifiesto de un punto de vista cultual o religioso, es decir, a través de una serie de cultos entre los cuales cabe destacar el culto a Melkart. El culto a Melkart, deidad semita de carácter militar, está atestiguado en numerosos núcleos del sur y levante peninsular. Como por ejemplo, en Malaka, en Abdera, Cartago nova. También este culto a Melkart se constata en la numismática ibera-púnica en donde son frecuentes las representaciones en los anversos monetales de las principales figuras de la política bárquida bajo la simbología de dicha deidad. Pero junto al culto al Melkart, se constatan otra serie de cultos orientalizantes, como el culto a Beal, el culto a Astarté… la presencia en la Península Ibérica de esta serie de cultos de origen oriental pone de manifiesto la existencia de toda una serie de sectores de población de dicho origen que va a actuar como mantenedoras de estas formas de culto. Así pues, en la península se atestigua la presencia de comunidades de origen sirio dedicadas a las actividades comerciales y mercantiles. De esta manera, en Malaka se constata la presencia de comunidades de origen sirio dedicadas a la elaboración y comercio del garum. Hay que tener en cuenta que buena parte de la población del litoral meridional era de ascendencia púnica, pero a estos dos sectores habrá que añadirle el sector de origen judaico. Unas comunidades judaicas cuya densidad seria considerable sobretodo en ámbitos de la bética, como lo atestigua las actas del concilio de Iliberris de comienzos del siglo IV d.C. en el que ya se regulaban las relaciones entre cristianos y judíos. También estas comunidades judaicas están atestiguadas de un punto de vista epigráfico, a través de números inscripciones donde se constata onomástica de origen judaico. Igualmente también la presencia de estas comunidades judías se atestigua arqueológicamente a través de restos de sinagogas, como la famosa sinagoga de Ilici (Elche), y que sería transformada en basílica paleocristiana. Estos sectores de población de origen sirio, ascendencia púnica y carácter judaico serán los que actúen como mantenedores de esas formas de cultos e influencia orientalizante hasta fechas muy tardías de la Península Ibérica. Junto a estas influencias orientalizantes, perviven también un segundo tipo de influencias de marcado carácter indoeuropeo. Influencias puestas de manifiesto, al igual que las influencias semitas, desde un punto de vista religioso. Son cultos solares, cultos radiales, en torno a las principales fuerzas de la naturaleza, los que están presentes en toda la documentación epigráfica de buena parte del norte peninsular. Sin embargo, este tipo de cultos indoeuropeos apenas se da en ámbitos del levante o del mediodía en donde el proceso de romanización llegará a alcanzar niveles de mayor intensidad. Estas influencias de carácter indoeuropeo no solo se pondrán de manifiesto desde un punto de vista cultual, sino a través de una serie de importantes instituciones sociales. De entre las cuales cabe resaltar tres fundamentalmente: Devoto, clientela y hospitum. Estas tres grandes instituciones presentan un marcado carácter indoeuropeo como se atestigua claramente a través de los paralelos existentes entre la devoto y el comitatus germánico o también entre los paralelismos entre la clientela y este mismo tipo de pactos en ámbitos de la Galia.

Estas tres grandes instituciones alcanzarán su mayor desarrollo a lo largo del siglo I a.C., iniciando todo un paulatino proceso de debilitamiento a partir de inicios de época imperial, a excepción de la institución del hospitum que va a sobrevivir hasta fechas muy tardías debido a su asimilación con los denominadas pactos de patronazgo romanos. Estos influjos indoeuropeizantes se pondrán de manifiesto desde un punto de vista lingüístico a través de las numerosas formas toponímicas sufijadas en -briga presentes en ambas mesetas y en todo el septentrión peninsular. A pesar de la pervivencia en la Península Ibérica de estas influencias indoeuropeas y orientalizantes el proceso de romanización vendría a representar en cierta medida un proceso unificador en el territorio peninsular. 2. Áreas culturales en la Península Ibérica a partir de comienzos del I Milenio En el ámbito peninsular se pueden establecer a partir de inicios mismos del I milenio toda una serie de áreas culturales plenamente diferenciables. Estas áreas culturales son las siguientes: El ámbito levantino, el territorio de Andalucía actual y sur de Portugal, el ámbito portugués al norte del tajo junto a la franja galaica y cantábrica, la zona pirenaica y vascona y el ámbito de las dos mesetas, norte y sur. 1. El ámbito levantino: Las poblaciones ubicadas en este primer área estarán sujetas desde muy tempranamente a influencias mediterráneas. Son poblaciones en general de un marcado carácter metalurgista y que además presentan un elevado grado de desarrollo urbano. Por otra parte, serán poblaciones étnicamente muy mezcladas por los sucesivos aportes provenientes de la cuenca mediterránea. Este primer ámbito del este peninsular se vendrá a constituir en el área de influencia ibérica o iberizante de la Península Ibérica. 2. Andalucía y sur de Portugal: Las poblaciones de este ámbito serán también poblaciones metalurgistas que conozcan como las del área anterior un notable desarrollo de la vida urbana, pero sobre este ámbito se dejarán sentir una serie de influjos indoeuropeos que van a provocar importantes trasformaciones en las estructuras socioeconómicas del poblamiento preexistente, dando lugar a todo un enriquecimiento de la cultura material en esta área. Buena prueba de este en riquecimiento de la cultura material lo vendrá a representar el desarrollo de la cultura tartésica a comienzos del I milenio a.C. 3. Ámbito portugués y franja galaica y cantábrica: Alto grado de aislamiento geográfico, ofreciendo fuerte resistencia a la entrada de influjos de carácter indoeuropeo. Sin embargo, en esta zona se va a dar un tipo de cultura tradicionalista de carácter dolménico como se atestigua en la cultura castreña del noroeste peninsular. En dicha situación de aislamiento se va a mantener la mayor parte de estas poblaciones de esta área hasta su integración dentro del proceso de romanización. Incluso habrá ámbitos de esta área donde la romanización se deje sentir muy escasamente, sobre todo en aquellas áreas ubicadas en lugares de difícil acceso y apartados de las principales vías de comunicación. 4. Ámbito pirenaico y vasconia: Las poblaciones de esta área van a mantener un carácter tradicionalista de tipo dolménico, que se irá transformando paulatinamente con la

entrada de influencias indoeuropeas. En el área occidental de este ámbito se ubicará el poblamiento vascón, cuyos orígenes siguen planteando toda una serie de interrogantes, permitiendo constatar un alto grado de peculiaridad desde un punto de vista étnico, lingüístico y cultural. 5. Ámbito de las dos mesetas: La mayor parte de las poblaciones de este área estarán sujetas a influjos indoeuropeos, que precederían a la entrada de filtraciones de pueblos célticos que se van a asentar en este ámbito en dos fases cronológicamente diferenciables, o bien en el siglo VIII o bien el siglo VI a.C. Estas influencias de pueblos célticos van a extenderse por ambas mesetas pero también por buena parte del septentrión peninsular, quedando el resto de la península ibérica sujeto a influencias mediterráneas. De esta dualidad de influencias a los que se vería sometida la Península Ibérica a partir de comienzos del I milenio se derivará la existencia de dos ámbitos culturales claramente diferenciables: Uno denominado con el término de ibérico o iberizante (sur de Portugal hasta la zona de Cataluña) y en segundo lugar el ámbito cultural indoeuropeo que se extenderá sobre el resto del territorio peninsular. A partir de comienzos del I milenio va a ser también el momento en el que se desarrolle por la cuenca mediterránea toda una serie de movimientos migratorios que van a afectar al territorio peninsular. Es el inicio de la época de las colonizaciones. El fenómeno de las colonizaciones se ubica en el mediterráneo a comienzos del I milenio a.C. La mayor parte de las poblaciones del mediterráneo oriental habían llegado a adquirir un grado de nivel tecnológico y cultural muy superior al que mantenían la mayor parte de las poblaciones del mediterráneo occidental. Así pues, las poblaciones orientales del mediterráneo van a estar cada vez más necesitas de toda una serie de materias primas que les exige su alto grado de desarrollo tecnológico tan avanzado. De entre esta serie de materias primas las más importantes serán los metales. De esta manera, los primeros contactos por parte de semitas y griegos en ámbitos del mediterráneo occidental obedecían en un primer momento a causas claramente económicas. En ese sentido las colonizaciónes fenicia y griega en ámbitos de la península ibérica tendrían como objetivos inicialmente al menos la obtención de metal (oro, plata, cobre y estaño sobre todo el estaño, obtenido del noroeste y zonas más distantes como serían las islas británicas). Para establecer un control sobre el comercio de metales tanto semitas como griegos se van a asentar en aquellas áreas más favorables para la producción metalífera o a través de las más destacables rutas mercantiles. A pesar de que las motivaciones en general de la colonización fuesen de carácter económico, al menos y por lo que a la colonización griega respecta, esta se debería por la propia evolución interna de las distintas polis de Grecia continental. Desde este punto de vista serán esos problemas de demografía y también de escasez de tierras las que inicialmente expliquen el expansionismo griego a ultramar. Dentro del ámbito occidental del mediterráneo, las zonas de mayor interés para la obtención de metales sería la Península Ibérica y las Islas Británicas, zona de la cual se extraería estaño. Para lo que respecta a la Península Ibérica, tanto griegos como semitas van a fundar sus primeros asentamientos en aquellas zonas más importantes desde el punto de vista de los

recursos mineros, como en el norte de Huelva para la obtención de cobre, en Sierra Morena para la obtenció...


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