Capitulo 1 resumen de la catedra leguizamon PDF

Title Capitulo 1 resumen de la catedra leguizamon
Course Introducción a la sociedad y estado
Institution Universidad de Buenos Aires
Pages 6
File Size 96.6 KB
File Type PDF
Total Downloads 15
Total Views 253

Summary

Capítulo 1 Una larga travesía: la redefinición de la sociedad argentina por parte del EstadoJorge Cernadas FonsalíasEn este trabajo nos proponemos analizar la relación entre la sociedad argentina y el aparato estatal que la ha regulado a lo largo de su historia. No es una tarea sencilla, teniendo en...


Description

Capítulo 1 Una larga travesía: la redefinición de la sociedad argentina por parte del Estado Jorge Cernadas Fonsalías En este trabajo nos proponemos analizar la relación entre la sociedad argentina y el aparato estatal que la ha regulado a lo largo de su historia. No es una tarea sencilla, teniendo en cuenta la dificultad de definir a qué nos referimos cuando hablamos de la sociedad o el Estado argentino. Estos inmigrantes se fueron mezclando con el elemento criollo descendiente del grupo colonizador, sumados a los pueblos originarios sobrevivientes al estrago provocado por la conquista española y la llamada Conquista del Desierto, llevada a cabo por el propio Estado argentino en torno a 1880. Sería un error muy grave pretender entender la historia argentina dándole comienzo en 1810, como muchas veces uno se ve tentado a hacer. Consideramos que las huellas trazadas por casi trescientos años de conquista y colonización, sumadas a la pervivencia de elementos culturales propios de los cientos de pueblos originarios, son indelebles y condicionaron el desarrollo político, económico y social de todos los países de Latinoamérica. La razón por la que se selecciona a los incas es porque desarrollaron el Estado más extenso de América del Sur, que abarcaba gran parte del territorio de lo que hoy es Argentina. Posteriormente, se abordarán los significativos cambios que originó la conquista española del Imperio Inca a los pueblos de la región andina en particular. Evidentemente, estas transformaciones de lo que podríamos llamar el «tipo de Estado» no se dan en forma espontánea, sino que obedecen a rumbos optados por los distintos gobiernos en el contexto histórico mundial en el que estuvieron insertos. Asimismo, lo que los define es la relación que mantiene el Estado con la sociedad que organiza. Los gobiernos de turno vendrían a ser la tripulación de la nave. Los ciudadanos del Estado vendrían a ser los pasajeros y por lo tanto se ven afectados por el rumbo que la tripulación adopta. En el transcurso de la historia los gobiernos fueron cambiando. Por lo tanto, podríamos armar que el Estado fue adquiriendo distintas tipologías de acuerdo con la relación que mantuvo con la sociedad, a partir de las diferentes políticas que afectaron la vida concreta de los ciudadanos. El Tahuantinsuyo El Tahuantinsuyo o Imperio Inca fue el Estado de mayores proporciones en América del Sur antes de la llegada de los españoles. Justamente en este último país se encuentra la que fue su capital, el Cusco o el «ombligo del mundo» para los incas. La extensión temporal del Tahuantinsuyo es de apenas 95 años, entre 1438 y 1533. Esas son las fechas entre las que el Inca Pachacútec comenzó con la expansión del imperio y Francisco Pizarro lo conquistó en nombre de la Corona española. Si bien es cierto que la etnia inca se había instalado en el siglo XII en el Cusco y que existe una lista de diez soberanos previos a Pachacútec, hasta ese entonces el pueblo inca no se había expandido más allá de esta ciudad. Por lo tanto, en menos de un siglo cinco emperadores controlaron el Tahuantinsuyo y lo llevaron al máximo de su expansión territorial. Otro aspecto para tener en cuenta es que el Tahuantinsuyo no fue el primero, sino el último de los grandes reinos de la región andina. Asimismo, lo que el Imperio Inca fue logrando es poner bajo su órbita numerosas comunidades de las cuales comenzó a extraer tributo en forma de trabajo. La mayoría de ellas fueron incorporadas al Tahuantinsuyo luego de la conquista militar. Otras, en cambio, se ofrecieron como tributarias del Inca para evitar ser arrasadas por la superioridad

militar incaica o bien para aprovechar los lazos de redistribución que el Estado llevaba a cabo. La comunidad andina, denominada ayllu, tiene una historia milenaria y subsistió durante la conquista inca, aunque se vio obligada a pagar tributos en trabajo al Estado. Por lo tanto, podemos observar que la sociedad andina, compuesta en su origen por los distintos ayllus, recurría a intercambios simétricos y ayudas mutuas denominados ayni y minga respectivamente, para garantizar su supervivencia. Lo que el Estado imperial vino a hacer fue magnificar los movimientos de personas y transformar los lazos de reciprocidad en una redistribución dirigida desde el Cusco. En primer término, el Estado Inca permitió a las comunidades conservar sus tierras para lograr su autoabastecimiento. Pero al mismo tiempo, obtuvo fuerza de trabajo mediante las mitas, que le permitían sostener a todo el aparato estatal y simultáneamente emprender una serie de obras públicas que al final redundaban en el beneficio de las propias comunidades. En épocas de carestía, el Inca abría los almacenes del Estado llamados tambos y redistribuía entre los jatunrunas los alimentos sometidos a procesos de conservación que ellos mismos habían producido, como el chuño o el charqui. Estos lazos de redistribución en favor del campesino o jatunruna se van a ver totalmente abandonados cuando la dominación inca pase a ser reemplazada por la española luego de la Conquista del Tahuantinsuyo por parte de Francisco Pizarro en 1532. Etapa colonial El período colonial tiene una larga extensión temporal, desde 1492 hasta las independencias de los países latinoamericanos. En el caso de Argentina en 1816 o 1810 si tomamos en cuenta al último virrey del Río de la Plata, Baltasar Hidalgo de Cisneros. Ya desde el segundo viaje de Cristóbal Colón, la Corona española inició un proceso de conquista y colonización de las Indias, como le llamaron a América. Los dos más grandes Estados de los pueblos originarios, el azteca y el inca, fueron rápidamente conquistados y convertidos en los dos virreinatos de mayor extensión temporal, el de Nueva España y el del Perú respectivamente. Posteriormente, en el siglo XVIII, la dinastía de los Borbones creará nuevos virreinatos, entre ellos el del Río de la Plata. A esta nueva unidad jurídica correspondían los actuales territorios de Argentina, Paraguay, Uruguay, Bolivia y parte de Chile. La Corona administraba sus territorios de ultramar mediante instituciones, tanto en la propia España como en sus colonias. El comercio ultramarino estaba monopolizado por la Corona desde Sevilla, donde se encontraba la Casa de Contratación, y se organizaban los viajes comerciales a América bajo el sistema de otas y galeones. De esa manera, el Estado español buscaba garantizarse que los «frutos de América», oro y plata principalmente, llegaran a las arcas de la Corona. Asimismo, gran parte de lo recibido por el Estado debía gastarse en la compra de manufacturas, dado que España había descuidado su producción y debía importarlas de otras regiones de Europa. En cuanto al resto de la sociedad colonial, además de los españoles y criollos, encontramos a los pueblos originarios, llamados erróneamente por Colón «indios». También se sumaron esclavos provenientes de África para ir reemplazando a los originarios que no resistían las condiciones de explotación. Fueron estos últimos grupos, juntos a los «indios» y a los «negros» los que más sufrieron la explotación laboral por parte de los españoles. En las regiones tropicales, como en las costas del mar Caribe y en el Brasil, donde también participaron de la conquista otras coronas como las de Portugal, Francia o Inglaterra, la principal actividad productiva era la plantación de un

monocultivo de tipo tropical. En la región andina, como señala Enrique Tándeter «la mita era la relación de producción dominante». El virrey Toledo en 1570 la organizó de tal manera que miles de habitantes de toda la región andina debían trasladarse cientos de kilómetros a la Villa Rica de Potosí para trabajar en la extracción de plata del cerro. La plata que era acuñada debía pagar un impuesto a la Corona del 20% denominado «quinto real». El número de mortalidad fue muy alto, teniendo en cuenta sobre todo los decesos por silicosis, enfermedad pulmonar propia de los mineros, y por la intoxicación con mercurio utilizado para purificar la plata. En otras regiones del imperio colonial, no se asistió a formas de explotación tan similares a la esclavitud, pero sí a metodologías de trabajo no libre, como ocurría en las haciendas de los territorios ubicados en las planicies templadas. Por ejemplo, en la región pampeana, en las grandes extensiones de tierras explotadas bajo la forma del latifundio se desarrolló la ganadería extensiva. La faena del ganado vacuno fue dando origen a un trabajador propio de la región denominado «gaucho». Esta institución denominada peonaje por deuda fue también utilizada en las haciendas mexicanas y en otras regiones de llanura de América hispánica. Primeros años de vida independiente Estos se desarrollaron por más de una década y dejaron como saldo que España para 1824 perdiera todas sus colonias en América, con la excepción de Cuba y Puerto Rico, Halperín Donghi denominó a los años que van desde 1825 a 1850 como la «larga espera» de toda América Latina. Este último aspecto estaría asociado a los caudillos, figuras centrales en el análisis político de este período en toda América. En la Argentina, en esta etapa, fueron las provincias las únicas entidades estatales vigentes. De allí puede inferirse la pretensión temprana de Buenos Aires de controlar todo el territorio perteneciente al ex Virreinato del Río de la Plata luego de la Revolución que tuviera lugar en esta ciudad en mayo de 1810. Para las décadas inmediatamente anterior y posterior a 1810, el vocablo que deriva del latín argentum remitía únicamente a Buenos Aires, era sinónimo identitario de porteño. Las provincias surgieron como consecuencia del proceso de fragmentación de las intendencias y en torno a la figura de sus caudillos. Las provincias se organizaron con su propia constitución y cuerpo legislativo. En el año 1820 los gobernadores de Santa Fe y Entre Ríos, Estanislao López y Francisco Ramírez, derrocan a José Rondeau, último director supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, título que en el Congreso de Tucumán se había elegido en 1816 para dar nombre al nuevo Estado naciente en reemplazo del Virreinato homónimo. Su corta existencia se debió en parte a la pretensión de controlar todo el espacio en forma unitaria desde Buenos Aires. Ejemplo de ello fue la Constitución de tipo centralista sancionada en 1819 por parte del Congreso trasladado desde Tucumán hasta Buenos Aires. Contra esa constitución se levantaron en armas López y Ramírez en la Batalla de Cepeda el 1° de febrero de 1820, iniciándose así un período denominado de autonomías provinciales. Por un lado, Buenos Aires, que ambicionaba imponer sus políticas librecambistas para poder intercambiar sus productos con Europa. Por otra parte, el Litoral que también pretendía el librecambio para poder sacar su producción al Viejo Continente, pero necesitaba de la libre navegabilidad de los ríos interiores para poder competir con Buenos Aires. Y finalmente, el Interior, compuesto por las provincias del centro, norte y oeste del país, que reclamaban proteccionismo, dado que las políticas de apertura propuestas por Buenos Aires y el Litoral arruinaban sus producciones artesanales locales. En la

etapa de Rosas, la ausencia de una constitución provocaba que las catorce provincias se autogobernaran como Estados independientes. Durante la presidencia de Urquiza, la provincia de Buenos Aires se separó del resto de las provincias por no querer aceptar la Constitución de 1853, que estipulaba la nacionalización de las rentas de la aduana y la libre navegabilidad de los ríos interiores por parte de buques extranjeros. Inserción de la Argentina en la división internacional del trabajo Recién a partir de 1860, como sostienen tanto Corigliano como Oszlak, se va a consolidar el Estado-nación argentino. Para ello va a ir desarrollando capacidades propias de la estatidad como conseguir el reconocimiento internacional, imponer la autoridad sobre los habitantes y las provincias, hacerse presente en todo el territorio, obtener recursos de la ciudadanía mediante impuestos e imponer una identidad colectiva de tipo nacional sobre una población de origen muy diverso. El Estado fue obteniendo estas capacidades a partir de distintos mecanismos de tipo represivos, cooptativos, materiales e ideológicos. Todos ellos fueron implementados durante las presidencias –denominadas fundacionales– de Bartolomé Mitre, Domingo Faustino Sarmiento y Nicolás Avellaneda, y también durante las primeras presidencias del período conservador, iniciado con el mandato de Julio Argentino Roca. La imposición del modelo liberal porteño a las provincias quedó garantizada a partir del triunfo de Mitre sobre Urquiza en la Batalla de Pavón y fue visiblemente confirmado con el sofocamiento de los alzamientos federales de Ángel Vicente Peñaloza, Felipe Varela y Ricardo López Jordán. Para sostener la imposición del modelo liberal el Estado apeló al otorgamiento de subsidios a determinadas producciones de las provincias con el objetivo de compensar la apertura de la economía y captar la adhesión de las burguesías locales. Por último, los mecanismos ideológicos tenían que ver con la necesidad de internalizar una identidad colectiva de carácter nacional en los hijos de los inmigrantes que hicieron su ingreso masivo en esta etapa. Además de la escuela pública, persiguieron el mismo fin «nacionalizador» el Servicio Militar Obligatorio establecido en 1901, y la «ley Sáenz Peña» de sufragio obligatorio de 1912, que iba incorporando a los descendientes de los inmigrantes en la vida política nacional. Hay que señalar también que el proceso de consolidación del Estado nacional argentino fue posible por la confluencia de distintos elementos en el período iniciado en 1860. El modelo agroexportador fue la respuesta a esa demanda. Tanto durante las presidencias conservadoras del Partido Autonomista Nacional como durante las presidencias de la Unión Cívica Radical el país mantuvo una política económica de puertas abiertas. Por eso García Delgado los única bajo la tipología de Estado liberal. Para ello clasifica al primero como un subtipo de Estado liberal-oligárquico, mientras que al radicalismo lo ubicaría en el subtipo de Estado liberal-democrático. El período 1880-1916, que Botana bautizó como el orden conservador, estuvo conformado por seis presidencias en las que hubo diez presidentes, ya que cuatro de ellos no pudieron completar su período debiendo asumir los vicepresidentes. El único de este período que pudo cumplir con su mandato de seis años y lo hizo en dos oportunidades fue Julio Argentino Roca entre 1880-1886 y 1898-1904. Todos pertenecían al PAN que nucleaba a los representantes de las oligarquías de todo el país, de allí la conceptualización en la tipología de Estado liberal-oligárquico según García Delgado. Recién pudo cumplir con este objetivo el sobrino del fundador del partido, Hipólito Yrigoyen, quien ganó las elecciones en 1916 cuando se aplicó por primera vez en una elección presidencial la ley de sufragio universal masculino, secreto y obligatorio, que garantizó la transparencia necesaria para que el PAN no pudiera realizar fraude nuevamente. Hipólito

Yrigoyen fue dos veces presidente, entre 1916-1922 y 1928- 1930. El estilo político de Yrigoyen, más cercano al caudillismo, y la menor cantidad de miembros de la élite en su gobierno son pruebas claras del estilo de gobierno más popular de los radicales. Otro ejemplo de mayor apertura democrática fue el apoyo de Yrigoyen a la Reforma Universitaria en 1918. Yrigoyen tuvo también que enfrentar la crisis económica originada por la caída de la bolsa neoyorkina en octubre de 1929. Fase de la industrialización sustitutiva de importaciones (1930-1976) El 6 de septiembre de 1930 se produjo el primer golpe de Estado en la historia argentina. El presidente Yrigoyen fue depuesto por el general José Félix Uriburu, un militar de ideología fascista que buscaba instaurar un régimen de ese tipo en Argentina. Pero detrás del golpe militar se escondía la élite económica mejor representada por el sector liberal del Ejército. Infame vuelven al poder los conservadores ahora bajo el nombre de la Concordancia, aliándose con un sector radical anti-yrigoyenista. Durante este período se da la novedad de un Estado que comienza a intervenir en materia económica, pero en este caso para salvar los intereses de la clase dominante, como sucedió con el tratado Roca-Runciman de 1935, que buscaba asegurar la compra británica de carnes y así proteger los intereses del sector terrateniente ganadero. La Década Infame llega a su n con otro golpe militar llevado a cabo por un sector nacionalista del Ejército, el GOU. Durante las presidencias militares de Pedro Ramírez y Edelmiro Farrell, Juan Domingo Perón ocupará la Secretaría de Trabajo y Previsión. Finalmente, en 1946 Perón ganó las elecciones que lo convierten en presidente, cargo que vuelve a ocupar en 1952 luego de haber reformado la Constitución. Durante sus dos gobiernos el Estado no solo mantuvo el fuerte intervencionismo económico que comenzó a nivel mundial luego de la crisis de 1930, sino que en materia social también jugó un rol muy activo, sobre todo en la figura de Eva Perón. Perón finalmente será derrocado por un golpe el 16 de septiembre de 1955 y permanecerá dieciocho años en el exilio. Los gobiernos de la década posterior al derrocamiento de Perón estuvieron en manos de militares bajo la autodenominada «Revolución Libertadora» y de presidentes radicales. El avance liberalizador se va a profundizar aún más con un nuevo golpe militar en 1966, autoproclamado la «Revolución Argentina». En el año 1973 Perón volverá definitivamente al país, y luego de reemplazar a Héctor Cámpora y a Raúl Lastiri ocupará por tercera vez la presidencia de la Argentina hasta el día de su fallecimiento el 1° de julio de 1974. Esto resultó la excusa perfecta para que la derecha nuevamente diera un golpe de Estado, el último de la historia argentina, y se iniciara el autodenominado Proceso de Reorganización Nacional. Fase de la modernización periférica (1976-2001) Fueron cuatro las juntas de comandantes que ocuparon el poder ejecutivo, cumpliendo ilegítimamente el rol de presidente el jefe del Ejército. Todas estas medidas, encabezadas por el ministro de economía José Alfredo Martínez de Hoz, solo pudieron llevarse a cabo bajo un régimen represivo sin precedentes en la historia de nuestro país. Luego del desastre de la Guerra de Malvinas en la que murieron casi 650 argentinos los militares debieron abandonar el poder. Sin embargo, esta vez, luego de la rendición del 14 de junio de 1982, los militares tuvieron que preparar la retirada.

Tras la salida de Galtieri, Bignone convocó a elecciones para presidente, las cuales tuvieron lugar el 30 de octubre de 1983. Pese al empuje inicial de Alfonsín dado por el Juicio a las Juntas en el año 1985, las dificultades económicas que surgen como consecuencia directa de la deuda externa contraída en forma indiscriminada por los militares llevaron a que el presidente tuviera que dejar anticipadamente su mandato en un clima de hiperinflación y saqueos. Su política de paridad cambiaria con el dólar conocida como el «uno a uno» garantizada por la Ley de Convertibilidad ideada por el ministro de economía Domingo Cavallo, profundizó la crisis de la industria nacional iniciada en 1976. Fernando de la Rúa quien junto a Cavallo hizo que la Argentina inicie el siglo XXI con la peor crisis que vivió en 200 años de historia. Consideraciones finales A modo de conclusión, podríamos preguntarnos si la crisis del 2001 marcó el n del Estado postsocial. Sin ser el objetivo de este trabajo responder a esa pregunta podemos adelantar algunas impresiones al respecto. Otras políticas que permitirían distinguir su orientación del neoliberalismo fueron las re-estatizaciones de Aguas Argentinas, Correo Argentino, Aerolíneas Argentinas e YPF. Del mismo modo se puso fin al sistema de jubilaciones privadas o AFJP. Como señala Mario Wainfeld, el mismo «Kirchner comprendió mejor que nadie la crisis del 2001; interpretó ese índice inexorable del dolor país El mandato era salir rápido de ese Infierno y navegar la etapa del Purgatorio. Esa frase-eslogan del presidente reflejaba una obsesión; nuevamente, la metáfora del barco que no hay que dejar encallar ni naufragar». ....


Similar Free PDFs