Lipovetsky tema 3 - Apuntes 3º de Sociología. Profesor Ramón Ramírez Gotor. PDF

Title Lipovetsky tema 3 - Apuntes 3º de Sociología. Profesor Ramón Ramírez Gotor.
Course Procesos y Tendencias en las Sociedades Contemporáneas
Institution Universidad Pablo de Olavide
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Apuntes 3º de Sociología. Profesor Ramón Ramírez Gotor. ...


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LIPOVETSKY- DE LA LIGEREZA (1,3,7) –TEMA 3 Capítulo 1- Aligerar la vida: Bienestar, economía y consumo La modernidad podría definirse por lógicas estructurales como racionalización, diferenciación funcional, individualización y mercantilización del mundo. Inaugurada en la época de las Luces, la lucha de lo ligero contra lo pesado cruza un umbral decisivo desde mediados del siglo XX con la aparición de las economías de consumo. Con la era consumista triunfa una cultura cotidiana que ostenta el sello de la ligereza hedonista. La propia economía se ve reorganizada por el principio de ligereza, ya que el capitalismo de consumo funciona estructuralmente con la seducción, la frivolidad y la renovación perpetua de los modelos. Lógicas que indican el advenimiento de un sistema-moda que gobierna el orden de la producción y de las necesidades. El capitalismo de consumo y hoy de hiperconsumo representa una mutación en la historia social y cultural de la ligereza. En esta nueva economía, el impulso del desarrollo se apoya en la producción de servicios y bienes de consumo duraderos. La sociedad de consumo se define por la primacía de los servicios y bienes ligeros sobre las producciones y equipos pesados. Tenemos un sistema económico que produce grandísimas cantidades de bienes materiales destinados al consumo de hogares, pero también de servicios cuyo papel en la economía no deja de aumentar. De los bienes materiales a los servicios, el orden de lo ligero reestructura nuestras economías. LIGEREZA DE LOS ANTIGUOS, LIGEREZA DE LOS MODERNOS El combate de lo ligero y lo pesado es constitutivo de la era moderna. Los datos etnológicos e históricos ponen de manifiesto que las sociedades humanas han dispuesto siempre de prácticas, instituciones y creencias que permitían aliviar sufrimientos, poner entre paréntesis las desdichas de la vida, olvidar la pesadez de las cosas serias. Un estado de ligereza universalmente deseado, según las sociedades. El ingenio humano no ha dejado nunca de inventar mecanismos de descomprensión, de solaz, de alivio divertido o sublimado, dedicados a jugar, exorcizar el mal humor y las dificultades, reducir las angustias, olvidar los sufrimientos. La civilización de los modernos se construye en los antípodas de esta perspectiva. Los Modernos declaran la guerra a la idea trágica de destino, a las fuerzas opresoras del pasado, y ambicionan implantar aquí abajo el reinado de la libertad y la felicidad. La guerra de lo ligero contra lo pesado se impone como una orientación estructural, una norma organizadora central, un foco de sentidos que, redefiniendo las relaciones de cielo y tierra, guía el trabajo de la sociedad hasta buscar un progreso.

Desde este punto de vista, podeos distinguir tres grandes fases históricas: 1. Del siglo XVIII a mediados del siglo XX: Dominada por la voluntad tecno-política de reducir el apremio de las necesidades materiales elementales. 2. Años cincuenta: Se caracteriza por la difusión social del bienestar material y por el consumismo de masas. 3. Hoy somos testigos de una tercera etapa: la revolución de la alta tecnología electrónica e informática, creando una ligereza móvil y liberada de pesadeces espacio-temporales. Con cada paso, nuevas estrategias dan tono de la época y prosiguen la obra secular de aligerar la vida. EL CAPITALISMO DE SEDUCCIÓN: UNA ECONOMÍA DE LA LIGEREZA Con la aparición de las economías de consumo, lo que era promesa de alivio que debía realizarse en la larga andadura de la Historia, se ha vuelto utopía cumplida. La economía de mercado se ha dedicado a asegurar la victoria de la ligereza materialista sobre la carga de la necesidad. La era del consumo de masas se acompañó de n formidable aumento del nivel de vida del consumo de la población. Desde finales de la década de 1970, más de las tres cuartas partes de la familias obreras poseen automóvil, televisor, frigorífico y lavadora. El principio de ligereza empieza a trabajar incluso en los detalles de la vida cotidiana. Los objetos modernos simplifican las tareas corrientes, ganan tiempo, higiene e intimidad y liberan a las mujeres de las tareas domésticas. Los productos negros permiten la democratización del universo de la diversión a través de la televisión y la música grabada. La mitología ligera del confort, las vacaciones y el ocio se ha aposentado en el núcleo de la cotidianidad y de las aspiraciones de las masas. La generalización social de la ligereza consumista Al difundir los bienes de consumo a la escala de las masas, el capitalismo promovió un nuevo ideal de vida, normas nuevas que expresaban la victoria ideológica de lo ligero sobre lo pesado. Con el capitalismo de consumo, el triunfo de lo ligero se plasma tanto en la vida material como en la cultura, los ideales y los valores. Por medio de los objetos, la publicidad, el ocio, los medios y la moda, el capitalismo de consumo exalta los placeres en todas sus parcelas. Aunque la república de las letras consiguió reivindicar la vida feliz y sus placeres, fue el orden económico el que promovió dos siglos después una ética de masas que se encarnaba en la cotidianidad. Lo que potencia el capitalismo de consumo es una cultura hedonista impregnada de entretenimiento y diversión. Lo que promueve el capitalismo de seducción es un mundo cotidiano dominado por los sinos de diversión y la negación de lo trágico. Se trata de divertir para vender mejor y de la evasión, ocio, derecho a la despreocupación.

La cultura dl consumo es la cultura del entretenimiento generalización. Hablamos de una economía y una remodeladas por el principio de ligereza. La información no esa de verter chorros de imágenes trágicas, de revelar escándalos y acontecimientos. Sin embargo, las noticias heterogéneas se pisan unas a otras. El espectáculo de la información funciona como una especie de animación de la cotidianidad, e show emocional y sensacionalista. El estado hipermoda del capitalismo Los vínculos del capitalismo de consumo con la ligereza van mucho más allá de la mitigación de las amenazas materiales que pesan sobre la vida cotidiana de los individuos: tenemos en efecto un tipo de economía que funciona sistemáticamente siguiendo una lógica frívola. Era de la hipermoda quiere decir época en que las industrias del consumo, el ocio y la comunicación se rigen por la aceleración del ritmo de cambio, por la renovación continua de los modelos, las imágenes y los programas. Se lanzan nuevas modas cada X tiempo con el fin de que consuman más. Las estrategia de lo efímero, el lanzamiento acelerado de productos nuevos se imponen como principios fundamentales de las economías orientadas al consumo. La economía de la hipermoda coincide con la generalización del principio de seducción estética. El cosmos consumista concuerda un poco más cada día con el de la moda. La ligereza hipermoderna es un mestizaje transestético de economía, frivolidad y seducción. En este mismo sentido, la era de la hipermoda es contemporánea de los establecimientos efímeros y de tiendas conceptuales que exhiben arquitecturas características y puestas en escena originales. Con el ‘’ir de tiendas con desenfado’’ que hace del acto de comprar una diversión, es el momento de las estrategias de ‘reencantamiento’ de las tiendas, de las animaciones interactivas, de la tentación de los sentidos por medio de olores, colores y músicas. Todo nuestro entorno comercial cotidiano ha basculado hacia el reinado de la hipermoda. La industrialización de la ligereza La publicidad y las industrias creativas siguen el mismo movimiento de estetización y seducción. La publicidad es estructuralmente una forma ligera de comunicación-seducción. Las industrias culturales se esfuerzan por hacer soñar y distraer al público del cine, la televisión o la música, a través de una evasión que llegue a todos, sin proponerse ninguna formación. El capitalismo de consumo explota por doquier y a mansalva los recursos de la seducción. Según Simmel, la coquetería es un juego de seducción que ilustra la forma más ligera, más lúdica de la sociabilidad.

Las industrias manufactureras y culturales se basan en la producción ligera, centrada en la novedad continua, la diversión y la creación estética. Conformando una nueva economía, el capitalismo de consumo ha hecho de la ligereza un universo industrializado. Barbarie, estética y ligereza El advenimiento del capitalismo de seducción ha generado un diluvio de discursos críticos que denuncian sus efectos calamitosos sobre la cultura y la belleza. La industrialización de la ligereza ha democratizado los gustos, las expectativas y las aspiraciones estéticas. El capitalismo de seducción es la gran fuerza que ha contribuido a la formación de un consumidor estético que busca sin cesar emociones, diseño, músicas, imágenes, paisajes. Este sistema no solamente ha producido en masa objetos y signos ligeros, sino que ha propiciado una relación más ligera con el mundo merced a la generalización de la actitud estética. Ligereza industrializada, sobrepeso de la economía El capitalismo de seducción no es toda la economía vigente. El capitalismo liberalizado ha supuesto la hinchazón del sector financiero y bursátil, los movimientos especulativos con la moneda, la ampliación del crédito, que ha derivado en una sucesión de burbujas especulativas. Cuando la diferencia respecto de la economía real aumenta demasiado, las burgujas especulativas resultantes del exceso de crédito explotan, produciendo ruina a su alrededor. De ahí un capitalismo financiarizado cuya hinchazón es paradójica, porque funciona al mismo tiempo con circulación instantánea, fluida y virtual de capitales. La riqueza deriva cada vez más de flujos inmateriales y cada vez menos explotación de materias primas o de productos manufacturados. Dado que se apoya cada vez más en las operaciones inmateriales, el hipercapitalismo constituye uno delos componentes de la revolución de lo ligero. La economía de mercado se ha vuelto superpotente, tanto que ha engendrado un sistema que escapa a todo control: al de los banqueros, al de las instituciones internacionales e incluso al de los gobiernos. El principio de plena soberanía de los Estados retrocede, ya que tiene márgenes de maniobra decrecientes. A la sombra de la ligereza industrializada y de los flujos desmaterializados, aumenta el peso de la economía y de la finanza que genera la impotencia de lo político en las democracias. VIOLATILIDAD, MOVILIDAD Y FRIVOLIDAD DEL CONSUMIDOR La economía de consumo de masas ha trastornado esta situación social, ya que la mayoría dispone de ingresos que superan el mínimo imprescindible para subvenir a las necesidades básicas. La inmensa mayoría de los consumidores ha accedido a un nuevo nivel de existencia: el de la ligereza consumista. El consumo tiende a alejarse del nivel funcional-utilitario en beneficio de una búsqueda creciente de diversiones y placeres. Con la creciente comercialización de la vida, la frivolidad no deja de conquistar terreno social. La ligereza hipermoderna coincide con la generalización de la dimensión desenfadada, lúdica, entretenida del consumo. Volatilidad

Es la inmensa mayoría disminuyen los gustos basados en la necesidad y aumentan el gusto por la moda, el gusto por el último grito, los encaprichamientos pasajeros, el afán de renovación permanente. Los consumidores cambian de teléfono cada X tiempo aunque estén buenos. El neoconsumidor aparece como un coleccionista de experiencias un consumidor menos obsesionado por lucirse socialmente que por experimentar placeres nuevos. El consumo constata la victoria hipermoderna de la ligereza destradicionalizada sobre la pesadez de los controles colectivos. El neoconsumidor no quiere tanto proclamar un peso social ante los demás como ponerse en movimiento y olvidar la pesadez del presente; las luchas simbólicas de clase han sido reemplazadas por objetivos de aligeramiento en las vivencias individuales. Ocio Con la reducción progresiva del tiempo laboral y el aumento del nivel de vida, los individuos dedican cada vez más tiempo y dinero al ocio, los deportes y las diversiones. Las formas de vida ligera se han democratizado masivamente: no se plasman ya en las calaveradas del libertinaje ni en las conversaciones del salón, sino en el consumo de actividades recreativas y de espectáculos. Viajar El consumidor hipermoderno es igualmente móvil. El aumento de la movilidad de las personas va mucho más allá del marco aéreo. El coche sigue siendo el medio de transporte más utilizado, aunque su empleo se reduce a medida que aumenta l densidad demográfica de las zonas habitadas. El individuo hipermoderno quiere viajar con comodidad creciente, con facilidad y divirtiéndose. Hoy viajamos con la misma comodidad que si estuviéramos en casa. No todos los consumidores son iguales en lo tocante al tema de la movilidad turística. La tendencia actual es a viajar más cerca, durante menos tiempo y más barato. La revolución de lo ligero hace cada vez más insoportable estar clavado en un sitio fijo. Reír El ciudadano de nuestros días no consume en risas y buen humor. Los programas de entrevistas y los espacios humorísticos son seguidos por millones de telespectadores. La risa se ha convertido en terapia, un tema que atrae a la ciencia, un tema serio cuyo objetivo es liberarnos de inhibiciones, reducir angustia, erradicar estrés, estimular procesos de formación de equipos. Cuanta menos hilaridad hay en las relaciones interhumanas, más risas provocan los espectáculos mediáticos. Hoy es la industria cultural la que se hace cargo de la risa de los ciudadanos. La ligereza hipermoderna tiene poco de espontánea y mucho de consumismo. EL CONSUMO COMO CARGA

La sociedad consumista se consolida bajo el signo de la ligereza, está lejos de dar forma a una vida que sea propiamente despreocupada. El consumidor siente una especie de fatiga porque ve en estas cosas un nuevo régimen de trabajos forzados. El consumo moderno ha cambiado de tonalidad. Comprar implica actualizarse. El hiperconsumidor contribuye a la producción de servicios realizando personalmente toda una serie de funciones. El hiperconsumidor debe trabajar cada vez más para poder consumir. La hipermodernidad se distingue menos por el crecimiento del consumo ligero y despreocupado que por su reducción. Contar, informarse, economizar La profusión hipermoderna de bienes crea espíritu de ligereza. La civilización moderna se ha fijado como objetivo de aligeramiento de las obligaciones materiales, pero el resultado no está ni mucho menos a la altura de sus ambiciones. En realidad, los salvajes de las economías primitivas quienes consiguieron darnos la primera y única gran lección colectiva de ligereza en relación con los bienes de subsistencia. LAS NUEVAS BÚSQUEDAS DE LIGEREZA Mientras aumentan los consumidores calculadores, nuestra época asiste a la aparición de nuevos deseos de ligereza. El ciudadano hipermoderno ya no siente la ambición de cambiar el mundo, de construir la sociedad de clases y un hombre nuevo. El auge de nuevas espiritualidades viene de ahí, la búsqueda de nuevas maneras de consumir y de vivir rechazando presiones materialistas del cada vez más. Religiosidades a la carta Desde finales de los años 60 aparecen en las sociedades occidentales movimientos religiosos nuevos y nuevas expectativas e interrogantes de índole espiritual. Cambiar el mundo afecta a sus límites y para esas corrientes, es reinvertir en la dimensión del espíritu, cambiar la conciencia despertándola a potencialidades no explotadas. Este renovado interés por lo espiritual tiene su origen en una necesidad de sentido, sentido que había sido asfixiado por la secularización moderna. De la religión no se espera la salvación en el más allá, sino una vida subjetiva e intersubjetiva mejor aquí abajo. Las creencias de los místicos y esoterístas se caracterizan por la imprecisión, incertidumbre y ambigüedad: se expresan en el estilo del quizá y el ¿por qué no? La categoría de verdad es secundaria en relación con la de mayor bienestar y la de experiencia personal. Lo importante no es la verdad como tal, sino lo que nos ayuda a vivir mejor, a resolver pragmáticamente los problemas existenciales. La finalidad de las sabidurías antiguas era liberar al ser humano de sus vanas aspiraciones. Las nuevas religiosidades prometen un estado de ligereza interior que está mal visto por la sociedad de la eficacia, pero adoptan igualmente s carácter profundo.

Frugalidad feliz Se busca una nueva forma de salvación en la reducción de la hinchazón consumista. Hay algo innegablemente justo en esta crítica del hiperconsumo. Es buena y justa la vía que valora el menos, lo mejor, la calidad de vida. La generalización social de la frugalidad voluntaria y el fin del cambio por el cambio y de la pasión compradora no son más que un mito. Sean cuales sean sus extravíos, la búsqueda del aligeramiento de la vida pasará durante mucho tiempo todavía por el consumismo, sus placeres y su peso creciente. Ralentizar El ciudadano hipermoderno es policrónico, conjuga ritmos temporales. El aligeramiento de la vida pasa ya tanto por la vía de la velocidad como por la de la desaceleración. Expresarse, crear La búsqueda de nuevas relaciones con el consumo no es la única vía por donde se expresan las demandas actuales de aligeramiento de la existencia. Lo que significa que el aligeramiento actual de la vida puede seguir caminos diferentes y contrapuestos. En la creación estética se busca un tipo de ligereza, no más allá del bien y del mal, sino más allá de la repetición fastidiosa de la vida laboral y de la insignificancia de la cotidianidad consumista. ¿LA INSOPORTABLE LEVEDAD DEL CONSUMO? Son numerosas las demandas de aligeramiento de la vida corriente en el cosmo consumista. Una inversión parecida encontramos a la escala del mundo comercial y político. La ligereza concluye en sinsentido, rutina, fastidiosa, peso aplastante. Tal es la pesadez insoportable, dramática de la ligereza. El consumismo invita a replantearse una y otra vez la idea de drama de la ligereza. Es cierto que se pueden señalar contradicciones inadmisibles e inversiones paradójicas. El consumo puede acabar siendo pesado. El peso ejercido por la sociedad de hiperconsumo es real. La verdad es que lo más pesado no es la futilidad consumista, sino la pobreza real, la angustia de no tener suficiente y tener que pagar siempre la eliminación de toda frivolidad, la falta de horizontes y de futuro. La idea de que el drama de nuestros contemporáneos no es la pesadez, sino la ligereza, seduce por su aspecto paradójico pero no es menos engañosa. La reflexión sobre la ligereza debe impedir que se lleve esta cuestión

Capítulo 3-LO MICRO, LO NANO Y LO INMATERIAL Uno de los rasgos de las sociedades modernas es el advenimiento de un nuevo modelo temporal. La tendencia a la aceleración es consustancial al proceso de modernización.

Estamos en sociedades en que el principio de aceleración va de la mano con otro principio, el principio de la ligereza, cuyas aplicaciones son innumerables en los sectores más variados de la vida económica y social. LA LIGEREZA COMO MUNDO MATERIAL Utilizar materiales ligeros o ultraligeros tratar ésta al nivel mínimo desmaterializar los soportes de la información. En el mundo de los semiconductores es frecuente decir: ‘’cuanto más pequeño, mejor’’. El mundo hipertecnológico se construye bajo el formidable empuje de los estudios, la manipulación, la fabricación de lo micro y de lo nano. Este universo ya no es el nuestro: en la era hipermoderna, la ligereza dominante ya no está vehiculada, la ligereza dominante, ya no está vehiculada por el arte y la imaginación novelesca, sino por la revisión e interrogación del mundo. La época hipermoderna es la época que impulsa el principio de ligereza del estadio estético demiúrgico tecno científico. La ligereza se encarnaba en el mundo imaginario, encantado e irreal del arte. Se ha impuesto un modelo totalmente distinto cuando la propia realidad material ha pasado a ser objeto de aligeramiento, miniaturización y desmaterialización. La ligereza aparecía como un universo diferente, una idealización del mundo, un medio de evasión de la realidad insatisfactoria. Ese modo de ligereza ya no es el preponderante. La ligereza ya no es una huida del mundo o una cualidad extraterrena, sino lo que cambia la realidad misma del mund...


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