Neolengua - apuntes PDF

Title Neolengua - apuntes
Author Jo M.
Course Lingüística General
Institution Universidad Carlos III de Madrid
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apuntes...


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Isabel Velasco Rodríguez

GEORGE ORWELL – 1984 ¿Conseguirá la neolengua sus objetivos?

George Orwell, autor del libro 1984, fue, además de escritor, periodista y ensayista británico. Su nombre es conocido por la crítica al totalitarismo a través de sus dos grandes novelas: Rebelión en la granja (1945) y 1984 (1949). Es de esta última de dónde arrancamos el concepto de neolengua y tratamos de arrastrarlo hasta nuestros días. La novela de Orson Wells pone de relevancia la importancia de la lengua como mecanismo de poder para controlar a los miembros del Partido, así como en el prólogo de la Gramática de Nebrija explica el compromiso de la lengua castellana con el afianzamiento de la soberanía de la reina. En ambos casos, la lengua es el vehículo de sometimiento. La relación entre poder y lengua no es un hecho aislado aplicado a un caso concreto, sino que es algo innato a la lengua desde el momento en el que se convierte en mecanismo de comunicación y no en una mera abstracción con reglas y estructuras que aplicar. La neolengua es un mecanismo para controlar a las masas. Si nos centramos en el motivo principal de la existencia de la neolengua, podemos ver la estrecha relación que hay entre política, pensamiento y lengua. Puesto que la lengua es la expresión del pensamiento, la supresión de las ideas que no podemos expresar mediante el lenguaje las convierte en algo abstracto que retenemos en la memoria sin más y que no somos capaces de comprender. De manera que un bebé puede sentir sed, pero al no poder comunicar su necesidad de beber agua, llora para atraer la atención y tarda mucho más en conseguirlo o quizá no lo consiga. En cuanto a la estructura lingüística que trata de desarrollar el libro, es una estructura muy primaria que trata de reducir palabras e intenta, con los mecanismos propios de la lengua inglesa en este caso, ser autosuficiente sin la creación de nuevas palabras y sin la utilización de sinónimos y antónimos. Es inconcebible presentar una lengua que vaya disminuyendo y “desevolucionando” en lugar de aumentar el volumen de palabras y añadiendo nuevo léxico. La idea de Orson Wells es, como mínimo, llamativa y sorprendente por el paradigma que presenta tanto en la estructura como en la función de la lengua, pero no factible en nuestros días. Tendemos a la comodidad, eso es obvio, decimos “pa’ que” en vez de “para que”, pero la neolengua va un paso más lejos. La comodidad del lenguaje, la haraganería a la hora de hablar, es solo fruto de la necesidad de comunicarnos más rápido a causa de nuestro mundo acelerado, no de una mente más estrecha. La concepción de una lengua que vaya disminuyendo su vocabulario es impensable porque cada día aparecen nuevas realidades a las que hacer frente por medio del lenguaje. Somos seres creadores, la mente no va en retroceso, sino que avanza cada vez más rápido y necesitamos de más palabras para expresarnos. Las vías de comunicación han ido aumentando hasta el punto de poder comunicarnos con una persona que se encuentra en la otra punta del planeta, por ello, nuestra voluntad de expresarnos es cada vez más elevada y ligada a nuestra identidad de seres sociales. A través de esta voluntad de adaptación al actual mundo globalizado se produce el

contacto, la asimilación y la mezcla con nuevas lenguas y, por tanto, la incorporación de palabras extranjeras a nuestro idioma. Además, es curioso recordar que los nuevos términos o formas de expresar la lengua reciben el nombre de neologismos, estructura similar a la palabra “neolengua”, pero con concepciones totalmente distintas. Nuestro concepto de “nuevo” es el de ampliar, el de añadir, mientras que el de la neolengua es reducir y eliminar. No hay nada de bello en destruir palabras.

La lengua está tan integrada en nuestro interior que cuesta discernir entre lengua y pensamiento, por este motivo es un canal perfecto para la manipulación. George Orwell nos muestra una variante directa de distorsión del pensamiento, mientras que en la actualidad estamos ante una neolengua encubierta de la que la mayoría de la población (las masas de Ortega y Gasset) no es consciente. Por supuesto nos referimos a la adulteración del lenguaje de los medios de comunicación. Los llamados eufemismos nos juegan una mala pasada al tratar de expresar lo mismo, pero falseando ligeramente la realidad. La prensa nos ametralló con palabras clave como “recesión económica” para tratar de evitar la mención de la crisis que asolaba el país desde hace tiempo. El uso de palabras no corrientes o sus variantes léxicas “suaves” inciden con especial hincapié en aquellas facciones de la sociedad más limitadas en cuanto a vocabulario. De aquí que sea clave la educación para impedir el control mediático de nuestras mentes como si de una telaraña minuciosamente preparada se tratara. La neolengua no conseguirá sus objetivos debido al carácter intrínseco de las lenguas de seguir un proceso evolutivo más próspero en el que se incluyen cada vez más palabras, pero la función manipuladora explícita de 1984 – como ya hemos visto – sí que la hemos acoplado a nuestros días. Sin embargo, encontramos una diferencia indispensable; y es que actualmente tenemos un léxico muy completo y variado que, además, incluye palabras de otros idiomas; dentro de ese abanico es ya la voluntad y el interés de cada uno el conocimiento del mismo. En 1984 no se da esa opción. El deber de la sociedad – y no hablamos de las élites del poder, sino de las élites de cultura – es proveer al ser humano de instrumentos lingüísticos para luchar contra la tiranía, no para sumergirse en la confusión de los que nos utilizan como títeres del poder. La sociedad se ve tan avasallada por ingentes cantidades de información, que es casi imposible traducir los mensajes a causa de la rapidez con la que nos llegan. Es indispensable exigir una mayor diligencia informativa y un mayor control de la lengua por parte de los representantes de la cultura para no caer en el error o en el endulzamiento informativo. George Orwell, al contrario de lo que muchos afirman, no fue un vidente, un adelantado a su tiempo, sino que sacó a relucir cómo desde el poder se pueden llegar a realizar grandes barbaries y que la sociedad ni siquiera sea consciente. La manipulación no se limita a nuestros días, la llevamos arrastrando durante décadas porque es el instrumento más eficaz para controlar a las masas. No existe sociedad inculta que pueda luchar por su autodeterminación, así pues debemos colmar nuestra mente de palabras hasta rebosar para que nadie pueda robarnos el sentido de nuestra propia existencia como colectivo y, sobre todo, como individuos libres....


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