Normotensión - Trastornos de la presión arterial PDF

Title Normotensión - Trastornos de la presión arterial
Author Danier Duarte
Course Semiologia Medica
Institution Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua Managua
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Trastornos de la presión arterial...


Description

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Normotensión:

La presión arterial (PA) normal (o normotensión) se define como una presión arterial sistólica (PAS) de 120 mm Hg y una presión arterial diastólica (PAD) de 80 mm Hg. Aunque suele variar de acuerdo en cada individuo; NO son valores estáticos dado que se tiene que valorar su edad, su sexo, su estado atlético entre otros. Por ende, se acepta que una presión arterial está entre 139 - 90 mmHg (presión sistólica) y 89-60 mmHg (presión diastólica). -

Hipotensión:

Se define como como una disminución en los valores de la presión arterial “normal” de un determinado individuo y ocurre cuando está por debajo de 90/60 mmHg y produce síntomas tales como mareo y síncope. Varios medicamentos y trastornos pueden provocar que el sistema corporal que mantiene la presión arterial no funcione adecuadamente. Cuando la presión arterial es demasiado baja, el cerebro ve afectado su funcionamiento y pueden producirse desmayos. Normalmente el organismo mantiene la presión de la sangre en las arterias dentro de un margen estrecho. Si la presión arterial es demasiado elevada, se pueden producir lesiones y hasta roturas en un vaso sanguíneo, lo que originaría una hemorragia u otras complicaciones. Si la presión arterial es demasiado baja, no llega la suficiente cantidad de sangre a todas las regiones del organismo. Por consiguiente, las células no reciben suficiente oxígeno y nutrientes y los productos de desecho no son eliminados de forma adecuada. Una tensión arterial muy baja puede poner en riesgo la vida porque puede llevar al shock. Las personas sanas con una presión arterial baja, pero dentro de límites normales (cuando la medida se toma en reposo) tienden a vivir más tiempo que las personas con una presión arterial en el nivel normal superior. El organismo posee varios mecanismos compensatorios que controlan la presión arterial. Estos incluyen cambios en el diámetro de las venas y las pequeñas arterias (arteriolas), la cantidad de sangre bombeada por el corazón (gasto

cardíaco) y el volumen de sangre en los vasos sanguíneos. Estos mecanismos devuelven la presión arterial a la normalidad después de que esta aumenta o disminuye durante la realización de actividades normales, como el ejercicio o el sueño. Las venas se pueden ensanchar (dilatar) y estrechar (contraer) para modificar la cantidad de sangre que pueden contener (capacidad). Cuando las venas se contraen, se reduce su capacidad de contener sangre, permitiendo que una mayor cantidad de sangre vuelva al corazón desde el cual es bombeada al interior de las arterias. Contrariamente, cuando las venas se dilatan, su capacidad de recibir sangre se ve aumentada, permitiendo que sea menor la cantidad de sangre que vuelve al corazón. Como resultado, se produce un descenso de la presión arterial. Las arteriolas también pueden dilatarse y contraerse: cuanto más contraídas se encuentren, mayor será su resistencia al flujo de sangre y más elevada la presión arterial. La constricción de las arteriolas aumenta la presión arterial, puesto que se requiere una mayor presión para hacer que la sangre pase por un espacio más estrecho. Del mismo modo, la dilatación de las arteriolas disminuye la resistencia al flujo de sangre, con lo cual baja la presión arterial. Cuanta más sangre salga del corazón por minuto (es decir, cuanto mayor sea el gasto cardíaco), más elevada será la presión arterial, siempre que la resistencia al flujo sanguíneo en las arterias permanezca constante. El organismo puede modificar la cantidad de sangre bombeada durante cada latido cardíaco haciendo que cada contracción sea más débil o más fuerte. Cuanto mayor sea el volumen de sangre en los vasos sanguíneos, más elevada será la presión arterial, mientras la resistencia al flujo de sangre en las arterias permanezca constante. Los riñones pueden variar la cantidad de líquido excretado en la orina con el fin de aumentar o disminuir el volumen sanguíneo. Los mecanismos de compensación son activados por células especializadas que actúan como sensores y que se denominan barorreceptores. Estos sensores están localizados dentro de las arterias y controlan constantemente la presión arterial.

Los que están en las grandes arterias del cuello y el tórax son especialmente importantes. Cuando los sensores detectan un cambio en la presión arterial, desencadenan un cambio en alguno de los mecanismos de compensación y, de este modo, se mantiene una presión arterial estable. Los nervios envían señales desde estos sensores y desde el cerebro hacia los diferentes órganos clave, los cuales controlan los mecanismos de compensación: -

El corazón recibe señales para que modifique la frecuencia y la fuerza de los latidos (se modifica así la cantidad de sangre bombeada). Este cambio es uno de los primeros y corrige rápidamente la presión arterial baja.

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Las arteriolas reciben señales para que se contraigan o se dilaten (se modifica así la resistencia de los vasos sanguíneos).

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Las venas reciben señales para que se contraigan o dilaten (de este modo se modifica su capacidad para retener sangre).

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Los riñones reciben señales para que regulen la cantidad de líquido excretado (se modifica así el volumen de sangre en los vasos sanguíneos). Este cambio tarda mucho en producir resultados y, por lo tanto, es el mecanismo más lento para el control de la presión arterial.

Por ejemplo, cuando una persona está sangrando, el volumen sanguíneo disminuye, por lo cual disminuye la presión arterial. En estos casos, los sensores activan los mecanismos de compensación para evitar que la presión arterial disminuya demasiado: la frecuencia cardíaca aumenta, con lo que se incrementa la cantidad de sangre bombeada; las venas se contraen, y se reduce así su capacidad de almacenar sangre, y las arteriolas se contraen, con lo cual aumenta la resistencia al flujo sanguíneo. Si la hemorragia se detiene, los líquidos del resto del organismo se trasladan a los vasos sanguíneos para que comience a restablecerse el volumen sanguíneo y de este modo, la presión arterial. Los riñones disminuyen su producción de orina contribuyendo a que el organismo retenga todo el líquido que sea posible para que retorne a los vasos sanguíneos. Finalmente, la médula ósea y el bazo producen células sanguíneas nuevas y el volumen sanguíneo se restablece totalmente. Sin embargo, estos mecanismos de

compensación tienen sus limitaciones. Por ejemplo, si una persona pierde una gran cantidad de sangre rápidamente, estos mecanismos no pueden compensar la presión arterial con la suficiente rapidez, y esta cae y los órganos empiezan a funcionar mal (shock). + Causas Diversos trastornos y medicamentos pueden producir una disfunción de los mecanismos de compensación, lo que puede ocasionar una presión arterial baja. Por ejemplo, el gasto cardíaco se puede reducir como consecuencia de una cardiopatía: un ataque cardíaco (infarto de miocardio), una enfermedad de las válvulas cardíacas, latidos cardíacos extremadamente rápidos (taquicardia), latidos cardíacos muy lentos (bradicardia) u otros ritmos cardíacos anormales (arritmia). Estos trastornos afectan la capacidad de bombeo del corazón. Las toxinas producidas por las bacterias durante una infección bacteriana pueden ocasionar una dilatación de las arteriolas. El volumen sanguíneo se puede reducir como consecuencia de una deshidratación, una hemorragia o de enfermedades renales. Algunos trastornos renales disminuyen la capacidad que tiene el riñón para producir el retorno de líquido a los vasos sanguíneos, lo cual tiene como resultado la pérdida de grandes cantidades de líquido en la orina (por el contrario, la insuficiencia renal, en la cual los riñones no pueden eliminar líquido de la sangre, puede derivar en una sobrehidratación y provocar hipertensión arterial). La capacidad de los nervios para transmitir señales entre los sensores y los órganos que controlan los mecanismos de compensación se puede deteriorar debido a problemas neurológicos (un trastorno denominado insuficiencia del sistema nervioso autónomo). Además, a medida que se envejece, los mecanismos de compensación responden de manera más lenta a las alteraciones que se producen en la presión arterial. + Síntomas:

Cuando la presión arterial es demasiado baja, el primer órgano que ve afectado su funcionamiento generalmente es el cerebro. Esto se debe a que el cerebro está localizado en la parte más alta del organismo y la sangre tiene que circular en sentido contrario a la gravedad para llegar a él. Por lo tanto, la mayoría de las personas con hipotensión arterial se sienten mareadas o aturdidas cuando están de pie y algunas hasta pueden desmayarse. Las personas que se desmayan caen al suelo lo que generalmente hace que el cerebro quede al mismo nivel del corazón; gracias a ello, la sangre puede fluir al cerebro sin tener que contrarrestar la fuerza de la gravedad y el flujo de sangre hacia el cerebro aumenta, lo cual ayuda a protegerlo de las lesiones. Sin embargo, si la presión arterial es muy baja, puede aún producirse daño cerebral. A veces, la hipotensión arterial produce ahogo o dolor torácico debido a un aporte inadecuado de sangre al músculo cardíaco (angina). Si la presión arterial llega a niveles suficientemente bajos y permanece baja, todos los órganos comienzan a funcionar mal. Esta situación se denomina choque (shock). El trastorno que causa la hipotensión puede originar muchos otros síntomas, que no son debidos a la baja presión. Por ejemplo, una infección puede producir fiebre. Algunos síntomas aparecen cuando los mecanismos compensatorios del organismo intentan incrementar la presión arterial, que es baja. Por ejemplo, cuando se contraen las arteriolas, disminuye el flujo de sangre hacia la piel, los pies y las manos. Estas zonas se pueden enfriar y adquirir un color azulado. Cuando el corazón late más rápida y más enérgicamente, el individuo puede sentir palpitaciones (conciencia de los latidos cardíacos). -

Hipotensión postprandial:

La hipotensión postprandial es una disminución excesiva de la presión arterial que se presenta después de una comida. Se mide la presión arterial antes y después de una comida para diagnosticar la hipotensión postprandial.

Puede ayudar el ingerir comidas menos abundantes y con bajo contenido de carbohidratos con mayor frecuencia. La hipotensión posprandial se produce hasta en un tercio de las personas mayores, pero prácticamente nunca se presenta en personas jóvenes. Es más probable en personas con hipertensión arterial o con trastornos que afecten a los centros del cerebro que controlan el sistema nervioso autónomo (que regula los procesos internos del organismo). Ejemplos de tales trastornos son la enfermedad de Parkinson, la atrofia multisistémica (síndrome de Shy-Drager) y la diabetes. El intestino requiere una gran cantidad de sangre para la digestión. Cuando la sangre fluye hacia el intestino después de una comida, la frecuencia cardíaca aumenta y los vasos sanguíneos de otras partes del organismo se contraen con el fin de ayudar a mantener la presión arterial. Sin embargo, en algunas personas mayores, estos mecanismos pueden ser inadecuados: la sangre fluye normalmente hacia el intestino, pero la frecuencia cardíaca no aumenta de forma adecuada y los vasos sanguíneos no se contraen lo suficiente para mantener la presión arterial. Por consiguiente, se produce una caída de la presión arterial. La

hipotensión

posprandial

puede

producir

mareos,

aturdimiento,

desvanecimientos y caídas. Si una persona mayor experimenta estos síntomas después de comer, los médicos deben medir la presión arterial antes y después de las comidas para determinar si la causa reside en la hipotensión posprandial. Las personas con síntomas de

hipotensión posprandial no

deben tomar

medicamentos antihipertensivos antes de las comidas y deben acostarse después de estas. Tomar una dosis más pequeña de antihipertensivo e ingerir con mayor frecuencia comidas menos abundantes y bajas en carbohidratos ayuda a reducir los efectos de este trastorno. Para algunas personas, caminar después de comer contribuye a mejorar la irrigación sanguínea, pero también pueden sufrir una caída de la tensión cuando dejan de caminar. Puede resultar útil tomar ciertos medicamentos antes de las comidas. Por ejemplo, los antiinflamatorios no esteroideos (AINE) producen retención de sal y aumentan

así el volumen de sangre. La cafeína, con o sin dihidroergotamina, produce constricción de los vasos sanguíneos. La cafeína solo se debe tomar antes del desayuno para que el sueño no quede afectado y la persona no desarrolle tolerancia a sus efectos. En personas que presentan síntomas graves que no responden a otros tratamientos y que están hospitalizadas, las inyecciones del fármaco octreotide pueden ayudar a reducir la cantidad de sangre aportada al intestino. -

Hipotensión ortostática e ortostatismo:

La hipotensión ortostática o postural, que es un hallazgo físico y no una enfermedad, es la caída anómala de la presión arterial cuando el sujeto se pone de pie. Después de cambiar de la posición supina a la vertical, cerca de 500 a 700 ml de sangre se desplazan por un instante a la parte inferior del cuerpo, con el descenso consecuente en el volumen sanguíneo central y la presión arterial. Mantener la presión arterial durante el cambio postural es bastante complejo, implica el inicio rápido de respuestas cardiovasculares, neurohumorales y musculares. Cuando se asume la posición de pie en ausencia de reflejos circulatorios o volumen sanguíneo normales, la sangre se estanca en la parte inferior del cuerpo, el gasto cardíaco cae, la presión arterial baja y el flujo sanguíneo al cerebro se vuelve insuficiente. Como resultado, puede haber síntomas de disminución en el flujo del SNC, sensación de desmayo, debilidad, náuseas, mareo, visión borrosa, palpitaciones y síncope (desmayo). El descenso en la presión arterial que ocurre al ponerse de pie casi siempre es transitorio, dura varios ciclos cardíacos. Lo normal es que los barorreceptores situados en el tórax y el área del seno carotídeo perciban el descenso en la presión e inicien la constricción refleja de las venas y arteriolas, y aumentan la frecuencia cardíaca, lo que normaliza de nuevo la presión arterial. El ajuste inicial al estrés ortostático está mediado sólo por el SNA. Unos cuantos minutos después de permanecer de pie, la concentración sanguínea de ADH y neurotransmisores

simpáticos aumentan como medida secundaria para asegurar el mantenimiento de la presión arterial normal en la posición de pie. En condiciones normales también se activa el sistema renina-angiotensina-aldosterona cuando se asume la posición vertical, aún más en situaciones de hipotensión ortostática. El movimiento muscular de las extremidades también favorece el retorno venoso al corazón mediante el bombeo de la sangre desde las piernas. El ligero movimiento inconsciente del cuerpo y las piernas durante la bipedestación (balanceo postural) se reconoce como un factor importante para desplazar la sangre venosa de nuevo al corazón. El cruzar las piernas, que implica la contracción de los músculos agonistas y antagonistas, es una forma sencilla y efectiva de aumentar el gasto cardíaco y por lo tanto, la presión arterial. -

Síntomas y diagnóstico

La mayoría de las personas que padecen hipotensión ortostática, experimentan debilidad, aturdimiento, mareo, confusión o visión borrosa cuando se levantan de la cama bruscamente o cuando se ponen de pie después de haber estado sentadas durante mucho tiempo. Los síntomas son peores cuando las personas están cansadas, han estado haciendo ejercicio, han consumido alcohol o han ingerido una comida pesada. Una disminución importante del flujo de sangre al cerebro puede provocar un síncope y hasta convulsiones. Estos síntomas indican hipotensión ortostática. El diagnóstico se puede confirmar si la presión arterial desciende de forma significativa cuando el paciente se encuentra de pie y vuelve a la normalidad cuando se acuesta. El médico debe buscar la causa de hipotensión ortostática, porque el tratamiento y el pronóstico dependen de dicha causa. -

Tratamiento

Incluso cuando la causa de hipotensión ortostática no puede ser tratada, ciertas medidas pueden, a menudo, reducir o eliminar los síntomas. Por ejemplo, las personas propensas no deben sentarse o ponerse de pie rápidamente ni permanecer de pie inmóviles durante períodos prolongados, sino que deben

sentarse o ponerse de pie lentamente. El uso de medias elásticas bien ajustadas hasta la cintura ayuda a disminuir el estancamiento de la sangre en las piernas. Cuando la hipotensión ortostática es el resultado de un reposo prolongado en cama, es útil aumentar gradualmente el tiempo durante el cual el paciente permanece sentado. Varias medidas ayudan a mantener el volumen sanguíneo. Las personas con hipotensión ortostática deben beber mucho líquido y poco o nada de alcohol. A las personas que no padecen insuficiencia cardíaca o hipertensión arterial, se les recomienda añadir sal generosamente a sus comidas o tomar comprimidos de sal. Sin embargo, es necesaria la supervisión del médico, dado que una dieta con un alto contenido en sal puede derivar en insuficiencia cardíaca en algunas personas, especialmente en ancianos. En las personas que presentan síntomas graves, el consumo de hormonas que producen retención de sal, como la fludrocortisona, puede aumentar el volumen de sangre. Sin embargo, el empleo de tales hormonas aumenta el riesgo de insuficiencia cardíaca, especialmente en los ancianos y las personas afectadas por cardiopatía. El uso de la fludrocortisona también puede producir una pérdida de potasio, en cuyo caso habrá que administrar un suplemento de potasio. Para impedir una caída de la presión arterial se administra midodrina con la fludrocortisona. La midodrina contrae las arteriolas, de modo que hace disminuir su capacidad para retener sangre y aumentar la resistencia al flujo sanguíneo. Si estas medidas no resultan eficaces, otros fármacos (como el pindolol y la clonidina), que actúan de diferentes maneras, pueden ser útiles para aliviar la hipotensión ortostática en algunas personas. Sin embargo, el riesgo de efectos secundarios producidos por estos fármacos puede hacer poco recomendable su uso, especialmente en personas mayores. -

Hipertensión y grados de hipertensión.

La hipertensión, o presión arterial elevada, es quizá el más frecuente de todos los problemas de salud en adultos y el principal factor de riesgo para enfermedades

cardiovasculares. La hipertensión es más frecuente en varones jóvenes que en mujeres jóvenes. Los varones tienen cifras más altas de presión arterial en comparación con las mujeres hasta que éstas llegan a la menopausia. En ese momento, las mujeres pierden con rapidez la protección hormonal contra la hipertensión. La hipertensión es más frecuente en personas de etnia negra que en caucásicas, en las de grupos socioeconómicos más bajos y en adultos mayores. La prevalencia de hipertensión aumenta con la edad. La hipertensión a menudo se divide en primaria y secundaria. Hipertensión primaria (esencial) es el término que se aplica al 95% de los casos, en los que no es posible identificar una causa para la hipertensión. En la hipertensión secundaria, la elevación de la presión arterial se debe a una causa subyacente identificable, como enfermedad renal o endocrina. -

Hipertensión primaria (esencial)

Según sus recomendaciones, lo normal es una presión sistólica menor de 120 mm Hg y una diastólica menor de 80 mm Hg; las presiones sistólicas entre 120 mm Hg y 139 mm Hg, y las diastólicas entre 80 y 89 mm Hg se consideran prehipertensas. El diagnóstico de hipertensión se hace si la presión sistólica es de 140 mm Hg o más y la diastólica es de 90 mm Hg o más. Para los adultos con diabetes mellitus, el objetivo para la presión arterial se redujo a menos de 130/80 mm Hg. La hipert...


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