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Title Simmel
Author Marta Tenis
Course Sociologia
Institution UNED
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Características de la filosofía de Simmel...


Description

Características de la filosofía de Simmel. “La metrópolis y la vida mental”. Georg Simmel, nacido en Berlín en marzo del 1858, fue un filósofo y sociólogo alemán, centrando sus estudios principalmente en la microsociología, dando prioridad a la interacción social. Tomando como escenario Berlín de finales del siglo XIX, Simmel trató de analizar el significado de las pequeñas fuerzas sociales, hasta el momento, no observadas, obteniendo gran influencia sus pensamientos en la cultura científica y filosófica de la Alemania del siglo XX, siendo parte de sus herederos intelectuales, dada su influencia filosófica, Weber, Heidegger, Jaspers, Lukacs… Así, el autor mediante sus obras, pretende explicar las interacciones sociales cotidianas, sin caer en el materialismo histórico, y entendiendo el orden económico como consecuencia de valores y condiciones psicológicas, alejándose pues de la sociología clásica conocida hasta entonces. Es pues, que a diferencia del contemporáneo a su tiempo, Durkheim, Simmel no realiza una teoría unitaria de la vida social, iniciando su explicación de la condición moderna, de la vida social moderna en la urbe. La obra a analizar, “la metrópolis y la vida mental”, es un ejemplo de ello, y el punto de partida de dicha filosofía. Así pues, Simmel comienza analizando la sociedad mediante un enfoque neo-kantiano, es decir ayudándose de la pregunta de Kant ¿Qué es la naturaleza?, realiza su propio cuestionamiento, ¿Qué es la sociedad?, que comenzará respondiendo mediante el concepto de cultura. Con cultura, el autor quiere referirse a la instrucción de los individuos, sociales, a través de las formas externas que primero han sido objetivadas, a través del curso de la historia. Tras esto, diferenciará el fenómeno social y cultural, mediante dos términos diferentes, de las “formas” y “contenidos”, relacionados entre sí y convirtiéndose el primero en “contenido” y viceversa, todo ello sometido al contexto en el que nos encontremos. Simmel, por tanto, contribuyó enormemente a la consolidación de la sociología como ciencia, determinando además, una metodología sociológica, aislada de las formas generales de la interacción social, en términos políticos, económicos y estéticos; por lo que atendió la problemática de la autoridad y la obediencia, y a su vez, determinó la especialización despersonalización de las relaciones sociales en un contexto social, donde aparecía en su auge, la economía monetarista. Como se ha comentado anteriormente, Simmel, basándose en sus vivencias en la urbe de Berlín del siglo XIX, redacta “La metrópolis y la vida mental”, ya que, por ejemplo, entre los años 1871 y 1919, la población de la ciudad vio un espectacular crecimiento de población, por lo que se convirtió en un importante foco de actividad así como de expansión. De esta manera, Simmel, aferrado a un territorio definido y específico, su ciudad natal, sus formulaciones vienen dadas de observaciones concretas. En primer lugar, como también se ha comentado anteriormente, comienza por el término cultura, la cual solo es posible mediante las relaciones sociales, observando pues a los individuos. La cultura moderna, solo podrá entenderla analizando las relaciones entre los individuos de la Berlín moderna, entendiendo a los sujetos, como individuos urbanos. Así, en el mundo moderno, todo está en continua interacción entre sí, siendo dicha interacción una condición característica, a la vez que compleja, del mundo moderno. Pretenderá explicar como el individuo interioriza esta red de interacciones, acomodándose a ella, y dando lugar a la metrópolis moderna, viéndose plasmado en el texto, “Cualquier investigación acerca del significado interno

de la vida moderna y sus productos o, dicho sea en otras palabras, acerca del alma de la cultura, debe buscar resolver la ecuación que las estructuras como las metrópolis proponen entre los contenidos individuales y supraindividuales de la vida. Tal investigación debe responder a la pregunta de cómo la personalidad se acomoda y se ajusta a las exigencias de la vida social.” Puede entenderse, tras este fragmento, las vivencias del mundo exterior que le rodea al autor, por las que se basa y se ve influido en su formulación teórica, como puede ser los medios de comunicación, la diversidad poblacional... a través de las cuales dichas imágenes del exterior (que utiliza para su argumentación) se convierten en el mundo interno del individuo que conforma este contexto social, de la modernidad. Esta modernidad, esta argumentada bajo la experiencia, es decir las vivencias relatadas, y su interpretación, interpretación de la realidad externa que rodea al individuo, que según Simmel, constituirá el mundo interno de estos. Como el orden del mundo externo se incorpora al mundo interno, la experiencia de la modernidad característica de esta nueva organización social, la metrópolis, de inmediato se ve presente en el individuo, es decir, el sujeto de la ciudad ha incorporado la modernidad a su forma de vida cuotidiana. Esta modernidad de la ciudad, la transmite mediante la descripción sociológica de Berlín, donde la forma urbana actúa de forma determinante para que las relaciones sociales se encarnen en la cultura material, lo que denominará como proceso de objetivización. Ejemplificará con la ciudad de Berlín, además de por tratarse de su ciudad natal y de donde desarrolla estas teorías, porque cada característica física de dicha ciudad, incurre en la forma de constituirse las interacciones sociales que se llevan a cabo en la misma. Así, analiza las diferentes formas de interacción social que dan respuesta a la internalización del mundo moderno externo, es decir de la ciudad moderna. Este proceso transcurrirá en un contexto específico, mediante el cual dará explicaciones a la condición moderna, es decir, a la problemática surgida por el encuentro violento entre el mundo interno del sujeto y el mundo externo que le rodea. Ejemplificando con la ciudad de Berlín, el mundo externo se presenta como una realidad invasiva e inquebrantable, que termina por consolidarse e internalizarse como propio del mundo interno. Por tanto, la cultura material de la teoría de Simmel, se extiende cuando aumenta la modernización de la sociedad en cuestión; creciendo además, el número de elementos que la conforman e interrelacionándose hasta configurar un todo más complicado e independiente. Sin embargo, Simmel critica ésta, ya que afirma que la cultura individual se ve amenazada, y más en un estado de modernización característico de las nuevas urbes. Para ejemplificar esto, Simmel utiliza “tragedia de la cultura”, por lo que dado que el mejor escenario para el crecimiento y la consolidación de la cultura material es la ciudad y su modernidad, Simmel recalcará que las ciudades vienen caracterizadas por una clara decadencia protagonizada por dicha cultura individual. Por tanto, esta teoría de la modernidad se verá como la transformación de la experiencia temporal, espacial y causal, características que formarán la práctica de lo moderno. La diversidad poblacional, de modos de vida y toda la variedad que conlleva una gran ciudad, constituyen factores de la vida moderna; factores específicos de un espacio concreto urbano. Así, la modernidad, entendida no como desarrollo

económico, sino condición moderna como cultura, es la preocupación del autor, reconociendo su variedad mediante la afirmación, “el tipo metropolitano de hombre desarrolla una capacidad que lo protege contra aquellas corrientes de su medio que amenazan con desubicarlo”; así desarrolla la condición moderna desde el punto de vista psicológico, y también desde la percepción del otro, es decir, del prójimo, como individuo y a su vez como límite físico. Es por ello que Simmel defiende que, para describir las particularidades de las condiciones modernas (dado que se interioriza la modernidad como cultura y por tanto las diferentes formas mediante las que se adopta) se hará mediante las interacciones sociales y del análisis de la concurrencia entre el mundo moderno y el mundo interno de los sujetos. Así, tomará la condición moderna como una manera estética, ilustrativa y abierta, y por tanto, no lineal. El desarrollo de este proceso, en el contexto de Berlín, se debe según el autor, a la consolidación de la economía del intercambio a través del dinero, es decir del librecambismo y el capitalismo, que invade a su vez las relaciones interpersonales. Este suceso irá ligado a la sociedad post-tradicional, sociedad característica de la modernidad, adaptada al contexto social al que nos refiramos, mediante un método de observación. Por ello, la función fundamental del dinero en las metrópolis, ha producido, según el autor, un gran impacto y calado en las relaciones, ya que es un factor que contribuye a formas unos ciudadanos más ambiciosos en los aspectos de la vida general, así como favorece a adoptar actitudes distantes y frías entre las relaciones humanas marcadas por la desconfianza, y perdiendo así las relaciones humanas primigenias (positivismo antropológico). Cabe señalar, que el factor del dinero, conduce a la ciudad moderna al origen de un intelectualismo superficial. A pesar de estas críticas, Simmel, defenderá que también trae consigo beneficios, ya que una economía basada en el dinero permitirá una serie de intercambios infinitos, medio de comercio. Así, la realidad de Simmel, plasmada en “La metrópolis y la vida mental” se desarrolla en su preferencia observacional de las interacciones sociales, estas entendidas como fragmentos que desde ellas se puede dar a explicar la realidad social.

Simmel global y local La discusión acerca de la globalización ha ocupado en los últimos diez años el lugar que tuvo anteriormente la discusión sobre la modernidad. Después de infinitas polémicas pareciera ser que los términos están vacíos de contenidos y ya no significan nada más. La metrópolis y la vida mental puede ser considerado un antídoto a la manera abstracta de entender estos conceptos. Volviendo a Simmel y a su forma de observar la realidad a través de las interacciones sociales, se puede ver de alguna manera la confrontación entre lo global y lo local como la tensión entre el mundo externo y el interno descrita en La metrópolis y la vida mental. La forma que toman las interacciones sociales descritas por Simmel en Berlín se mueven entre la indiferencia voluntaria como forma de defensa y la búsqueda por la acción y lo nuevo como manera de escapar de la inmovilidad autoimpuesta. En un mundo globalizado, la tensión entre el mundo externo e interno se hace mayor a nivel individual, pero también a nivel colectivo. Mientras algunos argumentan que es justamente la globalización lo que permite una mayor

individualización gracias a la mayor cantidad de información disponible y la extensión territorial y temporal de las oportunidades, otros ven en ella el termino de los valores locales, y por consiguiente, el fin de la particularidad. El ensayo de Simmel se debate entre defender o criticar la condición moderna, aunque claramente éste es más bien pesimista frente a la modernidad -no sólo en este ensayo, sino en toda su obra, pero de todas formas reconoce las virtudes de la ciudad moderna: “Es función de la metrópoli el proveer la arena para esta lucha y su reconciliación, pues la metrópoli presenta las condiciones peculiares que aparecen como oportunidades y estímulos para el desarrollo de ambas formas de atribuir roles a los hombres. A partir de aquí, estas condiciones logran un lugar único, y se revisten de un potencial de significados inestimables para el desarrollo de la existencia psíquica” (Simmel, 1990). La idea del flujo continuo está siempre presente en el análisis de Simmel, el concepto de que todos los fenómenos sociales fluyen y están relacionados. Detrás de su pensamiento se encuentra la metáfora del laberinto, donde todo se conecta, pero tales conexiones sólo se pueden descifrar sumergiéndose en la vida cotidiana, en los detalles. En la literatura sobre globalización la idea de flujo se ha convertido casi en un lugar común y corre el riesgo de ser descartada, si es que con tanto uso pierde su significado. La obra de Simmel ofrece claves interesantes para reactivar esta idea, característica de la condición moderna. No solo La metrópolis y la vida mental, sino que otros trabajos como “The Stranger”, “The Sociology of Space” y “On the Spatial Projections of Social Forms”, recopilados en Soziologie (1908), sitúan la movilidad del individuo en el centro de la condición moderna y de las nuevas formas de interacción social y procesos de ajuste que los habitantes urbanos realizan diariamente para solucionar el encuentro de sus mundos externos e internos. La metrópolis y la vida mental no ofrece respuestas; antes bien, presenta contradicciones. No toma partido en pro o en contra de la modernidad, sino que asume la contradicción como la fuerza generadora de la historia: “Dado que tales fuerzas de la vida se han integrado tanto a las raíces como a la coronación de la totalidad de la vida histórica a la que nosotros -con nuestra existencia pasajera- pertenecemos como una parte, como una célula, no es nuestra tarea la de acusar o perdonar, sino sólo la de entender.” (1990) . Si bien las ciencias sociales están íntimamente ligadas, en cuanto reflexión, a proyectos políticos, el pensamiento de Simmel acentúa la importancia de tal reflexión, basado en ahondar en las interacciones sociales más que en conceptos teóricos, enraizado de manera honda en la cultura material.

El predominio del dinero en la ciudad moderna

El papel fundamental del dinero en las metrópolis ha producido, según Georg Simmel, un impacto de gran calado en las relaciones interpersonales. En primer lugar, contribuye a formar unos ciudadanos más calculadores en todos los aspectos de la vida. Además, las relaciones humanas pierden su frescura primigenia para adoptar actitudes distantes,

frías y marcadas por la desconfianza. Por último, la influencia del dinero en la ciudad moderna conduce a la génesis de un intelectualismo superficial. No obstante, en medio de esta crítica al dinero, el sociólogo alemán reconoce que este trae consigo beneficios. Desde su punto de vista, en tanto que una economía basada en el dinero permite una serie infinita de intercambios, puede ser denominado el medio más puro de comercio.

No voy a detenerme en las consecuencias que tiene este proceso para el hombre moderno, ni en las estrategias –como la actitud blasé - que desarrollan los individuos para sobrellevar la avalancha de estímulos de la ciudad, ya que no hay mejor fuente para adentrarse en esos temas que el ensayo mismo. Mi interés ahora es explorar cómo La metrópolis y la vida mental sirve de guía para observar procesos de objetivización en ciudades contemporáneas en las que otras modernidades se desarrollan....


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