Tema 6. Georg Simmel - Apuntes PDF

Title Tema 6. Georg Simmel - Apuntes
Author Albert Vila
Course Teoría Sociológica I: Clásica
Institution UNED
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Tema 6. Georg Simmel6. Principales preocupaciones Con excepción de su contribución a la teoría macroscópica del conflicto, Simmel es el micro sociólogo mejor conocido entre los que tuvieron una función significativa en el desarrollo de la investigación sobre pequeños grupos, el interaccionismo simbó...


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Tema 6. Georg Simmel

6.1. Principales preocupaciones Con excepción de su contribución a la teoría macroscópica del conflicto, Simmel es el micro sociólogo mejor conocido entre los que tuvieron una función significativa en el desarrollo de la investigación sobre pequeños grupos, el interaccionismo simbólico y la teoría del intercambio. Todas sus aportaciones a esas áreas reflejan su creencia en que los sociólogos deben estudiar fundamentalmente todas las formas y los tipos de interacción social. 6.1.1. Niveles y áreas de interés Simmel conformó una teoría muy compleja y sofisticada de la realidad social. Bottomore y Frisby sostienen que hay cuatro niveles elementales de interés en la obra de Simmel: 1) Sus supuestos microscópicos sobre los componentes psicológicos de la vida social. 2) En una escala ligeramente mayor, se encuentran sus análisis de los componentes sociológicos de las relaciones interpersonales. 3) De forma más macroscópica, está su estudio sobre la estructura y los cambios del “espíritu” social y cultural de su tiempo (adoptó también el principio de la emergencia, la idea de que los niveles más altos emergen desde los más bajos). 4) Por encima de estos tres niveles se encuentran los principios metafísicos de la vida. Su preocupación por los múltiples niveles de la realidad social se refleja en su definición de las tres diferentes áreas de problemas en sociología: a) sociología pura o microscópica, basada en las variables psicológicas que se combinan en formas de interacción social (la subordinación, la supraordenación, el intercambio, el conflicto y la sociabilidad), así como en los tipos de personas que se ven envueltos en ella, distinguiendo entre posiciones en las estructuras de interacción (“el competidor”, “la coqueta”) y orientaciones sobre el mundo (“el avaro”, “el derrochador”); b) sociología general, basada en los productos culturales y sociales de la historia del hombre (los grupos, la estructura y la historia de las sociedades, la cultura); y c), sociología filosófica, basada en las perspectivas de la naturaleza básica y el destino inevitable de la humanidad.

6.1.2. Pensamiento dialéctico La manera en que Simmel trata las diferentes interrelaciones entre los tres niveles básicos de la realidad social (dejando fuera el cuarto, el nivel metafísico) confirió a su sociología un carácter dialéctico que recuerda al de la sociología de Marx. Un enfoque dialéctico que es multicausal y multidireccional, integra hechos y valores, rechaza la idea de que hay líneas divisorias tajantes entre los fenómenos sociales, pone énfasis en las relaciones sociales, se fija no sólo en el presente sino también en el pasado y en el futuro, y está profundamente preocupado tanto por los conflictos como por las contradicciones. A pesar de las similitudes entre Marx y Simmel por el uso de un enfoque dialéctico, existen diferencias importantes entre ellos; ambos remarcan aspectos muy diferentes del mundo social y ofrecen imágenes distintas del futuro. En lugar del optimismo revolucionario de Marx, Simmel tenía una visión de futuro más cercana a la imagen de “jaula de hierro” de Weber, de la cual no se puede salir. Simmel demostró su compromiso con la dialéctica de varias formas: por un lado, su sociología tuvo siempre en cuenta las relaciones, especialmente la interacción (asociación); en términos generales, era un “relacionista metodológico” que operaba bajo el principio de que todo interactúa con todo lo demás de una u otra forma, sobre todo se fijó siempre en los dualismos, los conflictos y las contradicciones que aparecían en cualquier campo del mundo social en el que estuviera trabajando. 6.1.2.1. La moda Según Simmel, la moda es dialéctica en varios sentidos: 1) la moda es una forma de relación social que permite a las personas que lo desean adecuarse a las demandas de un grupo; 2) la moda provee la norma de la cual pueden desviarse aquellos que deseen ser singulares; 3) la moda también implica un proceso histórico: en un primer momento todos los individuos aceptan la moda, posterior e inevitablemente acaban desviándose de ella, para finalmente adoptar una nueva visión de lo que está de moda; 4) la moda es dialéctica en el sentido de que el éxito y la propagación de cualquier tendencia conduce a su fracaso real, mientras que el distinguirse de una moda conduce a inaugurar una nueva moda, y además cuando un número considerable de personas llegan a aceptarla de forma generalizada deja de ser distinta y pierde su atractivo.

Por tanto, la dualidad en la moda se da entre seguirla y evitarla; sin embargo, quienes la evitan se encuentran simplemente en una forma inversa de imitación, pues “todas las tendencias antitéticas dominantes... están representadas de una manera o de otra” en la moda. 6.1.2.2. Cultura individual (subjetiva) y cultura objetiva Simmel distinguió entre cultura objetiva (colectiva), o manifestaciones que las personas producen (arte, ciencia, filosofía…), y cultura subjetiva (individual), o capacidad del actor para producir, absorber y controlar los elementos de la cultura objetiva. En un sentido ideal, la cultura individual modela y es modelada por la cultura objetiva; sin embargo, la cultura objetiva llega a tener vida propia, pues los elementos de la cultura “adquieren identidades fijas, una lógica y una razón de ser propias”, poniéndose en contradicción con los actores que los crean. Por tanto, las personas están influidas y amenazadas tanto por las estructuras sociales como por sus propias producciones culturales. 6.1.2.3. Más vida y más que vida Mientras Marx emplea el concepto de fetichismo de la mercancía para señalar la separación entre las personas y sus productos durante el capitalismo, señalando que constituye un fenómeno histórico específico que desaparecerá en una sociedad socialista, para Simmel la separación entre las personas y sus productos es inherente a la naturaleza humana, pues “lo trascendental es inmanente a la vida”. Así, afirma que las personas poseen una capacidad doblemente trascendente: 1) Por su inquietud y sus capacidades creativas (más vida), las personas son capaces de trascenderse a sí mismas. 2) Esta capacidad trascendente, creativa, les permite producir constantemente conjuntos de objetos que les trascienden. La existencia objetiva de esos fenómenos (más que vida) llega a establecerse en una oposición irreconciliable con las fuerzas creativas (más vida) que producen los objetos en primer lugar. En otras palabras, la vida social crea y produce por sí misma algo que no es vida pero que tiene su propia significación y se rige por sus propias leyes. La vida se encuentra en la unidad, y el conflicto entre ambas. Simmel concluye afirmando que “la vida encuentra su esencia, su proceso, siendo más vida y más que vida”.

6.2. Interacción social (“asociación”) Simmel es más conocido por sus contribuciones a la comprensión de los patrones o formas de interacción social. Dejó claro que uno de sus principales intereses es la interacción (asociación) entre actores conscientes, y que su intento estaba dirigido a observar una amplia gama de interacciones que pueden parecer triviales en algunas ocasiones, pero que son cruciales en otras. Su obra es la formulación de una sociología enfocada en la pequeña escala. 6.2.1. Interacción: formas y tipos Una de las principales preocupaciones de Simmel es la forma de la interacción social, más que su contenido; esta preocupación proviene de su identificación con la tradición filosófica kantiana, en la que se insiste en la diferencia entre forma y contenido. Según Simmel, el mundo real está compuesto de innumerables acontecimientos, acciones, interacciones, etc. Para orientarse en el laberinto de la realidad (los “contenidos”), las personas la ordenan mediante su reducción a modelos o formas, así el actor se enfrenta a un número limitado de formas, en lugar de a un conjunto confuso de acontecimientos específicos. Para Simmel, la tarea del sociólogo consiste en imponer un número limitado de formas a la realidad social para analizarla mejor. Esta metodología permite obtener un extracto de las características comunes que se encuentran en un amplio frente de interacciones específicas. A pesar de las críticas recibidas, como pretender imponer un orden donde no lo había, o la de producir una serie de estudios inconexos que no explican mejor la realidad social que las ideas existentes, hay varios puntos sólidos en los argumentos de Simmel: 1) su metodología se sitúa muy cerca de la realidad; 2) no supone la imposición de categorías arbitrarias y rígidas a la realidad social, sino que intenta recoger las formas en las que fluye; 3) no emplea un esquema teórico general que pretenda aunar todos los aspectos del mundo social; y 4) utilizó datos empíricos, aunque subordinados a la búsqueda de un orden en el confuso mundo de la realidad social, lo que le llevó a su concepción de la “geometría social”. 6.2.1.1. Geometría social En la sociología formal de Simmel se puede ver más claramente su esfuerzo por desarrollar una “geometría” de las relaciones sociales. Dos de los factores geométricos comunes que tuvo en cuenta son el número y la distancia.

El número: En su análisis de la diferencia entre díada y tríada puede comprobarse el interés de Simmel por el efecto del número de personas sobre la calidad de la interacción. Según él, había una diferencia crucial entre díada (grupo de dos personas) y tríada (grupo de tres personas). La adición de una tercera persona ocasiona un cambio radical y fundamental; aumentando en más de tres el conjunto de miembros no se obtiene el mismo efecto que si se añade un tercer miembro al grupo de dos. A diferencia de todos los grupos, la díada no tiene razón de ser excepto para los dos individuos implicados, pues en ella no existe una estructura de grupo independiente: para el grupo no existe nada más que los dos individuos separables, por lo que cada miembro de una díada retiene un alto nivel de individualidad. Esto no ocurre en la tríada, que puede encontrar su razón de ser fuera de los individuos que la componen; puede que una tríada sea algo más que los individuos que la forman, puede que se desarrolle una estructura de grupo independiente, y como resultado de ello existe una mayor amenaza para la individualidad de los miembros. Con la adición de un tercer miembro se hace posible una gran variedad de nuevos roles sociales; por ejemplo, el tercero puede tener el papel de árbitro o mediador, o competir con las otras dos partes; también puede alentar el conflicto entre ambos (divide y vencerás), y entonces puede emerger un sistema de estratificación y una estructura de autoridad. El movimiento desde la díada hasta la tríada es esencial para el desarrollo de estructuras sociales que pueden volverse disgregadoras de la unión entre los individuos y dominarlos, posibilidad que no aparece en la díada. El proceso continúa con grupos cada vez mayores y, en última instancia, surge la sociedad. En estas estructuras sociales grandes, el individuo, separado de la estructura de la sociedad, se desenvuelve más y más solo, aislado y segmentado, lo que finalmente ocasiona una relación dialéctica entre individuos y estructuras sociales. En un nivel más general está la actitud simmeliana ambivalente hacia la influencia del tamaño del grupo. Por un lado, adopta la postura de que el crecimiento de un grupo o sociedad aumenta la libertad individual; un grupo o una sociedad pequeña quizá controla al individuo por completo. Sin embargo, en una sociedad más grande es probable que el individuo pertenezca a varios grupos, cada uno de los cuales controla sólo una pequeña parte de su personalidad total; en otras palabras, “la individualidad del ser y de la acción aumenta generalmente según el grado en que el círculo social que rodea al individuo se ensancha”. No obstante, pensaba que las sociedades más grandes creaban una serie de problemas que amenazaban, en última instancia, la libertad del individuo.

La distancia: Otra de las preocupaciones de Simmel en su geometría social es la distancia. Según explica en La filosofía del dinero, el valor de una cosa está determinado por su distancia del actor: no se valora lo mismo un objeto si está demasiado cerca o es demasiado fácil de obtener que si está muy distante y es difícil lograrlo. Los objetos que son asequibles con un gran esfuerzo son los más valorados. En El extraño señala que si un actor estuviera demasiado cerca no sería por mucho más tiempo un extraño, pero si estuviera demasiado lejos dejaría de tener cualquier contacto con el grupo; la interacción en la que se ve envuelto el extraño con los miembros del grupo supone una combinación de cercanía y distancia. 6.2.1.2. Tipos sociales Además del extraño, Simmel también analizó otros tipos sociales, como el derrochador, el aventurero, el miserable, el noble o el pobre. Así, en El pobre señaló que la pobreza no debe medirse en términos económicos, sino en términos de relaciones sociales, pues existe un conjunto recíproco de derechos y obligaciones que define la relación entre el menesteroso y el dadivoso; además, defendió una concepción relativista de la pobreza al afirmar que la pobreza se encuentra en todos los estratos sociales, idea que anticipa el concepto de “privación relativa”. Simmel también adopto la concepción funcionalista de la pobreza, según la cual la ayuda social al pobre ayuda a mantener el sistema, pues la sociedad requiere ayuda para el pobre para que “no se convierta en enemigo activo y peligroso para la sociedad”; desde ese punto de vista, la ayuda no es tanto un beneficio para el pobre como un beneficio para la sociedad. 6.2.1.3. Formas sociales La obra de Simmel sobre las formas sociales puede ilustrarse a través de su análisis de la dominación, es decir, de la superordenación y la subordinación. Superordenación y subordinación: Una y otra mantienen una relación recíproca. El líder no quiere determinar completamente los pensamientos y las acciones de los otros, antes bien espera del subordinado que reaccione positiva o negativamente; ni ésta ni alguna otra forma de interacción puede existir sin relaciones mutuas; incluso en la más opresiva de las formas de dominación los subordinados tienen al menos algún grado de libertad personal. Para la mayoría de la gente, la superordenación supone un esfuerzo por eliminar completamente la independencia de los subordinados, pero Simmel sostiene que una relación social dejaría de existir si ese fuera el caso.

Simmel descubrió que la subordinación a un principio objetivo es la más ofensiva, quizá porque desaparecen las relaciones humanas y las interacciones sociales: las personas se consideran determinadas por una ley impersonal en la que no tienen capacidad de influir; también consideró que la subordinación a un individuo era más libre y espontánea. La subordinación a los objetos es peor; dado que el individuo está dominado por una cosa, “psicológicamente él mismo desciende a la categoría de un mero objeto. 6.3. Estructuras sociales Existe una contradicción socioestructural en la obra de Simmel, pues mientras por un lado negaba la existencia de ese nivel en la realidad social (las estructuras de la sociedad a gran escala), negando la existencia de la sociedad como un organismo e incluso afirmando que “la sociedad es meramente un nombre para un conjunto de individuos conectados por medio de la interacción”, por otro adopta una postura realista o durkheimiana, como si la sociedad fuera una estructura real y material, llegando a afirmar que “la sociedad trasciende al individuo y vive su propia vida, que sigue sus propias leyes. Se enfrenta, además, al individuo con una firmeza histórica e imperativa”. La explicación descansa en la diferencia entre su sociología formal, que tendía a asumir un punto de vista interaccionista de la sociedad, y sus sociologías histórica y filosófica, en las que se decantaba más por una visión de la sociedad como una estructura social coercitiva e independiente, relacionando el crecimiento de las estructuras sociales con el desarrollo y despliegue de la cultura objetiva. 6.4. La filosofía del dinero En La filosofía del dinero Simmel señaló que, aunque todos los intercambios sociales implican “beneficios y pérdidas”, el intercambio es “el tipo más puro y desarrollado” de interacción, y, a su vez, que el dinero es la forma más pura de intercambio, pues una economía basada en el dinero permite una serie infinita de intercambios, lo que sienta las bases para un desarrollo más amplio de las estructuras sociales y de la cultura objetiva; por contra, Simmel también consideraba el dinero como una de las causas de la alienación humana en una moderna estructura social reificada. El interés de Simmel por el dinero se centra en distintos niveles: 1) como forma de valor, 2) por su influencia en los fenómenos sociales, 3) como fenómeno específico vinculado con numerosos componentes de la vida (el intercambio, la propiedad, el cinismo, la extravagancia, el estilo de vida…), y

4) incluso como un componente específico de la vida, capaz de ayudarnos a entender su totalidad. Aunque en esta obra Simmel coincide con Marx en poner el énfasis en el capitalismo y en los problemas que creaba la economía monetaria, las diferencias entre ambos son notables, pues mientras para Marx dichos problemas eran específicos del capitalismo y creía que podían resolverse con el tiempo, para Simmel no eran sino una manifestación de un problema cultural más general al que denominó la “tragedia de la cultura”: la progresiva alienación de lo objetivo respecto de la cultura subjetiva, es decir, la pérdida creciente de poder del individuo frente al desarrollo de la cultura objetiva. Así, mientras Marx consideraba que los problemas eran históricos, coyunturales del capitalismo, y que podrían resolverse con el socialismo, Simmel consideraba que los problemas básicos son inherentes a la vida humana, por lo que no existe esperanza de una mejora futura, e incluso el socialismo agravaría la situación en lugar de mejorarla. Por tanto, el pensamiento de Simmel está mucho más cerca del de Weber y su idea de “jaula de hierro” referida al mundo moderno y al futuro. 6.4.1. Dinero y valor Simmel manifiesta su interés por la relación entre dinero y valor. Respecto al valor, señala que la dificultad de obtener un objeto determina su valor, aunque dicha dificultad tiene un límite superior y otro inferior; así, las cosas muy fáciles de obtener no se consideran muy valiosas, pero las cosas inaccesibles son igualmente de poco valor, ya que es improbable que podamos obtenerlas a pesar de nuestro esfuerzo. Por tanto, las cosas más valiosas son las que no son demasiado accesibles ni demasiado fáciles de obtener, y su valor concreto depende de ciertos factores, como el tiempo que se tarda en conseguir, su escasez, dificultades para lograrlo o la necesidad de renunciar a otras cosas para hacerse con él. Respecto al dinero, Simmel señaló que en la sociedad moderna el valor del objeto se traduce en términos del valor del dinero, el cual sirve tanto para crear la distancia que nos separa de los objetos como para proveernos de los medios para superarla y acceder a ellos. 6.4.2. Dinero, cosificación y racionalización En el proceso de creación de valor, el dinero también procura las bases para el desarrollo del mercado, de la economía moderna y, en última instancia, de la sociedad moderna (capitalista). El dinero nos provee de los medios a través de los cuales esas entidades adquieren en sí mismas una vida propia que es externa y coercitiva al actor; ello contrasta con las sociedades tempranas en las que el trueque o el comercio no podían conducir a la cosificación del mundo, que es el efecto distintivo de la economía del dinero.

El dinero contribuye también a la racionalización del mundo social aumentando la importancia del intelectualismo en el mundo moderno; por un lado, el desarrollo de la economía del dinero presupone una significativa expansión de los procesos mentales; por otro, una economía monetaria contribuye a un cambio considerable de las normas y valores de la sociedad, lo que ayuda a la reorientación fundamental de la cultura hacia el intelectualismo. Simmel estimaba que las transacciones de capital, que llegan a convertirse en una parte importante de la sociedad, y la expansi...


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