TEMA 3: ALBERTI PDF

Title TEMA 3: ALBERTI
Author Laura Castro
Course Arte del Renacimiento
Institution Universidad de Sevilla
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José Roda Peña...


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TEMA 3 TEORÍA Y PRAXIS EN LA OBRA ARQUITECTÓNICA DE ALBERTI

León Battista Alberti (1404-1472) Alberti no fue como lo que entendemos un arquitecto profesional, sino un hombre de una amplísima cultura, siempre preocupado por dotar de dignidad a las artes plásticas en este pensamiento que recorre el Renacimiento de que son merecedoras de reconocimiento. Fue un humanista que elaboró teorías muy relevantes sobre las bellas artes en su totalidad, tres de sus tratados más importantes son De pictura (1435), de De aedificatoria (1452) y De statua (1464). En su faceta como arquitecto, se limita a dar las trazas generales de sus edificios, o si acaso, de instruir sobre determinados detalles de tipo técnico u ornamental, de manera que la actuación de Alberti en este campo puede definirse como la de un arquitecto proyectista más que practico. Alberti, en realidad, nació en Génova, siendo hijo bastardo de un patricio florentino desterrado de su ciudad natal. Aun así, gozó de una esmerada educación, tanto en Génova como en Padua, llegando a graduarse en Derecho Canónico en la prestigiosa Universidad de Bolonia e incluso terminaría por acceder al grado sacerdotal en 1428. Gozó de la amistad personal de algunos papas; siendo amigo, consejero de, por ejemplo, Eugenio IV, Nicolás, con quienes colaboró en la reconstrucción urbanística de Roma durante ese momento. Pero también trabajó para destacados príncipes de la época como Sigismondo Malatesta en Rímini, Giovanni Rucellai en Florencia y Ludovico Gonzaga en Mantua, de manera que, junto a Michelozzo en esa labor milanesa, Alberti también se encargó de difundir por distintos lugares de Italia, estos principios arquitectónicos que se gestaron en Florencia. TEMPLO MALATESTIANO DE RÍMINI, CA 1450. Es el primer encargo independiente que recibe, pues es cierto que con anterioridad había colaborado en otras. Consistió en el revestimiento externo e interno de un templo gótico, San Francisco en Rímini. El patrocinador fue Sigismondo Malatesta. En su proyecto original, Alberti pensó abrir en su fachada principal unos inmensos nichos con la idea de colocar en su interior los sarcófagos, tanto de Sigismondo Malatesta como de su esposa, Isotta degli Atti, y también pensó que las arcadas laterales del templo servirían para acoger los sepulcros de los poetas y los eruditos de aquella corte. Por consiguiente, la idea original de Alberti, a instancia de su patrocinador, fue convertida en un gran panteón funerario, una idea original que se vería frustrada con el paso de los años. En la ceremonia de consagración del templo, protagonizada por el papa Pío II, el papa salió enormemente disgustado al contemplar que el templo en su interior estaba repleto de

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imágenes aparentemente paganas, y llegó a pronunciar una famosa frase: «este es un templo que está tan repleto de imágenes paganas que más bien parece un templo de adoradores del demonio que de cristianos». La forma diseñada por Alberti representa el máximo acercamiento que hasta entonces se había hecho a los monumentos antiguos. Para poder hacernos una idea de lo que fue el proyecto original, hemos de recurrir a una medalla fundida en bronce con motivo de la inauguración de esta iglesia, a cargo de Matteo de’Pasti, que tiene importancia en sí misma porque no sólo acuña la medalla, sino como el arquitecto ejecutor del proyector de Alberti, y tenemos que recurrir también a una serie de pruebas documentales y testimonios iconográficos como la pintura sobre pergamino. La fachada principal del templo reproduce una serie de motivos tomados de arcos de triunfo romanos, también las arcadas laterales traen un vago recuerdo de los acueductos romanos. El elemento más destacado del conjunto habría sido sin dudas su gigantesca cúpula, que nunca llego a ejecutarse, pero sabemos que estaba en la mente de Alberti. Una cúpula que también nos remite a la del Panteón de Agripa en Roma. A pesar de no ser demasiado amplio, es modesto en dimensiones, pero reproduce un efecto de monumentalidad. Se aprecian los elementos góticos como las bóvedas ojivales y los arcos apuntados. Esta interiormente revestida por una decoración abrumadora, repleta de alegorías y alusiones místicas, capitaneada por un amplio equipo de escultores a la cabeza de Agustino di Duccio. PALACIO RUCELLAI, FLORENCIA, 1446-1451. ARQUITECTO EJECUTOR: BERNARDO ROSSELLINO. En estas fachadas Alberti logra combinar el sistema de pilastras con el almohadillado tradicional. Las tres plantas aparecen armonizadas, rítmicamente acompasadas por pilastras que delimitan los vanos; pilastras dóricas en la planta baja, corintias en las dos plantas superiores, por consiguiente, se puede hablar de una superposición de ordenes clásicos, cosa que no es creación absoluta de Alberti, aunque lo recupere, pero debió de haber contemplado esa disposición en edificios tan célebres como el Teatro Marcelle de Roma o el Coliseo Romano. Alberti es capaz de dotar a los paramentos de un enorme sentido decorativo a través de la diferente graduación de los sillares pétreos, de este tipo de almohadillado plano, diferente en las distintas plantas. El hecho de presentar recorriendo sus fachadas un banco corrido que permite que los transeúntes se puedan sentar. El frente de este banco presenta una red de cuadros, el denominado opus reticulatum, con el que ha construido el frente de ese banco inferior. En cuanto a los vanos que procuran la iluminación interna, vemos que hay unas ventanas cuadrangulares en la planta baja, pero arriba recurre a los ventanales bíforos con el parteluz central, pero coloca un arquitrabe sobre el parteluz.

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Capilla del Santo Sepulcro de San Pancracio, Florencia, 1467-1470. Giovanni Rucellai encomendó a Alberti que construyera dentro de la iglesia una capilla dedicada al Santo Sepulcro. Esta capilla es un espacio muy bien proporcionado, cubierto por bóvedas de cañón con arcos fajones, donde, como buen heredero de la arquitectura de Brunelleschi, recurre a la alternancia de colores, la bicromía entre la pietra serena y la argamasa. Y en el centro incorpora una recreación del Santo Sepulcro de Jerusalén, una especie de edículo rectangular con una fachada recorrida por pilastras corintias, coronada por una crestería e incluso en su cubierta ha situado una especie de templete circular que es un claro recordatorio del mismo templete que corona el Santo sepulcro de Jerusalén. FACHADA DE SANTA MARÍA NOVELLA, FLORENCIA, 1470. ARQUITECTO EJECUTOR: GIOVANNI DI BERTINO. Es un encargo directo de Giovanni Rucellai. Es un edificio preexistente gótico y, por consiguiente, era un reto armonizar del edificio con el resto de la construcción. Recurre a la integración de esos materiales marmóreos y bícromos, y para prolongar la armonización integra el lenguaje ya existente, incluso en la planta baja de la fachada vemos arcos eminentemente góticos. Actúa de pantalla que oculta a los visitantes lo que sería una construcción gótica, dando la impresión de estar ante una iglesia eminentemente renacentista. Cuenta con un gran cuerpo principal, con tres puertas de acceso que se corresponden con las internas, siendo la principal la más amplia, mientras que las laterales conducen a las naves más estrechas. Sobre ese gran cuerpo hay un gran ático y, de una manera absolutamente brillante, provoca un tránsito entre el cuerpo principal y el ático, un tránsito que no es brusco, sino que conduce nuestra visión al coronamiento de la obra de forma suave, gracias a la colocación de grandes volutas que, al mismo tiempo, ocultan los arbotantes góticos del edificio. En el friso aparece el nombre del mecenas. El uso de los alerones se introduce por primera vez, pero que gozará de una gran fortuna en la historia de la arquitectura posterior. SAN SEBASTIÁN, MANTUA, 1460. Ludovico Gonzaga será el patrocinador de esta obra, que venía a ocupar el mismo solar que un antiguo oratorio prerrománico del siglo X. Eso también justifica determinadas influencias del mundo paleocristiano y medieval, probablemente tomadas de la arquitectura preexistente. Es el caso de la división de los espacios en altura, por lo que se puede hablar de una iglesia inferior que hace de cripta o iglesia subterránea y una superior, algo que viene dándose desde el mundo paleocristiano, como el Mausoleo de Teodorico en Ravena, una construcción de planta centralizada con la misma compartimentación.

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El proyecto comienza a materializarse a partir de 1460, el hecho es que esta construcción nunca se llegó a concluir, quedó inacabada y estuvo abandonada durante siglos. Hasta que después de la Primera Guerra Mundial, en 1925, se restaura y se convierte en un monumento a los caídos en aquella guerra. La cripta inferior está dividida en un total de siete naves divididas entre sí por pilares y cubiertas por bóvedas de arista. Sin embargo, la iglesia superior muestra una impresión de grandiosidad espacial, siendo de planta centralizada de cruz griega, pero a diferencia de la mayoría de este tipo, esta iglesia no está cubierta por una cúpula, sino que se sustituye por una gigantesca bóveda de arista que descansa sobre unas ménsulas colgantes. Al contemplar la fachada principal encontramos que nos ofrece una articulación insólita como producto de su propia compartimentación interna. Vemos que se apoya sobre una especie de basamento donde se abren tres arcos, accediendo al plano subterráneo y, sin embargo, para llegar a la iglesia superior hay que ascender por la escalinata de la fachada principal. Una fachada que se corona de manera original, con un frontón original, pero este frontón, vemos que se encuentra partido en su arquitrabe inferior, por un vano que al mismo tiempo se remata en una serie de arcos ciegos moldurados. Esta concepción procede del referente romano e incluso también conceptos prestados de la arquitectura paleocristiana monumental. IGLESIA DE SAN ANDRÉS DE MANTUA, 1470-1490. Se comienza tras la muerte de Alberti, tomando el relevo Luca Fancelli. Muchos especialistas consideran que esta iglesia es el templo o uno de los templos más representativos de todo el Quattrocento italiano. A la hora de estudiar la iglesia de San Andrés hay que prescindir de un elemento que hoy en día presenta: una abrumadora visibilidad. Su cúpula actual es un añadido del siglo XVIII, obra Filippo Juvara, aunque Alberti había planeado una cúpula, pero distinta, ciega, sin tambor. En la planta vemos que presenta una planta de cruz latina y vemos cómo a la única nave que constituye el buque de la iglesia se abren capillas laterales. En el interior vemos que esa nave está cubierta por una gran bóveda de cañón sin arcos fajones interiormente acasetonada. Observando los muros aparecen elementos recurrentes como las pilastras de orden colosal cuyas basas no aparecen directamente sobre el suelo, sino algo característico como es situarlas sobre unos pedestales. El interior da una clara sensación de monumentalidad, asimilada de las ruinas que el autor pudo ver en Roma. Y como todas sus obras, tiene un gran estudio de la iluminación, que sirve para dar relieve y volumen a los elementos tectónicos. La fachada también nos emite a la arquitectura romana, nos recuerda a los arcos de triunfo. Se articula con cuatro enormes pilastras de orden corintio, descansando sobre pedestales y la función que desempeña su arco central abovedado es para dar acceso a la entrada principal. Hay una modulación tripartita, con una calle principal y otras laterales más estrechas, con una curiosa superposición de elementos, las puertas, hornacinas y ventanas. 4...


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