Tema 8 selden - Apuntes 8 PDF

Title Tema 8 selden - Apuntes 8
Course Historia de la lingüística
Institution Universidad de Málaga
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resumen tema 8 selden...


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Capítulo 8: las teorías posmodernistas. Algunos críticos e historiadores consideran el “posmodernismo” como la continuación y el desarrollo de las ideas modernistas, sin embargo otros lo definen como una ruptura radical con el modernismo clásico, mientras que por otro lado hay quienes contemplan la literatura y la cultura del pasado a través de ojos posmodernos identificando algunos textos y autores como ya posmodernos como son Borges o De Sade. Jürgen Habermas afirmaba que el proyecto de modernidad (pensamiento derivado de la Ilustración) no se había cumplido todavía y por ello no había que renunciar a él. Esta postura está relacionada con el marxismo. Cuando se defiende el movimiento de modernidad se hace a pesar de las principales controversias del modernismo: en primer lugar las grandes narrativas del progreso social a intelectual iniciadas por la ilustración están en cuestión, en segundo lugar cualquier fundamento político de estas ideas (ilustración) en las historia o en la realidad ya no es posible, puesto que ambas se han textualizado en el mundo de las imágenes y las simulaciones que caracteriza la era contemporánea del consumo de masas y las tecnologías avanzadas. Estas últimas posturas incluyen las dos narrativas de lo que constituye el posmodernismo. Además han suscitado numerosas cuestiones filosóficas, estéticas e ideológicas para una amplia gama de disciplinas y formas de producción cultural, así como en la teoría y crítica literarias. Pero de lo que no cabe duda es que el pensamiento postestructuralista es un corpus de reflexiones sobre los mismos temas que preocupan a los comentaristas de la literatura y cultura posmoderna. Encontramos un problema al usar los términos: posmoderno, posmodernidad y posmodernismo. El manual establece que se usen los dos primeros para referirnos a los acontecimientos generales de este periodo y reservar el posmodernismo para términos de cultura y artes. Pero se plantea un nuevo problema al usar la palabra posmodernismo pues denota o bien continuación o bien ruptura con los rasgos que definen el movimiento del modernismo y las vanguardias. Para algunos el posmodernismo indica una mercantilización deplorable de cultura y la pérdida de la tradición y los valores, mientras que para otros es una liberación de la ortodoxia conservadora y una dispersión muy bien acogida de la creatividad en todas las artes abiertas a nuevos grupos sociales. A los teóricos les llamó la atención como los críticos posmodernos rechazaban el elitismo, la experimentación formal sofisticada y el sentido trágico de la alienación, propio de los autores modernistas. Ihab Hassan contrasta la deshumanización del arte modernista con el sentido posmoderno de la deshumanización del planeta y el fin de la humanidad. Los modernistas siguen siendo trágicamente heroicos, mientras que los

posmodernistas expresan agotamiento y despliegan los recursos del vacío. En oposición al modernismo los posmodernistas presentas estructuras abiertas, discontinuas o aleatorias. También rechazaban la estética tradicional de la belleza. La idea que lo resume todo se denomina como el centro ausente: los modernistas tienen una visión descentrada de mundo (polución, holocausto, muerte del individuo) todo esto hace que ya no haya unidad ni coherencia por lo que todo carece de sentido. Pero a pesar de esto la ficción posmodernista no es lúgubre puesto que hay literatura alegre, autorreflexiva y paródica. Algunos autores que demuestran esto son Jorge Luis Borges, John Barth, Thomas Pynchon, Italo Calvino o Umberto Eco. Para Eco el posmodernismo se define por su intertextualidad y conocimiento y por su relación con el pasado, como demuestra en su obra El nombre de la rosa (1980) un thriller de detectives que mezcla el suspense gótico con crónica y cruza lo medieval con lo moderno. Otros ejemplos de ficción posmodernista son La mujer del teniente francés de John Fowles y la Trilogía de Nueva York de Paul Auster. Estos rompen las fronteras convencionales del discurso entre la ficción y la historia, la autobiografía, el realismo y la fantasía. La problematización de cómo se hizo la ficción y la historia es una característica primordial de lo posmoderno; una intertextualidad productiva que ni siquiera repudia el pasado, ni lo reproduce con nostalgia. Waugh, autora de Metaficion y de Feminine Fictions: Revisiting the Posmodern, define el posmodernismo como una categoría estética y filosófica de la cual podemos aprender y que puede ser objeto de crítica, busca redefinir las obras modernistas y las suposiciones de lo que ella denomina un nuevo humanismo. Sin embargo, otros autores siguen respondiendo a las dos teorías más influyentes del posmodernismo: el dominio de la imagen o el signo y la pérdida de lo real, además de un escepticismo hacia las grandes narrativas del progreso humano. Esto se asocia a dos autores: Jean Buadrillard y Jean François Lyotard. 3. Jean Baudrillard. Las primeras obras de Baudrillard cuestionaban los preceptos tanto del marxismo como del estructuralismo y hacían una defensa del capitalismo. Pero posteriormente dirigió su atención a una crítica a la tecnología y llega a repudiar los modelos que hacen una distinción entre la superficie y la profundidad o lo aparente y lo real. Este autor llevó a cabo una serie de escritos apocalípticos que anunciaban el reinado de los simulacros (la copia sin original) y el mundo de la hiperrealidad que se define como la incapacidad de la conciencia de distinguir la realidad y la fantasía. En este mundo las imitaciones o las falsificaciones adquieren preeminencia y usurpan lo real. Las obras de Baudrillard de finales de los años 80 y 90 eran cada vez más nihilistas pues considera la posmodernidad como inercia, agotamiento y final ya sea de la historia o de la subjetividad. Para Baudrillard todo está desplegado de forma obscena,

moviéndose en una superficie en la que no hay control, ni referencia estabilizadora. Podemos decir que su afirmación más provocativa fue: “la guerra del Golfo de 1991 no fue real, sino una guerra televisiva o un espectáculo mediático”. Uno de los autores que criticó la obra de Baudrillard fue Norris que junto con otros comentaristas la interpretaron como insensible y ofensiva, lamentable y manifiestamente desesperada. En las obras de Baudrillard aparece la teoría de opción de combinar, repetir, relanzar las piezas diseminadas de un pasado perdido. En la literatura hay anticipaciones del pensamiento de Baudrillard en la novela de principios de los años de 1960 Crash obra del novelista de ciencia ficción J G Ballard. Más recientemente, las implicaciones de la hiperrealidad y los simulacros se aprecian tanto en la ficción ciberpunk como en una generación de películas principales, desde Terminator hasta Toy Story de Walt Disney. La perspectiva de Baudrillard de que la humanidad debería rendirse a un triunfante mundo de imágenes ofreciendo una visión melancólica sobre el fin del milenio y el destino del ser humano. 4. Jean-François Lyotard. A pesar de haber sido miembro del grupo marxista revolucionario “el socialismo de la barbarie” Lyotard llegó a cuestionar el marxismo y a buscar otros términos para la investigación de la filosofía y de las artes. En Economie libidinale 1974 hizo una crítica al marxismo, abogando una filosofía alternativa del deseo, intensidades y energéticas debidas a Nietzsche. En su suposición de que la historia está a disposición de la conciencia, se considera el marxismo como si despojara a la historia de su materialidad, llenando el vacío de una narrativa totalizadora. Lyotard cree que hay un nivel -el figurativo- que es plural, heterogéneo e introducido a la fuerza en el significado unitario por la razón totalizadora. El arte en esta conciencia posmoderna de la diferencia. Explora lo indecible y lo invisible. La obra de Lyotard The Posmodern Condition ha demostrado ser el centro principal de los debates sobre el posmodernismo cultural. Este autor argumenta que los criterios que regulan las “demandas de verdad” del conocimiento derivan de “juegos lingüísticos” dependientes del contexto, no de reglas o estándares absolutos. En su fase “moderna”, por ejemplo, la ciencia buscaba la legitimación de dos tipos de narrativas; la de liberación humana (Ilustración) y la tradición revolucionaria. En esta crítica se considera que la Ilustración ha producido desastres sociales y políticos, por lo que los resultados de la modernización han sido la burocracia, la opresión y la miseria, al tiempo que la narrativa de la liberación y de la igualdad ilustrada han dado los frutos contrarios. Este pensamiento es totalmente contrario al de Jürgen Habermas. La estética posmoderna que surge de la obra de Lyotard se considera como una estética investigadora de lo sublime, este se aleja de Baudrillard y Jameson que ven una ruptura

entre lo moderno y posmoderno. Para Lyotard, lo posmoderno no es una época sino que “lo posmoderno es indudablemente una parte de lo moderno”. 5. posmodernismo y marxismo. Dos artículos significativos del posmodernismo respondían a los desafíos que este ofrece al marxismo fueron publicados por Fedric Jameson y por Terry Eagleton. La última obra de Jameson Posmodernism, or the Cultural Logic of Late Capitalism arroja luz entre el posmodernismo y lo que Jameson considera como la expansión y la consolidación de la hegemonía capitalista. Él ve una profunda relación entre la tecnología y las imágenes sin fondo, fragmentadas de la cultura posmodernista. Esta cultura ha borrado la frontera entre la alta cultura y la cultura de masas. La forma característica de esta cultura es el “pastiche” o la “parodia vacía”, es decir la desaparición del sujeto. El arte posmodernista ya no puede representar el pasado real, sino solo nuestras ideas y estereotipos del pasado en la forma de historia “popular”. Por su parte Eagleton desarrolla una idea de convergencia el arte y la producción en el capitalismo tardío, esto incluye el “fetichismo mercantil”. Eagleton trata el fetichismo como una categoría estética: fetichismo mercantil es un proceso imaginario que insiste en la realidad independiente del producto y la mente humana alienada acepta la independencia objetiva de su propia creación imaginaria. Linda Huntcheon debate la implicación que encuetra en Jameson y Eagleton de que la intertextualidad posmodernista reproduce el pasado con nostalgia. Otros críticos marxistas entienden el posmodernismo como una intensificación del capitalismo y una extensión del privilegio. Pero por otro lado también se han movilizado un posmodernismo “mundial”, alienado con las tendencias en el pensamiento para criticar las ideas elitistas de literatura y cultura y descentrar las concepciones de la identidad sexual, étnica, racial…

6. los feminismos posmodernos. Destacamos a Linda Nicholson considerada como “aliada natural” de la oposición feminista a la masculinidad normativa que opera asociada con los ideales del proyecto de la Ilustración. El posmodernismo puede contribuir a evitar la “tendencia a construir la teoría que se generaliza a partir de las experiencias de las mujeres blancas occidentales de clase media”. En la misma línea vemos a Patricia Waugh que considera que le feminismo “ha atravesado una etapa necesaria de buscar la unidad”, a finales de los 80, Alice Jardine acuñó el término “ginesis” por oposición a “ginocrítica”. Para Jardine “la condición posmoderna está marcada por la valoración de lo femenino” como algo “intrínseco a

unos modos nuevos y necesarios de pensar, de escribir y de hablar”. La ginesis es el proceso de introducir en el discurso a ese otro: la mujer. El objeto producido es un ginema: una mujer no como persona sino como “efecto de lectura”. La ginesis también se opone a la incapacidad de la crítica para teorizar adecuadamente la importancia y las significaciones de los textos literarios de vanguardias y modernistas. Para Jardine el posmodernismo es “incompatible con el feminismo hasta el punto de que feminismo es la historia individual de la Mujer”. Encontramos a Judith Butler que reconoce que las ramas del feminismo han sido atacadas por perder de vista un concepto estable de identidad. La tesis de Butler es que “no hay identidad de género tras las expresiones de identidad”. Esta autora afirma que el género es algo que “hacemos” y como todas las prácticas significativas depende de la repetición. Por último vemos a Donna Haraway en su ensayo “A Manifesto for Cyborgs” marca otra crítica radical de las dualidades y las polaridades estructuras organizativas fundamentales de subjetividad en Occidente. Su argumento toma las perspectivas feminista y poscolonial que la lucha por los escritos es una importante forma de lucha. Hace un paralelismo entre los cyborgs y la historia de las mujeres....


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