Tema 1. Las cortes italianas del siglo XV 1 PDF

Title Tema 1. Las cortes italianas del siglo XV 1
Author Lorena Bey
Course Arte y Poder en la Edad Moderna (Gª e Hª / Hª del Arte)
Institution UNED
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Primer tema a estudiar tras el introductorio en el que se realiza un recorrido por todas las grandes cortes italianas del siglo XV y sus mecenas, tales como Nápoles, Florencia, Urbino, Milán, Ferrara y Mantua....


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Tema 1. Las cortes italianas del siglo XV 1. Introducción En la relación ente arte y poder, el mundo de la corte fue el escenario privilegiado a lo largo de la época moderna. De hecho, las cortes italianas del siglo XV iniciaron lo que se convertiría en un modelo, no solo por los ceremoniales cortesanos, el mecenazgo –incluyendo a la mujer–, la relación entre las armas, sino gracias al recurso a la Antigüedad clásica, las transformaciones urbanas, las villas como alternativa a la vida en la ciudad y la producción de arquitectura e imágenes al servicio del poder. Hay que entender que Italia del siglo XV es una Italia fragmentada en ciudades estado que incluso luchan y rivalizan entre sí. La historiografía ha cuestionado el carácter de modelo sin fisuras que se ha querido dar a El Príncipe de Maquiavelo (1513) y El Cortesano de Castiglione (1528), pero nos serán de utilidad para sintetizar el modelo de corte quattrocentista. El príncipe ejerce un dominio que hace que el Estado se llegue a identificar con su persona. Para Maquiavelo hay distintas formas de principados, heredados o nuevos, y según él, para mantener el poder son muy necesarias las armas, la fortuna y la virtud. Maquiavelo dice que el fin justifica los medios, por lo que es posible, también, llegar al principado también por medio de crímenes. De hecho, Federico de Montefeltro, sin ir más lejos, asesinó a su propio hermano en 1444, y fue condottiero antes de llegar a ser ese personaje tan refinado que nos presenta Piero della Francesca. No hay ningún tipo de pudor a la hora de conseguir lo que uno quiere, esto es, no importa cómo, sino llegar a ello. El origen de los condottiere está en los contratos que firman, ellos son capitanes mercenarios, y utilizan su posición para enriquecerse, adquirir fama, casarse. Ellos tienen la guerra como arte, así que se les reconocen virtudes militares tales como la prudencia, la valentía y la fidelidad. Virtudes militares como las que tenía Segismundo Malatesta, incluso, para el que Alberti llevó a cabo el templo malatestiano. Se considera uno de los edificios más emblemáticos del humanismo, no solo por ser panteón de Segismundo y su corte, sino por los aspectos formales: En los arcos de la fachada irían su sepulcro y el de su esposa Isotta, y los muros laterales estaban dedicados a su corte. Su carácter funerario se hubiera explicitado si se hubiera llegado a construir la cúpula, aunque el interior está decorado a base de referencias astrológicas y signos de religiones antiguas (símbolos del cristianismo) (Alberti, Templo malatestiano. Rímini. Foto A. Cámara). Pero si volvemos a Maquiavelo, un príncipe, para conservar su Estado, puede ser tacaño, cruel, temido, incumplir promesas, pero debe parecer íntegro y leal, ya que al vulgo se le seduce por la apariencia. El príncipe, además, también debe mostrar aprecio por el talento, y entretener a los ciudadanos con fiestas y espectáculos, conservando siempre la magnificencia de su dignidad.

Por otro lado, Baltasar de Castiglione nos deja El cortesano, donde nos ofrece un retrato de lo que sería un buen cortesano. Era Castiglione un hombre movido por la ambición, se formó en la corte de Ludovico el Moro en Milán, estuvo al servicio del marqués Francesco Gonzaga en Mantua, y aceptó la invitación de Guiobaldo de Montefeltro para residir en la corte de Urbino, incluso fue Nuncio del papa en España. Una de las cualidades más alabadas por él es la sprezzatura, traducida como gracia, esa capacidad que debe de tener el cortesano de hacer todo con una facilidad aparente que realmente oculta mucho trabajo. Todo buen y perfecto cortesano ha de tener sprezzatura.

2. Un universo propio de significados La mejor forma de entender el arte en relación con el poder de la corte italiana en esta época es a través de la iconografía de la imagen, siempre con un mensaje de utilidad. También hemos de atender a las obras arquitectónicas, que transformaron la imagen de los príncipes y sus ciudades.

2.1. La residencia. Nueva arquitectura para nuevos usos Las residencias de los grandes señores físicamente serán las sedes del poder, y por su grandeza y complejidad, prácticamente parecen ciudades, un mundo amenizado con la música y lleno de objetos que hablaban de refinamiento y cultura, y también de riqueza. Van a tener todas ellas una característica arquitectónica muy concreta: el eje de entrada vendrá marcado por una verticalidad en base a arcos de triunfo superpuestos. Castiglione en su obra, sobre todo, hace mención especial al Palacio Ducal de Urbino, edificado por Federico de Montefeltro, que más que una casa, parecía una ciudad. Tanto como palacio como fortaleza, forma una arquitectura claramente militar con todas las características de los castillos. Y es que si lo estudiamos como palacio, tendríamos que observar la labor de Luciano Laurana (patio), mientras que si lo estudiamos como fortaleza, hablaríamos de la labor de Francesco di Giorgio Martini (Urbino, Palacio Ducal). Esta arquitectura poco a poco se iría transformando, pero sin perder ese carácter de fortaleza, ya que hay que defenderse de la nueva artillería. Es el caso del Castelnuovo, en Nápoles, presentando, de nuevo, un gran arco de entrada formado por dos arcos de triunfo superpuestos y encajado entre dos torres. El material utilizado para esta estructura central es el mármol, y está atribuida a Pietro di Milano y Francesco Laurana. Entre esos dos arcos, hay una serie de relieves que representa la entrada de Alfonso V el Magnánimo realizando una entrada triunfal en la ciudad, como emulación de las de los emperadores (Nápoles, Castelnuovo. Foto A. Cámara).

Pero, sin embargo, aunque no todos los palacios tuvieron un carácter de fortaleza, todos fueron vistos como tal, además de residencia de un poder a veces tiránico, disfrazado de benefactor.

2.1. Los cortesanos Una corte podría estar formada por cientos de personas al servicio de un señor que se desplazaban con él. Entre los cortesanos existían jerarquías: Desde nobles hasta aquellos que llevaban a cabo los oficios más necesarios, cuyas diferencias quedaban marcadas por el mayor o menor acceso al gobernante. Entran en juego las figuras relacionadas con la imagen y la palabra, de este modo existían escritores que dedicaban libros al señor, pintores que recibían encargos, los humanistas que creaban los grandes programas iconográficos que exaltaban la figura del príncipe o los personajes del pasado, incluso con Hércules como símbolo de la virtud clásica; músicos que entretienen a los señores; hombres sabios dedicados a educar a los hijos de la familia, que por supuesto recibirían una formación tanto intelectual como militar, pues es el ideal del hombre humanista, y es que a través de la cultura y el conocimiento se puede llegar a medrar socialmente. Se reunían estos cortesanos en jardines cerrados o salones, donde cantaban, hablaban, leían, comían… a un nivel intelectual, aunque no olvidamos (Cristoforo de Predis (atribuido), De Sphaera 1469. El planeta Venus preside la vida, en un jardín cerrado, de un grupo de cortesanos, con parejas de enamorados y músicos. Modena, Biblioteca Estense).

En estas circunstancias que se desarrolló uno de los fenómenos culturales y científicos mejor estudiados, el neoplatonismo florentino, en torno al filósofo Marsilio Ficino. Él tradujo y comentó a Platón y a Plotino, difundiendo el neoplatonismo también “a la antigua”, concibiendo una nueva academia platónica que se reunía desde tiempo de Cosme el Viejo de Médici en la villa Careggi. El neoplatonismo de Ficino (luz y amor como generadores de todo + el alma como origen de cualquier movimiento del cuerpo) y el hermetismo de Hermes Trimegisto (hombre como centro del universo) influirían en la literatura y en las artes figurativas de toda Europa (Domenico Ghirlandaio, Detalle del grupo de humanistas en Aparición del ángel a Zacarías (Poliziano, Landino, Ficino y Becci). 1486-1490, Florencia, Santa María Novella).

Muchas de las reuniones entre humanistas y miembros de la corte se celebraban en las villas, que surgieron como alternativa a la vida en la ciudad y acabaron convirtiéndose en uno de los signos de poder de un señor. Las villas de los Médici en el siglo XVI fueron representadas en los conocidos lunetos de Utens, como la Villa de Lapeggi, de dimensiones espectaculares que va a ser un modelo de villa que se repetirá todo el Renacimiento (Utens, Villa de Lapeggi. Florencia, Museo de Firenze com’era). En las cortes también existían damas, que debían ser cultas, hermosas, educadas en todas las artes, afables, incluso con una capacidad de gobernar igual a la del varón. Por ello, se traen a colación las mujeres célebres de la historia, cuyo poder sobrepasa los límites del corazón de padres, esposos o hijos. Lo cierto es que ninguno de estos príncipes concibe sus vidas sin estas damas, damas como Battista Sforza que acompañaba a su marido a todas las reuniones, o Isabella d’Este, que gobernó mientras su marido estaba preso.

2.2. Las armas y las letras Los ideales de las ciudades-estado añadieron a la reflexión sobre la guerra y el poder, una construcción histórica, artística y literaria. Ya lo decía Castiglione en su obra “aquel que no siente el deleite de las letras no puede saber tampoco cuál es la grandeza de la gloria, tan largamente conservada por ellas”. Y es que de poco servían los hechos gloriosos si las letras no los convertían en parte de la historia, mediante la imagen y la palabra, que configuraron un lenguaje simbólico para la fama, ya lo decía el humanista Poggio Bracciolini. El valor del mundo de la guerra se pone de manifiesto en textos e imágenes. Así lo hizo Luca Pacioli en La Divina Proporción, donde hablaba de la necesidad de buenos geómetras que construyeses los instrumentos bélicos. En una biografía del humanista encargado de la educación de los Gonzaga, en Mantua, Vittorino da Feltre, sostenía que, tras dar las lecciones sobre las siete artes liberales y griego, los hijos de los señores debían hacer ágil su cuerpo. Si bien las armas exigen un férreo entrenamiento del cuerpo, las letras exigen un férreo entrenamiento de la mente. Muchos de ellos acabaron siendo hombres y mujeres de gran cultura que, incluso llegaron a practicar la escritura, la pintura y la arquitectura, además de la música, el arte más practicado por los cortesanos.

2.3. La historia. Antigüedad clásica y mitología A continuación veremos un buen ejemplo que ilustra cómo se utiliza la Antigüedad clásica y la mitología para exaltar la historia de la familia de los príncipes. Se trata de los frescos de la Camera picta o “Cámara de los esposos” en el Palacio ducal de Mantua, que en su origen pudo ser sala de recepciones, de música, espacio para la colección de los Gonzaga o de conservar documentos importantes, y los usos públicos o privados pudieron ir variando con el tiempo. Tristemente, esta sala acabó abandonándose. En la pared norte encontramos a la corte de Ludovico Gonzaga y a él mismo, que aparece sentado junto a su mujer rodeado por sus hijos, en una estancia que parece ser una casa de la época. Entre ellos,

el humanista Vittorino da Feltre que había formado a Ludovico en los principios del humanismo. La historia es importante en tanto que Vittorino trae una noticia a Ludovico, y es que su hijo Francesco había conseguido ser cardenal, paso previo a convertirse en papa, culminación de las ambiciones renacentistas. El cimiento cultural en que se basaba la gloria del linaje lo vemos en el techo, donde relieves antiguos fingidos forman medallones que representan a emperadores romanos, fruto de la pasión de los príncipes por la Historia Antigua. En los fingidos relieves de los lunetos hay escenas mitológicas que aluden a las historias de Hércules y Orfeo y Arión. Por su parte, Hércules era un héroe considerado como el origen de los príncipes, modelo para cualquier gobernante del Renacimiento; mientras que Orfeo y Arión se asocian con la música y nos transmiten ese amor que tenía por la música el marqués de Gonzaga. En resumen, son imágenes que nos hacen reflexionar sobre el poder (Andrea Mantegna, “Camera picta” o Cámara de los esposos. Acabada en 1474, Mantua, Castello di San Giorgio).

3. Las grandes cortes Se trata de seleccionar algunas obras relacionadas con el ejercicio del poder que se crearon en las cortes más celebradas por la historiografía, que nos ayudarán a explicar cómo se fue conformando el modelo de corte que Italia exportará a Europa.

3.1. Nápoles, la creación de un modelo La corte napolitana de Alfonso de Aragón “el Magnánimo” –rey de Aragón, Sicilia y Nápoles– fue un modelo, además, porque fue un gran protector de las artes. Los humanistas que trabajaron a su servicio van a fusionar la imagen de emperador romano, de caballero de la leyenda de Arturo y lo van a relacionar con reyes del Antiguo Testamento, todo ello traducido en obras que integraron distintas tradiciones culturales (gótico + herencia clásica romana). Además, de la fusión de lo español, con lo italiano y lo flamenco nació una de las cortes más cosmopolitas del siglo XV. Lo cierto es que le daban muy buena propaganda, sobre todo por su aparente interés por el bien común, pues crea una corte magnífica y se ocupa de la defensa, por lo que se le considera como un gran gobernante. Parece ser que en todos sus viajes llevaba libros de Tito Livio y de Julio César; esto puede ser verdad, o simplemente puede que sea la imagen que se quiere proyectar sobre él, la propaganda debe ser muy poderosa. Escuchaba lecturas de Virgilio, hablaba de literatura, filosofía y ciencia. Sabemos que los libros fueron su gran pasión, y, de hecho, uno de los emblemas que adoptó fue el de un libro abierto en el que se leía “vir sapies dominatibur astris” (el hombre sabio dominará el destino). Detrás de todo esto hay mucha idealización y propaganda, como hemos apuntado anteriormente.

Alfonso V atrajo a Nápoles a artistas muy importantes de la talla de Pisanello, a quien se le atribuyó un proyecto para la puerta de Castelnuovo que no se llegó a realizar (Dello Delli o Pisanello, Dibujo para el arco de Alfonso de Aragón en Castelnuovo. 1449-1450, Rotterdam, Museo Boymans Van Beuningen). También, la escultura alcanzó niveles muy importantes durante la época de su gobierno, por ejemplo, de la mano de Francesco Laurana o Mino da Fiesole (Mino da Fiesole, Retrato de Alfonso V. 1450, París, Museo del Louvre), además, admiró mucho a Jan Van Eyck, incluso Isabel la Católica adquirió una colección de pinturas flamencas. Por otro lado, aunque estamos citando a artistas italianos mayormente, no podemos obviar a Guillem Sagrera, autor de las obras de la Lonja de Palma de Mallorca y de la bóveda gótica del Salón de los Barones en Castelnuovo (1452). Este es un ejemplo de la movilidad de los artistas dentro de los territorios del reino de Aragón, pero no solo por ello destaca esta corte, sino también por haber formado parte del paso del lenguaje formal del gótico al Renacimiento. En Nápoles también se va a construir una villa modelo, la villa Poggio Reale construida por Giuliano da Maiano en 1490, articulado en torno a un cuadrado con torres en los ángulos. Un edificio desde el que se podía disfrutar de la naturaleza gracias a sus galerías (Villa de Poggio Reale en Nápoles tal como se reproduce en el libro Tercero de Serlio (1540). Tercero y quarto libro de architectura de Sebastián Serlio… traducido de Toscano en Romance Castellano por Francisco de Villalpando. 1552, Toledo). Nápoles también recibe la visita de Federico III, y con ello pudo aprovechar Alfonso para exhibir su magnanimidad, pues las visitas diplomáticas eran momentos muy importantes que utilizaban como exaltación del poder.

3.2. Florencia, construyendo mitos históricos Los Médici no forjaron su poder con las armas, sino con el dinero de la banca, y ello junto con el patronazgo de Cosme el Viejo hizo que este linaje alcanzara altas cotas, y para comprobarlo simplemente tenemos que irnos a su palacio en Via Larga –desde el siglo XVII pasó a ser de los Riccardi– y entrar a una capilla cerrada con pocos vanos y admirar ese magnífico Cortejo de los Reyes Magos, de Benozzo Gozzoli, encargado por él mismo. Este fue un tema de enorme éxito en Renacimiento y Barroco, y este es uno de los más espléndidos ejemplos. Por entonces, ya eran tres reyes magos, aunque en el Evangelio de San Mateo no menciona número, representando Melchor a Europa, Gaspar a Asia, y Baltasar a África. Gozzoli los hizo representar acompañados por miembros de la familia Médici y de otras cortes (Sforza en Milán o

Malatesta en Rímini), de modo que el nieto de Cosme, Lorenzo el Magnífico representaría al más joven de todos los reyes, Gaspar, detrás de cuya cabeza hay un laurel en alusión a su nombre. La valoración de una obra suele tener que ver con los materiales utilizados, como el lapislázuli en los azules, la malaquita en el verde, y el oro en las coronas de los ángeles. Por otra parte, el mundo cortesano se advierte a través de las referencias a la caza o los colores que diferencian a los criados de cada casa. Destacamos que el autor se autorretrata en esta obra. (Benozzo Gozzoli, Cortejo de los Reyes Magos. 1459, Florencia, Capilla del Palacio Médici).

La Florencia de Lorenzo el Magnífico sin duda supone un mito artístico, y es que, además de que él hizo que “todas las artes y todas las virtudes fueses más excelentes en Florencia que en cualquier otra ciudad”, dio mucho que hacer a los hombres de Italia que sobresalían en letras, es decir, dio mucho trabajo a los artistas; incluso dejó pautas sobre cómo debían ser tratados los artistas por los príncipes. Queda destacar que Lorenzo el Magnífico poseyó un jardín al lado del convento de San Marcos lleno de esculturas antiguas, cuyos modelos los artistas quisieron copiar, artistas de la talla del propio Miguel Ángel.

3.3. Urbino y el retrato Gobierna Federico de Montefeltro junto a su queridísima esposa Battista Sforza –muy puritana, habla latín y griego–, segunda mujer, un matrimonio muy bien avenido. Giovanni Santi, padre de Rafael, trabajó en la corte de Urbino y escribió una obra dedicada a este gobernante, donde afirmaba que la poesía, igual que la pintura, conservaba el recuerdo de los grandes señores para la historia, válido también para cimentar su fama después de muertos. Un buen ejemplo de ello resulta ser el Díptico de los señores de Urbino, donde Piero della Francesca pinta en el anverso los retratos de ambos gobernantes –en el caso de Battista Sforza se sirvió de su máscara mortuoria–, donde el retrato de perfil se complica por ser un retrato doble que debe ser visto porque hay una continuidad en los paisajes; ello habla del valor dado al linaje que se consolida con estos enlaces matrimoniales. En el reverso ambos estarán representados en dos carros triunfales tirados por, en caso de Federico, virtudes cardinales, y en caso de Battista, virtudes teologales, fusión de esa pasión por la antigüedad con el humanismo cristiano (Piero della Francesca, Díptico de los señores de Urbino, Battista Sforza y Federico de Montefeltro. 1472, Florencia, Galleria degli Uffizi).

Federico de Montefeltro estaba convencido de que su efigie sobreviviría y lo demuestra en todos los retratos que se conservan, también en el que tiene con su hijo Guiobaldo, atribuido a Pedro de Berruguete, que trabajó para el duque de Urbino, o el del Retablo de Brera, también de Piero, en el que aparece como donante, guerrero arrodillado y piadoso.

Se destacan en la corte de Urbino esos studiolos, que pueden ser despachos o estudios donde ellos leían, meditaban y además estaban muy bien decorados. Dentro de estos studiolos se podrían encontrar verdaderas obras de arte, como es el caso del studiolo del duque de Montefeltro, donde podemos ver retratos de hombres ilustres que representan distintos saberes, y taracea en la parte inferior en unos armarios fingidos (Studiolo de Federico de Montefeltro en el palacio ducal de Urbino).

3.4. Milán y Ferrara. Obras públicas y transformaciones urbanas Francesco Sforza, gobernador de Mantua, contó con el apoyo de Antonio Averlino “il Filarete” que reformó el castillo Sforza adornado con una torre central ...


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