TEMA 10.- Estereotipos Y Prejuicios PDF

Title TEMA 10.- Estereotipos Y Prejuicios
Course Psicología Social
Institution Universidad Europea Miguel de Cervantes
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apuntes psicología social...


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Facultad de Ciencias de la Salud Grado Psicología Psicología Social

TEMA 10 ESTEREOTIPOS Y PREJUICIOS

1.- NOCIONES BÁSICAS EN EL ESTUDIO DE ESTEREOTIPOS 2.- PROCESOS IMPLICADOS EN LA FORMACIÓN Y EL MANTENIMIENTO DE LOS ESTEREOTIPOS 3.- MEDIDA DE LOS ESTEREOTIPOS 4.- FUNCIONES DE LOS ESTEREOTIPOS 5.- LOS ESTEREOTIPOS DE GÉNERO 6.- LA CONCEPTUALIZACIÓN DEL PREJUICIO EN PSICOLOGÍA SOCIAL 7. ENFOQUES PREDOMINANTES EN EL ESTUDIO PSICOSOCIAL DEL PREJUICIO 8.- EVOLUCIÓN Y TENDENCIAS EN EL ESTUDIO PSICOSOCIAL DEL PREJUICIO RACIAL: TRES CORRIENTES 9.- MODELOS CONTEMPORÁNEOS EN EL ESTUDIO DEL PREJUICIO

1.- NOCIONES BÁSICAS EN EL ESTUDIO DE ESTEREOTIPOS Tajfel define los estereotipos como imágenes mentales muy simplificadas sobre personas o grupos que son compartidas, en lo esencial, por un gran número de personas. Este autor destaca que para comprender el funcionamiento de los estereotipos, es fundamental considerar el consenso social y cultural existente sobre las características y atributos que lo componen. La organización de los estereotipos se basa en esquemas que contienen las creencias y expectativas sobre un grupo específico y sus miembros. Esa estructura cognitiva comprende creencias sobre diferentes aspectos como, por ejemplo, rasgos físicos, de personalidad, roles y profesiones, o valores y preferencias. Todas estas creencias están relacionadas entre sí, constituyendo una especie de teorías ingenuas que guían nuestras actitudes y conductas hacia ellos. Hay que tener en cuenta que las creencias tienen connotaciones evaluativas, ya que cada una tiene una valencia que puede ser positiva negativa o neutra. Por tanto, los estereotipos son creencias que implican una valoración de las personas a las que se les aplican. Aunque los estereotipos tienen un carácter compartido y cultural no quiere decir que todas las personas los suscriban en la misma medida. El concepto de estereotipia se utiliza para referirse al grado o intensidad con que una persona asume las creencias estereotipadas y compartidas.

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Otro aspecto a considerar es hasta qué punto los estereotipos reflejan la realidad o son generalizaciones sesgadas. Es imposible comprobar cuántos miembros de un grupo coinciden en cuanto a atributos, sobre todo si hablamos de rasgos difícilmente observables como los de personalidad. Además, tratar a cualquier individuo como si fuera una representación de su grupo nunca será exacto, puesto que nadie comparte todas las facetas de la imagen que refleja su estereotipo. Por esto, en general, los estereotipos se consideran imágenes mentales sesgadas y poco veraces. 2.- PROCESOS IMPLICADOS EN LA FORMACIÓN Y EL MANTENIMIENTO DE LOS ESTEREOTIPOS Los estereotipos se aprenden, mantienen y modifican mediante el proceso de socialización¸ y su trasmisión se produce a través de diferentes fuentes. En edades muy tempranas existe cierta asociación entre determinadas categorías sociales (como sexo, etnia o edad) y una serie de características, pero esto sería más derivado del proceso de categorización. Pero el contenido de los estereotipos y el carácter evaluativo (positivo, negativo o neutro) de ese contenido es cultural, y su aprendizaje se produce a través de la cultura en la que el individuo vive y crece. Las creencias compartidas en una cultura se adquieren a través de los agentes socializadores: familia, escuela, grupo de iguales o los medios de comunicación. Ese contenido cultural afecta sustancialmente a los procesos psicológicos implicados en las relaciones con los miembros de otros grupos. Las creencias estereotipadas son una consecuencia del proceso psicológico básico de categorización social. Este proceso cognitivo permite organizar la complejidad del entorno que nos rodea organizándolo en conjuntos cuyos elementos comparten características. Hay que diferenciar entre categorizar y estereotipar: la categorización es necesaria para que afloren los estereotipos, pero éstos van un paso más allá de una mera clasificación puesto que incluyen expectativas sobre cómo son o cómo se comportan los miembros de un grupo, y están mediados por el contexto social. La categorización social es un proceso cognitivo bastante automático que permite procesar mucha información de manera muy eficaz y rápida, y no es exclusiva de la especie humana. El proceso de categorización acentúa tanto la similitud entre los elementos de una misma categoría como las diferencias entre categorías. Cuando se categoriza a las personas, se exagera su

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homogeneidad dentro de un mismo grupo, tendemos tendencia a percibir a los exogrupos de manera más homogénea que a los miembros del endogrupo. Este sesgo de homogeneidad exogrupal es más acusado si los grupos son poco familiares o si se tiene una imagen de ellos muy abstracta, basada en esquemas y no en ejemplares. Una explicación cognitiva de este sesgo es que conocemos a muchos miembros de nuestro grupo por experiencia directa, mientras que el conocimiento de los miembros del exogrupo se debe en gran medida al aprendizaje cultural indirecto. Otro sesgo vinculado a la categorización es el esencialismo: una vez que se clasifica a las personas en grupos, existe una tendencia a percibir esas categorías sociales como “naturales”, es decir, que atribuimos características esenciales a su pertenencia grupal. El esencialismo es más fácil que se aplique a grupos que se definen en función de claves físicas visibles como el sexo, etnia o edad, es decir, sobre la base de causas biológicas subyacentes. En general, el cambio de los estereotipos a nivel individual es difícil, ya que se trata de estructuras cognitivas bastante rígidas, esta circunstancia es debida a que se tiende a prestar atención a aquella información que confirma nuestras ideas y expectativas previas, ignorando la información que las contradice o modificándola hasta que sea congruente con ellas. Ej. Si encontramos una información tan incongruente con nuestras creencias que nos llama la atención y no podemos ni ignorarla ni modificarla, pasamos a considerar el caso como atípico, de forma que no modificamos el estereotipo. Los estereotipos también tienen connotaciones afectivas y motivacionales que influyen en la categorización, lo que origina que se distorsione la realidad y se tienda a exagerar las diferencias entre grupos y a subestimar las variaciones entre los individuos de un mismo grupo. El esquema previo que conforma el estereotipo no sólo sirve para describir a los miembros de otros grupos, si no que guía nuestro comportamiento hacía ellos, lo que contribuye a configurar una realidad social dentro de una determinada cultura. Conclusión: la formación de estereotipos se apoya en el proceso de categorización social, y su trasmisión se realiza básicamente a través de los agentes socializadores. Una vez establecidas las características que se atribuyen a un grupo, el estereotipo guía la selección de información congruente con su contenido por medio de una serie de procesos, tanto implícitos como explícitos,

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que refuerzan su mantenimiento. Las creencias estereotipadas están cargadas de afectividad y connotaciones motivacionales, dependiendo mucho de las relaciones entre grupos de cada contexto social. Estas creencias son determinantes en las conductas que manifestamos hacia las personas que pertenecen a los diversos grupos sociales. 3. MEDIDA DE LOS ESTEREOTIPOS Se miden los estereotipos con dos finalidades: evaluar el contenido cultural de los mismos, o valorar el grado de estereotipia de los individuos. Es muy común que se utilice el término estereotipo como sinónimo de estereotipia, pero es importante distinguirlos bien: Estereotipo se refiere a las creencias compartidas en una cultura sobre qué características o atributos poseen la mayoría de los miembros de un determinado grupo social. Estereotipia: el grado en el que una persona aplica esas creencias al evaluar a los miembros de ese grupo y cómo se utilizan a la hora de realizar inferencias sobre ellos. Cuando el objetivo es comprobar el contenido de los estereotipos, lo esencial es hallar los atributos que se aplican mucho al grupo en cuestión y muy poco a otros con los que se le puede comparar. La medición de la estereotipia requiere que se analice hasta qué punto cada persona subscribe el contenido de los estereotipos. Métodos de medidas explícitas utilizados en el estudio de los estereotipos Lista de adjetivos: Ej. Describa los rasgos que definen más adecuadamente a los madrileños Seleccione, a partir del siguiente listado, los cinco adjetivos que mejor describen a los madrileños Esta técnica se ha usado fundamentalmente para averiguar el contenido de los estereotipos. Estimación de porcentajes: ¿Qué porcentaje de madrileños cree usted que es servicial? Se basa en la estimación de porcentaje de miembros de un determinado grupo que posee una característica o atributo del estereotipo en cuestión, indicando a los participantes que indiquen el porcentaje de individuos de ese grupo que posee cada atributo. Razón diagnóstica: Estime el porcentaje de madrileños que son serviciales. Estime el porcentaje de personas serviciales en la población general

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Se trata de una medida de los estereotipos que permite predecir la probabilidad de asignar una característica más a un grupo que a otro. Esta medida al igual que la anterior puede servir para comprobar tanto el contenido de los estereotipos como el grado de estereotipia. Diferencial semántico o atributos bipolares Señale en qué medida los madrileños son: Antipáticos 3 - 2 - 1 - O - 1 - 2 - 3 Simpáticos Para valorar el contenido de estereotipos, así como para medir diferencias individuales. Si queremos usar el diferencial semántico para medir diferencias individuales, podemos calcularlo sumando las puntuaciones en las escalas que definen el estereotipo. Escalas tipo Likert Utilizando una escala de 1 (nada) a 7 (totalmente), evalúe a los madrileños en las características que presentamos a continuación: servicia/es, simpáticos 4.- FUNCIONES DE LOS ESTEREOTIPOS Los estereotipos, aparte del papel que ya hemos nombrado en la categorización, también sirven para justificar las actitudes hacia los miembros de determinados grupos, muchas veces favoreciendo desigualdades o segregación, enfrentamientos, agresiones o guerras. Según Tajfel el funcionamiento y el uso de los estereotipos se pueden estructurar en dos bloques que aluden, a las funciones individuales y sociales que cumplen estas creencias. Entre las funciones individuales o psicológicas, este autor diferencia entre una función cognitiva asociada al proceso de categorización, y otra de carácter motivacional, orientada a la defensa y protección del sistema de valores de cada persona. -

Función cognitiva asociada al proceso de categorización

Los estereotipos tienen su origen en el proceso de categorización, función esencial para el individuo, ya que le permite manejar con mayor facilidad la enorme complejidad de su entorno social al simplificarlo. Así, a pesar de que los sesgos que originan pueden llevar a percepciones erróneas, los estereotipos nos aportan información sobre la conducta esperada de una persona, en contextos

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diferentes, en función de su pertenencia grupal, con el consiguiente ahorro de esfuerzo cognitivo. Aunque no son exactos, no hay que descartar un “fondo verdadero” por muy exagerados, incompletos o simplificados que sean. Por tanto son útiles, aunque no siempre exactos. -

La función motivacional

Las categorías sociales, y los estereotipos asociados a ellas, no son neutras suelen tener una categoría negativa o positiva, en este sentido, se da La función motivacional de los estereotipos al producir una división, que la persona hace del mundo social de acuerdo con sus valores en categorías diferentes, y en general “mejores” y “peores”: Mujeres versus hombres; negros versus blancos o gitanos versus payos El contenido de los estereotipos puede contribuir a mantener los valores de la persona relacionados con diferencias sociales. El uso de creencias estereotipadas puede ocasionar graves problemas para aquellos grupos cuyo estereotipo es negativo. La amenaza del estereotipo constituye un buen ejemplo de ello. La explicación de este fenómeno, ampliamente contrastado, se basa en diferentes procesos psicológicos que, si se dan juntos, pueden ocasionar una especie de «hecatombe» que lleva al fracaso en la tarea. Recientemente, se ha documentado en el ámbito académico de la medicina que el estereotipo negativo sobre las mujeres líderes, puede ocasionar una disminución de su rendimiento cuando desempeñan estos puestos: “Soy mujer, negra y pobre, luego se me dan mal las tareas intelectuales” (Elena Gaviria). Las funciones sociales Junto a las funciones individuales de los estereotipos, Tajfel apunta otras dos funciones sociales: La primera de ellas es generar diferencias en la valoración de unos grupos respecto a otros. Se aplica al clasificar a las personas como miembros del exogrupo o endogrupo. Y la segunda es la creación y mantenimiento de una ideología que permite explicar y justificar las acciones hacia determinados grupos (guerras, prohibiciones y, en general, todas las conductas de discriminación).

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Otra función de los estereotipos es la de control social (Fiske, 1993). Los estereotipos controlan el comportamiento de las personas de dos maneras. Por una parte, describen cómo son y se comportan los individuos que pertenecen a un determinado grupo. Por otra, prescriben cómo deben ser y comportarse esas personas. En el primer caso actúan como un ancla que marca lo que es normativo, ejerciendo así una presión implícita en los miembros del grupo estereotipado para que se ajusten a las expectativas que se tienen sobre ellos. En el segundo caso, la presión de los estereotipos es más explícita, y pueden dar lugar a sanciones si una persona actúa de forma contraestereotípica, como veremos después al abordar los estereotipos de género. Otro enfoque sumamente interesante sobre la función social de los estereotipos es el aportado por la teoría de la justificación del sistema Uost y Banaji, 1994). La idea central de esta teoría es que los estereotipos hacia los grupos que están en desventaja contribuyen a que se mantenga el orden social establecido, a justificarlo y a reproducirlo. Por ejemplo, las diferencias de clase o las diferencias entre hombres y mujeres como sistemas sociales injustos. Siempre, un sistema con desigualdades sociales requiere una justificación ideológica fundamental e importante para mantenerse, y los estereotipos servirían a esa función ideológica de justificación del sistema. Los autores ponen como ejemplo que los estereotipos sobre la clase baja obrera (poco inteligentes, incompetentes, poco fiables…) pueden servir para justificar su situación económica y así sustentar la ideología de los roles que se ocupan en la sociedad y, de ese modo, el sistema existente. Los estereotipos compartidos e inconscientes explicarían cómo personas que pertenecen a grupos estereotipados, y a las que esos estereotipos les perjudican, sin embargo los suscriben y los aplican a otros miembros de su grupo e, incluso a ellas mismas. La teoría aborda el tema del fondo de verdad de los estereotipos, es decir, hasta qué punto reflejan la realidad. Lo que sucede es que, aunque los estereotipos sean falsos originariamente, acaban siendo ciertos porque las personas se conforman a aquello que los demás esperan de ellas y, por ese motivo, actúan de modo que confirman los estereotipos (un ejemplo de la profecía autocumplida). Debido a una situación de desigualdad sistémica, es más fácil que un afroamericano se plantee la vida para ser un obrero que para acceder a un puesto de ejecutivo, por muchas razones:

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económicas, de apoyo social o de confianza en sí mismo. Hay que puntualizar que esta teoría es aplicable a algunos estereotipos, no a todos, se refiere a procesos psicológicos que tienen que ver con situaciones de orden social que contribuyen a que se mantengan diferencias en relaciones de poder. 5.- LOS ESTEREOTIPOS DE GÉNERO El estudio de los estereotipos de género se inició en la década de los 70 del siglo pasado y, en la actualidad, constituye un área que ha experimentado una notoria expansión, lo que nos ha permitido conocer ampliamente aspectos sobre su desarrollo, contenido, procesos y consecuencias, en los que nos centraremos a continuación. Deaux y Lewis (1984) investigaron los componentes que las personas utilizaban para diferenciar a los hombres de las mujeres (es decir, los componentes de los estereotipos de género), comprobando que éstos no están referidos únicamente a rasgos (que son los que normalmente asociamos con los estereotipos de género), sino también a roles, ocupaciones y características físicas. Los estereotipos de rasgo hacen referencia a las características de personalidad que se considera que definen de manera diferente a hombres y mujeres. (las mujeres son más emocionales, sensibles, se preocupan más por los demás, y los hombres son más agresivos, independientes, competitivos). Los estereotipos de rol incluyen las funciones que se consideran más apropiadas para hombres y mujeres. Las mujeres están más preparadas para cuidar de los hijos y realizar tareas domésticas, mientras que los hombres lo están para ejercer el papel de líderes. Las ocupaciones también están estereotipadas; por ejemplo, se espera que haya más mujeres maestras, peluqueras, enfermeras o trabajadoras sociales porque estas actividades se consideran típicamente femeninas, mientras que esperamos que las profesiones de piloto, mecánico, bombero, o carpintero sean desempeñadas por hombres, pues son típicamente masculinas. Finalmente, existen ciertas características físicas que se consideran más propias de mujeres (p. e., voz suave, complexión ligera) y otras de hombres (p. e., son más altos, más fuertes, tienen la voz grave).

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Así, una vez asignada una etiqueta de género a una persona, realizamos inferencias sobre su apariencia, sus rasgos de personalidad, sus conductas de rol y su ocupación. De este modo, la información sobre un componente afecta al resto, ya que tratamos de mantener consistencia entre ellos. Por ejemplo, si nos dicen que un hombre se encarga de las tareas del hogar y del cuidado de los hijos es bastante probable que le describamos como una persona emocional y sensible. Es importante precisar, como ya se ha comentado, que los estereotipos de género, al igual que el resto de los estereotipos, no existen únicamente a nivel general, sino que las investigaciones han demostrado la existencia de subtipos de hombres y mujeres sobre los que existen estereotipos concretos. Por ejemplo, en el caso de las mujeres, algunos subtipos estereotipados son las amas de casa, las independientes, las sexys, las deportistas, o las feministas. Entre los hombres destacan los atléticos, los obreros y empleados de oficina, los ejecutivos, o los «machos». Las características de la situación pueden primar que se usen determinados rasgos asociados a diferentes subtipos al percibir a una persona. Por ejemplo, se ha comprobado que, en un contexto profesional, una mujer directiva puede percibirse menos competente si es atractiva que si no lo es, mientras que el atractivo físico no influye en dicha percepción cuando la mujer evaluada desempeña un puesto de recepcionista. Del mismo modo, cuando se proporcionaba información sobre su reciente maternidad, disminuía la atribución de competencia a una mujer trabajadora, cosa que no ocurría cuando era un hombre el que acababa de ser pa...


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