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Title Tema 3
Course Géneros Literarios
Institution Universidad de Granada
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ASIGNATURA: GÉNEROS LITERARIOS TEMA 3: GÉNEROS LITERARIOS LÍRICOS Y POETICIDAD DE LAS ARTES 3.1. Notas sobre teoría y técnica del poema 3.1.1. La poesía y el poema. Poesía o lírica son términos hoy sinónimos que aluden a una realidad difícil de conceptualizar de modo preciso. Recordemos la “definición” que da Bécquer en la rima que concluye “poesía eres tú”. Tenemos una conciencia amplia y poco delimitada de la poesía que hemos heredado del Romanticismo, conciencia que se manifiesta cuando decimos, no ya sólo de una novela o cualquier composición literaria, sino de composiciones plásticas o pasajes musicales, incluso de un paisaje, que son poéticos. F. Schlegel, escritor romántico, en su Diálogo sobre la poesía, lo expresa así: Amalia: De continuar así vamos a convertir en poesía todas las actividades del espíritu. ¿Es que todo es poesía? Lotario: Todo arte y toda ciencia que opera con el lenguaje, si son ejercidos gratuitamente, como arte, y alcanzan un grado de perfección máxima, pueden ser considerados como poesía. Ludovico: Incluso yo diría que todas las artes, incluso aquellas que no hacen uso de la palabra, poseen un núcleo poético.

Ante esta amplitud y falta de precisión conviene, para empezar a aclararnos, hacer una reflexión sobre la terminología que se ha empleado históricamente y sobre la terminología actual. Poesía, que deriva del griego poiesis (de poiein, que significaba ‘hacer’), era la actividad, o el resultado de esa actividad, diferenciable en poesía épica, trágica, cómica y de otros tipos, a los cuales también se sumó la poesía lírica. Con el tiempo el significado ‘poesía’ pasó a ser representado ante todo por el término literatura, y el término poesía quedó reducido para la poesía lírica, con lo cual decir hoy “poesía lírica” es una redundancia. No obstante el término poesía, por herencia clásica y romántica, se utiliza para referirse a la literatura más creativa, e incluso, como se ha visto en la cita anterior, se utiliza para identificar aspectos de otras manifestaciones no verbales. Así pues, se puede hacer un recorrido por las utilizaciones del término desde la época clásica hasta el momento, en el siglo XVIII, en que comparte protagonismo con el término literatura, y posteriormente en la época contemporánea, en que consideramos la poesía como una parte de la literatura. Hoy encontramos definiciones como las siguientes: “Manifestación de la belleza o del sentimiento estético por medio de la palabra, en verso o en prosa” (DRAE). “Género literario exquisito; por la materia, que es el aspecto bello o emotivo de las cosas; por la forma de expresión, basada en imágenes extraídas de sutiles relaciones descubiertas por la imaginación; y por el lenguaje, a la vez sugestivo y musical, generalmente sometido a la disciplina del verso” (Diccionario de María Moliner). En las definiciones aducidas observamos que la idea de poesía presenta dos dimensiones: por un lado una dimensión psicológica, estética, por cuanto la poesía depende de un estado mental, de una percepción y expresión especiales; por otro lado una dimensión técnica consistente en un uso especial de las palabras, en verso generalmente, pero también en prosa. La primera dimensión la podemos encontrar en manifestaciones diversas, no sólo literarias, y no es fácil de objetivar, ni de verbalizar; la segunda dimensión responde a una técnica de utilización de la palabra y puede ser objetivada y descrita verbalemte. Así, aunque poesía no es sólo lo escrito en verso y

construido mediante imágenes –y ni siquiera basta eso-, el verso y las metáforas son índices claros de poesía. Por eso la forma más segura, aunque no definitiva, de identificar la poesía es reconocer ciertos procedimientos que constituyen el poema. La poesía se realiza en el poema, es decir, por medio del artefacto, texto verbal en nuestro caso, que llamamos poema. Tendríamos que diferenciar tres formas distintas del término: -poesía = lo poético, una acitud, estado perceptivo, emoción, etc. -la poesía= lo mismo anterior, pero también puede ser el conjunto formado por todos los textos poéticos. -el poema = el texto poético, un poema, también denominado vulgarmente “una poesía”. Del texto poético podemos decir, por tanto, que es 1) manifestación de lo poético, 2) una determinada construcción, verbal en el caso que nos ocupa, y 3) una ficción. Esta tercera cualidad atribuible al texto poético y la poesía, está en cierta contradicción con la idea de verdad y de autenticidad que solemos asociar a la idea de poesía. Consideremos un poco más detenidamente cada una de ellas. 1) Como se ha dicho anteriormente, lo poético es ante todo una experiencia. En las definiciones aducidas se habla de “manifestación de la belleza o del sentimiento estético”, y también de que la poesía en cuanto género literario trata sobre “el aspecto bello o emotivo de las cosas”, e igualmente se alude a la imaginación. En definitiva, se trata de una experiencia estética. 2) Pero esta experiencia en cuanto experiencia literaria se da a través de la palabra dicha o escrita, escuchada o leída. Sólo a través de la palabra, elaborada de un modo especial, esta experiencia se da como experiencia literaria poética. 3) Si unimos a las anteriores la tercera cualidad del texto literario poético, tendremos que esa experiencia estética que es la poesía se da también a través de una ficción, lo mismo que en la narración y el drama. La definición de Kurt Spang incluye el carácter ficticio: “La lírica es un fenómeno literario y es, por tanto, arte verbal como la narrativa y la dramática, es decir, una ficción que pretende ser expresión estética de una interpretación del hombre y el mundo”. 3.1.2. Rasgos de la poesía y caracterización del texto poético. Ahondando en lo dicho en el apartado anterior sobre la dimensión estética y la dimensión textual, es decir, lo que responde a una actitud y lo que responde a una técnica, recogemos la caracterización que hace Kurt Spang de la poesía (“la lírica” es el término que utiliza) a través del resumen que nos ofrece Miguel Ángel Garrido Gallardo en Nueva introducción a la teoría de la literatura, Madrid, Síntesis, 2000, págs. 292293: a)

Según W. Kayser, la disposición que caracteriza al autor lírico es la “interiorización”, o sea, se trata de un discurso fuertemente subjetivizado. Tal carácter de tensión emocional conduce también generalmente a la brevedad como rasgo frecuente. b) A diferencia de la creación dramática y épica, la lírica no presenta una historia. Los elementos anecdóticos que puedan aparecer son objetos que provocan emoción y no nudos de una trama. c) Frente a la explanación expositiva propia de otros textos, los líricos se especializan en la profundización en un solo aspecto. d) La estructura lingüística de la lírica suele potenciar el carácter autotélico del texto, que llama la atención sobre sí mismo mediante las recurrencias, paralelismos y todo tipo de juegos semánticos que potencian la connotación. e) Aunque la versificación no es condición imprescindible, se ha convertido actualmente en síntoma inequívoco de lirismo. Salvo el poema en prosa (cuyo nombre señala ya la excepcionalidad), lírica y versificación son términos que se recubren en la clasificación genérica de nuestros días.

f) Vinculadas con el verso, encontramos dos propiedades más: ritmo y musicalidad, o sea, en castellano, repetición periódica de determinados grupos de tónicas y átonas (lo que no deja de ser una manifestación más de recurrencias y paralelismos) y elección melodiosa de los sonidos que se combinan.

De estos rasgos, los tres primeros, tienen que ver más con la actitud poética, y los tres últimos con la manifestación textual. Centrándonos en el texto poético, éstas son las características del mismo, según sus niveles de estructuración: I. Nivel comunicativo (o pragmático). El texto poético responde a un acto de comunicación. Es un enunciado que presenta indicios del acto de enunciación del que es resultado e igualmente indicios de los intervinientes en dicho acto: destinador y destinatario. Incluso un texto brevísimo, concentrado plenamente en la vida interior del sujeto que lo pronuncia (aquel tipo de textos que denominamos “lírico”), contempla una situación de carácter dialógico: un sujeto que habla (o consigna su discurso en la página escrita) y uno o más sujetos que escuchan (o leen). (Remo Ceserani, Introducción a los estudios literarios, pág. 85)

El sujeto que habla en el poema no hay que identificarlo con el sujeto biográfico que es el autor que firma el poema o el libro donde este se incluye. En el poema el sujeto del acto comunicativo poético es una voz, construida por el autor, concreta manifestación de una persona, que puede referir experiencias, sensaciones, pensamientos personales, que puede narrar una historia, describir paisajes, momentos vitales o situaciones, o puede atribuir pensamientos, reacciones o impresiones a un personaje inventado, imaginando que pronuncia un discurso. Pág. 85

A su vez, en el texto poético hay una representación del destinatario: En el texto poético puede aparecer explícitamente un “tú” o un “vosotros” a los que se dirige el discurso como destinatarios explícitos, encarnaciones de una persona real o imaginaria, pero siempre construida o representada por las palabras concretas o entonaciones del texto. En cualquier caso incluso cuando el destinatario no se encuentra presente explícitamente en el texto con su nombre, sus cualidades y con funciones precisas (de compañero comprensivo, de enemigo o rival, de persona que comparte los mismos valores que el sujeto que habla, de persona lejana que no puede comprender, etc.), siempre hay un destinatario implícito en el texto. Los lectores, cercanos o alejados en el tiempo, asumimos más o menos docilmente las funciones asignadas al destinatario, nos ponemos, por así decir, a su lado, buscamos hacer nuestro el punto de vista que se le atribuye. Pág. 85-86.

II. Nivel semántico. El poema puede presentar un título, indicativo de su contenido, que suele ser una palabra o un sintagma que tenemos que leer como un resumen del poema. A veces el título puede destacar la tonalidad o un tema del mismo, incluso una alusión al género al que pertenece. La misma temática que se nos anuncia directa o indirectamente, aparece desarrollada en el poema. Solemos destacar un tema, siempre discutible según quien lea, pero ese tema a su vez se puede dividir en subtemas o aspectos del mismo. En cualquier caso ese tema en la poesía no tiene un desarrollo narrativo, tal como dice Tomachevski cuando diferencia entre obras con fábula y sin fábula: “En la disposición de [los] elementos temáticos, se observan dos tipos principales 1) Un nexo causal temporal liga el material temático y 2) los hechos son narrados como simultáneos, o en una diversa sucesión de los temas, sin un nexo causal interno. En el primero tenemos obras con fábula (cuentos,

novelas, poemas épicos); en el segundo, obras sin fábula, “descriptivas” (poesía descriptiva y “didáctica”, lírica, viajes, etc.)” Tomachevski

Pero que el tema no tenga un desarrollo narrativo en la poesía lírica, no quiere decir que no puedan aparecer personajes y acciones. La voz poética puede referirse al mismo sujeto que enuncia –y a sus propias acciones-, a otros “personajes” o a un “tú” que suele representar al mismo sujeto que enuncia. Aunque esta narración esté sometida a una tonalidad emotiva, lírica, no deja de ser una estructura narrativa que forma parte de la organización del poema. La estructuración temática, no obstante, sigue también otros principios, tales como una cierta argumentación, una descripción, una enumeración, etc. Esta estructuración temática, sea como sea, suele estar encaminada a un momento de elevación del climax o intensidad emotiva, o bien esa intensidad se distribuye en varios momentos. Se debe tener en cuenta que la estructuración de los contenidos se suele corresponder con la organización estrófica, que es una cuestión sintáctica y no semántica. III. Nivel sintáctico. Este nivel incluye todo lo relacionado con el léxico elegido, la disposición sintáctica de las palabras y sintagmas, y los aspectos fónicos y métricos. Además, no sólo tiene que ver con los contenidos del poema, contribuyendo a los mismos, sino que la organización formal es también representación de la actitud de la voz poemática. Las palabras del poema y los significados literales de dichas palabras, combinados entre sí, revierten en la creación de significados propios del poema. Es el cometido de las imágenes: las figuras retóricas llamadas comparación, metáfora, símbolo, etc, pero igualmente otras que tienen que ver con el léxico y su significado. Esta función de crear imágenes también la tienen las disposiciones sintácticas, como son los paralelismos, contraposiciones (relacionables, claro está, con la organización semántica del poema). Por último, a este cometido también contribuyen las imágenes fónicas y la métrica, aspecto que será estudiado en el apartado siguiente. Estas disposiciones que generalmente llamamos “forma”, constituyen un compacto entramado que hace que el lector detenga su atención en la textualidad por sí misma, resaltándose su esteticidad, al tiempo que el poema adquiere una semántica singular, especial para el poema, el cual no podría decir de otro modo lo que dice. En el entramado textual, desde los niveles más formales, como es la métrica, a lo más propiamente semántico, se producen una serie de correspondencias, de manera que la métrica, que a su vez se relaciona con la organización sintáctica de las palabras, se reviste de significados. 3.1.3. Aspectos rítmicos y métricos del poema. Los conceptos de ritmo y metro son fundamentales para entender el texto del poema. El ritmo es una cualidad que de forma general reconocemos como presente en los discursos de carácter temporal. Así decimos que una película o una novela tiene ritmo o que su ritmo decae. Por supuesto, el ritmo es decisivo en la música. Pero también en las manifestaciones visuales se puede reconocer un cierto ritmo en cuanto sucesión regular de formas. En su sentido más restringido, es una secuenciación regular de sonidos. En el discurso verbal, evidentemente, también se manifiesta este fenómeno. El metro o la métrica es la pauta a través de las cuales concitamos o percibimos el ritmo en las manifestaciones lingüísticas artísticas. Independientemente de que haya una vivencia corporal del ritmo, poseemos culturalmente unos códigos de activación y de percepción del ritmo, incluso unos criterios valorativos. Estos códigos son los que

tratan de describir los lingüistas y los especialistas en métrica, en este caso relacionándolos con los códigos y valores literarios. Por ser recostruidos por el escritor o investigador, los sistemas métricos se aproximan a los mecanismos subyacentes a la expresión rítmica, pero al mismo tiempo son sistemas convencionales que pueden a su vez influir de una manera artificial en la composición literaria, y que pueden variar según escuelas métricas. Aunque el ritmo se da siempre en el lenguaje, por tener un soporte biológico rítmico, éste se realiza de dos grandes maneras en la escritura, dando lugar a la prosa y el verso. La prosa es secuencia verbal continuada, que sigue hacia delante, y el verso, que viene de la palabra latina “vertere” (‘volver hacia atrás’) es una secuencia que se reitera o repite de cierta forma. Pero la prosa, sobre todo en sus elaboraciones más clásicas, también sigue un ritmo. Por eso hay una métrica de la prosa (o prosa medida) y una métrica del verso. La métrica del verso atiende a los procedimientos de versificación. La métrica versificatoria no sólo atañe a la elaboración de versos, sino también, en su caso, a la formación de estrofas e ineludiblemente a la formación del poema en verso. 3.1.3.1. Sistemas de versificación Los versos se forman sometiendo a medida (a la métrica) diversos rasgos fónicos de la cadena hablada. Estos pueden ser rasgos de intensidad, duración, tono y timbre. En sentido estricto el ritmo es la repetición regular de los acentos de intensidad, pero los demás rasgos también se pueden repetir regularmente, y por eso desde el principio hemos llamado ritmo a todo tipo de repetición regular de rasgos sonoros. Los rasgos que son tomados en cuenta por los procedimientos de versificación en una lengua determinada, pueden ser o no relevantes fonológicamente en esa lengua. Así, en español el acento de intensidad es relevante fonológicamente, y también lo es en el correspondiente sistema de versificación. En inglés, por ejemplo es relevante fonológicamente la distinción entre vocales largas y breves, y sin embargo su sistema de versificación no utiliza esta diferencia. La distinción entre vocales largas y breves, significativa en latín, es la que utiliza esta lengua para su versificación. El chino utiliza la diferencia de tono. Todas las lenguas que tienen rima no hacen sino utilizar la diferencia/semejanza de timbre con fines versificatorios. En el sistema de versificación del español cuenta el acento de intensidad, el número de sílabas, la entonación y el timbre, pero la existencia del verso con estos constituyentes no se percibe sino cuando se dan más de un verso. Veamos un ejemplo: “En tanto que de rosa y azucena se muestra la color en vuestro gesto y que vuestro mirar ardiente, honesto, enciende el corazón y lo refrena.” Primer cuarteto de un soneto de Garcilaso de la Vega

En este texto las secuencias verbales formadas por once sílabas con acento de intensidad fijo en la penúltima sílaba y otros distribuidos en la 2ª, 6ª, y a veces en la 8ª también, son los versos. La serie de versos constituye una estrofa, y en ella se percibe la repetición de una entonación sostenida, y la rima. Basta, sin embargo, con que se repita el número de sílabas y/o los acentos de intensidad regulares para que ya reconozcamos el verso en español. 3.1.3.2. Sistemas métricos En cuanto a cómo los especialistas describen el sistema métrico o de versificación, hay tres tipos de orientaciones, según José Domínguez Caparrós:

Métrica musical. Estudia la organización temporal del verso a semejanza de cómo se hace con el ritmo de la música, distinguiendo periodos de idéntica duración. En el caso de la métrica española aplica este principio Tomás Navarro Tomás. Métrica acústica. Atiende al verso en cuanto fenómeno físico que se produce en cada lectura. El análisis de los caracteres de tono, timbre, intensidad y cantidad en que Balbín basa su sistema es consecuente con esta orientación. Métrica lingüística. Complementario de los anteriores. Navarro Tomás basa su modelo en el “periodo rítmico”, que va desde la sílaba que lleva el primer acento hasta la que precede al que lleva el último, y deja fuera del cómputo (en “anacrusis”) las sílabas que preceden a la primera acentuada. De esta manera todas las partes del periodo (las cláusulas rítmicas) comienzan por sílaba acentuada. En el ejemplo anterior tomado de Garcilaso señalamos la anacrusis en cursiva, y así los versos estarían formados por series de claúsulas trocaicas (acentuada + átona, que equivale a larga + breve de la métirca latina) y serían versos heroicos (acentuados en 2ª, 6ª y 10ª): En tánto qué de rósa y ázucéna Se muéstra lá colór en vuéstro gésto 3.1.3.3. Sílabas y acentos del verso español. La sílaba es la unidad básica de cantidad del verso en español. No se identifica totalmente con la sílaba como unidad fonológica, ya que hay licencias que hacen diferente el cómputo de las sílabas del verso con respecto a las sílabas fonológicas. Son las siguientes: -Sinalefa. -Hiato o dialefa = no cumplimiento del fenómeno de la sinalefa. -Sinéresis = cómputo como una sola sílaba de dos vocales contiguas en interior de palabra que no forman diptongo. -Diéresis = cómputo como dos sílabas de dos vocales contiguas en interior de palabra que forman diptongo. A efectos métricos el verso español debe acabar siempre en palabra llana, por consiguiente, si acaba en aguda debe contarse una sílaba más, y si acaba en esdrújula, una sílaba menos. El acento de intensidad léxico también interviene en la configuración del verso en español. En términos fonológicos el acento de intensidad es la mayor fuerza con que se pronuncia una sílaba dentro de una palab...


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