TEMA 6. Los Balearicos PDF

Title TEMA 6. Los Balearicos
Course Història Antigua
Institution Universitat de Barcelona
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TEMA 6. Los Baleáricos. Los Íberos (I). 1. LOS BALEÁRICOS. 1.1. Los precedentes. • A diferencia de las Islas Pitiusas (Ibiza y Formentera), con claro dominio fenopúnico, las Baleares propiamente dichas -maior o Mallorca y minor o Menorca- conocieron un denso poblamiento autóctono, tal vez por eso los pueblos colonizadores desistieron de instalarse a gran escala. • Las islas, despobladas durante el Paleolítico, conocen la llegada humana durante el Neolítico, más tarde se detecta un poblamiento estable como mínimo desde 3500 a. C. Los primeros agricultores convivían con un pequeño herbívoro endémico: el myotragus balearicus, parecido a una cabrita; inicialmente habitaban en cuevas. • Con la edad del bronce se asiste a la aparición del Periodo Naviforme (1700/1600-1200/ 1100). Por primera vez se construyen grandes construcciones en piedra, posiblemente de unidades familiares, en forma de nave, de aquí el nombre, con pilares centrales y elementos que después influirán en el posterior Periodo Talaiótico. Se continuaba enterrando en las cuevas y las cerámicas eran modeladas a mano (de hecho hasta la romanización siguieron así). 1.2. La Cultura Talayótica. • A finales de la edad del bronce, desde 1100 a. C., en las islas culmina el proceso autóctono con la aparición de la Cultura Talayótica, de contexto prehistórico. Se caracteriza por los poblados fortificados rodeados de murallas, seguramente ante la rivalidad de clanes, construcciones monumentales (talayotes en Mallorca, mesas y navetas en Menorca) y casas de planta oval. La cultura material muestra mayor continuidad en las cerámicas modeladas a mano y en los entierros en cuevas hasta el siglo VII a. C. En realidad, esta cultura pertenece a un círculo cultural que comprenden las islas del Mediterráneo central, con puntos en común con Cerdeña y Córcega, ajeno a la península Ibérica estricta. • El uso del hierro era conocido ya verso 800 a. C. en Mallorca (Son Matge) y algo más tarde en Menorca (So na Caçana), generalizándose su utilización hacia el 600 a. C. No obstante, no se desarrollaron cerámicas a turno ni aspectos relacionados con la cultura ibérica de la fachada mediterránea peninsular. 1.3. El contacto de los pueblos coloniales y el Postalayótico hasta la conquista romana. • Na Guardes, un diminuto enclave púnico dedicado a procesar hierro en el sur de Mallorca durante el siglo VI a. C., ilustra el interés de Ebussus por estas islas. El arcaísmo de su cultura material, sumado a la información parcial que las fuentes literarias transmitan (prácticamente sólo mencionan los mercenarios que alquilaron cartagineses y griegos, los famosos foners baleáricos), creó un imaginario de vida primitiva de tintes ásperos, atrasada y a remolque del proceso colonial. • Por el contrario, tendríamos que considerar como ya desde los siglos VIII-VI a. C. se puede observar la formación de aristocracias locales, desde unas bases autóctonas, y cómo aparecen túmulos funerarios individualizados, básicamente de guerreros. El proceso se observa bien ya en la fase inicial de la necrópolis de Son Real (Santa Margalida, norte de Mallorca). • Durante los siglos V-IV a. C. las islas importaron algunas estatuillas de bronce griegas que representan Marte, el dios de la guerra, quizás reinterpretado como un héroe idealizado por los destinatarios. Resulta sorprendiendo esta presencia de un objeto griego cuando casi no hay demanda a las dos islas de cerámicas griegas. No se descarta un suministro de estatuillas vía Ebussus. En este sentido, el cargamento del barco hundido en El Seco (Calvià, Mallorca), datado en el tercer cuarto del siglo IV a. C., es significativo: la carga eran ánforas púnicas y griegas, pero bajo los vasos griegos había grafitos púnicos. • En Menorca la fase contemporánea en la Ibiza púnica se conoce peor, básicamente es representada por el conjunto de Calas Coves.

• Las islas debían de tener una elevada densidad humana en proporción a unos recursos agrícolas limitados para la tecnología del momento, esto suele ya explicaría el mercenarismo; se hace difícil saber el estímulo que ocasionaron las desigualdades sociales derivadas de la formación de élites locales. En síntesis, habría que considerar un siglo de transición después del Periodo Talayótico propiamente dicho; esta transición alcanzaría la segunda mitad del siglo VI y la primera del V a. C. Después, la etapa que va desde la segunda mitad del siglo V a. C. hasta la segunda mitad del II a. C. La época recibe nombres diferentes según los autores: unos hablan de Talayótico Final, otros de Postalayótic. En cualquier caso, el periodo se inicia con fuertes destrucciones en el registro arqueológico, posiblemente resultado de las turbulencias derivadas de las pugnas entre clanes o de la competencia por los caudillages locales entre las élites. Las diferencias sociales en el periodo se manifiestan por la presencia de los primeros sarcófagos entre las élites y, en el mundo de los vivos, por la aparición de algunas casas complejas con patio interior en Mallorca, con un equivalente en algunas casas de patio central en Menorca. • En síntesis, los siglos que van desde el V al II a. C., hasta la conquista romana de Quint Cecili Metel Baleárico en 123-122 a. C., se caracterizan por la carencia de jerarquización de los asentamientos baleares, que puede ser interpretada como la situación en un estadio preestatal con presencia de caudillages que no van más allá de una escalera local. Eso sí, el contacto con los pueblos coloniales facilitaría el suministrando de mercenarios baleares a griegos y cartagineses. Los foneros ibéricos ...iban al combate sin ceñirse, llevando al brazo un escudo de piel de cabra y un venablo endurecido al fuego, raramente provisto también de una pequeña punta de hierro. Llevan alrededor de la cabeza tres hondas hechas bien de meláncranis [una especie de junco negro]..., bien de crines o de nervios, una larga para los lanzamientos a gran distancia, otra corta para los tiros a corta distancia y otra mediana para los medianos. Se ejercitaban desde niños con las hondas de tal modo que ni pan se les daba si no le acertaban con la honda. Estrabón 3, 5, 1. Elementos para un comentario: a) Las armas indicadas son excesivamente simples si se comparan con los hallazgos recuperados en la isla, Estrabón tiene que referirse a un equipo al alcance de grupos sociales de pocos recursos económicos, que encuentra fácil salida en su situación en el mercenariado. b) La presencia de foneros (y sus equivalentes saeteros o uelitas) va ser estimulada por los ejércitos mediterráneos clásicos en formación. Su tarea era sembrar el desconcierto en las líneas enemigas durante el inicio de la batalla. c) Floro (1, 43) refiere como los baleáricos recibieron con una lluvia de proyectiles el desembarco de Q. Cecili Metel (123 a. C.). Un trato pareciendo había soportar anteriormente el púnico Magó, en 206-205 a. C. (Liv. 28, 37). 2. LOS ÍBEROS (I). DESCUBRIMIENTO, PERIODIZACIÓN Y DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA. 2.1. El descubrimiento de los íberos. • El punto de partida convencional de los estudios ibéricos es el descubrimiento de la escultura “la Dama de Elche”, en 1897. Un avance significativo fue, más tarde, el desciframiento de la escritura ibérica, con los trabajos de Manuel Gómez Moreno (1922), en la actualidad es posible la lectura del ibérico pero no su traducción por carencia de léxico. • En los primeros tres cuartos del siglo XX se debatió mucho sobre la cuestión de los orígenes de los íberos, entonces tenían buena acogida las explicaciones basadas en la migración de pueblos ya formados, la discusión se centraba dónde, unos los hacían venir del Caúcaso, otros de África. A medida que las excavaciones se perfeccionaron, en las décadas de los años 60-70, se abrió la explicación autoctonista, hoy plenamente aceptada en los medios científicos. El conocimiento de los íberos ha sufrido profundos adelantos en los últimos 30 años y la exposición de Barcelona de 1998, además de celebrar el centenario de sus estudios, va ser una buena muestra de la vitalidad de los mismos y el nuevo rumbo que han tomado en los primeros años del siglo XXI.

• Más que pensar en términos de pueblo, los íberos forman una extensa cultura, con disparos afines y diferencias notables entre unos extremos y otros de la misma, puesto que alcanza gran parte de Andalucía, Murcia, la provincia de Albacete, País Valenciano, la mitad oriental de Aragón, casi toda Cataluña y una porción del Languedoc francés. A pesar de las afinidades, son también muchos los peculiarismos de cada región. Convencionalmente y por comodidad arqueológica se acostumbra a dividir en tres periodos, con fechas que varían ligeramente de unas zonas a otras. 2.2. Periodización de la cultura ibérica. →2.2.1. Ibérico Antiguo (600/550-450/400 a. C.) Comporta la generalización de las primeras cerámicas a turno pintadas autóctonas en la fachada mediterránea, con cierta homogeneización cultural entre sus regiones. También la adopción completa de utillaje agrícola y militar de hierro y una mayor presencia del comercio griego junto con el fenicio. A mediados del periodo aparece un lenguaje artístico, con arquitectura y escultura propias a mediodía peninsular, arte al servicio de una sociedad centrada en élites aristocráticas. Verso el final de la fase aparecen los primeros alfabetos ibéricos. →2.2.2. Ibérico Pleno (450/400-237/195 a. C.) Se consolida y generaliza la jerarquización del territorio, presidida por el modelo de las cabeceras protourbanas (oppida). En algunas regiones se produce una destrucción de los monumentos aristocráticos anteriores. Por todas partes se observa un aumento demográfico y económico, que coincide con el apogeo de la influencia helénica. El periodo asiste a una clara regionalización cultural y se logra el clasicismo en las cerámicas. Coincidiendo con el final del periodo, aparecen las primeras emisiones monetales con leyenda ibérica. →2.2.3. Ibérico tardío (237/195-100/50 a. C.) Su sociedad se ve alterada por la conquista romana. La conquista provoca inicialmente un retroceso demográfico y económico, pero se observa una recuperación a mediados del siglo II a. C. Hay un incremento del comercio regional y extrapeninsular, dentro de los circuitos romanos. Generalización del vas kàlathos y de los estilos pictóricos vegetales y animales, incluidas las representaciones humanas. En general se produce una profusión de la epigrafía ibérica y la generalización de la moneda. En la fase final, el siglo Y a. C., los elementos culturales a menudo se mezclan con los romanos, se produce una cultura ibero-romana. 2.3. La fase ibérica antigua (siglos VI-V a. C.) • El periodo se abre con una relativa afinidad cultural en todos los territorios antes mencionados. Desde finales del siglo VII a. C. y en especial durante la primera mitad del siglo VI a. C., se propagan de sur a norte las cerámicas a turno de pasta clara y pintura vinosa, distribuida en sencillos motivos con un peine múltiple, tales como bandas y olas. Se generaliza la cremación de los difuntos y su entierro en urnas, de las que destacan las llamadas de orejas (orejillas), en realidad una versión indígena de influencias fenicias. • Estos cambios van acompañados otros más profundos: la plena adopción de la metalurgia del hierro genera dos cosas: una agricultura intensiva, con el consiguiente aumento de la población, y la aparición de equipos de guerreros aristocráticos. Se inicia así una tendencia a la diferenciación social entre campesinos y aristócratas. • Propio de este estado de cosas es la tendencia a la circulación de la riqueza más que no su acumulación en tesoros (característica de la época tartéssica). Los contactos con comerciantes fenicios, cartagineses y griegos aumentó. • La economía, de base agrícola y cerealista, prefigura la base de los labriegos preindustriales mediterráneos, pasando los productos ganaderos al rol de complementarios. No faltan en este periodo las producciones textiles y la primera producción de vino local. Por ejemplo, a La Quéjola (San Pedro, Albacete), se documenta la más tempranera producción autóctona de vino a finales del siglo VI a. C. Esto no quiere decir que se dejen de importar vinos griegos o fenicios por una demanda aristocrática donde los productos exóticos denotan prestigio social. Ya en el periodo siguiente (ibérico pleno) se documenta la producción de aceite en la zonaedetana (Valencia); de nuevo nos encontramos con un producto considerado hasta no mucho años introducido con la conquista romana, pero que ha resultado tener precedentes autóctonos.

• Se perfeccionan los molinos de grano, con el invento íbero del molino rotatorio en la segunda mitad del siglo VI a. C. Los íberos impulsaron la minería, en especial la investigación de hierro, sin renunciar a otros productos, pero sin el peso que los metales nobles habían tenido en época tartesia. Varios oficios dejaron el terreno ocasional o familiar y acontecieron profesiones especializadas enviadas de padres a hijos o de maestros a aprendices. Este es el caso de las cerámicas, ya producidas a turno, que diversifican sus funciones y permiten a los usuarios manipular cualquier clase de líquidos o sólidos. • Se desconoce el régimen de propiedad de la tierra y la relación concreta de los artesanos con las élites; pero se puede seguir el proceso de formación de élites aristocráticas locales, un proceso más tempranero y acelerado al sur, donde aparecen muestras de arte notables ya a finales del siglo VI a. C., de clara influencia oriental, como Pozo Moro (Chinchilla, Albacete), marcando tumbas principescas. Las influencias griegas y una habilidosa adaptación local al trabajo de la piedra arenosa, se combinan un poco después (primera mitad del siglo V a.C.) en la aparición de esculturas ibéricas de temática mitológica y de exaltación heroica, como el conjunto del Cerrillo Blanco (Porcuna, Jaén). 2.4. Las etnias ibéricas a finales del siglo III a.C. • La cultura ibérica alcanzaba un amplio territorio, el cual incluía antecedentes muy diferenciados durante la Prehistoria reciente, no extraña así la subdivisión de los íberos en grupos regionales, impropiamente llamadas tribus (es preferible la denominación puebles). Pero las fuentes literarias no siempre mencionan los mismos pueblos íberos en el mismo lugar y al tratarse de un curso introductorio nos centraremos en la distribución que lograban en vísperas de la Segunda Guerra Púnica; también prescindiremos de la polémica que comporta la precisión en su ubicación. Básicamente se pueden distinguir cuatro grandes zonas: a) La Baja Andalucía, antiguo epicentro tartesio, donde viven los turdetanos en el valle y los túrdulos en la periferia norte, hacia las tierras serranas. Los túrdulos podrían no ser íberos. b) El alta Andalucía y la región Sudeste, una zona muy activa, que contó con las formaciones de bastetanos, centrados en tierras granadinas, oretanos en el alto Guadalquivir y zona manchega, mastienses en la costa murciana y contestanos en tierras alicantinas. c) El Levante, entre el Júcar y el Ebro, con los edetanos en torno a Valencia y los ilercavones extendidos a ambos márgenes del curso inferior del Ebro. d) La Zona Septentrional, caracterizada por su fragmentación en pequeñas formaciones: en las llanuras que cruzan los ríos Segre y Cinca habitaban los ilergetas, a ponente suyo lo hacían los ausetanos del Ebro (Bajo Aragón) y sedetanos (alrededor de la futura Zaragoza) y, algo más al norte, los suessetanos (comarca de Cinco Villas) en contacto con grupos célticos y vascones; a oriente de los ilergetas vivían los lacetanos en la Cataluña central, mientras los ausetanos hacían el propio en la llanura de Vic y montañas que lo rodean. Son mal conocidas las formaciones de pueblos montañeses: andosinos, berguistanos y ceretanos, que logran tarde la cultura ibérica. En el litoral, los cossetanos se emplazaban alrededor de Tarragona, mientras en el Baix Llobregat, Vallès y Maresme residían los laietanos, ya en las comarcas ampurdanesas encontraríamos los indicetas, en el Rosselló a los surdaones y en el Herault a los elisseos. La Turdetania ...No permite hipérbole si se lo compara con todo el mundo habitado, gracias a su fertilidad y a los bienes de la tierra y el mar. Esa región es la que recorre el río Betis, que tiene su nacimiento en los mismos parajes que el Anas y el Tago, y que por su tamaño se encuentra en medio de estos dos. Del mismo modo que el Anas, corre al principio en dirección Oeste, volviéndose luego hacia el Sur y desembocando en la misma costa que él. A la región la denominan Bética por el río y Turdetania por sus habitantes, y los que en ella viven los llaman turdetanos y túrdulos, que unos creen son los mismos y otros que son distintos, y entre los últimos se cuenta Polibio, que dice que los túrdulos son vecinos de los turdetanos por la parte Norte; pero actualmente no parece haber entre ellos ninguna separación. Éstos son los tenidos por más cultos de entre los iberos, puesto que no sólo utilizan escritura, sino que de sus antiguos recuerdos tienen también crónicas históricas, poemas y leyes versificas de seis mil años, según dicen. También los otros pueblos iberos utilizan escritura, cuyos caracteres no son uniformes, como tampoco es una la lengua. Estrabón, 3, 2.

Elementos para un comentario: a) La orientación de los ríos que conoce Estrabón es correcta: el Anas (más tarde Guadiana), el Betis (Guadalquivir) y el Tago (Tajo), en las medidas no porque el Guadalquivir es lo más corto de los tres. Andalucía aparece repartida entre los turdetanos, que ocupan la parte central del valle del Guadalquivir, y los túrdulos, más difíciles de emplazar. Plinio el Viejo indica, pero, que los túrdulos eran grupos célticos llegados norteños de Lusitánia. b) Una cifra de 6.000 años no tiene que entenderse en sentido literal, por aberrante, sólo apunta un origen remoto ya en tiempo de Estrabón. Hoy sabemos que en la región se escribía desde finales del siglo VIII a. C (escritura del sudoeste) y, más tarde, en ibérico meridional en época ibérica llena. En verso son algunas constituciones de la Grecia Arcaica, la idea de Estrabón quizás apunta en esta dirección, escritos prestigiosos, casi sacros. Sea cual sea no se ha conservado nada. c) Reparáis como Estrabón está informado de la variedad dialectal, lógica en un territorio amplio y a menudo no tenida presente. No es posible perfilar hoy zonas dialectales, porque sólo restan escritos y, además, poco extensos, pero comparáis con la distribución geográfica de los diferentes sistemas gráficos ibéricos: levantino, meridional y greco-ibérico....


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