Tema: El método científico PDF

Title Tema: El método científico
Course Filosofía
Institution Bachillerato (España)
Pages 5
File Size 161.9 KB
File Type PDF
Total Downloads 59
Total Views 121

Summary

IES POLITECNICO ...


Description

-El método científico -La verdad en la ciencia: -la verdad en los pasos del método -la verdad y la sujetividad -la verdad y las bajas pasiones

El método científico Para conocer la realidad de manera científica debemos proceder siguiendo un método que consta de los siguientes pasos, que ejemplificaremos con la investigación de Newton: 1. Observar hechos y relacionarlos. Se observa con los sentidos,  con la experiencia. Newton observó que las piedras caen y que la luna se mueve, dos hechos o fenómenos diferentes, y los relacionó porque pensó que la luna se mueve y las piedras caen por el mismo motivo. 2.

Formular una hipótesis que explique lo observado. Las hipótesis son conjeturas, suposiciones, respuestas provisionales. Las hipótesis se construyen con la intuición y la imaginación, se aventuran. 

Newton supuso que el motivo por el que la luna se mueve y las piedras caen es que las atrae la Tierra: la Tierra atrae a la luna y la Tierra atrae las piedras. 3. Generalizar las hipótesis, es decir, suponer que la explicación que hemos establecido para los hechos observados sirve también para hechos del mismo tipo que no hemos observado. Una hipótesis se generaliza por inducción, un razonamiento por el que pasamos de lo particular a lo general. Newton extendió la explicación de la atracción de la Tierra, la luna y las piedras a todos los cuerpos del universo. Supuso que no solo la Tierra atrae a la luna y a las piedras, sino que en el universo todos los cuerpos se atraen, y se atraen con una fuerza -la gravedad- que es mayar mientras más masa tengan los cuerpos y mientras más cerca estén. 4. Extraer predicciones, conclusiones lógicas de la hipótesis, operación que se realiza por deducción. Newton predijo las órbitas o movimientos de los planetas a partir de sus masas y de la distancia entre ellos. 5. Comprobar en la experiencia, con los sentidos,  que las predicciones se cumplen. Si se cumplen, la hipótesis se declara válida y se convierte en ley científica. Si no se cumplen, la hipótesis se considera falsa y se abandona, y el científico debe buscar otra hipótesis, imaginar una explicación alternativa de los hechos.

Newton comprobó que todos los planetas se mueven como había predicho, menos Urano, que era el planeta más lejano que se conocía en el siglo XVII. Pensó entonces que su hipótesis no era válida… o que tenía que haber otro planeta más allá de Urano que explicara su movimiento. Ese planeta fue descubierto años más tarde y bautizado como Neptuno. Por ello la hipótesis de la gravedad se convirtió en la ley de la gravedad.

La verdad en la ciencia Las matemáticas no nos hablan del mundo, son producidas exclusivamente por la razón, proceden por deducción y no generan leyes, sino teoremas cuya verdad es rotunda, absoluta. De ahí que usemos la palabra “matemáticamente” como sinónimo de certeza: cuando el Titanic chocó con el iceberg y se agrietó, el ingeniero que lo diseñó dijo: “ahora el agua entrará en tales y tales compartimentos, y nos hundiremos matemáticamente”. Las ciencias empíricas son las que sí nos hablan del mundo, del que nosotros formamos parte: física, química, biología, astronomía, medicina, psicología, sociología, antropología. Esas son las ciencias que proceden siguiendo el método científico. Las leyes de esas ciencias, como vimos, se obtienen observando hechos y relacionándolos, aventurando hipótesis, generalizándolas por inducción, deduciendo consecuencias o predicciones y comprobando si esas predicciones se cumplen. Pues bien, veamos los problemas relativos a la verdad que encierran la observación, las hipótesis y la inducción.

La verdad en los pasos del método científico 1. La observación es en principio cierta, podemos estar seguros de que los hechos que observamos con los sentidos son verdaderos. Pero esos hechos se seleccionan; por ejemplo, Darwin observó la competencia entre las especies para sobrevivir y dijo que en la naturaleza sobreviven los más fuertes; sin embargo, muchos biólogos observan en la actualidad los mecanismos de cooperación entre los seres vivos, y han llegado a la conclusión de que la cooperación proporciona mucha más potencia para sobrevivir que la competitividad. Por otra parte, muchas ciencias observan los fenómenos con aparatos, y esos aparatos condicionan lo que vemos en la realidad. ¿Qué observaríamos si abordáramos la realidad con aparatos distintos de los que usamos? ¿Llegarían la química o la astronomía a las mismas conclusiones si los químicos o los astrónomos cambiaran sus instrumentos de observación? Y además, muchos instrumentos se inventan y se diseñan porque se buscan de antemano determinados hechos que confirmen determinadas hipótesis; eso es lo que sucede con el acelerador de partículas, que se construyó expresamente para encontrar hechos que corroboren la teoría del big bang. Por lo tanto, la realidad no es independiente de la mirada humana, no la percibimos tal cual es . La realidad se construye, puede decirse que la forzamos a ser de determinada manera.

2. Una hipótesis es una conjetura, una idea que al científico se le ocurre para explicar lo que observa, y ha de ser confirmada o corroborada en la experiencia antes de convertirse en ley. Pero ¿pueden explicarse los mismos hechos a través de diferentes hipótesis confirmadas? Sí se puede. Por ejemplo, las epidemias se interpretaron como efectos del aire contaminado por los cadáveres que quedaban sin sepultar en las guerras, y ahora se interpretan como efectos de la infección de microbios que se observan con el microscopio; ¿a qué atribuiremos las epidemias en el futuro? ¿hasta cuándo estará en boga la teoría del contagio infeccioso? ¿qué aparatos habrá en los laboratorios y qué desaparecerá de los libros de texto? Por lo tanto, la verdad de la ciencia es transitoria , las leyes científicas están vigentes hasta que se construyen otras que explican más hechos o los mismos hechos de una manera mejor. Ese es el motivo por el que la ciencia no es una acumulación de verdades; lo que sucede en cambio es que unas verdades derrocan a otras, de ahí que se hable de revoluciones científicas : Einstein hizo una revolución en la física, derrocó la teoría de Newton al unir el espacio y el tiempo, que en Newton eran magnitudes independientes; o Darwin derrocó la teoría fixista al considerar que las especies evolucionan unas a partir de las otras. 3. La inducción, por la que se generalizan las hipótesis, no tiene, como vimos, garantía de verdad. Suponemos que los hechos que no hemos observado van a comportarse del mismo modo que los que sí hemos observado, pero suponer y estar seguros no es lo mismo. Esta cuestión fue planteada por David Hume en el siglo XVII; en el siglo XX, Karl Popper añadió que de lo único que podemos estar seguros en la ciencia es de que una hipótesis es falsa, pero no de que es verdadera: siempre se pueden observar hechos nuevos que la invaliden.

La verdad y la sujetividad

Además de estos problemas en torno a la verdad inherentes al propio método con el que se investiga en ciencia, existe otro problema, consistente en que los científicos tienen, como todas las personas, sus ideas previas y sus prejuicios, por lo que la objetividad absoluta no existe por mucho que la ciencia trate de ser objetiva. Un investigador no es un aséptico buscador de la verdad, es una persona que introduce sus convicciones previas en la realidad que observa. Por ejemplo, Darwin vivía en Londres en plena revolución industrial, donde la explotación y dominación de unos pocos sobre muchos era cruel y brutal; esta realidad influyó en cómo vio las relaciones entre las especies, relaciones que miró bajo el prisma o filtro del comportamiento de los hombres en su sociedad. Este problema afecta especialmente a las ciencias humanas -la psicología, la sociología, la antropología-, que explican nuestra conducta. Un astrónomo que estudia las estrellas no es él mismo una estrella, ni un geólogo que estudia los volcanes es un volcán; pero un psicólogo que estudia la mente sí tiene mente, el sociólogo sí vive en una sociedad y el antropólogo sí pertenece a una cultura, por lo que no pueden evitar introducir sus convicciones sujetivas en la observación y explicación de lo que observan.

Este problema es especialmente relevante en la medicina, que en tanto interpreta determinadas conductas como generadoras de enfermedades es una ciencia humana. Hasta mediados del siglo XX, los médicos, desde sus convicciones morales judeocristianas según las cuales el sexo es legítimo solo para reproducirse y formar familias, catalogaron la masturbación y la homosexualidad como enfermedades de las que se derivaban todo tipo de males. Hoy día, en sociedades de permisividad sexual, la homosexualidad y la masturbación no se consideran enfermedades, y lo que se demoniza es otro tipo de costumbres, por ejemplo la de fumar.

La ciencia, el dinero y las bajas pasiones El tercer problema respecto a la verdad en la ciencia consiste en que la ciencia es una actividad social desempeñada por científicos, y los científicos son hombres y mujeres movidos muchas veces por intereses y objetivos que no son -como desde una visión idealizada de la ciencia se creería- buscar la verdad por encima de cualquier otra circunstancia. Los científicos deberían ser buscadores de la verdad, pero son trabajadores que investigan para empresas o instituciones que les pagan y les marcan pautas de búsqueda, es decir, les obligan a investigar en determinada dirección. Por otra parte, un científico es una persona que, como otras de cualquier otra profesión, puede tener fallos éticos; por eso la sed de dinero, de fama o gloria, la envidia hacia otros, además de los propios prejuicios, están presentes en la actividad científica cotidiana e influyen en los resultados a los que la ciencia llega. Ha habido y hay científicos impecables y desprendidos que dedicaron y dedican sus vidas a investigar en pro del bien de la humanidad. Pierre y Marie Curie descubrieron el radio en condiciones heroicas y poniendo en peligro sus vidas; luego se negaron a patentarlo para que nadie tuviera que pagar por beneficiarse de sus descubrimientos. Lo mismo hizo Alexander Fleming, descubridor de la penicilina, o recientemente Manuel Elkin Patarroyo, el químico boliviano que descubrió una vacuna contra la malaria -la enfermedad que más gente mata en el mundo- y se negó a vender la patente a ningún laboratorio farmacéutico; si lo hubiera hecho se habría enriquecido rápidamente, así como el laboratorio, pero ello habría encarecido la vacuna y la habría hecho inaccesible a mucha gente que la necesita. La historia de la ciencia está llena de científicos éticamente competentes, y también de científicos envidiosos, avariciosos o sedientos de gloria. En el siglo XVI el doctor Chamberlain inventó el fórceps, un aparato obstétrico que salva de la muerte a muchas mujeres y niños en el parto, pero mantuvo su invento en secreto para adquirir prestigio sobre otros ginecólogos; lo mismo hizo su hijo, a quien le legó el nuevo aparato; fue su nieto quien lo hizo público y lo vendió a una sociedad médica. En 1778 Jenner descubrió la vacuna contra la viruela y comunicó su hallazgo a los médicos londinenses; pero como era un humilde médico rural, no se consideró su descubrimiento hasta que Cliner, un doctor eminente, dijo veinte años después que Jenner tenía razón; durante esos veinte años murió de viruela mucha gente que podría haberse salvado. Cuando en los años 80 del siglo XX se descubrió que la sangre infectada de VIH contagia el sida por transfusiones, los empresarios estadounidenses de hemodonación negaron que eso fuera cierto, para no tener que gastar dinero en analizar la sangre donada. Y es que el egoísmo, la rivalidad, la ambición, la soberbia y el beneficio

económico, no solo el amor a la verdad y a la humanidad, concurren en la producción del saber, en este caso del saber médico, y lo mediatizan. Lo expuesto anteriormente ha de servirnos no para desconfiar sistemáticamente de la ciencia y de los científicos, pero sí para hacernos conscientes de las limitaciones humanas, para enseñar ética en las facultades de ciencias y para no creer, como a veces lo hacemos, que lo que la ciencia dice es “palabra de Dios”. Rosario Miranda...


Similar Free PDFs